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2011-July-12 09:23

Tres años después

En el distrito autónomo de la etnia qiang de Beichuan sólo hay una escuela secundaria del segundo ciclo, la Escuela Secundaria de Beichuan, que aquel 12 de mayo de 2008 perdió a más de 1.000 personas, entre alumnos, profesores y empleados. Hoy, gracias a los 200 millones de yuanes procedentes de la donación internacional y al apoyo de la Federación Nacional de Chinos de Ultramar Regresados, un nuevo colegio ha sido levantado en la zona.

Sus edificios tienen en general de tres a cuatro pisos y un máximo de cinco pisos, donde se han establecido rutas de evacuación que permiten a los estudiantes dirigirse de las aulas al exterior en apenas 20 segundos. Además, sus aulas, bibliotecas, dormitorios, baños y comedores han sido acondicionados para el uso de los alumnos discapacitados, quienes cuentan también con habitaciones, camas y baños de acceso libre de obstáculos.

En esta escuela, Zheng Haiyang –símbolo de tenacidad por el gesto victorioso que hace tres años hizo en medio de los escombros– viene preparándose para el examen de admisión a la universidad. “Él era muy alto y guapo”, recuerda Wei Xinting, su prima de 25 años, quien hoy trabaja explicándoles a los visitantes el proceso de reconstrucción de Beichuan.

“Mi primo mide ahora sólo 1,60 m, pues sus dos piernas fueron amputadas y las prótesis son pequeñas. Si bien, gracias a éstas puede caminar un poco, la mayor parte del tiempo lo pasa en la silla de ruedas”, menciona Wei, a quien se le hace un nudo en la garganta.

El sismo, sin duda, cambió el destino de Zheng Haiyang. “Él debió dar el examen el año pasado, pero tuvo que posponerlo por la operación”, explica Wei, quien asegura que, de no haberse producido el desastre, su primo sería hoy estudiante de una prestigiosa universidad. Sin embargo, ella no se muestra ahora tan optimista debido al estado de salud de Zheng.

Wei recuerda que su tía, la madre de Zheng, era una mujer preciosa. No obstante, la preocupación por su hijo la hizo rápidamente envejecer y en su cabello pueden verse ya muchas canas. “La vida de mi tía se centra ahora en mi primo”, señala Wei. Para facilitarle el cuidado, la Escuela Secundaria de Beichuan contrató a la madre de Zheng como profesora responsable de la administración de los dormitorios.

El 12 de mayo de 2010, Zheng Haiyang, de 19 años, escribió las siguientes palabras en un artículo conmemorativo por los dos años del terremoto: “Hemos mostrado tenacidad y optimismo ante las cámaras, y sonreímos ante los demás. De hecho, lo hacemos para que no se den cuenta de nuestras debilidades, pues no somos tan firmes como la gente imagina”. Según Wei Xinting, su primo habla pocas veces sobre el sismo. “Cuando estamos juntos siempre reímos, como si no hubiera pasado nada. Lo tratamos como un chico normal, lo cual, posiblemente es lo que él espera”.

El tiempo pasa día a día. Wei Xinting espera que la herida cicatrice pronto para sus familiares. “Quizás sea por mi profesión –añade–, pero cada vez que explico a los visitantes la reconstrucción de Beichuan, me siento más agradecida con todos aquellos que nos han dado una mano”.

 

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