Por JORGE RAMÍREZ CALZADILLA*
Potencia en las pistas cortas de patinaje
Cuando hace 30 años la Federación Internacional de Patinaje (FIRS, siglas en francés) dio luz verde al patinaje de velocidad en pista corta para que hiciera su primera incursión olímpica con carácter de exhibición en Calgary 1988, no faltó el coro de escépticos que criticó el otorgamiento de tamaño honor a un deporte que consideraban un calco barato de las pruebas en el óvalo de 400 metros, presentes en los juegos cuatrienales desde Chamonix 1924.
Todavía a finales de la década de 1980, la popularidad de estas competiciones en el Sudeste de Asia, Norteamérica y Europa no terminaba de convencer a sus detractores, curtidos en el disfrute de la espectacularidad un tanto más ortodoxa de las carreras en pista larga. El éxito del test en la provincia canadiense de Alberta terminaría entonces por aplacar a los hipercríticos de las vueltas al óvalo de 111 metros en las que, a menudo, el plan táctico se implementa al límite de lo permisible y, consecuentemente, se suceden las polémicas arbitrales.
8 de junio de 2017. En Harbin, provincia de Heilongjiang, una entrenadora de patinaje trabaja con un niño. VCG
El duelo entre Corea del Sur y China
La rivalidad entre las escuadras surcoreanas y chinas se ha robado el mayor protagonismo y basta repasar el medallero de esta modalidad del patinaje en los 7 juegos invernales en los que ha figurado para comprobar una superioridad que, a veces, se ha tornado abrumadora.
Fuera del dúo asiático, solo un combinado canadiense ha podido ostentar la condición de más laureado y fue en aquella cita francesa de 1992, en la que concluyó con un total de 3 metales empatados con la comitiva surcoreana. Desde entonces, en el acumulado de medallas, China en tres ocasiones (Nagano 1998, Salt Lake City 2002 y Sochi 2014) y Corea del Sur en cinco (Albertville 1992 –con igual total que Canadá–, Lillehammer 1994, Nagano 1998 –con igual total que China–, Turín 2006 y Vancouver 2010) se han reservado siempre el mayor botín.
En la sumatoria de premios áureos, los que determinan en mayor medida la posición en la tabla de medallas, la historia también ha deparado al tándem de Asia una casi exclusiva monopolización de los laureles.
La excepción fue Sochi 2014, juegos en los que a la nación sede, Rusia, la catapultó a la cima de la tabla un Viktor Ahn que cambió de bandera (ya había competido en Salt Lake City y Turín con el nombre de Ahn Hyun-Soo, representando la enseña surcoreana) y el reverdecido veterano Vladimir Grigorev. En las seis citas cuatrienales precedentes, Corea del Sur lideró el medallero en 4 oportunidades (1992, 1994, 1998, 2006) y China en 2 (2002 y 2010).
La mayoría de los triunfos de la comitiva del gigante asiático ha corrido a cargo de sus féminas, comenzando por las dos Yang Yang (2-2-1, la mayor; 0-4-1, la menor), que brillaron en la segunda mitad de los noventa y a inicios del nuevo siglo, pasando por una Wang Meng (4-1-1), a quien una lesión imposibilitó que incrementara su cosecha de premios en Sochi, y terminando por Zhou Yang (3-0-0).
Únicamente este cuarteto de mujeres es responsable de 16 de los 53 metales de China en olimpiadas invernales, y de 8 de los 12 áureos. En las pistas cortas de patinaje, China exhibe un balance en 7 juegos de 9 doradas, 13 plateadas y 8 bronceadas, un aporte colosal al acumulado histórico del país: 12-22-19 (repartido entre solo 5 de los 15 deportes olímpicos).
Un párrafo aparte merece la tricampeona de Vancouver, Wang Meng, pues de no haberle dado la espalda la suerte en enero de 2014, cuando se fracturó el tobillo derecho en unos entrenamientos, con certeza sería hoy la máxima ganadora de oros y medallas de la historia de este deporte. Tal distinción recae en el surcoreano-ruso Viktor Ahn (6-0-2), seguido por el estadounidense Apolo Anton Ohno (2-2-4), mientras Wang es tercera (en el total, 4-1-1, pero segunda en el valor de las medallas).
Los hombres no han conseguido equipararse con sus pares femeninas, aunque tampoco es que su tránsito por el magno evento invernal esté huérfano de triunfos.
24 de noviembre de 2017. Han Yutong durante una competencia en la “Shanghai Super Cup” 2017 de la Unión Internacional de Patinaje sobre Hielo (ISU, en inglés). VCG
Con la mira en Beijing 2022
Pyeongchang 2018 coloca a los patinadores masculinos en una mejor posición de brillar con respecto a sus pares del mal llamado sexo débil. La armada china viajará una vez más con equipo completo (5 y 5) a la urbe surcoreana, por terceros juegos olímpicos consecutivos, bajo la tutela de Li Yan, quien colgó los botines después de Turín 2006. Los miembros de la nómina no distarán mucho de los que estuvieron en el Mundial de Róterdam 2017, en el que Fan Kexin, plata en Sochi en los 1000 metros, sorprendió con su oro en los 500.
Las mayores opciones de victoria, sin embargo, las posee Wu Dajing, quien hace cuatro años escoltara a Viktor Ahn en los 500 y además se colgara el bronce como miembro de la cuarteta de 5000. Independientemente de lo que puedan hacer ambos y los relevos de 3000 (mujeres) y 5000 (hombres), la mirilla de Li Yan y el colectivo de entrenadores del plantel nacional va más allá de Pyeongchang. En la ciudad surcoreana, los anfitriones partirán como amplios favoritos para adueñarse del sitial de honor en casi la totalidad de los eventos (500, 1000 y 1500 individuales en ambos sexos y los relevos), pero esa ventajosa condición de local cambiará de manos en 2022, en Beijing y Zhangjiakou, y será entonces cuando la mayoría de las apuestas favorezca a la delegación china.
*Jorge Ramírez Calzadilla es periodista cubano y ha colaborado con publicaciones y medios audiovisuales de su país y el extranjero por más de una década. Desde 2007 reside en Beijing.