¿Urbe inteligente o “aquí no hay quien viva”?
Por VERENA MENZEL
Los extranjeros evitan ir a China por la mala calidad de su aire, los bajos salarios y el alto costo de vida”. Así evaluó a China el corresponsal de la televisora alemana ARD, en un programa del telediario Tagesschau, emitido a principios de abril de este año. Además, afirmó que a los empresarios alemanes les resulta cada vez más difícil persuadir a sus empleados de trabajar en China, así como permanecer allí, trátese de empresas privadas o públicas.
En meses recientes, Beijing, la capital de China, figuró varias veces en los titulares noticiosos debido a la grave contaminación del aire, el metro atestado de viajeros y los embotellamientos de tráfico en las circunvalaciones urbanas. La imagen fotográfica de personas utilizando máscaras, mezcladas con interminables desfiles de vehículos, quedó indeleble en la memoria de los occidentales.
Sin embargo, cabría preguntarse si la vida en las urbes chinas es realmente tan terrible. ¿Qué se puede decir sobre la vida urbana dentro del área capitalina? ¿Qué aporta en este sentido el proyecto de una nueva zona económica especial de alto nivel a las puertas de Beijing, según lo anunciado a principios de abril de este año? ¿Adquirirá Beijing el nombre de “Jingjinji” en un futuro próximo? Por lo pronto, al menos queda claro que para los occidentales este apelativo no pasa de ser más que un trabalenguas sin sentido.
9 de marzo de 2017. Ceremonia de emisión de la serie especial de sellos postales sobre el Desarrollo Sinérgico de Beijing-Tianjin-Hebei, en Shijiazhuang. Cnsphoto
Problemas comunes de las megaciudades
Para profundizar en el tema conversé con el alemán Peter Tichauer, un experto en Beijing nacido en 1960. Tichauer llegó a la capital china por primera vez a mediados de la década de 1980 para estudiar, y desde 2006 ha estado viviendo y trabajando aquí. Actualmente es el editor jefe de China Contact, una revista económica en alemán enfocada en China. Tichauer participó en su fundación hace 21 años.
“No pienso irme de aquí a ningún otro lugar”, afirma este alemán, que se ha convertido voluntariamente en un residente de Beijing. Cuando llegó, en 1984, todavía se veían cabras por las calles. La actual Tercera Circunvalación de la ciudad estaba en construcción. Más allá de su perímetro todo era pura aldea, algo que quizás hoy solo recuerdan los habitantes más veteranos de la urbe, que desde entonces ha devenido una pujante metrópolis. Beijing lucha contra los mismos problemas que enfrentan otras ciudades densamente pobladas.
Peter Tichauer insiste en que no regresará a Alemania ni a ningún otro lugar de Europa. ¿Le ha dado tan fuerte? Eso parece.
29 de marzo de 2017. Ciudadanos visitan la maqueta de planificación urbana de Beijing en el Salón de Exposiciones de Planificación Urbana de Beijing. CFP
“Es bien cierto que la contaminación del aire es un problema. Sin embargo, me da la impresión de que nos hacemos más sensibles a este tema por obra de la tecnología moderna”, afirma este ex impresor offset devenido experto en China.
“En los últimos uno o dos años, el deterioro de la calidad del aire por una o dos semanas en Beijing con frecuencia deprime a la gente, pero no podemos pasar por alto lo que China está haciendo para mejorar la situación. En los pasados dos años, la calidad general del aire ha mejorado mucho. Si se compara con lo que ocurría hace un tiempo, la vegetación de Beijing y sus alrededores se ha expandido notablemente”.
“El problema ambiental no puede resolverse de la noche a la mañana, pero estoy seguro de que China concede gran importancia a este problema. En las últimas décadas, los países industrializados también lucharon contra la contaminación grave. Recuerdo que en la década de 1970 –yo estaba en la escuela secundaria– hubo noticias de que Tokio había instalado máquinas expendedoras de oxígeno en las calles para que los transeúntes inhalaran. Pero ahora Tokio está muy limpio”, comenta Peter.
A su juicio, no ayuda condenar a China por lo que hoy vive el país. “Es preciso tener siempre presente que los occidentales son en parte culpables por el deterioro de la calidad del aire. A principios de la reforma y apertura, sus empresas establecieron fábricas en China, beneficiadas por políticas favorables”, indica.
Una de las razones que explican el deterioro de la calidad del aire es que Beijing se ha convertido en una megaciudad como resultado del acelerado desarrollo de los últimos años. Si se calcula la densidad demográfica de sus zonas circundantes, en un área de 16.807 km2 –algo más grande que el territorio del estado alemán de Schleswig-Holstein–, habitan 21,5 millones de personas (según estadísticas de marzo de 2016). Esta cifra equivale a casi un cuarto de la población total de Alemania. Los residentes de Beijing provienen de diferentes regiones de China y del resto del mundo.
Proporcionar electricidad, agua, alimentos, empleo y servicios a tantas personas resulta en una labor titánica. Además, la precipitación media anual de las zonas montañosas áridas del norte de China es de solo 578 ml, de la cual el 62 % cae entre julio y agosto. Durante los demás meses predomina una temporada bastante seca. Y, como si fuera poco, cada cierto número de años hay tormentas de arena que se abaten sobre la capital, procedentes del área desértica de Mongolia Interior.
Queda claro que la escala creciente de las grandes ciudades de China supera los conceptos de lo humano y de la propia naturaleza. ¿Cómo aliviar la difícil situación y conseguir un desarrollo equilibrado?
En busca de un desarrollo equilibrado
El Gobierno chino no pierde tiempo para plantear soluciones que le permitan colocar la urbanización rural en la órbita del desarrollo equilibrado, enfocándose en la obtención de efectos prácticos y diferenciados, acorde a las funciones establecidas. La aspiración oficial es descongestionar la actual aglomeración demográfica en la capital, a favor de un futuro desplazamiento de sus habitantes a la ciudad costera de Tianjin y algunas regiones en la provincia de Hebei, alrededor de Beijing y Tianjin. De acuerdo con los proyectos relacionados, hoy se está construyendo una nueva zona metropolitana denominada “Jingjinji”. Jing y Jin son las terminaciones de Beijing y Tianjin, respectivamente, mientras que Ji es una especie de abreviatura para la provincia de Hebei.
“El asunto central aquí no proviene de lo que podamos interpretar luego de leer reportajes de medios extranjeros: construir una megaciudad y bautizarla con un nombre impronunciable. Más bien se trata de construir un cúmulo de ciudades, reuniendo el potencial por un lado y distribuyendo funciones en el otro para adquirir la fuerza resultante”.
“El principio rector de esta idea es que áreas separadas se complementen y atraigan entre ellas. Como resultado del proceso de construcción de la zona para descongestionar la capital, la provincia de Hebei, que es menos desarrollada, puede beneficiarse del ímpetu derivado del plan”.
Los tres distritos de la jurisdicción de Baoding, en Hebei, se encuentran 100 km al sur de Beijing y jugarán un papel clave. Hasta ahora estos distritos aún son “puntos ciegos” en el desarrollo. A principios de abril de este año, el presidente chino, Xi Jinping, anunció el establecimiento de la Nueva Zona Económica de Nivel Estatal de Xiong’an. Situada al suroeste de Beijing y Tianjin, la misma se convertirá en pivote de la zona triangular formada por Tianjin, Beijing y Hebei.
Pero Xiong’an es más que esto. Será un ejemplo sobre cómo curar los “males urbanos” tradicionales, que incluyen la transformación económica y la urbanización. Por esta razón, algunas funciones no relacionadas con la capital, como administración, educación e industria, se trasladarán de Beijing a la nueva área.
¿Es hora de una nueva Shenzhen?
Poco tiempo bastó para que los líderes y expertos chinos equipararan la nueva zona económica con los exitosos casos de Shenzhen, en Guangdong, y la Nueva Zona de Pudong, en Shanghai.
Tichauer propone un análisis diferenciado. “Desde luego que hay puntos en común. Xiong’an ha obtenido el mismo apoyo del nivel más alto de Gobierno que Shenzhen y Pudong, pero no habrá nuevas bases industriales que produzcan mercancías a granel en Xiong’an, como las hay en Shenzhen”.
En la era de la nueva revolución tecnológica, Xiong’an constituirá en zona económica moderna. En otras palabras, esta ciudad satélite integrará la industria de vanguardia y el espíritu de una ciudad ecológica, donde se complementen la industria, la vida y el medio ambiente.
Además, Xiong’an ofrecerá muchas oportunidades para las empresas extranjeras. Según Tichauer, “estas oportunidades se encuentran en los campos de planificación urbana, tratamiento de aguas residuales, protección medioambiental, industrias ambientales modernas e industrias vinculadas a Internet. Estas nuevas industrias se extenderán a otras partes de China a través de Xiong’an”.
Tichauer considera que esa zona económica no se construye de la noche a la mañana. “Debemos adoptar una perspectiva a largo plazo. Xiong’an no se desarrollará tan rápido como Shenzhen”.
Para aliviar la congestión del tráfico y reducir la multitud de usuarios en el transporte público será preciso garantizar viviendas y empleos interconectados en las ciudades satélites. Ejemplo de ello es que el Gobierno chino ha trasladado el gobierno municipal al suburbio de Tongzhou. Queda por ver si la presión del tráfico se alivia con estas medidas. Esto también se aplica a la permuta de otras instituciones y puestos de trabajo en la nueva zona de Xiong’an.
Combinación de planificación y desarrollo natural
Para vincular estrechamente los nuevos conglomerados urbanos y convertirlos en un modelo de desarrollo deben crearse las condiciones adecuadas. Tichauer considera que China va por buen camino. “El Gobierno chino ha creado condiciones favorables para los conglomerados urbanos, con infraestructura adecuada y redes ferroviarias interurbanas, zonas de estacionamiento cerca de las estaciones de metro para la comodidad de los viajeros, etc. La ciudad debe ser fresca y viva. Lleva tiempo para que las ciudades satélites se vuelvan vigorosas”.
“En términos de control de la contaminación atmosférica, los ciudadanos de Beijing pronto se beneficiarán de la construcción de Xiong’an, porque el primer lote de fábricas adyacentes a la capital pronto será trasladado a otras áreas de la provincia de Hebei”, continúa el experto.
En el ámbito del comercio electrónico, la nueva zona de Xiong’an aportará nueva energía a la región de la capital. Tichauer piensa que Beijing ha superado a Europa en términos de servicios digitales, pagos móviles y comercio electrónico.
“No hace mucho vi una gráfica que mostraba los objetivos a cinco años de Alemania en cuanto a pagos móviles. Beijing cumplió esas metas hace mucho, gracias a los pagos con teléfonos móviles”, sostiene Tichauer. “La gente se siente feliz de poder integrar la tecnología avanzada a su vida cotidiana. Los chinos son muy pragmáticos en este aspecto. Estas nuevas tecnologías traen alegría y comodidad a la gente”.
Peter Tichauer, que ya se considera un nativo, afirma que el público chino espera con ansias el desarrollo de la zona de Xiong’an en los próximos años, como forma de acceder a una mejor experiencia en el desarrollo de Beijing.