Guo Chuan, un chino en alta mar
Guo Chuan posa a bordo del trimarán con el que cruzó las aguas del Ártico.
EL 27 de septiembre de 2015, micrófonos y cámaras de televisión, aficionados a la vela y multitud de curiosos se dieron cita en el puerto de la ciudad costera de Qingdao, al noreste de China, para dar la bienvenida al navegante transoceánico chino Guo Chuan. Junto a su tripulación, Guo regresaba a su ciudad natal como los grandes navegantes clásicos, encaramado a lo alto del mástil con una bengala encendida para anunciar su regreso.
En Qingdao se desató la emoción. Y no era para menos. Doce días antes, el trimarán Qingdao China había cruzado el estrecho de Bering, entre Asia y América, tras recorrer los 6.000 kilómetros que lo separan de la ciudad rusa de Murmansk, próxima a la frontera con Noruega y Finlandia, tras solo trece días de travesía, consiguiendo el récord mundial.
“Me sentí en la cima del mundo; lo estoy. Somos la primera embarcación a vela en ir tan al norte”, explica Guo Chuan a China Hoy. “El desafío del Ártico fue muy importante porque no mucha gente ha estado allí, solo algunos noruegos y rusos han hecho algo similar en esa zona. Pero navegar en el Ártico a bordo de un trimarán de ese tamaño, usado normalmente para aguas oceánicas meridionales, es algo que no se había hecho nunca”, explica.
Guo cuenta que él y su equipo tuvieron que escuchar muchas críticas y dudas del mundo de la vela. Sin embargo, su récord le ha dado la razón: “Pasamos casi dos años estudiando la viabilidad del desafío y manteniendo reuniones con gente que había estado en la zona. Intentamos trabajar duro y pensar en positivo y tuvimos un gran apoyo de mi ciudad: Qingdao. Al final lo conseguimos. Estamos haciendo historia y estoy extremadamente orgulloso de que un chino haya capitaneado el barco”, asegura.
Guo Chuan (tercero a la izquierda) con la tripulación con la que cruzó el Estrecho de Bering.
Pese a la gran cantidad de kilómetros de costa y a la enorme población de China, Guo Chuan es una rareza y un pionero, ya que se trata del único regatista transoceánico profesional en todo el país. A sus 50 años, este posgraduado en aeronáutica y astronáutica por la Universidad de Beijing, lleva más de 17 enamorado de la vela, desde que a los 33 navegó por primera vez y decidió abandonar su trabajo como especialista en satélites comerciales.
“No fue una decisión que tomase de la noche a la mañana. Empecé a pensar en cambiar porque quería tener un estilo de vida diferente. Comencé a practicar deportes al aire libre, como ala delta, buceo, esquí, parapente, esquí acuático… Pero cuando vi un barco de vela por primera vez en 2002, me enamoré inmediatamente y nunca miré hacia atrás”, cuenta.
Asegura que siempre contó con el apoyo inquebrantable de su familia, pero por cómo habla del mar, de la vela, cuesta imaginar que alguien hubiera podido haberle detenido: “El 70% de nuestra Tierra es agua. El 70% de nuestro cuerpo es agua. El agua significa vida para nosotros y para la Tierra. Gracias a la vela puedo estar verdaderamente cerca de la naturaleza. Todo en las regatas transoceánicas es fascinante. No es solo cuestión de maniobrar con el barco y las velas, se trata de desafiar tus límites, de experimentar la vida extrema en el mar, de tu habilidad para resolver todo tipo de problemas, para manejar la presión. Además, te permite ver escenas bellísimas que no podrías ver en ningún otro sitio, como delfines nadando a tu lado durante horas y horas, que te hacen plantearte lo maravilloso que es el universo. Tenemos que cuidar lo que nos ha dado la madre naturaleza y proteger lo que tenemos”, relata.
Su pasión por las regatas transoceánicas le llevó a pagar en 2006, todavía un novato, para formar parte de una de las tripulaciones de la Clipper Race, una regata que permite a muchos aficionados vivir la experiencia de dar la vuelta al mundo. Sin embargo, tres años después, participó en una de las grandes, la Volvo Ocean Race, como tripulante de comunicación a bordo del VO70 Green DragonRacing. Más adelante disputó la Mini Transat, regata transatlántica en solitario a bordo de barcos de 6,5 metros de eslora. Estaba preparado para su gran reto.
El salto a la fama
Pese a todo lo anterior y a haber sido unos de los portadores de la antorcha olímpica en el relevo de los JJOO de Beijing, el nombre de Guo Chuan no alcanzó fama planetaria hasta abril de 2012, la primera vez que fue recibido como un héroe en su ciudad de Qingdao. En aquella ocasión venía de recorrer 21.615 millas náuticas en solitario por los océanos Pacífico, Índico y Atlántico a bordo de su Class 40 Qingdao, un monocasco de 12 metros de eslora con el que tardó 137 días, 20 horas, un minuto y 57 segundos en circunvalar el mundo, récord que le reconoció la World Sailing Speed Record Council. Se dice rápido, pero no es fácil de imaginar.
“138 días solo en el mar, para mucha gente suena terrible”, explica Guo. “Y sí, es un largo viaje, pero no es un viaje de soledad. En primer lugar yo tenía un equipo en tierra que trabajaba día y noche para darme apoyo tanto mental como técnico. En segundo lugar, hay muchas cosas que hacer en un barco, así que estuve extremadamente ocupado y no tuve tiempo de pensar en la soledad. Cuando comencé a entrenar en el pequeño pueblo de La Trinite sur Me (Francia) en 2007, no hablaba el idioma, no tenía amigos, sabía poco de las regatas oceánicas, en ese momento sí que me sentí solo”, confiesa Guo, que describe momentos mucho peores en alta mar. “Cuando participé en la Volvo Ocean Race 2008-2009, sufrí claustrofobia y casi me mato. Sin embargo, me las arreglé para sobrevivir y me fui haciendo más y más fuerte mentalmente”.
Ahora, Guo Chuan se ha convertido en un deportista globalmente reconocido, miembro de la Fundación Paz y Deporte, junto con leyendas del deporte como el tenista serbio Novak Djokovic, la atleta rusa Yelena Isimbayeva o el piloto francés Sebastien Loeb. Es un hombre que disfruta del deporte y del mar y que, a su edad, aún tiene muchos retos por delante. “Este año estoy trabajando un proyecto en solitario. Cruzar el océano Pacífico desde San Francisco a Shanghai en solitario y sin ayuda. Espero conseguirlo en 21 días y batir el récord”, adelanta.
Entretanto, asegura que es feliz haciendo lo que le apasiona, que le llena de orgullo el hecho de ser el número uno de su país en muchas cosas de las que ha intentado, pero lo que en verdad le motiva es navegar. “Nadie me obliga a hacer esto, simplemente estoy muy unido a lo que amo”, concluye.