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2013-December-11 08:56

El camino chino visto por el mundo

Por JIANG JIALIN*

Paisaje nocturno de Beijing.

 

EN esta última década, el estudio del proceso de desarrollo chino se ha ampliado y profundizado por parte de analistas extranjeros de los sectores político, académico y de los medios de comunicación. Si bien las críticas y los desacuerdos persisten, la voz de un pensamiento racional y serio se ha ido fortaleciendo.

Pragmatismo, metas a largo plazo y reforma gradual

En comparación con los enfoques de desarrollo de otros países, el camino chino se ha distinguido por tres rasgos: pragmatismo, metas a largo plazo y reforma gradual.

Muchos líderes e investigadores extranjeros coinciden en que China eligió su modelo de desarrollo bajo una actitud pragmática. Se adhiere al socialismo, pero basa las políticas en sus condiciones internas, absteniéndose así de reproducir modelos occidentales. Mientras tanto, el país se ha abierto de manera constante al resto del mundo, sobre la base de las mejores prácticas y las tecnologías avanzadas de otras naciones. En una entrevista con el diario 21st Century Business Herald, M. L. Titarenko, de la Academia Rusa de Ciencias, sostiene: “El Partido Comunista de China (PCCh) ha sacado lecciones de su historia y ha vuelto al antiguo camino hacia la búsqueda de la verdad en los hechos”. El viceprimer ministro y ministro de Relaciones Exteriores de Nepal, Narayan Kaji Shrestha, declaró recientemente, en una entrevista con la Agencia de Noticias Xinhua, que los grandes logros del PCCh pueden ser atribuidos a su capacidad para empalmar los principios del marxismo-leninismo con las condiciones nacionales específicas y encontrar así las soluciones más adecuadas para el desarrollo del país.

Debido al éxito de sus planes quinquenales, muchos académicos y economistas extranjeros valoran positivamente la solidez y estabilidad de las medidas políticas y económicas de China. En su libro Alerta roja, el economista estadounidense Stephen Leeb señala que los líderes chinos han formulado planes de desarrollo a largo plazo y han sabido trasladar esas palabras a los hechos según lo programado, lo cual resulta imposible en Occidente. Una encuesta realizada en 2012 por el centro de investigación estadounidense Conference Board arrojó que muchos ejecutivos de grandes empresas de EE. UU. creen que los funcionarios de la China comunista superan a sus pares en los países democráticos de Occidente en términos de eficiencia laboral. Asimismo, admiran al Gobierno chino por fijar su mirada en los objetivos a largo plazo a la hora de formular políticas. “Los logros económicos en los treinta años de reforma y apertura dan testimonio de la vitalidad del modelo chino en su transición de una economía planificada a una economía de mercado”, comenta Andrey Ostrovsky, de la Academia Rusa de Ciencias. “Este modelo le permite al Estado implementar numerosos planes de inversión y de macroregulación, jugando así un papel crucial”.

Como señala un informe de The Wall Street Journal, el modelo chino se basa en la premisa de que no existe una solución prefabricada para sus problemas y de que el Estado busca medidas a través de la planificación, la intervención, la retroalimentación, el sistema de exigencia de responsabilidad y las pruebas regionales. Un artículo de The New York Times reconoce también que, desde 1978, los líderes chinos han llevado a cabo, constantemente, nuevos intentos, innovaciones y ajustes. Del mismo modo, en una entrevista con El Diario del Pueblo, David Lampton, un estudioso estadounidense radicado en China, manifiesta que el PCCh ha sabido siempre adaptarse a las situaciones nacional e internacional.

Si no se comprende al PCCh, no se comprende a China

El partido de gobierno ha jugado un papel destacado en el desarrollo del país. Un informe publicado en JoongAng Ilbo, uno de los diarios más importantes de Corea del Sur, sostiene que quienes no comprendan al PCCh no podrán entender a China. Tres ventajas en su organización dan crédito de su gestión en el admirable desarrollo de China.

La primera es la disposición a aprender y avanzar con los tiempos. “El partido de gobierno más grande del mundo es una organización de aprendizaje, por lo que China puede esperar un futuro brillante”, señala un analista surcoreano. Similar opinión fue expresada en un informe de 2011 de la Asociación de Prensa de Pakistán: “Una de las razones importantes para que el PCCh mantenga esa vitalidad, después de 90 años de sorprendentes cambios, es que siempre ha avanzado con los tiempos”.

La segunda ventaja es su notable capacidad para estimular el entusiasmo y la creatividad de la gente. El diario austriaco Die Presse ha llamado al PCCh la organización más grande y posiblemente más poderosa del mundo. El diario Lianhe Zaobao de Singapur ha apuntado que “quien no toma en cuenta la sólida capacidad del PCCh para aunar a la gente en torno a sus políticas, difícilmente podrá comprender los enormes cambios de los últimos años en China”.

La tercera es su tradición de inclusión y asimilación. Numerosos estudiosos extranjeros están de acuerdo con que, si bien el PCCh enfatiza las condiciones y características internas, de ninguna manera ha tenido una mirada estrecha. David Shambaugh, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad George Washington y director de Asuntos Internacionales de su Programa sobre Política China, ha escrito en su libro El Partido Comunista de China: Atrofia y adaptación: “El PCCh no ha limitado sus estudios sobre partidos de Estado y sistemas políticos del extranjero en su anterior y actual sistema comunista. El PCCh es, relativamente, abierto en cuanto a estudiar y tratar de sacar lecciones de diferentes sistemas políticos”. Zheng Yongnian, profesor y director del Instituto de Asia Oriental de la Universidad Nacional de Singapur, consideró en Lianhe Zaobao: “China está aprendiendo tanto de países grandes, como EE. UU. y las naciones principales de Europa, como de otros más pequeños, como Singapur, y juntar así los mejores modelos de desarrollo del mundo para forjar su propio camino”.

Diversidad de caminos para el desarrollo humano

El debate sobre el significado global del modelo chino continúa, pero ha surgido el consenso de que, sobre la base de la experiencia de Occidente y los modelos de desarrollo de otras sociedades, China ha llegado a un camino acorde con sus condiciones específicas, lo que contribuye a la diversidad de procesos para el desarrollo humano. Este aporte no debe ser subestimado.

El camino chino ha roto el largo monopolio de la experiencia y práctica de Occidente en la construcción de una nación. Occidente ha visto siempre al sistema político y al modelo de desarrollo de China a través de un prisma sesgado, pero la vanidad del modelo occidental está ahora en problemas debido al sólido crecimiento chino. En julio de 2012, The Christian Science Monitor publicó dos artículos de Daniel A. Bell, profesor de Filosofía Política Comparada en la Universidad Tsinghua, titulados “¿Por qué China no colapsará?” y “Lo que la defectuosa democracia estadounidense podría aprender del régimen de partido único de China”. Las ideas centrales fueron, en primer lugar, que el sistema político chino no se vendrá abajo y, en segundo, que el mundo (especialmente EE. UU.) podría aprender del sistema político meritocrático de China, donde el Partido selecciona a los líderes sobre la base de sus capacidades y juicios. Estos equilibran los intereses de todo un país (y del mundo) sin basarse solo en melindrosos votantes o grandes donantes. En noviembre de 2012, la BBC preguntó: “¿China tiene mayor legitimidad que Occidente?”. La cercanía en fechas de la elección presidencial en Estados Unidos y del XVIII Congreso Nacional del PCCh -dicho medio concluyó- permitió ver que “en el caso chino, la fuente de legitimidad del Estado se encuentra totalmente fuera de la historia o la experiencia de las sociedades occidentales”.

Un tren de alta velocidad de Hainan pasa por el casco urbano de la ciudad de Haikou.

 

La actual crisis financiera ha desa-tado una nueva ola de comparaciones entre el socialismo y el capitalismo, y sus respectivos patrones de desarrollo. En julio de 2012, el artículo de John Ross en el diario inglés The Guardian, titulado “El éxito económico chino es un ejemplo que el mundo debería seguir”, sostuvo que “mientras la crisis financiera internacional se ha ido desarrollando, han habido pocos contrastes tan marcados como los existentes entre China, Estados Unidos y la Unión Europea”. Esta opinión fue compartida por Tony Karon, quien en un artículo titulado “¿Por qué China aplica un capitalismo mejor que el de EE. UU.?”, publicado en el sitio web de The Times el 20 de enero de 2011, comenzó así: “Una de las grandes ironías reveladas por la recesión global iniciada en 2008 es que el Partido Comunista de China está, quizá, haciendo un mejor trabajo en el manejo de la crisis del capitalismo que el democráticamente elegido Gobierno de Estados Unidos”.

El mercado por sí solo no es un elíxir para los problemas de desarrollo de la mayoría de países. China busca una solución en medio de aperturas y reformas. Como ha escrito la economista, periodista y analista política italiana Loretta Napoleoni, en su libro Maonomics:¿ Por qué los comunistas chinos son mejores capitalistas que nosotros?, el modelo económico comunista de China ha logrado superar a los sistemas occidentales en el mantenimiento del crecimiento económico y en la mejora del nivel de vida de la gente.

En el libro China en África: ¿Ayuda o arrasa?, escrito por Firoze Madatally Manji y Stephen Marks, se señala que el Premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz ha demostrado cómo el milagro chino radica en una buena gobernanza, en la asociación de los sectores público y privado, y en una genuina agenda de política interna que se opone a las políticas neoliberales del FMI y del Banco Mundial, incluidas en el conocido Consenso de Washington. El politólogo y economista político estadounidense Francis Fukuyama, quien sostuvo en El fin de la historia y el último hombre que el advenimiento de la democracia liberal occidental era el punto final de la evolución sociocultural de la humanidad y la última forma de gobierno humano, calibró posteriormente esta visión y reconoció que el modelo chino tiene una fuerza de la que el sistema occidental carece.

Algunos analistas extranjeros insisten en que el desarrollo independiente y pacífico de China promueve el diálogo entre diferentes culturas y refuta la teoría del choque de civilizaciones de Samuel Huntington. Un artículo en la publicación rusa Far Eastern Affairs dice que el enfoque chino sobre la civilización moderna y sus políticas sociales son poderosas alternativas ante aquellos defensores liberales del “fin de la historia” y del “choque de civilizaciones”, e impulsan el diálogo constructivo entre civilizaciones en aras de facilitar el desarrollo común de la humanidad.

El camino del desarrollo chino es otra opción y un motivo de inspiración fresco para los países del mundo. Uno no necesita mirar dos veces para apreciar el veloz y sostenido crecimiento de China, en marcado contraste con el alto precio que supuso la transición de las antiguas repúblicas soviéticas de la Europa del Este, así como la difícil situación de algunos países capitalistas en Asia, África y las Américas, y la persistente crisis financiera que ha devastado muchas economías avanzadas de Occidente.

El modelo chino, por consiguiente, se destaca porque puede ser aprovechado por otros países. Un artículo de un diario argentino, en 2012, señaló que, durante varios meses, decenas de informes y publicaciones de todo el mundo habían hecho un llamado a emular el modelo chino. Del mismo modo, el diario egipcio Al-Akhbar, ese mismo año, comentó que los gobiernos de todo tipo de países, capitalistas, socialistas o islámicos, están haciendo cola en las puertas de China para aprender de ella.

Daniel Large, un especialista en las relaciones China-África, escribió en African Affairs que el camino de desarrollo seguido por China ha concitado toda la atención de la comunidad internacional, en particular de los países en vías de desarrollo. Ello difiere de cualquier noción de poscolonialismo y se ha convertido en una nueva fuente de ayuda para el desarrollo de otros países. “Desde Venezuela hasta Vietnam se hace evidente que el atractivo del llamado ‘modelo chino’ se incrementa”, escribió Leo Horn, coordinador nacional para el Diálogo sobre Desarrollo Sostenible entre Reino Unido y China, en su artículo de 2008 titulado “Desafiando el modelo chino”.

La experiencia china es también valiosa para los países desarrollados. El columnista y escritor inglés Martin Jacques predice en su libro Cuando China domine el mundo: El fin del mundo occidental y el nacimiento de un nuevo orden global que China será una alternativa al modelo occidental, con su diferente tradición política: un país en desarrollo en un periodo poscolonial y, además, un régimen comunista con políticas de gobierno muy maduras y un legado confuciano.

En su superventas Lo que EE. UU. puede aprender de China, Ann Lee, profesor adjunto de Economía y Finanzas en la Universidad de Nueva York, escribe que China, con sus grandes cambios y extraordinarios logros, es un ejemplo de reforma económica y gobernanza para otros países.

Los medios de comunicación internacionales y las instituciones académicas continuarán el debate y seguirán de cerca la evolución de China, en su camino por la reforma.

*Jiang Jialin es la directora del Centro de Estudios de Comunicación Internacional del Grupo de Publicaciones Internacionales de China.