CHINAHOY

HOME

2018-January-12 15:25

El camino que nos aleja de casa

Por LU ZHU

Mi madre dijo una vez que su destino era estar atenta al pronóstico del tiempo de cuatro ciudades chinas: Chengdu, Beijing, Guangzhou y Urumqi, porque los cinco miembros de su familia viven en estas cuatro zonas bien distanciadas del país. Los chinos tradicionalmente prefieren establecerse en su pueblo natal y vivir al lado de sus familiares y parientes. Pero en estos tiempos modernos, sobre todo después de la reforma y la apertura, la situación que vive nuestra familia se está volviendo más frecuente en el país.

Mis padres son de Chengdu, capital de la provincia de Sichuan. Mi papá se graduó de la universidad en 1963 y fue asignado por el Gobierno para trabajar en la Fábrica de Tubos Electrónicos de Beijing. Muchos años después, debido a la reforma de las empresas estatales, algunas de ellas decayeron. Aquellas altas construcciones comenzaron a ser concurridas por vanguardistas artistas en una zona que hoy es conocida como el “Distrito Artístico 798”.

Foto de toda mi familia tomada en un estudio fotográfico de Urumqi en 1977.

 

Aquellos años en Urumqi

Yo nací en 1969. Con el fin de poder vivir juntos, mi padre solicitó trasladarse a una empresa de electrónica en Urumqi, capital de la región autónoma uigur de Xinjiang. Mi madre, quien había trabajado como maestra en Sichuan, también se mudó allá. El invierno de Urumqi es largo y frío. Mis padres, ambos procedentes del sur, comenzaron a adaptarse a la vida en una región del noroeste. Mi madre aprendió a fabricar ropa y pantalones acolchados con algodón y a tejer suéteres. Mi padre aprendió a encender una estufa de carbón para mantenernos calientes durante la noche invernal. Había muchas minas de carbón cerca de Urumqi. Mis padres y sus colegas solían comprar un camión de carbón y compartir los costos del producto y flete. Después de la reforma y apertura, el desarrollo económico se aceleró y se construyeron nuevos edificios residenciales. A principios de la década de 1980, mi familia se mudó a un nuevo apartamento, donde el gas natural estaba disponible. La vida se hizo más fácil.

Además del clima, mis padres tenían que adaptarse también a la comida local. La gente del sur prefiere el arroz, pero a los del norte les gustan los alimentos hechos con harina de trigo. En aquella época, el Gobierno asignaba alimentos a cada familia. Cada empleado en Urumqi recibía al mes un kilo de arroz, que era más caro que la harina de trigo, y la harina de maíz era más barata. Mis padres hacían todo lo posible para cambiar harina por arroz. Por ejemplo, cambiaban dos kilos de harina de maíz o un kilo de harina de trigo por medio kilo de arroz. A veces traían arroz de Sichuan cuando regresaban de su ciudad natal. Recuerdo que en 1976, mi hermana mayor llevaba una mochila llena de arroz cuando regresaba de Sichuan con mis padres.

En la década de 1980, la sociedad china estaba llena de esperanzas y la gente trabajaba arduamente para cumplir sus sueños. Mis padres también. El Gobierno estableció un sistema de calificación vocacional. Mi papá tuvo que tomar un examen de inglés para convertirse en ingeniero superior. Como llevaba tanto tiempo sin practicar el idioma, mi padre, a sus 40 años de edad, tuvo que estudiar mucho a diario. Solía llevarnos a mí y a mi hermana, dos estudiantes de secundaria, a un parque cercano para recitar textos en inglés todas las mañanas. Los tres nos sentábamos en tres áreas diferentes, y cada uno leía su propio libro.

En 1985, mi hermana aprobó el examen de ingreso a la universidad. En ese momento, muy pocas personas tenían la oportunidad de hacerlo, como puede verse en el número de matrículas de ese año: apenas 670.000. Mi hermana fue la primera en acceder a la universidad de entre todos los hijos del grupo de colegas de mis padres. Después de graduarse, se convirtió en maestra de una escuela vocacional en Urumqi, y allá se estableció.

Foto familiar tomada en un estudio decorado como si fuera en casa en 1988.

 

En 1988 pasé el examen de ingreso a la Universidad Renmin de China, en Beijing. Me tomó 72 horas en tren llegar a la capital, una distancia de más de 3770 km. Mis piernas estaban hinchadas después de haberme sentado tanto tiempo. Sin embargo, mis días en Beijing fueron los más gratificantes. En la universidad escuché conferencias y debates, pude apreciar la confrontación entre diferentes ideas y pensamientos. Durante ese período, una gran cantidad de literatura extranjera y obras filosóficas fueron traducidas e introducidas a los lectores chinos. Todavía recuerdo cómo me conmovió leer Cien años de soledad de Gabriel García Márquez en mi segundo año universitario. Después de conseguir la licenciatura, continué mis estudios en literatura clásica china y obtuve un título de postgrado en la Universidad Renmin y uno de doctorado en la Universidad de Beijing. Me convertí luego en maestra universitaria en Beijing. También tuve la oportunidad de ir a Bélgica e Irlanda durante algunos años para la enseñanza lingüística del chino.

Mi hermano tiene tres años menos que yo. En 1990 fue a especializarse en finanzas y contabilidad en la Universidad de Xiamen. Ese año yo era estudiante universitaria del tercer grado y mi hermana apenas había empezado a trabajar. Mi mamá andaba ocupada preparando el equipaje de mi hermano. En el camino para hacer las compras se encontró con sus colegas, quienes la preguntaron con admiración: “¿Tu hijo está también matriculado en la universidad?”. Mi mamá trataba de minimizarlo, pero le era difícil ocultar su orgullo. En la década de 1990, la tasa bruta de matriculación universitaria en China era solo del 3 al 4 %. Mis hermanos y yo tuvimos suerte. La reforma estaba profundizándose cuando mi hermano se graduó de la universidad. Las ciudades sureñas del país veían un rápido desarrollo económico y estaban llenas de oportunidades. Por lo tanto, mi hermano optó por establecerse en Guangzhou, una ciudad grande y próspera del sur de China. Hoy es el responsable del departamento de finanzas de una gran sucursal de una empresa estatal en el sur de China, y es también el padre de unos gemelos muy simpáticos.

Como dice un refrán chino: “Las hojas caídas vuelven a la raíz”. Mis padres regresaron a Chengdu después de retirarse a mediados de la década de 1990. Chengdu tiene un clima agradable y el ritmo de vida es más lento. Es un lugar ideal para los jubilados. Sin embargo, como los miembros de nuestra familia viven en cuatro ciudades diferentes, la larga distancia y las vacaciones en diferentes meses no permiten reunirnos con frecuencia. Sin embargo, ahora la infraestructura de China ha mejorado sustancialmente y el costo se ha reducido significativamente. Podemos reunirnos más a menudo. Mis padres tienen ya 80 años, y aunque disfrutan de buena salud, quieren que los visitemos con mayor frecuencia.

En 1992, visitamos Beijing y mi papá nos tomó una foto en la Plaza Tian´anmen. Yo estoy entre mi mamá y mi hermano.

 

Diferencias entre generaciones

La generación de mis padres disfrutó de empleo, apartamento y comida asignados por el Gobierno. Tenían un trabajo desde la graduación hasta la jubilación y raras veces se preocupaban de que los despidieran o de que no estuvieran suficientemente calificados para el trabajo. La presión para ellos venía sobre todo de la escasez de productos diarios, como la ropa y la comida, por lo que debían trabajar duro para garantizar la subsistencia de la familia. Por el contrario, nuestra generación enfrenta una fuerte presión laboral.

Por supuesto, en comparación con mis padres, disfrutamos de un nivel de vida mucho mejor. Hace 40 años había pocos automóviles en las calles de Beijing, lo que era considerado un lujo que solo podían gozar los funcionarios de alto rango. Hace más de 20 años pocos contaban con coches privados en China. Nadie imaginaba que dos décadas después, la mayoría de nuestra generación tendría sus propios apartamentos y automóviles. Gracias al desarrollo de la economía nacional, los nacidos en la década de 1970 han ido acumulando mayores ingresos. La mayoría de los que se graduaban en la década de 1990 vivían en dormitorios ofrecidos por los empleadores. Unos años después, las entidades donde trabajábamos nos asignaban un apartamento. Alrededor del año 2000, algunos empezaron a comprar apartamentos y coches. Por eso, muchas familias tienen ahora uno o dos apartamentos y un automóvil. Mi hermano tiene incluso tres apartamentos.

La familia crece con el tiempo, esta foto familiar fue tomada en un hotel de Guangzhou en 2015.

 

Bai Juyi, renombrado poeta chino de la dinastía Tang (618-907), escribió en uno de sus poemas: “Miramos la misma luna brillante y derramamos lágrimas, ya que estamos separados en cinco lugares y todos extrañamos mucho nuestra casa”. En ese momento, Bai y sus hermanos estaban en cinco lugares diferentes. La nostalgia es un tema bastante común en los poemas chinos clásicos. Como maestra de poseía clásica, cada vez que leo esos bellos poemas suspiro ante la sustancial transformación de nuestras vidas. Muchos chinos de hoy abandonan sus pueblos natales por estudio o trabajo, y finalmente se establecen en otras ciudades. Es muy común que los miembros de una familia vivan separados, pero con la facilidad de la comunicación –unas horas de avión o de tren rápido– podemos reunirnos fácilmente. La hija de mi hermana se graduará de la universidad este año y se está preparando para postular a un curso de postgrado. También planea ir al extranjero a profundizar sus estudios. Creo que la próxima generación viajará aún más lejos de sus hogares.

 

Vida

  • (Franja y Ruta) Presidente chino pronuncia discurso e...
  • (Franja y Ruta) China y Chile profundizarán asociaci...
  • (Franja y Ruta) China apoya rol de liderazgo de la ON...
  • (Franja y Ruta) Presidente chino espera mayor coopera...
  • (Franja y Ruta) Presidente chino elogia a Malasia por...