La misteriosa aldea de los qiang

La aldea de Taoping es una fiel muestra de los complejos arquitectónicos de la etnia qiang. CFP
LA aldea de Taoping, de la etnia minoritaria qiang, se encuentra en la ribera del río Zagunao, en el distrito de Lixian, prefectura autónoma tibetana y qiang de Ngawa, a 160 km de la ciudad de Chengdu, en la provincia de Sichuan. La aldea, que tiene ya más de 2.000 años de historia, cuenta con un sistema perfecto de canales subterráneos, buenas comunicaciones y peculiares atalayas, y se la considera un “fósil viviente del arte arquitectónico de la etnia qiang”, así como un “castillo misterioso del Oriente”.
La familia de Tang Ying vive en Taoping. Ella, tras haber sido admitida en la universidad, dejó la aldea donde viven sus padres y abuelos y se fue a la ciudad.
Actualmente, Tang Ying trabaja como guía en China Youth Travel Service, y dos veces por semana viaja entre Jiuzhaigou y Chengdu al frente de grupos de turistas que van a visitar su aldea.
Al contemplar Taoping desde la distancia, se ve ascender por la pronunciada ladera las viviendas de piedra, entre las que hay numerosas atalayas. La aldea tiene una disposición tradicional según el diseño de los Ocho Diagramas, y tiene ocho entradas y 13 rutas por dentro. Con las atalayas en el centro, los caminos se extienden por todas direcciones, dándole a la aldea el aspecto de un intrincado laberinto.
Al entrar en la aldea, el visitante podrá escuchar el murmullo del agua que corre, pero no descubrirá su curso. Es la principal singularidad de la aldea: los canales de agua subterráneos que corren a lo largo de las rutas principales y llegan a los hogares de cada familia. Para extraer agua, basta con levantar las grandes losas que cubren los canales. El diseño de estos canales es tan ingenioso que no sólo hace más fácil la vida, sino que también sirve para combatir incendios además de para regular la temperatura de la aldea.
Las atalayas de la aldea, ya sean altas o bajas, de unos metros de altura o de decenas de ellos, son igualmente enormes, tienen forma de cuadrilátero, hexágono u octógono y están hechas de barro, piedra, cañamazo y madera. Dicen que los qiang construyen las atalayas sin planos, ni mediciones, ni cálculo alguno, pero que siempre consiguen levantar estructuras simétricas y sólidas, de bordes prominentes, imponente apariencia e ingenioso diseño, que resultan en un espectáculo maravilloso y una peculiar arquitectura como no hay otra en el mundo.
Durante el gran terremoto de Wenchuan, ocurrido el 12 de mayo de 2008, la mitad de los complejos arquitectónicos de las aldeas de la etnia Qiang se derrumbaron, pero los de la aldea de Taoping se mantuvieron firmemente en pie.
La aldea es un complejo arquitectónico de atalayas y viviendas. Los estrechos callejones entre las viviendas son profundos y misteriosos. Algunos se interrumpen de repente, cegados por el muro de una casa construida en mitad del callejón, lo que deriva en nuevos callejones ocultos. Entrar en este entramado de callejones es como hacerlo en un laberinto.
Hay un misterioso lugar en la aldea, el punto del que parten los canales de agua: la mansión de la familia Yang. El agua del manantial de la montaña entra primero en esta casa, y luego fluye hacia el resto de la aldea. La mansión de la familia Yang fue la residencia del jefe de Taoping, mide 368 m2 y tiene ya más de mil años de historia. Es la vivienda más antigua y mejor conservada de la aldea, y hoy todavía “se encarga” del agua de toda la comunidad.
El actual dueño de la mansión es Yang Dengfu, descendiente de la 54a generación de la familia Yang, y siempre es hospitalario con quienes visitan su casa.
A la derecha de la mansión hay un pasillo para entrar en la casa. Al llegar al final del pasillo se accede a una habitación totalmente oscura, sin ventanas, en la que hay cinco puertas, aunque sólo dos franquean el paso a la vivienda. El resto son trampas contra los bandidos.
Subiendo por las escaleras de madera, se entra en la atalaya de la mansión. Las negras paredes revelan su edad, y los agujeros de bala en ellas hablan de los conflictos por los que han pasado los qiang.
Tang Ying recuerda que, cuando era niña, la vida en la aldea era dura. Sus padres nunca le compraron ropa nueva, sino que la vestían con la ropa usada de sus hermanos y por eso siempre parecía un niño. Hoy día, la vida de los aldeanos ha mejorado mucho, lo que evidencia el diseño y la decoración de las viviendas.

Una boda tradicional de la aldea de Taoping de una pareja de qiang. CFP
Entramos casualmente en una vivienda típica de qiang, un edificio de piedra de tres pisos. A la puerta del primer piso están colocados unos trozos de carne salada. En el segundo piso, en las escaleras de piedra, hay grandes calabazas apiladas y de las vigas de madera cuelgan racimos de maíces y chiles.
La mayoría de los jóvenes abandonan la aldea para trabajar en las ciudades, por lo que aquí se ve más gente de la tercera edad, tomando el sol ociosamente o atendiendo algún puesto en la calle. Continúan llevando una vida tranquila y tradicional. Los hombres de la aldea generalmente visten túnica azul y pellico, y se cubren la cabeza con un pañuelo azul. Las mujeres visten túnica azul o verde, adornada con encajes, y una cinta o delantal bordado en la cintura, además de un pañuelo negro en la cabeza.
La etnia qiang, con más de 3.000 años de historia, es una de las más antiguas del oeste de China. Hay un objeto de decoración, en forma de cabeza de oveja, que es muy popular en las aldeas de qiang. Dicen que, en la antigüedad, los qiang eran una etnia que vivía de la ganadería, especialmente de la cría de ovejas. Dada la importancia de las ovejas en su vida, le rindieron culto en forma de tótem.
Cada primavera y cada otoño, Tang Ying lleva a los turistas a participar en los festivales más importantes de los qiang: la Feria de la Ofrenda a la Montaña y el Año Nuevo de los qiang. Son, de hecho, actividades agrícolas con trasfondo religioso: se reza en primavera para pedir una buena cosecha y se reza en otoño para dar las gracias.
Cuando se celebran en la aldea los festivales tradicionales o las actividades de culto, Tang Ying se reúne con los aldeanos y participa en el canto y la danza Shalang. Los hombres, vestidos con trajes tradicionales, y las mujeres, con trajes de finos bordados y joyas exquisitas, representan a sus propias aldeas en los concursos de canto. También hay jóvenes, en grupos separados, que cantan de forma dialogal y humorística. Esta forma de cantar es muy popular en las aldeas de qiang, y ha devenido en un peculiar cancionero interpretado por múltiples y diferentes voces que se suceden.
“Los qiang hemos experimentado guerras y las penas de la vida errante, por lo que amamos mucho la vida y tenemos un carácter alegre, danzas libres y un estilo franco de hablar y comportarnos”, dijo Tang Ying con orgullo.