Un sueño verde hecho realidad
Por DENG DI
CUANDO el canadiense Darren Moore visitó China en 1996 conoció a la traductora Zhang Ping y se enamoró de ella. Dos años después se casaron y, desde entonces, viven en la aldea de Nanliugezhuang, distrito de Tongzhou, en Beijing. Er Shan (el nombre de Moore en chino) prefiere usar un triciclo en vez de conducir un auto.
En 2004 este matrimonio de emprendedores decidió fundar su “reino orgánico”. Alquilaron un taller y levantaron una fábrica pequeña en la aldea donde residen para crear su propia marca de productos para el cuidado de la piel: Organic Earth (OE).
Almacén de jabones hechos por Er Shan.
Preocupación ecológica
El clima seco de Beijing fue difícil para Er Shan al principio. Incluso en verano vestía camisa de mangas largas y pantalones. La alergia cutánea que padece, una herencia familiar, le impedía que los productos para el cuidado de la piel que su esposa le compraba tuvieran buen efecto.
Después de investigar intensamente decidió poner en práctica sus conocimientos como graduado universitario de ciencias naturales para desarrollar un producto conveniente para su cutis. Compró aceite de oliva, bicarbonato de sodio entre otros ingredientes y preparó en la cocina de su casa un jabón que tuvo un efecto positivo. Tal descubrimiento ayudó a sus familiares también, por lo que renunció a su trabajo en una compañía de productos electrónicos para enfocarse solo en la empresa.
OE prioriza el uso de productos naturales. Todas las materias primas son 100 % extracciones de hierbas y planta medicinales. Durante el proceso de fabricación aplica el método de presión en frío, el cual no produce residuos contaminantes y garantiza que las materias primas no pierdan su esencia. Er Shan asegura que a diferencia de los jabones vendidos en el mercado, los suyos son de un color oscuro natural, finos y lisos. Aunque producen poca espuma, nutren mucho a la piel. Confiesa que todos los productos para el cuidado de la piel en el mercado contienen elementos químicos: “Pero los vendedores no te lo dicen”, confiesa con amargura.
Zhang Ping lo ha acompañado durante 20 años y estima mucho la concepción ecológica de su marido. Para la selección de materias primas es muy estricto. En cierta ocasión las adquirió de un proveedor extranjero nuevo y los jabones orgánicos cambiaron de color. Luego de analizarlos descubrió químicos en la materia prima y mandó a los obreros a destruir toda la producción enviando cientos de miles de yuanes a la basura. Gracias a su riguroso control, OE ha podido superar momentos de crisis manteniendo un desarrollo vigoroso durante 20 años. Actualmente es el tercer fabricante de jabones prensados en frío del mundo. Sus clientes son reconocidos personajes, miembros de la realeza y gente común. Zhang se siente orgullosa de su esposo.
Durante la celebración en Beijing de la Cumbre del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC) en 2014, Laureen Harper, la señora del entonces premier canadiense, visitó la fábrica de Er Shan, y tras probar un jabón de coco se convirtió en cliente asidua de Organic Earth. Compañías como HP, Samsung (China) y Mercedes Benz también suelen comprar cajas de regalos conocidas en China como “Jingbajian”, que incluyen ocho tipos de productos típicos de Beijing para sus trabajadores. Ocho jabones con distintas formas, ingredientes y sabores que esculpidos en forma de flores representan elementos chinos arraigados, como la felicidad, la fortuna y la longevidad. Esas cajas, junto a otros regalos, presentan al mundo la cultura china.
La caja de regalos de OE “Jingbajian”.
Mi casa es tu casa
Luego de 20 años de desarrollo, la empresa tiene más de 40 empleados. La mayoría son residentes de Nanliugezhuang. El interés por el uso de productos naturales promueve el empleo en la localidad, por lo cual son reconocidos como el “matrimonio modelo de Lucheng”. Representan el “Sueño chino” del distrito de Tongzhou e intervienen en conferencias relacionadas con la protección del medio ambiente.
Cada verano, el patio de OE recibe a los niños de la aldea, quienes junto con los hijos de Er Shan y las mascotas de los vecinos se divierten en medio del verdor de los árboles. El jardín, los colegas, el sofá del patio y los perros ofrecen un paisaje hermoso.
Er Shan ha alquilado un terreno para plantar sus nabos favoritos, los de cogollo rojo. Junto con su familia y amigos comparte la cosecha de verduras. Además la escuela que ha creado en la comunidad es muy atractiva para los padres y los niños por su forma natural de enseñar.
“Sentí que regresaba a mi propia casa cuando llegué a China por primera vez”, admite el empresario canadiense. Ama a China por la hospitalidad, la amplia variedad gastronómica, su historia y su cultura tan extensas. Comparte con los obreros de la fábrica y los vecinos carne asada y toma licor chino. Este es el estilo de vida que ha soñado.
Cuando tiene tiempo libre invita a sus amiguitos para que conozcan el proceso de fabricación de jabones. Suele visitar las escuelas primarias de Tongzhou para compartir sus conocimientos sobre protección ambiental, y trasmite sus experiencias a los estudiantes de la Universidad de Agricultura de Beijing. Espera que su visión ecológica influya en los jóvenes chinos y del mundo. Está convencido de que cada ser humano debe de responsabilizarse con el mejoramiento del medio ambiente en nuestro planeta. Considera que debemos esforzarnos más para utilizar el potencial humano individual en ese sentido. Desea que los jóvenes dejen a un lado sus celulares y abracen la naturaleza.
Er Shan ha sido testigo del acelerado desarrollo de China, especialmente de Beijing en los últimos 20 años. Se siente feliz cuando ve que el pueblo chino ha adquirido conciencia de la necesidad de proteger el medio natural y cómo los jóvenes del país confían en si mismos, lo cual ofrece confianza a los extranjeros para que se establezcan aquí. El avance de su empresa demuestra que los consumidores nacionales valoran la calidad, pues el 90 % de los jabones de este tipo que se venden en el mercado chino es de su producción.
Er Shan y sus empleados.
El sueño de un extranjero
Durante dos décadas de desarrollo, OE ha alcanzado operaciones comerciales a gran escala. En septiembre de 2016 estrenó un nuevo local de tres mil metros cuadrados situado a ocho kilómetros de la fábrica actual.
Recuerda el primer día que roturaron la tierra para la nueva fábrica. Su esposa estaba de pie en el centro del patio. “¿Empezamos por aquí?”, dijo ella con una sonrisa. Decidieron arrancar el cemento para plantar flores y árboles. Er Shan está dispuesto a llevar lo orgánico y lo natural a la nueva fábrica y a la casa.
Luego de estudiar la literatura adecuada sobre la dermatosis, creó combinaciones de productos naturales para tratar la psoriasis y la onicomicosis. Para el proyecto ha convocado a voluntarios dispuestos a adquirir gratuitamente sus productos e informar periódicamente de sus efectos.
Opina que la dermatosis está relacionada con los problemas del medio ambiente en el mundo, por lo que trabaja para ayudar a resolver ese dilema junto con colegas chinos que tienen la misma meta. Igual que Canadá y otros países, China enfrenta dificultades medioambientales que limitan la calidad del aire, el agua y los alimentos. “Felizmente estamos en una mejor época, pues el pueblo chino ama la vida, y en China, como país en desarrollo, existen desafíos y oportunidades”, expresa. Mientras elabora jabones en el campo en medio de un pintoresco paisaje, combina su sueño con el sueño verde de los chinos. Gracias a esta vigorosa tierra y a su laborioso pueblo, él mantiene su intención inicial.
Está fascinado con su reino natural, lejos del bullicio urbano. Su intención inicial era ser artesano para resolver sus problemas y los del planeta, en vez de abrir una compañía y convertirse en empresario.
Estos 20 años en Beijing le han permitido encontrar el amor, crear una familia, conocer a nuevos amigos y hacer realidad sus deseos. En los próximos diez años, en la fábrica nueva, Er Shan dirigirá su reino, Organic Earth, y tejerá los más apasionantes sueños en la hermosa tierra de Beijing.
Er Shan enseña a los visitantes ciegos a distinguir el olor del aceite esencial.