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2016-March-2 10:49

China-AL: ¿El mejor momento o el más difícil?

Por JIANG SHIXUE*

ALGUNOS investigadores estadounidenses sostienen que las relaciones entre China y América Latina están pasando de una etapa relativamente tranquila a una “complicada”, y que “el modelo ganar-ganar que definía la cooperación chino-latinoamericana posiblemente se convertirá en un modelo ganar-perder”.

¿Cómo vemos nosotros el rumbo de las relaciones chino-latinoamericanas?

10 de octubre de 2015. Stand de México en la XII Feria Internacional de Pequeñas y Medianas Empresas de China. CFP

 

Situación actual

No es nada fácil determinar si una relación bilateral pasa por un momento “tranquilo” o “complicado”. No puede ser juzgada bajo un análisis cuantitativo. Hoy en día, los factores que influyen en una relación bilateral son innumerables. En realidad, a veces se presentan particulares características, como la de tener una “relación política fría y una económica caliente” (pocos intercambios políticos, pero estrecha cooperación económica) o la de una “relación política caliente y una económica fría”. Por eso, resulta muy difícil calificar una relación bilateral.

Sin embargo, bajo estos argumentos podemos señalar que las relaciones chino-latinoamericanas no han entrado en una etapa “complicada”, sino que, por el contrario, están en su mejor momento desde que Cristóbal Colón “descubriera” el continente americano.

En primer lugar, el intercambio entre los dirigentes de alto nivel de ambas partes viene brindando un impulso político muy fuerte. En los últimos diez años, los líderes de China y América Latina han intercambiado visitas con mucha frecuencia, lo que demuestra la gran importancia que China concede a las relaciones con esta región. Los temas que se discuten van desde el mejoramiento de las relaciones bilaterales hasta los hechos internacionales más importantes, y esta tendencia ha continuado en los últimos años. Por lo tanto, las relaciones chino-latinoamericanas no han entrado en una etapa “complicada”.

En segundo lugar, las relaciones económicas y comerciales se van diversificando cada vez más. Durante este proceso, la importancia del comercio bajará y destacará más la de la inversión. Este cambio no significa que la relación bilateral entra en una etapa difícil. Las relaciones comerciales chino-africanas, chino-europeas y chino-estadounidenses también han experimentado este proceso.

Es cierto que la tasa de crecimiento económico de China se ha desacelerado en los últimos años debido al reajuste de su estructura económica y al cambio de su modelo de crecimiento económico. Como resultado de ello, la demanda china por recursos del exterior se ha reducido y la importación de materias primas latinoamericanas no registra el crecimiento vertiginoso de hace diez años. Sin embargo, ello no supone el estancamiento de las relaciones comerciales entre China y América Latina. Por el contrario, gracias al crecimiento de la inversión china en esta región, el comercio muestra una tendencia hacia la diversificación. Este cambio corresponde al carácter de la economía mundial y, por otra parte, prueba que la relación económica y comercial entre ambas partes está llegando a un “nivel superior”.

En tercer lugar, los terrenos de cooperación vienen expandiéndose. El desarrollo de las relaciones comerciales permite que los intercambios en otros terrenos también aumenten, lo que es una regla en las relaciones internacionales de hoy en día. Y las relaciones chino-latinoamericanas no son una excepción. Actualmente, la relación comercial sigue siendo el aspecto más importante entre China y América Latina, pero la relación política, los intercambios culturales y las cooperaciones en otras áreas vienen a su vez desarrollándose. Luego de la publicación en 2008 del Documento sobre la política de China hacia América Latina y el Caribe, las relaciones bilaterales se han vuelto más integrales, más amplias y más diversas. Y uno lo puede observar entre los partidos políticos, la gente, los Congresos, las Fuerzas Armadas, la cultura, el deporte, la ciencia, la tecnología, las políticas de salud, los medios de comunicación o los think tank de ambas partes.

En resumen, señalar que China y América Latina viven una “etapa complicada” no corresponde a la verdad.

¿Cómo promover las relaciones?

No podemos negar que en las relaciones entre China y América Latina hay problemas y diferencias. ¿Cuál es el mayor problema que enfrentan? Hay quienes creen que, en vista de que los países latinoamericanos suelen adoptar medidas antidumping contra los productos chinos, los conflictos comerciales son el mayor problema.

No obstante, en comparación con el alto volumen del comercio bilateral, los productos chinos que se ven afectados por aquellas medidas antidumping representan un porcentaje muy pequeño. A medida que se va desarrollando la relación comercial es inevitable que aparezcan algunos conflictos comerciales.

El mayor problema en las relaciones chino-latinoamericanas no reside en los conflictos comerciales, sino en la falta de información. Se habla, por ejemplo, de la “amenaza china”. Algunos medios de comunicación latinoamericanos advierten que el futuro de la relación con China se parecerá al que se dio entre EE. UU. y América Latina. Además, emplean términos calumniosos como “imperialismo chino” o “neocolonialismo chino”. A China y América Latina los separa un vasto océano y tienen grandes diferencias en cuanto a sistemas políticos, tradiciones culturales, mentalidades e idiomas. Más aún, los reportajes imprecisos sobre China de la prensa estadounidense tienen también una gran influencia en América Latina.

Con el fin de frenar las consecuencias negativas de la teoría de la “amenaza china” y aumentar el conocimiento sobre nuestro país, el Gobierno chino ha adoptado las siguientes medidas: alentar a las empresas chinas a tener una mayor responsabilidad social en América Latina y exigirles que respeten la ley local y traten adecuadamente la relación entre los proyectos de inversión, el gobierno local y la población local; atraer más turistas latinoamericanos a China; incentivar a más jóvenes latinoamericanos a estudiar en China, lo que brindará una base sostenible a las relaciones chino-latinoamericanas; y fomentar entre las embajadas chinas en América Latina la organización de más actividades que muestren lo que es China.

9 de enero de 2016. 350 autos de fabricación china son embarcados rumbo a Brasil en el puerto de Lianyungang, provincia de Jiangsu.
 

El reconocimiento de problemas

Si queremos promover aún más las relaciones chino-latinoamericanas, debemos saber cuáles son los problemas que afrontan.

En primer término, ¿la relación comercial chino-latinoamericana debe “ir más allá de la complementariedad”? Brasil es el país latinoamericano más grande, por lo que tiene un gran peso en la relación entre China y la región. Como es bien sabido, China tiene notables ventajas comparativas en industria manufacturera, mientras que Brasil cuenta con abundantes recursos naturales. Por ello, China y Brasil tienen una gran complementariedad entre sí. Sin embargo, durante su visita a nuestro país en 2011, la presidenta brasileña Dilma Rousseff dijo que China y Brasil debían “ir más allá de la complementariedad” para que “la relación bilateral se desarrolle con más vigor, diversidad y equilibrio”.

Si bien la relación comercial bilateral debería ser más diversificada, su base es el aprovechamiento de las ventajas comparativas de cada uno y la superación de sus puntos débiles. Si hacemos a un lado esta complementariedad, la vitalidad de la relación comercial disminuirá.

El gran mercado chino ofrece muchas oportunidades a los países latinoamericanos para ampliar sus exportaciones. Sin embargo, la competencia es ardua. No importa tanto si el comercio chino-latinoamericano va “más allá de la complementariedad”, pues para ocupar un espacio en el mercado chino todos los países latinoamericanos deben aumentar su competitividad. De lo contrario, “ir más allá de la complementariedad” no será más que un buen deseo.

En segundo término, ¿la iniciativa de “Una Franja y Una Ruta” deja a América Latina al margen? Ciertamente, América Latina no figura en los planes previstos en La visión y acciones sobre la construcción conjunta de la Franja Económica de la Ruta de la Seda y la Ruta Marítima de la Seda del Siglo XXI, documento dado a conocer por China el 28 de marzo de 2015. Ello causó mucha decepción entre algunos expertos chinos y latinoamericanos.

10 de octubre de 2015. Stand de México en la XII Feria Internacional de Pequeñas y Medianas Empresas de China. CFP

 

Pero esta decepción es innecesaria. La iniciativa de “Una Ruta y Una Franja” insiste en el principio de una cooperación abierta, por lo que los países relacionados con esta iniciativa no se limitan al ámbito geográfico de la antigua Ruta de la Seda, sino a todos los países y organizaciones internacionales y regionales. Además, la cooperación que enfatiza esta iniciativa tiene relación con una mayor conexión en áreas como la política, la infraestructura, el comercio, las finanzas y la gente. Aunque La visión y acciones sobre la construcción conjunta de la Franja Económica de la Ruta de la Seda y la Ruta Marítima de la Seda del Siglo XXI no mencione a América Latina, las relaciones chino-latinoamericanas ya vienen desarrollando la comunicación en estos cinco aspectos.

El vasto océano que separa a China de América Latina hace muy difícil una mayor conexión en infraestructura, pues no es factible extender un ferrocarril o carretera sobre el océano Pacífico. Los investigadores chinos y latinoamericanos deben enfocarse en cómo llevar adelante la conexión en estos cinco aspectos, en lugar de preocuparse de si América Latina está incluida o no en “Una Franja y Una Ruta”.

En tercer término, no todos los países latinoamericanos están en condiciones de cooperar con China en materia de capacidad productiva internacional, un tema que concita cada vez más atención por la diversificación de la relación comercial entre China y América Latina. Sin embargo esta cooperación tiene varias limitaciones: (1) la mayor parte de los 33 países latinoamericanos tiene mercados muy pequeños, por lo que la producción en masa puede originar fácilmente la saturación del mercado; (2) aunque la industria manufacturera de algunos países está a la zaga, sus Gobiernos no tienen la voluntad de promover su industrialización, pues temen la destrucción de sus ecosistemas; y (3) su cercanía geográfica y el alto nivel de la relación económica con EE. UU. hacen que sea más fácil importar cualquier producto industrial acabado de allá, lo que reduce la necesidad de establecer plantas.

Por ello, en cuanto a la cooperación con América Latina en materia de capacidad productiva, tenemos que considerar la situación de cada país y las necesidades de ambas partes para llegar así a una ganancia compartida.

*Jiang Shixue es investigador del Instituto de América Latina de la Academia China de Ciencias Sociales, subdirector de la Sociedad de América Latina de China y vicepresidente de la Asociación de Investigación de Economías Emergentes.