Un puente hacia el futuro
Entre las iniciativas propuestas en el Foro China-CELAC figura el programa “Puente hacia el futuro”, un encuentro entre tres motores hacia un mejor entendimiento político, económico y académico entre el país asiático y Latinoamérica y el Caribe. Una de las particularidades que tiene este programa es que sus participantes son jóvenes líderes dentro de cada uno de los distintos países en sectores específicos.
El pasado 13 de julio se llevó a cabo el II Diálogo entre Jóvenes Investigadores de China y América Latina en Beijing. Esta jornada contó con participantes tanto chinos como de la mayoría de países latinoamericanos, a través de dos organismos clave dentro de esta relación: la Comunidad de Estudios Chinos y Latinoamericanos (CECLA), liderada por el Dr. Diego Guo, y el Centro Latinoamericano de Estudios Políticos y Económicos de China (CLEPEC), dirigido por Diego Mazzoccone.
Como lo menciona el título de esta actividad, el objetivo fue describir la actual situación de reconocimiento que existe entre ambas partes y los desafíos que presenta dicho diálogo. A partir de este punto, se determinaron dos ejes temáticos: mecanismos de cooperación China-América Latina y la diplomacia persona-persona.
Hace unos años, se me encomendó realizar un capítulo para un libro impulsado por Xulio Ríos, el cual decidí titular La sinología en Iberoamérica: una revisión hacia la construcción de una visión conjunta. Tres años después de haber desarrollado esta investigación vino a mí la misma pregunta con la que llevé a cabo dicho capítulo: ¿realmente existe un conocimiento mutuo entre ambas regiones? Lamentablemente, mi respuesta sigue siendo la misma: no.
La autora (primera a la der.) junto con otros participantes del evento.
Construcción empírica de los vínculos
No existe una plenitud de conocimientos entre ambas regiones, dado que existe un desfase entre los procesos que cada una de ellas presenta, situación que impacta la manera en que se construyen los mecanismos de cooperación. No obstante, estamos en un camino de constante aprendizaje en dos vías. El vínculo entre América Latina y China y su estudio se han construido de manera empírica. La revisión histórica nos lleva a un reconocimiento por varias vías, siendo el comercio y las distintas olas de diáspora referentes en este vínculo transpacífico, en el cual la región latinoamericana se caracteriza por poseer enclaves chinos que han dado como resultado expresiones de sincretismo a través de la comida y la construcción social de algunas naciones. Incluso, nos lleva a entender la razón por la cual hoy en día, mientras que unos países cuentan con altos grados de aceptación, en otros ha sido difícil la construcción de una relación política, económica y social. Sin embargo, el resultado ha sido el uso del empirismo al momento de conceptualizar la vinculación.
Hoy, el proceso hacia la redefinición de China y su papel dentro de la sociedad internacional ha jalado a otras áreas del mundo a ser parte del mismo –cuya fuerza gravitacional ha sido de carácter económico– y se ha ido transformando ante la serie de estímulos y reacciones que el sistema internacional ha sufrido durante el último decenio. Iniciativas impulsadas por el actual gobierno del presidente Xi Jinping, como la de la Franja y la Ruta, no solo han llevado a otras regiones del mundo a preguntarse cómo penetrar en esta dinámica, sino que también han servido para medir el grado de efectividad de los esquemas de cooperación impulsados entre ambas partes, hacia un mayor entendimiento y una continua mejora de la relación.
“Puente hacia el futuro”, más allá de ser un punto de encuentro para sentar las bases de una relación a mediano y largo plazo, es un foro en donde convergen tres perspectivas clave dentro de este diálogo de triple hélice: la clase política, el poder económico y la academia. Es en este último grupo en donde se encuentra una de las labores más nobles, dado que la generación de literatura que permite un conocimiento integral entre ambas partes y la transmisión de las investigaciones al respecto recaen en nuestras manos. Por lo tanto, la academia está implícita en la generación de diplomacia pública y, a su vez, se empodera como un grupo de interés clave al momento de la generación de políticas públicas que impacten la relación entre China y América Latina.
La barrera idiomática
En el caso de la academia latinoamericana, nos encontramos en un momento clave a nivel social, y la globalización nos ha impulsado a reducir las brechas de desconocimiento mutuo con China. Sin embargo, el entendimiento a través de la lengua sigue siendo un desafío significativo dentro de este lazo, pues continuamos dialogando en un tercer idioma, con el cual probablemente en el proceso de traducción se pierden la esencia y el sello cultural que llevan impresos el chino y el castellano y/o el portugués. Es acá donde debemos trabajar, logrando que la comunicación sea entendida de la misma manera, para poder generar un diálogo efectivo, que ofrezca mecanismos de cooperación con un mayor impacto y beneficios simétricos.
Pese a esto, al interior de este proceso existe un avance –implícito en el diálogo académico– que radica en el poder blando y la paradiplomacia. En este modelo de poder se anexa la importancia de la diplomacia cultural, un elemento que en el caso chino ha sido utilizado de manera muy certera, y que, como parte de este resultado, ha hecho más notoria la cantidad de centros de estudio de idioma e investigaciones sobre China y América Latina. Un ejemplo claro es el constante incremento de los Institutos Confucio en nuestros países, y casos como el brasileño, el mexicano y el peruano forman parte de una creciente efervescencia por querer aprender el idioma y conocer la cultura de China.
El tema principal del diálogo fue “Un puente hacia el futuro”. Fotos cortesía de Raquel León
Sin embargo, nos encontramos en un proceso distinto a otras regiones del mundo, en donde el número y el tiempo de presencia son muy distintos. No obstante, es importante señalar que del lado chino se está comenzando a ver, y están empezando a tener más fuerza y relevancia, los estudios latinoamericanos y, como parte del proceso, la enseñanza de los idiomas que predominan en la región. El resultado de estas acciones es impulsado por una nueva ola en la vinculación académica entre China y América Latina, en donde emerge una nueva generación de académicos formados en los primeros centros de investigación de América Latina y/o con experiencia educativa y cultural en China.
Con esto quiero decir que el diálogo entre estas dos regiones se ha construido más allá de los canales tradicionales de las relaciones internacionales, a los que se suman actores no tradicionales al momento de generar el vínculo y el fortalecimiento de este. Por lo tanto, al hacer introspectiva de esta relación, sería injusto dejar el análisis en números fríos. Con esto no demerito la importancia que tiene la relación económica entre ambas partes, y el papel que juega China al ser uno de los principales socios comerciales de la región, sino que hago énfasis en los elementos subjetivos y el papel de la academia como eje hacia un mayor entendimiento. Este tipo de ejercicios nos permiten ubicar el avance y el arduo camino que aún queda por construir.
*Raquel León es profesora investigadora especializada en Asia y Estudios de China en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (México).