Por FAN JIUHUI
Conociendo Ngari
A la prefectura de Ngari se la conoce como “el techo del mundo”, ya que se encuentra a 4500 metros sobre el nivel del mar, en el noroeste del Tíbet, a 1600 kilómetros de la capital regional, Lhasa. Es un lugar religioso sagrado. Entre la sagrada montaña Kailash y el sagrado lago Mana Sarovar se entrecruzan rutas de peregrinación, que por miles de años se han extendido por diferentes regiones de Asia.
En la antigüedad, el viaje, por no existir los medios de transporte modernos, duraba siempre semanas o meses. Gracias a la pavimentación de la carretera nacional 219, ahora solo toma dos días el llegar desde Lhasa hasta Kailash.
Los yak corren libremente en el “techo del mundo”.
Pasando el puesto del registro fronterizo de Mayouqiao, empezamos a conducir por el inmenso desierto de Gobi de Ngari. El camino asfaltado, de color negro, se extiende recto hacia el horizonte. No se ve nadie alrededor, sino solo unos animalitos, que aparecen de vez en cuando. El sol cálido cubre todo el vasto lugar, las montañas en la lejanía, las nubes y hierbas en la cercanía.
Tras un día y medio de conducir a toda velocidad, por fin llegamos al lago Mana Sarovar antes del atardecer. Apreciando el lago desde el pico de un pequeño monte cercano, se ve elegante y sereno. La cumbre Gurla Mandhata y la sagrada montaña Kailash se miran, una enfrente de otra, separadas por el lago, como dos guardaespaldas protegiendo a la diosa.
La Gurla Mandhata es mil metros más alta que la Kailash y también se ve más grandiosa, pero ésta es más atractiva para mí. A primera vista me clavó en lo profundo del corazón su ímpetu de tranquilidad y aplomo. No pude desviar mi atención de ella. Es como un rey sereno, con aplomo y gran fuerza interior. Infunde respeto. Aunque la Gurla Mandhata es más alta y fuerte, comparada con la divinidad de la Kailash, se ve como un niño simpático y tremendo, y con las nubes en la cabeza se percibe un poco de arrogancia.
Estatuas de arcilla del Templo Toling.
La Kailash tiene forma de pirámide, objeto sagrado “vajra” en la antigua tradición chamánica y animista tibetana llamada “el Bön” que es anterior a la llegada del budismo. Por eso, la Kailash es considerada como la montaña sagrada en tres círculos del universo. Por otra parte, en el budismo tibetano, es el monte Meru el centro del mundo. Según dicen, el budismo y el Bön hicieron un debate religioso por disputarse el lugar sagrado.
Hoy en día, el budismo, el Bön, el hinduismo y el jainismo coexisten, pacíficamente, en la Kailash. Los creyentes están convencidos de que todos, sin importar su nacionalidad, color de piel o religión pueden lograr purificarse en este lugar especial con gran armonía de alma y naturaleza.
Al pie de las montañas nevadas
Si le gusta tomar aire bajo el cielo estrellado, escuchar el murmullo del viento y el agua, oler flores y sentir el misterio de las montañas sagradas, alojarse en el templo Chiu Gompa, al lado del lago Mana Sarovar, es una buena elección. Puede también, como los peregrinos, bañarse en el lago al amanecer.
Los budistas tibetanos creen que el Mana Sarovar es el rocío dulce concedido por el buda Cakrasamvara Tantra. Bañarse con el agua del lago puede eliminar toda clase de angustias, ideas extrañas y pecados. Tomar el agua del lago puede eliminar enfermedades y mejorar la salud. Si los peregrinos giran la rueda de plegaria rodeando el lago, lograrán bendiciones perpetuas e imponderables. A la orilla del Mana Sarovar, hay cuatro puertas de baños en dirección a los cuatro puntos cardinales. Estas son llamadas, respectivamente: puerta de la flor de loto, puerta de la limpieza de impurezas, puerta del aroma y el dulce, y puerta de la creencia.
Bosque de tierra en Zhada.
Despidiéndonos de la bella caída del sol en el Mana Sarovar, nos apresuramos hacia el templo Chiu Gompa. Por la llegada de más y más turistas, la mayoría de las familias de la aldea que está cerca del templo empiezan a ofrecer alojamiento. Nos alojamos en la casa más cercana al lago. Aunque en un cuarto solo se colocan cinco camas sencillas, nos pidieron 50 yuanes por cada uno. Tratamos de regatear, pero el dueño nos señaló un documento pegado en el muro explicando que es la tarifa determinada por el gobierno y es inviolable. Después de apreciar el Mana Savorar bajo el cielo estrellado, regresamos con mucho frío. Sentados al lado del fogón bien encendido con boñigas, tomamos un café caliente apenas preparado. Aquel sentido de satisfacción era más bello que el paisaje nocturno del Mana Savorar.
Antes de amanecer, subimos a la colina que está al sur del templo que es el mejor lugar para apreciar el lago Mana Savorar, el lago del Diablo, la montaña Kailash, y la cumbre Gurla Mandhata, que se encuentran, justamente, en cuatro direcciones. Un rebaño de antílopes tibetanos se dirige al lago Mana Savorar para tomar agua. Nuestra visita no les molesta para nada. El sol no sale, sino que salta del horizonte. De repente, las montañas y la pradera son teñidas por el color dorado. El paisaje bellísimo te sorprende tanto que olvidas apretar el botón de la cámara.
El Templo Toling recibe las primeros rayos del sol.
Cuando partimos del Mana Savorar, el sol es espléndido y el cielo es azul cristalino. Sin embargo, al llegar a la orilla del lago del Diablo, las nubes grises cubren enseguida el cielo sobre el lago, especialmente, sobre las montañas circundantes. Las nubes se ven más y más oscuras y espesas, produciendo una atmósfera horrorosa y espeluznante. Comparado con la brillante cordillera Tianshan de enfrente, este color hace un contraste impresionante y le da al lago del Diablo una apariencia extraña, pero magnífica.
El distrito de Burang es un lugar que no debe pasar por alto durante su visita. Además del campo escalonado bajo la montaña nevada y las viviendas populares de los tibetanos escondidos en los valles y oasis, los templos y los mercados fronterizos también son recomendados.
Construido en el año 996, el monasterio Khorzhak tiene ya más de 1000 años de historia. Dentro del distrito de Burang, aparte de los templos ubicados cerca del lago Mana Savorar y la montaña Kailash, Khorzhak es el único monasterio que sigue siendo consagrado por los creyentes. A pesar de los miles de años transcurridos, está básicamente bien conservado, incluyendo sus murales y puertas esculpidas.
Pagoda budista en Zhada.
En el páramo
A la hora de construir el monasterio Khorzhak, existían en la prefectura de Ngari tres reinos: Burang, Guge y Ladhaki.
El castillo del reino Guge se construyó en una ladera de loess (un tipo de sedimento) que se extiende por más de 300 metros de largo. Con una distribución bien ordenada, las cuevas, las pagodas budistas, las torres, los templos y palacios se alinean desde abajo hacia arriba, formando un bloque de construcciones grandioso e impresionante. La mayoría de las cuevas servían de habitaciones. Las únicas edificaciones bien conservadas hasta hoy son los monasterios, como por ejemplo, el pabellón de Tara, pabellón rojo, pabellón blanco y pabellón de samsara (metempsícosis).
Igual a otros monasterios del Tíbet, siempre que no se derrumbe el techo del pabellón, los murales se mantienen a salvo del daño humano. Sin embargo, a inicios del siglo XXI, unos bandidos abrieron los pechos de las estatuas tratando de encontrar los “tesoros” escondidos. Estas figuras, junto con los murales, que habían logrado salvaguardarse de las llamas bélicas de 300 años atrás, fueron destruidas.
Para llegar al antiguo reino Guge, hay tres opciones, pero ninguna puede evitar el paso por el bosque de tierra que le acompañará por decenas de kilómetros. El bosque de tierra es un tipo de formación terrestre especial erosionada por la inundación y la meteorización. El río Sutlej se perpetúa, silenciosamente, en el valle del bosque de tierra. Viajando por aquí es como si estuviera en un mundo mitológico.
Pagoda budista del Reino Guge.
Aparte de los antiguos reinos Guge y Burang, el lago Pangong también es un lugar que vale la pena visitar. Se encuentra a 10 kilómetros al norte del distrito de Rutog, en el límite entre China y la región de Cachemira controlada por India.
Pangong Tso, nombre en ladhaki, significa en tibetano “lago Tsomo Nganglha Ringpo”, o sea “ganso de cuello largo”. Pangong, situado en un valle, tiene 50 metros de profundidad, 150 kilómetros de largo y de 2 a 5 kilómetros de ancho, pero la parte más estrecha mide solo 5 metros. Sus dos tercios en el este pertenecen a China, mientras que el otro tercio, en el oeste, es de India.
Según dicen, el agua del lago Pangong es dulce, semidulce y salada conforme pasa del este al oeste. Por eso, en la parte de China, como es de agua dulce o semidulce, abundan peces, pero en la parte de India, por ser salada, no es potable ni crecen peces.
La isla de pájaros en el lago es un paraíso de aves que viven de peces y plantas acuáticas. En la primavera, cuando la templada corriente de aire del golfo de Bengala acaricia la meseta de Ngari, vuelven a reproducirse las aves que salieron de aquí para ir a pasar el invierno al Sur de Asia. En este hábitat de pájaros que es el más elevado del mundo, los pájaros no tienen enemigo natural ni molestia, sino que gozan del cielo azul, las nubes blancas, las montañas nevadas, los lagos cristalinos, la paz y la tranquilidad.
Por haberme sumergido entre la religión y la historia durante estos días de viaje, casi me pierdo en medio de la leyenda y la realidad, pero la paz y la tranquilidad del lago Pangong me relajan y vuelvo a la calma rápidamente.