Los sabores del Che
Por RAFAEL VALDEZ MERA
Tango, vinos y platos preparados por manos argentinas son los tres ingredientes del recién inaugurado restaurante de Diego Kuo, un gaucho con sangre china.
Eran lágrimas de alegría. Cuando Diego Kuo dijo “hoy finalmente el sueño se hace realidad”, su voz se quebró y lágrimas brotaron de sus ojos. Junto a él estaba su mejor amiga, la chef María Olivera, y el maestro parrillero Luis García, quienes tan solo un mes antes de la inauguración del restaurante habían arribado a China.
Después de dos años de planificación, estos tres argentinos por fin inauguraron “Che Diego”, en Beijing. “La decisión fue difícil porque significaba desprenderme de mi familia y amigos en Argentina, pero estoy aquí por mi amistad con Diego y porque confío en él”, dijo Olivera después de abrazar a su amigo de la infancia.
El parrillero, en cambio, fue más corto: “Adonde vayas, Dieguito, yo voy contigo”, le contestó cuando Kuo le propuso cruzar el océano para emprender un sueño.
Un sueño que implicaba no solo visión, sino agallas. Kuo está conciente de que su labor va más allá de ofrecer platos con el mejor sabor argentino, sino que además debe difundir su cultura no tan conocida para los chinos.
Diego es el menor de cinco hermanos. Sus padres son chinos y viajaron a Argentina a mediados de la década del 70. Allá comenzaron un próspero negocio de restaurantes de comida china. En 2006, Diego viajó a China para trabajar en el Departamento de Ingeniería de una multinacional argentina. Además fundó un club de conversación para las personas que querían practicar mandarín y español.
Si bien ese peculiar acento cuando pronuncia la “y” revela su origen, Diego domina también el mandarín porque, a pesar de crecer en Argentina, dentro de su casa se hablaba mandarín. Ese multiculturalismo se evidenció el día que inauguró su restaurante cuando dio sus palabras de agradecimiento en inglés, español y chino.
Pero la decisión de abrir un restaurante no fue improvisada. Previamente Diego recorrió 24 países para conocer las peculiaridades de la gastronomía de cada lugar. Después de saborear y comparar, Kuo encontró la fórmula para su propio restaurante. Consiste en tres ingredientes básicos: los tradicionales sabores de su tierra, la más diversa selección de vinos argentinos y presentaciones artísticas, que incluyen desde el famoso tango hasta exhibiciones de pintura. Con eso espera conquistar a chinos y extranjeros en la cosmopolita Beijing.
Respecto al menú, la chef Olivera enfatizó: “Argentina es mucho más que carne y fútbol, queremos mostrar ese universo de sabores que tenemos en nuestras distintas regiones”. Por eso, en la inauguración no sirvieron la típica carne a la parrilla, sino una sopa y luego cordero con vegetales.
Sobre la posibilidad de explorar la comida fusión –tan en boga en el mundo–, y atreverse a mezclar ingredientes chinos con argentinos, la chef fue tajante: “Primero probarán mis sabores, los sabores típicos de Argentina, luego podremos intentar”. Para ella, cocinar es un acto de amor y no hay nada que la llene más que ver el brillo de los ojos de las personas cuando prueban sus platos. “No tienen que decir nada, yo disfruto con ver sus expresiones”, dice esta experta culinaria que se especializó en el Instituto Gastronómico de Buenos Aires.