Nü Wa reparó el cielo
Texto e ilustraciones: Yang Yongqing
Mucho tiempo atrás, no había seres humanos en la Tierra. Solo los pájaros, las bestias, los peces y los insectos vivían en las montañas y bosques.
Un día, la diosa Nü Wa se sentó en la orilla de un río para peinarse y lavarse. Después de hacerlo, recogió un poco de lodo y creó un muñeco inspirado en su propia imagen.
Nü Wa puso el muñeco en la tierra. Enseguida, este cobró vida y se puso a correr a saltos alrededor de la diosa. Además, sabía hablar. A Nü Wa le gustaba mucho el muñeco y lo cuidaba con esmero, como una dedicada madre.
El muñeco fue creciendo día a día, pero no había nadie que charlara ni jugara con él. Lo único que podía hacer era ver a los animales divertirse en manadas.
Por ello, Nü Wa se puso a crear más muñecos. Estos se volvieron niños y niñas, y todos jugaban juntos con alegría.
Los niños y las niñas crecieron. Hubo matrimonios y nacieron hijos, por lo que Nü Wa no necesitó crear más muñecas. Poco a poco los seres humanos aprendieron a cultivar la tierra, a construir casas, a tejer… y a llevar una vida feliz.
Sin embargo, una catástrofe cayó de repente sobre la Tierra. Hubo una pelea entre el dios del agua Gong Gong y el dios del fuego Zhu Rong, en la que el primero fue derrotado. Como no tenía dónde desahogar su cólera, el dios Gong Gong se estrelló contra la montaña Buzhou, que servía como soporte del cielo.
Hubo un gigantesco ruido y la montaña Buzhou fue derribada. Se produjo un gran agujero en el cielo y el agua del río celestial cayó a cántaros. La Tierra se volvió un mar inmenso.
El agua inundó las tierras cultivadas, destruyó las casas y se llevó al ganado. La gente quiso escalar las montañas, pero un volcán entró en erupción e incendió los bosques. Los seres humanos no sabían dónde refugiarse.
En ese momento, un malvado dragón salió a sembrar el caos y a comer y herir a la gente.
Al enterarse de ello, la diosa Nü Wa fue a ayudar a los seres humanos, y con palos de madera y piedras mataron al dragón. La diosa, además, enseñó a la gente a transportar agua para apagar los incendios.
Sin embargo, la catástrofe no se detuvo. El agua del río celestial seguía cayendo sobre la Tierra. Nü Wa decidió reparar el agujero en el cielo.
Ordenó a la gente recoger piedras –pequeñas y grandes–, así como cortar leñas y apilarlas.
Día y noche, Nü Wa encendía las leñas para quemar las piedras.
Luego de 81 días, las piedras adquirieron cinco colores.
Rezando un conjuro, Nü Wa blandió su mágica pala larga. Como si tuviesen alas, las piedras de cinco colores volaron hacia el agujero en el cielo.
El agujero se fue volviendo cada vez más pequeño… hasta que, por fin, el cielo quedó completamente reparado.
La tranquilidad se restableció en el cielo y la Tierra. Como el cielo había sido reparado con piedras de cinco colores, comenzaron a aparecer a menudo coloridas nubes y arcos iris.
La gente estuvo muy agradecida con Nü Wa y la consideraron como la “Madre de la Tierra”.