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El viejo encanto de los callejones

Por CAO PENG*

8 de diciembre de 2013. La entrada de un antiguo patio en el callejón de Dongsishisitiao, en Beijing. Yu Jie

 

La calle es una selva de cemento, cantaba el célebre Héctor Lavoe. Desde arriba, las avenidas llenas de carros parecen ciempiés que avanzan paralelamente a cientos de hormigas –o personas– corriendo al vaivén de la modernidad. Sin embargo, en ese escenario típico de una metrópolis, siempre hay callejones donde el pasado sigue vivo. Estos lugares parecen portadores de memorias de personas que por tradición oral han transmitido la historia y la cultura folclórica locales de generación en generación. A estos lugares, unos acuden por nostalgia, otros van como turistas y hay quienes abren allí pequeños negocios.

Calles en la memoria

Los hutongs (callejones) de Beijing han atestiguado muchos cambios en el pasado, sus paredes de ladrillos gastados reflejan las huellas del tiempo. “Recuerdo que en mi niñez los adultos nos llamaban ‘pequeños corredizos de hutongs’ porque pasábamos todos los días corriendo y jugando por los callejones con los amigos. En la primavera, desde los patios contemplábamos las nubes blancas en el cielo azul, en el verano nadábamos en los lagos cercanos, en el otoño jugábamos al ‘Bagen’ bajo los árboles –un juego en el que dos niños cruzan pecíolos de dos hojas caídas y los tiran hacia direcciones contrarias. Aquel niño cuyo pedúnculo se corta primero, pierde–. En el invierno patinábamos en el lago congelado o nos tirábamos bolas de nieve. En aquel entonces, era normal y frecuente que los vecinos se visitaran mutuamente. En los días de festejo, la familia que tenía televisor invitaba a los vecinos a ver los programas y todos se divertían en un ambiente muy animado. Ni siquiera el paso del tiempo hizo que cambiara mi gusto por la forma de vida de los hutongs porque es simple y tranquila”, recuerda Wei Jianjun, quien vivió en los hutongs cerca del lago Longtan durante 50 años. Esas calles estrechas fueron testigos de la mayor parte de las alegrías de su vida.

Al igual que Beijing, Nanjing es una antigua capital de China. Con el desarrollo en los últimos años, la ciudad se ha convertido en una verdadera metrópolis. “En mis recuerdos, mi pueblo natal no tenía tantos grandes edificios. Por el contrario, era más bien tranquila. En la antigua ciudad de Nanjing había calles empedradas con tiendas a ambos lados”. Xu Chenyang, que vivía en la calle Rongzhuangjie, nos dice: “Durante ese tiempo, en el verano, las personas tomaban el fresco al pie de la enorme puerta de la muralla de la ciudad. No había baño en la casa, así que teníamos que lavarnos en una bañera de madera y luego nos echábamos talco. Todavía recuerdo la sensación un poco picante que sentía cuando el talco tocaba la piel. Hoy la vida ha cambiado por completo. A veces vuelvo a las antiguas puertas de la muralla para revivir los recuerdos de mi infancia”. Hoy en día, Xu Shenyang estudia en Rusia y, a menudo, se siente nostálgico de la antigua ciudad de Nanjing.

Yichun, en la provincia de Heilongjiang, está separada de Rusia por un río. Con el bosque de abetos que lo rodea, se preserva un medio ambiente original. Zhang Gong, un residente de Yichun, aprecia la vida en su ciudad. “Hay muchos restaurantes en la calle Xuri. Allí, los amigos nos reunimos a veces para tomar cervezas y comer pinchos de cordero toda la noche. Algunos juegan a las cartas o al ajedrez chino en la calle”. En el norte de China hace frío la mayor parte del año, así que la gente solo disfruta al aire libre en verano. Zhang Gong vive ahora en el sur y siempre recuerda el clima congelado de su pueblo natal.

La calle Rongzhuangjie en la ciudad de Nanjing.

 

Sabores caseros

Un proverbio chino dice: “Los buenos vinos no temen esconderse en el profundo callejón”. Eso aplica perfectamente para la auténtica comida local que se encuentra en estas calles viejas de las ciudades. “Viajar me relaja”, explica Zhao Chen, un turista. “También me gusta probar la cocina local en las viejas calles de diferentes ciudades. Aquí es donde encontramos las cosas más típicas. Cuando estaba en Xi’an, fui a comer aperitivos en la calle Damaishi. Asimismo, los lugareños comen en los pequeños restaurantes en el casco antiguo en vez de las calles turísticas”. Zhao Chen es un viajero que ha visitado muchos países, pero rara vez ha ido a los lugares de interés. “Si un lugar se explota demasiado turísticamente, pierde su singularidad. Cuando se quiere comer algo típico, debemos explorar las calles antiguas”.

La calle Huifudonglu de la ciudad de Guangzhou tiene no solo el templo del Gran Buda y la antigua academia Qingyun, sino que también es una calle gastronómica. “He visitado varias veces esta calle para degustar los platillos lugareños. Me encantan las meriendas de Diandoude que son típicas de Guangzhou. Me gusta relajarme sentada en una casa de té, disfrutando de la merienda y el té mientras contemplo el hermoso paisaje y la gente que pasea en la calle”, cuenta Wang Lan, aficionada a la gastronomía.

Un cocinero luce su técnica en la calle musulmana de Xi’an.

 

Valor cultural y comercial de las calles viejas

Las viejas calles representan la riqueza cultural propia de una localidad. Las calles estilo Shikumen se encuentran en el casco viejo de Shanghai y son visitadas por numerosos turistas que quieren conocer la auténtica ciudad. Inicialmente, en esta zona había solamente casas residenciales, pero progresivamente los comerciantes inmobiliarios las han ido transformando al construir tiendas comerciales. En la actualidad, el barrio de Shikumen se le conoce como Shanghai Xintiandi. “El barrio de Shikumen, compuesto por Nanli y Beili, me dejó muy impresionado. Yo prefiero Beili porque todavía conserva el estilo de Shanghai de la década de 1920, pero cuando entramos en cualquiera de las tiendas de esta calle, en el interior la decoración es más moderna. Uno siente como si viajara del presente al pasado”, recuerda Sheng Yan, un visitante de la ciudad, y acota: “Es muy agradable pasear por las calles pavimentadas escuchando música de 1920 que sale de los equipos instalados en la puerta de tiendas”. Las calles Beili y Nanli fueron sedes del Primer Congreso Nacional del Partido Comunista de China, por eso los edificios circundantes mantienen la apariencia de la ciudad que personifica la historia y la cultura.

Viejo edificio del centro comercial Yong’an, en la calle Nanjing, Shanghai. Yu Xiangjun

 

Chengdu es conocida como “la tierra de la abundancia” y el distrito de Kuanzhaixiangzi es uno de los símbolos de la ciudad. La zona se compone de tres áreas: el Kuanxiangzi (la calle ancha), el Zhaixiangzi (la calle estrecha) y Jingxiangzi (la calle del pozo), pero en realidad el tamaño de Kuanxianzi y Zhaixiangzi no corresponde a sus nombres. “La zona es una miniatura de la antigua ciudad de Chengdu. Al anochecer podemos sentir la vida cotidiana de la población local”. Sun Yingbo visitó varias veces el barrio de Kuanzhaixiangzi. “Soy un amante del té y hay dos casas de té muy buenas en Kuanzhaixiangzi. Al lado de la entrada se colocan varias sillas de bambú donde uno puede beber el té viendo las casas tradicionales y disfrutar de la tranquilidad de la ciudad vieja”.

El callejón Nanshanlu se encuentra en el área central de la ciudad de Hangzhou, capital de la provincia de Zhejiang y urbe que goza de la fama de ser el “paraíso terrenal”. Pan Yadan, una visitante de la ciudad, comentó: “Los antiguos edificios de Nanshanlu han sido bien conservados. Esta antigua calle tiene la ventaja de no ser tan concurrida y bulliciosa como el Lago del Oeste y es el escenario ideal para vivir la experiencia de los típicos pueblos acuáticos al sur del río Yangtsé, donde el agua, la brisa y el té se conjugan perfectamente”, afirma.

*Cao Peng es periodista de la revista Global Travel Weekly.

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