El fútbol chino busca su sitio
NO hay duda de que China es una superpotencia deportiva mundial, ahí está la sobresaliente colección de medallas olímpicas que lo acredita; sin embargo, su desempeño hasta hoy ha sido muy discreto en la principal disciplina deportiva del planeta: el fútbol, considerado en casi todo el mundo como el deporte rey.
Actualmente en el puesto 84 del ránking FIFA, por detrás de pequeños países como Haití o Chipre, China no ha logrado clasificarse más que para una fase final de un Mundial, la celebrada en Corea y Japón en 2002, como bien recuerda el creciente número de aficionados del gigante asiático. Tan bien se recuerda que, aunque abandonó el torneo a las primeras de cambio con tres derrotas y sin haber marcado un solo gol, aquella clasificación convirtió al técnico que guió al equipo a la fase final, el serbio Bora Milutinovic, en un ídolo nacional del que incluso el presidente del país, Xi Jinping, guarda un entrañable recuerdo, como él mismo se encargó de recordar.
“Soy un fan del fútbol”, dijo Xi Jinping en 2013 durante una alocución en el Senado mexicano. “La selección china siempre lo ha dado todo pero sólo ha tenido una oportunidad de disputar un Mundial. El entrenador que guió a China a conseguirlo fue uno que también ha entrenado a la selección mexicana: Bora Milutinovic”, añadió.
Desde aquel éxito de los muchachos dirigidos por Milutinovic, los mejores futbolistas del país han tenido que ver el mayor espectáculo deportivo del planeta por televisión, como un aficionado más, sin que China haya dado de momento con la tecla para revertir esa situación, precisamente el próximo objetivo de las autoridades deportivas del país.
31 de octubre de 2015, Beijing. El Beijing Guo’an y el Evergrande de Guangzhou en la última jornada de la Liga China. CFP
Un diagnóstico y un plan
La pregunta lógica, en un país que es capaz de aportar talentos deportivos en prácticamente todas las disciplinas existentes, es: ¿cómo es posible que con más de 1300 millones de habitantes no se haya podido reunir hasta el momento un grupo de jugadores con el talento suficiente para, como mínimo, competir con las potencias tradicionales de este deporte?
La respuesta la ha dado hace bien poco el brasileño Luiz Felipe Scolari, ex seleccionador de Brasil y Portugal y actual técnico del Guangzhou Evergrande, vigente campeón de la Súper Liga China, con el que acaba de disputar la fase final del Mundial de Clubes, cayendo en semifinales con el FC Barcelona por 3-0.
“China tiene jugadores con talento y con capacidad para aprender, pero necesitan un sistema más profesional de entrenamiento y administración, que es lo que todavía no se ha implantado en el país”, explicó.
A esa misma conclusión han llegado las autoridades del país, que el pasado mes de marzo presentaron un ambicioso plan de reformas del fútbol nacional que lo abarca todo, desde una reestructuración federativa hasta una reorganización del fútbol base. China carece de tradición futbolística, y por ahí se ha decidido empezar si el objetivo es, como aseguran sus dirigentes deportivos, no sólo postularse para organizar el Mundial de 2026, sino disputarlo con garantías, como hizo la propia Corea del Sur en 2002, cuando alcanzó las semifinales.
“El bajo nivel competitivo en un deporte de alto perfil no encaja con el estatus de potencia mundial emergente de China ni con sus otros logros económicos y sociales”, afirmó recientemente el presidente de la Asociación China de Fútbol, Cai Zhenhua.
Elevar ese nivel competitivo es, pues, el objetivo, y el plan para conseguirlo contempla, entre otras cosas, la inclusión del fútbol en la asignatura de educación física que se imparte en todos los colegios. De hecho, el Ministerio de Educación ya ha seleccionado 8627 escuelas de primaria y secundaria, distribuidas por todo el país, para que sus alumnos reciban clases obligatorias de balompié, un primer paso para alcanzar las 50.000 escuelas especializadas en fútbol para el año 2025.
Sin embargo, hace falta algo más. Hace falta talento y hace falta experiencia. Y China lleva años importando ambas cosas, tanto a nivel de clubes como de selección nacional. Técnicos renombrados internacionalmente, como los españoles Xavier Azkargorta, José Antonio Camacho y Gregorio Manzano, el sueco Sven-Göran Eriksson, el italiano Marcelo Lippi o el ya mencionado Scolari, por citar algunos, entrenan o han entrenado en China.
Además, actualmente, el fútbol profesional chino cuenta con un importante ramillete de futbolistas extranjeros, fundamentalmente brasileños y argentinos, que elevan considerablemente el nivel del torneo local. Futbolistas como Tardelli, Conca o Goulart vinieron a sustituir a figuras mundiales como Drogba, Anelka o Kanouté. La gran diferencia es que si éstos llegaron a China en el declive de sus carreras, aquéllos lo hicieron a unas edades en que eran y son competitivos para disputar ligas mayores. La clave, claro, está en los salarios que el fútbol chino está dispuesto a pagar, y también en la limpieza que el Gobierno hizo de su fútbol, protagonista durante demasiados años de vergonzoso casos de corrupción.
Cooperación internacional
Xi Jinping brindó en octubre la primera visita de Estado de un dirigente chino a Gran Bretaña en una década, y pese a su apretada agenda política, aún tuvo tiempo de visitar la academia de fútbol de Manchester, de hacerse un selfie con el Kun Agüero y de visitar el museo del club, donde se homenajea a Sun Jihai, el primer chino en marcar un gol en la Premier League. Una muestra más de la pasión por este deporte del presidente chino, que acompañado de su homólogo David Cameron, abogó por una mayor cooperación entre China e Inglaterra en asuntos futbolísticos porque éste, dijo Xi, es un país del que China debería aprender.
Para mejorar su fútbol, el gigante asiático ha decidido importar el conocimiento de quienes más saben. De hecho, otro equipo inglés, el Chelsea de Londres, cuenta con una escuela en Guangzhou, y Ronaldo Nazario, la leyenda del fútbol brasileño, inauguró el pasado mes de noviembre una academia con su nombre en Beijing, donde entrenarán chavales de entre 6 y 18 años.
“Estoy preparado para ayudar a China a cumplir su sueño futbolístico. Creo que China puede llegar algún día a ser un actor principal a nivel mundial”, dijo el genial delantero carioca.
Ese día debería llegar en una década. Para ello, China llegó a un acuerdo con la Liga de Fútbol Profesional española para que ésta envíe a 40 técnicos que se encargarán de entrenar a los futbolistas más jóvenes en los colegios.
Todo lo anterior son sólo algunas de las hebras con las que China está tejiendo una estructura organizativa que aspira a elevar suficientemente el nivel de su fútbol para que deje de ser un actor secundario en el escenario global. Porque el talento, recuerdan quienes han entrenado en el país asiático, está ahí. Lo que falta es ponerlo a jugar.