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2017-July-11 15:39

Testigos silenciosos de la Ruta Marítima de la Seda

Por DANG XIAOFEI

 

El elefante esculpido en una sola roca gigantesca se encuentra no muy lejos de las imágenes budistas de la dinastía Han del Este. Yu Jie

 

En Lianyungang, una ciudad en la costa oriental de China, hay una colina conocida como Kongwang, nombre que recibió después de que Confucio (Kong Zi, en chino) la trepara para contemplar (wang, en chino) el mar. Sin embargo, lo más asombroso de esta pequeña colina de tan solo 129 metros de altura no es el hecho de que haya sido visitada por uno de los grandes pensadores chinos, sino que esconde un grupo de imágenes budistas esculpidas durante la dinastía Han del Este (25-220), testigos de la llegada del budismo al país a través de la Ruta Marítima de la Seda.

 

Más antiguas que las Grutas de Mogao

 

Esculpidas en un peñasco de color amarillo ocre, 105 figuras de diferentes tamaños y posturas tejen historias taoístas y budistas.

A pesar de que el “cuadro” está dominado por figuras del taoísmo, algunas imágenes budistas se pueden encontrar alrededor de estas. Este sincretismo fue una particularidad de la dinastía Han del Este, especialmente después de que el budismo penetrara en China y aprovechara la religión local –el taoísmo– para difundirse. “Las posturas de las imágenes y la técnica al esculpirlas reflejan con claridad el estilo Han: pleno uso de alto relieve y grabado con líneas convexas”, explicó Gao Feng, subdirector del departamento de turismo del distrito de Haizhou, Lianyungang.

Frente a las imágenes budistas, y pisando cuatro flores de loto –una debajo de cada pata–, se encuentra un elefante en piedra, esculpido en una sola roca gigantesca. “Tanto el elefante como la flor de loto están estrechamente vinculados con el budismo”, dijo Gao Feng. “Según dicen, Sakyamuni (Buda) nació montado sobre un elefante que pisaba flores de loto”. Junto con las imágenes que decoran el peñasco, el elefante de piedra revive una sociedad de cuando el budismo se difundió en China y convivió armoniosamente con el taoísmo. Al interior de la pata delantera izquierda del elefante está escrito en caracteres: “Cuarto mes del cuarto año del reinado de Yongping”. Esta fecha indica la elaboración del elefante, que tuvo lugar durante el gobierno de Liu Zhuang, segundo emperador de la dinastía Han del Este.

En 1980, expertos revelaron que las imágenes budistas de Kongwang fueron esculpidas en las postrimerías de la dinastía Han del Este, 200 años antes de que se crearan las Grutas de Mogao, que gozan del título de “Grutas Madre de China”.

¿Cómo es posible que dicho sincretismo se diera primero en la colina Kongwang y no en el centro y occidente del país, donde estaba más desarrollada la cultura budista? La explicación tiene que ver con el hecho de que en dicha zona, además de que se vivía una fuerte atmósfera religiosa, la dinastía Han del Este había desarrollado plenamente la técnica de la escultura en piedra. No obstante, otra explicación apunta a que, paralelamente a la Ruta de la Seda terrestre, el budismo indio fue introducido a China a través de la Ruta Marítima de la Seda.

 

¿Cómo se abrió la Ruta Marítima de la Seda?

 

Hace más de 2200 años, el primer emperador de la dinastía Qin mandó a su alquimista, Xu Fu, a ultramar en busca de la medicina de la inmortalidad. A la cabeza de una caravana de miles de niños y niñas, y técnicos de diferentes campos, y llevando consigo toneladas de cereales de distintas variedades, Xu Fu partió de Haizhou (como se conocía Lianyungang en aquella época), su pueblo natal, con dirección al este. El alquimista obviamente no dio con la receta para la inmortalidad, pero lo que sí hizo fue abrir una ruta de navegación en la parte oriental del país, convirtiéndose así en el pionero de la Ruta Marítima de la Seda.

 

Imágenes esculpidas en el peñasco de la colina Kongwang. Yu Jie

 

En su travesía, además de arribar a Wakayama-Ken, una prefectura ubicada en Honshu, la principal isla del archipiélago japonés, Xu Fu también llegó a Kitakyushu, en el extremo norte de la isla de Kyushu, al mar SetoNaikai y a la península de Kii. De hecho, hoy es posible visitar en Japón sitios históricos relacionados con Xu Fu, como su templo, su tumba, su pozo, su punto de desembarco, entre otros. Algunos estudiosos japoneses incluso han llegado a sugerir que Xu Fu fue el mismo Jinmu Tennō, el primer emperador nipón.

¿Cuál es el motivo por el cual Xu Fu escogió Lianyungang como punto de partida de su viaje? Según Luo Lin, subdirector del Instituto de Investigación sobre la Protección de Reliquias Históricas de Lianyungang, los antiguos habitantes de la región dominaban las técnicas de navegación y llevaban a cabo intercambios con el exterior por vía marítima, lo que sentó la base para la apertura de la Ruta Marítima de la Seda. “Todo eso se puede percibir en las pinturas del peñasco Jiangjun”, explicó Luo. Reputadas como “Escrituras Celestiales de Oriente”, las pinturas del peñasco Jiangjun no solo son las primeras de ese estilo descubiertas en la costa china, sino también, con alrededor de 7000 años de historia, las más antiguas de su tipo en el país.

Con el propósito de encontrar la medicina de la inmortalidad para el emperador Qin Shihuang, la flota expedicionaria de Xu Fu recorrió una y otra ruta marítima, viajes que después aportarían preciosas experiencias para los barcos mercantes venideros. Gracias a la consolidación gradual de la Ruta Marítima de la Seda, productos de seda y artículos de porcelana chinos fueron exportados de Lianyungang rumbo a Japón, la península coreana, India, Sri Lanka, entre otros países surasiáticos. A su vez, los navíos trajeron de vuelta el budismo.

Xu Fu no solo llevó las técnicas de agricultura, sericultura y medicina a Japón y Corea, sino que también inauguró nuevas rutas de navegación marítima, desbloqueando los canales para el intercambio cultural con los países a lo largo del trayecto, e incluso con el mundo árabe.

Durante las dinastías Sui y Tang, las llamas de la guerra obstaculizaron la Ruta de la Seda terrestre. Sin embargo, las circunstancias adversas en el oeste se prestaron para que prosperara la Ruta Marítima de la Seda, en el sureste. Lianyungang, entonces, se convirtió en un importante centro para los intercambios con Silla (antiguo reino en el sureste de la península coreana) y Japón.

En julio de 1990, un pequeño equipo de cuatro profesores surcoreanos viajó a Lianyungang para llevar a cabo una investigación sobre la antigua sede de la Aldea de Silla. Al final de su pesquisa levantaron una lápida en el norte de la montaña Baojia que dice: “Ruinas de las Antiguas Viviendas de Sillaneses en Sucheng”, otro monumento que conmemora los intercambios culturales entre China y Corea.

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