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2017-June-8 10:14

La clase del profesor Yao

 

Por LU RUCAI

 

Yao Qizhi.

 

Yao Qizhi (o Andrew Chi-Chih Yao), director del Instituto de Ciencias de la Información Interdisciplinaria de la Universidad Tsinghua (IIIS, por sus siglas en inglés), ha demostrado su perseverancia como científico y educador y su cariño por el país al compartir sus experiencias y amplios conocimientos con sus estudiantes y colegas chinos.

Se trata del único chino que ha obtenido el Premio Turing –el Nobel de la computación– y ha sido integrante de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos y de la Academia Estadounidense de las Artes y las Ciencias, además de convertirse posteriormente en miembro de la Academia China de Ciencias.

En 2004, Yao Qizhi dimitió de su cargo como profesor vitalicio de la Universidad de Princeton y regresó a China para desempeñar el mismo puesto en la Universidad Tsinghua. En 2005 creó la “clase experimental de ciencias de la computación” y en 2011 estableció el Instituto de Ciencias de la Información Interdisciplinaria, el primero de su tipo de China, así como el Laboratorio de Computación Cuántica. En 2014 renunció a su nacionalidad estadounidense y este año se convirtió formalmente en miembro de la Academia China de Ciencias.

 

Una brillante trayectoria

 

Yao Qizhi nació en Shanghai en diciembre de 1946. Cuando era niño se fue con sus padres a Taiwan y estudió en Estados Unidos después de graduarse en la universidad. En 1972 obtuvo el doctorado en Física en la Universidad de Harvard y en 1975 consiguió el mismo grado en Ciencias de la Computación en la Universidad de Illinois. Entre 1975 y 1986 trabajó por separado como profesor en el Instituto Tecnológico de Massachusetts, la Universidad de Stanford y la Universidad de California-Berkeley. Desde 1986 hasta 2004 fue profesor de la Universidad de Princeton.

La especialidad del doctor Yao cubre los campos de las ciencias de la computación y la informática cuántica. Ha creado las teorías sobre la complejidad de la comunicación y el cálculo del generador de números pseudoaleatorios, sentando las bases de la criptografía moderna. Ha emprendido también trabajos creativos sobre el modelo de computación cuántica y la comunicación cuántica segura. Gracias a sus contribuciones ganó en 2000 el Premio Turing, el máximo reconocimiento de las ciencias de la computación.

Por lógica, un científico tan exitoso debería continuar sus estudios en Estados Unidos. Sin embargo, el doctor Yao regresó al país para incorporarse a la Universidad Tsinghua en junio de 2004. “Esto tiene un significado muy distinto para mí porque quiero formar personas de valía en China y lograr algunos avances científicos y tecnológicos de vanguardia”, manifestó.

 

Formador de talentos

 

En 2004, las ciencias de la computación en China se diferenciaban bastante de las extranjeras tanto en educación como en investigación. Para cambiar tal situación, Yao decidió comenzar por la enseñanza de esta asignatura a los estudiantes universitarios, preparándose para avanzar hacia la elevada meta de la investigación científica formando a personas cualificadas de alto nivel internacional.

En 2005 se estableció en la Universidad Tsinghua la “clase experimental de la ciencia del software” (renombrada más tarde como “clase experimental de ciencias de la computación”), dirigida por Yao y en colaboración con el Microsoft Asia Research Institute, para la que fueron seleccionados estudiantes de varias disciplinas del primer y segundo años. Como uno de los mejores científicos en computación del mundo, Yao Qizhi se dedica a diseñar cursos, elaborar planes de formación y renovar periódicamente programas. Se esfuerza para que sus cursos sean un reto y para que sus estudiantes encuentren un fuerte y verdadero interés en ellos. En marzo de 2006, en una carta dirigida a todos los estudiantes de la Universidad Tsinghua, escribió: “Nuestra meta no es formar a excelentes programadores de computación, sino a talentos en las ciencias de la computación de nivel internacional”.

 

Yao acompaña el recorrido de algunos visitantes por el Laboratorio de Computación Cuántica.
 

Desde el principio, Yao ha insistido en que su clase se internacionalice. Además de impartirla en inglés, ha creado oportunidades de investigación científica e intercambios internacionales para que los cursantes amplíen sus horizontes. John Hopcroft, ganador del Premio Turing, comentó que en “la clase del profesor Yao” están matriculados los estudiantes de carreras superiores y de educación más sobresalientes del mundo. Hasta finales de 2016, dicha clase había publicado 121 ponencias académicas, 42 estudiantes habían sido enviados a conferencias internacionales para exponer sus tesis y cerca de un tercio de ellos habían alcanzado resultados de investigación científica, algo raro incluso en las universidades extranjeras del más alto nivel. “Se ha vuelto realmente una marca educativa para los estudiantes universitarios del mundo, y los mejores institutos del extranjero compiten por captar a nuestros alumnos. Solo la Universidad de Princeton está ofreciendo 9 becas completas a nuestros graduados de este año”, dijo Yao.

En 2011, Yao Qizhi creó el Instituto de Ciencias de la Información Interdisciplinaria, donde dirige a su equipo en la construcción de laboratorios de computación cuántica y de ciencias financieras, combinando la computación y el cuanto, la energía, la electricidad y la economía, obteniendo un gran número de avances científicos. “Por ejemplo, nuestro laboratorio de computación cuántica es uno de los pocos que lidera este campo en el mundo. Respecto al almacenamiento cuántico, el nuestro puede alcanzar más de dos centenares de bits cuánticos, todo un récord mundial”, afirmó. Yao reconoce que se trata de un milagro incluso para los físicos extranjeros.

 

El regreso de más personal cualificado

 

El retorno de Yao al país ha impulsado también la vuelta de decenas de profesionales de alto nivel. Yao lo atribuye a que, además del rápido crecimiento económico, China coloca la investigación científica en un plano muy importante, adoptando así una visión de futuro, lo cual es digno de aprecio.

El doctor Yao sabe muy bien que la mayoría de sus alumnos optan por salir al extranjero después de graduarse en la universidad para profundizar sus estudios, pues la vanguardia de las ciencias de la computación sigue estando en Estados Unidos. “Pero muchos de ellos regresarán”, aseguró. Yao Qizhi es consciente de que si la mitad de los estudiantes con mejores resultados vuelven, ayudarán sobremanera al desarrollo de China.

“Bajo iguales condiciones, estoy seguro de que la mayoría de los chinos optarán por realizar proyectos de investigación científica en su propio país”, consideró. Yao cree que las instituciones chinas de investigación científica deben crear un ambiente rebosante de vitalidad, que permita que las élites científicas chinas en el exterior sientan que la mejor decisión es regresar al país. Además, deben establecer un sistema que les ofrezca a estos profesionales cualificados una vida al mismo nivel de la que tienen en el extranjero.

Yao Qizhi cree que China cuenta con una muy buena reserva de recursos humanos cualificados y ventajas en los fondos de investigación científica, por lo que es de esperar un retorno en masa de más profesionales de valía. “Me siento muy orgulloso y satisfecho de volver a ser chino al ciento por ciento”, recalcó.

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