China y Francia Sueños que coinciden
EL sueño chino está estrechamente relacionado con el sueño de otros países del mundo. Materializarlo beneficiará a otras naciones, en tanto contribuirá a la paz y a la prosperidad mundiales.
El sueño de la cooperación
La quinta esencia del sueño chino es consolidar la prosperidad y la fortaleza del país, revitalizar la nación y afianzar la felicidad del pueblo. Se trata del ideal por el que muchos lucharon. Después de la fundación de la República Popular China, sobre todo en los más de 30 años de reforma y apertura, la mayor nación de Asia ha alcanzado enormes éxitos y se ha convertido en la segunda economía del mundo, por lo que nunca, como hoy, estuvo tan cerca de materializar su sueño. Sin embargo, por diversos y complejos factores de dentro y fuera del país, China también enfrenta desafíos que nunca antes existieron. El sueño chino supone, para 2020, duplicar el PIB y los ingresos de los habitantes de las zonas urbanas y rurales, con respecto a las cifras de 2010, materializar una sociedad modestamente acomodada en todos los aspectos y, para mediados del presente siglo, construir un país moderno, democrático, civilizado y armonioso. Para ello, China debe persistir en el camino del desarrollo pacífico, profundizar la reforma y apertura, perseverar en la aplicación de la estrategia de beneficio mutuo y ganancias compartidas, y esforzarse para promover la construcción de un mundo armonioso, con paz duradera y prosperidad común.
El chino es un sueño de paz, de desarrollo, de cooperación ganar-ganar, que avanza en un contexto de profunda multipolarización mundial, integración económica, diversificación cultural y continua informatización de la sociedad que, a su vez, propician una cooperación global que se expande a múltiples niveles y en todas direcciones. La interdependencia entre países cada día se profundiza más, por lo que el desarrollo de China no puede desligarse del resto del mundo, al tiempo que la paz y la prosperidad del mundo, también, necesitan a China. En la actualidad, los problemas globales ganan mayor relevancia y ningún país, solo, es capaz de enfrentarlos. Únicamente con la cooperación ganar-ganar, cada nación podrá proteger sus intereses y, con ello, asegurar la paz mundial y el desarrollo común. La evolución de la situación internacional, sobre todo desde la crisis financiera internacional, demuestra que hacer esfuerzos conjuntos y cooperar mutuamente constituyen el camino para enfrentar los serios desafíos globales.
Francia y el sueño chino
Francia se engrandeció al aportar al mundo brillantes ideólogos, filósofos, hombres de letras y científicos que enriquecieron la civilización. En 1789, la revolución francesa derribó el sistema feudal y, en 1871, un levantamiento popular estableció el primer poder proletario del mundo: la Comuna de París, cuyo trascendental significado superó sus fronteras y las épocas, promoviendo procesos históricos. A principios del siglo XX, muchos estudiantes chinos, imbuidos por el ideal de salvar al país, se fueron a Francia para cursar estudios mientras trabajaban en busca del camino de la revitalización de la nación china. No pocos se convirtieron en pilares esenciales de la revolución china y la construcción socialista o líderes de la cultura y el arte, o sobresalieron en otros ámbitos. Los más destacados fueron el primer premier de la República Popular China, Zhou Enlai, y el arquitecto general de la reforma y apertura al exterior, Deng Xiaoping.
Francia ocupó una posición especial en la vida de Zhou Enlai. En diciembre de 1920, llegó a París y emprendió su carrera de cuatro años. Después de una concienzuda exploración e investigación sobre los caminos y todas las teorías asumidos por Francia y otros países europeos, conformó su ideal y consolidó sus convicciones, por las que lucharía. Escribió artículos de más de 200 mil caracteres para dar a conocer a los habitantes del interior del país la situación política y social de Francia y de otras naciones del viejo continente. Con la fundación de la Nueva China, asumió como primer ministro, siguió de cerca el desarrollo de las relaciones entre China y Francia, e hizo importantes contribuciones en momentos cruciales. Sobre todo, en las negociaciones para el establecimiento de relaciones diplomáticas entre China y Francia, en 1964. Con su estratégica visión de gran estadista y diplomático, negoció, en seis ocasiones, con Edgar Faure, representante del general de Gaulle y ex primer ministro francés, a quien, finalmente, le planteó un acuerdo tácito de tres puntos, que terminó en el establecimiento de relaciones diplomáticas entre China y Francia. Dicho acuerdo sentó una sólida base para el ulterior desarrollo de las relaciones.
El desarrollo del vínculo entre los dos países tampoco puede desligarse de los esfuerzos hechos por Deng Xiaoping. En octubre de 1920, Deng Xiaoping llegó a París para cursar estudios mientras trabajaba por cuenta propia. Luego de estudiar cinco meses en la Escuela Secundaria Bayeux de la región de Normandía, se le agotó el dinero y se vio obligado a trabajar, por lo que no volvió a la escuela. Trabajó en la planta de acero Schneider y en la fábrica de automóviles Renault, entre otras. Al mismo tiempo, participaba, activamente, en las actividades dirigidas por Zhou Enlai. También formó filas en la Liga de la Juventud Comunista de China residente en Europa, en 1922, y en el Partido Comunista de China, en 1924. En 1925, fue a Moscú a cursar estudios, pero la policía lo expulsó en la estación ferroviaria y le prohibió retornar a Francia. Sin embargo, medio siglo después, con la invitación del primer ministro de Francia, Jacques Chirac, Deng Xiaoping hizo una visita oficial a Francia en 1975, en la que fue recibido con honores de jefe de Estado. En tres ocasiones participó en las negociaciones con el primer ministro Chirac y el presidente de Francia, Giscard D´Estaing, en las que llegaron a amplios acuerdos sobre las relaciones bilaterales e importantes problemas internacionales. Ambas partes convinieron establecer un mecanismo de consulta, a nivel ministerial, de manera que Francia se convirtió en el primer país occidental que estableció ese mecanismo con China. Fue un gran avance en las relaciones entre China y la Francia de entonces. Se puede afirmar que la visita de Deng Xiaoping a Francia tuvo una importante influencia sobre el ulterior desarrollo de las relaciones entre China y Francia, y la aplicación de la política de reforma y apertura al exterior de la nación asiática.
Sueños que coinciden
El presidente francés, general de Gaulle, señaló: “Si Francia no es grandiosa, no puede ser Francia”. El sueño de la nación francesa de desempeñar un papel de gran país coincide, en su esencia, con el sueño de la revitalización de la nación china. Francia fue la primera potencia de occidente que estableció relaciones diplomáticas con China, fue la primera en establecer relaciones de asociación integral con la nación asiática y también la primera en elevar su relación al nivel de asociación estratégica integral. Todo ello corrobora la importancia y la singularidad que tienen las relaciones entre los dos países. El presidente Xi Jinping señaló, recientemente, que, en la nueva situación, China y Francia deben seguir siendo socios estratégicos prioritarios, apoyarse mutuamente y profundizar la colaboración, tomando el camino de la cooperación ganar-ganar, entre dos países que tienen distinto sistema político y tradición cultural.
Para materializar su sueño, China necesita dar un paso más en la apertura al exterior para tener más intercambio y cooperación con otros países. Se prevé que en los cinco años venideros, China importará más de 10 billones de dólares estadounidenses en mercancías, invertirá en el exterior por más de 500.000 millones y la cantidad de turistas chinos que viajarán por el mundo superará los 400 millones. Todo lo dicho proporcionará un enorme espacio para la cooperación ganar-ganar y propiciará más oportunidades de comercio a otras naciones, incluida Francia, más empleo y más crecimiento económico.
En medio de la lenta recuperación económica mundial, Francia está haciendo sus máximos esfuerzos para superar las dificultades, fortalecer su competitividad y promover el crecimiento económico, mientras que China está acelerando el cambio de su modelo de desarrollo económico y, reajusta y optimiza, con grandes esfuerzos, su estructura económica. Ambas partes necesitan intensificar la cooperación con beneficio mutuo y ganancias compartidas, y oponerse, juntos, al proteccionismo comercial, para lograr el desarrollo común. Durante la visita del presidente Hollande a China, en abril último, ambas partes firmaron más de diez documentos de cooperación, en los que, además de reforzar la colaboración en energía nuclear y aviación, se profundizan el intercambio y la cooperación en innovación tecnológica, protección medioambiental, desarrollo urbano sostenible, ahorro de energía industrial, digitalización, etc.
En los cerca de 50 años que han transcurrido desde el establecimiento de relaciones diplomáticas entre China y Francia, las relaciones bilaterales tuvieron altibajos, sin embargo, en lo global, han logrado un gran desarrollo, que ha generado muchos beneficios a los pueblos de los dos países. Estoy convencido de que siempre que ambas partes puedan persistir de manera consecuente, evaluar desde una altura estratégica, desarrollar la cooperación con beneficio mutuo y ganancias compartidas y cuidar los asuntos que preocupan a la otra, podrán alcanzar nuevos éxitos en la relación, materializar sus respectivos sueños, generar beneficios para los pueblos de los dos países y hacer mayores contribuciones a la paz y la prosperidad del mundo en los 50 años venideros.
* Cai Fangbai fue embajador de China en Francia, y es presidente del Diplomatic Pen Club y Director Honorario del Instituto de Francia de la Asociación China de Estudios Europeos.