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2015-December-21 14:00

Yang Jie, un imán moderno

Por ZHANG HUA

EL imán Yang Jie está chequeando los “Momentos” de WeChat, una aplicación de mensajería instantánea, en su iPhone4. “Tengo más de 700 amigos en WeChat. He creado varios grupos, en los que puedo contestar en cualquier momento y desde cualquier lugar a las preguntas y dudas de los creyentes sobre el contenido de El Corán”, explica.

Yang Jie ha sido el primero de su aldea en subir a una motocicleta, invertir en bolsa, conducir un coche, instalar banda ancha y acceder a Weibo y WeChat. No en vano, le llaman “el imán moderno” porque Yang Jie siempre ha sincronizado sus pasos con los de la época que le ha tocado vivir.

Como imán islámico, Yang Jie es portador de la cultura tradicional, pero también un amante y comunicador de la cultura moderna.

 

Al tanto de las novedades

Yang Jie tiene 48 años, es alto y fuerte, lleva unas gafas modernas y tiene ademanes suaves. Es el imán de la mezquita en Qutubi, un pueblo de la prefectura autónoma de Changji, en la región autónoma uigur de Xinjiang.

Se trata de una mezquita pequeña, arbolada y tranquila. A primera vista, es igual que cualquier otra en Xinjiang. Sin embargo, en el patio se alinean unas oficinas modernas equipadas con televisor, sofá, mesita de té y otros muebles y electrodomésticos. Cerca de la mesita de té hay pequeños aparatos deportivos, como pesas; y fuera de las oficinas hay un Hyundai blanco estacionado. Son detalles que hablan de las peculiaridades de este imán, el cual nos recibe señalando el automóvil: “Es el cuarto coche que he tenido”, dice.

Todas estas novedades, a las que tan bien se ha adaptado el imán Yang, no fueron tan fácilmente aceptadas por sus fieles.

En 1998, cuando Yang Jie empezó a utilizar el teléfono celular, este todavía no era un objeto de uso cotidiano. Muchos creyentes lo consideraban inapropiado para un imán, pero Yang Jie no solo ignoró las críticas, sino que animó a todos los fieles a probarlo. “El celular es una moderna herramienta de comunicación, otra oreja de la gente. Sin él estás aislado del mundo”, razona Yang.

En julio de 2006, Yang aprendió a invertir en bolsa pero, ¿es correcto comprar acciones siendo musulmán? Yang tuvo que explicarse pacientemente: “El islamismo permite hacer negocios juntos, y comprar acciones es un tipo de asociación en los negocios. Todos los participantes asumen conjuntamente los riesgos. Lo que niega nuestra religión es obtener dividendos sin asumir ningún riesgo”.

Después de algunas investigaciones y debates con otros imanes y creyentes, Yang Jie ha llegado a la conclusión de que el espíritu de la doctrina islámica estimula el comercio legal y justo.

Su inversión en bolsa le rindió unos beneficios de más de 40.000 yuanes, con los que compró un coche. “Ahora soy uno de los mejores operadores de bolsa en la aldea”, dice con orgullo.

Hombre de mente abierta, Yang Jie interpreta el islamismo desde una perspectiva moderna, ayudando a los practicantes de su religión a tratar correctamente la relación entre fe y sociedad.

“Como imán islámico, soy el portador de la cultura tradicional, pero también un amante y comunicador de la cultura moderna”, dice Yang. “Quiero ser el primero en muchas cosas para poder ayudar a que mis amigos musulmanes disfruten de la vida moderna”.

Yang Jie en su deber religioso.

 

De las críticas al respeto

En 2011, Yang Jie solicitó que se llevase a cabo un proyecto nacional sobre la salud reproductiva de los musulmanes. Gracias a él, se ha instalado en la mezquita un puesto de información sobre la salud reproductiva de las mujeres y la prevención del sida. Se trató del primer proyecto de este tipo en la prefectura autónoma de la etnia hui de Changji, y provocó un gran revuelo entre la gente. “¡Es una ofensa a la decencia!”, dijeron muchos, e incluso hubo quien sugirió destituir al imán.

“¿Por qué es una ofensa transmitir los conocimientos adecuados?”, se pregunta el imán. Pese a la polémica, Yang Jie se mantuvo firme, seguro de que el islamismo adora la ciencia y niega el error, la superstición, la ignorancia y la violencia. La cultura islámica tradicional y la moderna no tienen por qué chocar, y los musulmanes, a pesar de sus tradiciones, también pueden disfrutar de las ventajas de la vida moderna.

“Las mujeres de la aldea no tenían suficiente información, y ni sabían prevenir enfermedades ni visitaban al médico cuando estaban enfermas. Gracias a una campaña de asistencia médica gratuita, muchas enfermedades han sido diagnosticadas y tratadas antes de que fuese tarde”, enfatiza Yang Jie.

Como Yang relacionó la información ginecológica con el contenido sobre la salud reproductiva de El Corán, cada vez más musulmanas empezaron a acudir al puesto de información. Aparte de los carteles informativos en las paredes de la sala, también hay revistas temáticas sobre la mesa.

Según datos del Comité de Planificación Familiar de Hubitu, en 2014, tras cuatro años de esfuerzos, la tasa de musulmanas con conocimientos ginecológicos había ascendido del 35 % al 95 %, la incidencia de estas enfermedades había bajado del 80% al 20 %, y el porcentaje de las mujeres con síntomas que consultan al médico había ascendido del 30 % al 95 %.

Aquellos que dudaron de Yang Jie, al igual que quienes le habían criticado por usar un celular, invertir en bolsa y comprar un coche, pasaron finalmente de ser sus críticos más feroces a sus seguidores más fieles.

Yang Jie junto a su coche.

 

Pionero del enriquecimiento

Al entrar en el estudio de Yang Jie, vi sobre su escritorio un libro que trata del desarrollo del turismo rural, manoseado de tan leído.

Durante los trece años que lleva de imán en la mezquita, aparte de cumplir con sus deberes religiosos, Yang Jie también ha hecho uso de las enseñanzas de El Corán dedicadas al comercio para popularizar los conocimientos mercantiles, ayudando así a los creyentes a aumentar sus ingresos y mejorar sus vidas.

“Qutubi”, en la lengua uigur, significa “la tierra bendecida”, y es el nombre del pueblo donde vive Yang Jie. Está a 60 kilómetros de Urumqi, capital de la región autónoma uigur de Xinjiang. El imán estuvo mucho tiempo pensando qué hacer para que su pequeño pueblo, ni muy lejos ni muy cerca de la gran ciudad, consiguiese recursos económicos.

Cuando cayó en la cuenta de que el pueblo está cerca de las rutas turísticas que siguen los aficionados al rafting, animó a la gente del pueblo a desarrollar el turismo rural.

“Al terminar de hacer rafting, los turistas pueden venir a nuestro pueblo a comer. Por supuesto, no hay que esperarlos en casa, sino ir a promocionar nuestra comida a la zona turística. Cada familia debe tener un plato típico y es mejor industrializar la producción”, explica.

Con su ayuda, a partir de 2014, se han establecido en el pueblo seis casas rurales, y otras trece están preparándose para iniciar el negocio a finales del año. Un vecino de Yang aceptó su consejo y abrió la primera casa rural de la zona, lo que le ha valido unos ingresos anuales superiores a los 200.000 yuanes.

“Ser musulmán no significa ser pobre. Publico siempre oportunidades comerciales en los ‘Momentos’ de WeChat, y pedimos ayuda a la gente de los grupos por este medio”.

Escuchar la radio y ver la televisión son dos cosas que hace Yang Jie todos los días. Dice que le ayuda a ampliar su visión, a conseguir información y a obtener conocimientos jurídicos. “Al enseñar El Corán puedo aprovechar para popularizar algunos conocimientos jurídicos. Es mucha la gente que acude a mí a hacerme consultas o a pedirme que arbitre disputas, lo que me exige ampliar conocimientos y actualizarlos”.

En el pueblo de Qutubi convive gente de hasta 25 etnias: han, hui, uigur o kazaja, entre otros, quienes profesan el islamismo, el budismo o el catolicismo, entre otras religiones. Qutubi cuenta con 54 centros para la práctica religiosa y hay 67 personas que se dedican a la enseñanza de la religión.

“Aquí todas las etnias conviven en armonía y se desarrollan conjuntamente. La libertad religiosa se respeta y está garantizada”, señala Yang Jie. “Cada día hay más creyentes que, como yo, adecúan sus conocimientos y su forma de pensar a la época que les ha tocado vivir”.

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