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2015-September-1 16:10

“China me dio una nueva vida”

Por MA HUIYUAN

EL 15 de agosto de 1945, el emperador japonés Hirohito pronunció por la radio el Rescripto Imperial sobre la Terminación de la Guerra de Japón. El 2 de septiembre del mismo año se celebró la ceremonia de firma del Acta de Rendición de Japón ante los Aliados, a bordo del USS Missouri.

Entre el 19 de enero de 1946 y el 12 de noviembre de 1948, el Tribunal Militar Internacional para el Lejano Oriente, que integraban 11 jueces designados por China, Estados Unidos, Reino Unido, Francia, Rusia, Canadá, Australia, Nueva Zelanda, los Países Bajos, la India y las Filipinas, procesó en Tokio a los principales criminales japoneses (de clase A) de la Segunda Guerra Mundial, incluyendo a Hideki Tojo, Iwane Matsui y Kenji Doihara. El juez representante de China, Mei Ruao, desempeñó el cargo de director de la delegación jurídica de China ante el tribunal internacional, así como fiscal general y magistrado general del Tribunal Militar Internacional para el Lejano Oriente.

Además, en 1956, el Tribunal Militar Especial de la Corte Suprema Popular de China procesó públicamente a criminales de guerra japoneses en Shenyang y Taiyuan (China). Fujita Shigeru, teniente general de las fuerzas japonesas, dijo: “El Gobierno chino me enseñó la verdad y me dio una nueva vida”.

3 de septiembre de 1945. Ceremonia de firma del Acta de Rendición de Japón ante los Aliados, a bordo del USS Missouri.

 

El juicio de la nueva China

El Pabellón de Exhibición de la Sede del Tribunal de Shenyang para Juzgar a los Criminales de Guerra Japoneses dista a menos de 3 km de la zona de Liutiaohu, en la ciudad de Shenyang, donde estalló el Incidente del 18 de Septiembre de 1931.

En la sala del primer piso del pabellón todavía se mantiene la disposición del tribunal de hace 59 años. Cuando los periodistas de China Hoy entramos en la sala, el público observaba el video del juicio público hecho a los criminales japoneses.

En junio y julio de 1956, el Tribunal Militar Especial de la Corte Suprema Popular de China llevó a juicio a 8 importantes criminales de guerra del ejército japonés, entre ellos a Suzuki Keiku, y a 28 criminales del régimen títere de Manchukuo, incluido a Rokusashi Takebe.

“Era la primera vez que China tenía total independencia para juzgar y sentenciar a criminales de guerra japoneses. A diferencia del juicio de Nanjing, en el de Shenyang no hubo interferencia por parte de las fuerzas extranjeras y tuvo un gran significado”, manifiesta Gao Jian, directora del Departamento de Investigaciones del Museo Histórico 9.18. Song Miao, subdirectora del Pabellón de Exhibición de la Sede del Tribunal de Shenyang para Juzgar a los Criminales Japoneses de Guerra, asegura que después de su apertura al público en mayo de 2014, el pabellón ha recibido casi 70.000 visitantes.

Las fotos antiguas y los materiales históricos del pabellón muestran los procesos de extradición de los criminales desde la Unión Soviética a China, la reedificación del Centro de Detención de Criminales de Guerra de Fushun, los procesos de investigación e interrogación, las audiencias del tribunal, así como las acciones de los criminales liberados para promover la amistad entre China y Japón después de regresar a su país. “Las tres partes de la exhibición dejarán muy impresionados a los visitantes: la regeneración de los criminales de guerra en el Centro de Fushun, la actitud sincera de los criminales japoneses en la audiencia pública y el trato clemente hacia ellos. Ninguno fue sentenciado a muerte ni a cadena perpetua. La condena máxima fue de 20 años. Aún hay personas que no pueden comprender tal clemencia”, señala Song Miao.

En el Pabellón de Exhibición vi una foto en la que se ve a los trabajadores del Centro de Fushun distribuyendo comida a los presos japoneses, quienes están haciendo cola. Pero los que están adelante y ya han recibido su comida ríen animadamente.

“En aquel entonces, los trabajadores chinos del Centro de Fushun comían cereales comunes, mientras que los criminales de guerra, cereales finos”, señala la expositora del pabellón Zhang Lili. De acuerdo con la disposición del entonces primer ministro Zhou Enlai, a ellos (los criminales de guerra) se les debía aplicar “la política de regeneración según el humanitarismo revolucionario”.

Según Song Miao, en el pabellón también se encuentra en exhibición un manuscrito de Lian Xisheng, abogado defensor de los criminales de guerra, una tarea difícil en vista de las atrocidades que habían cometido. “Ellos recibieron una educación militarista y juraron lealtad al emperador japonés. Ellos se sometieron a la voluntad del Estado. Mi alegato se concentra principalmente en atribuir la responsabilidad de la guerra a la actitud del Estado, no a la voluntad subjetiva y maliciosa del individuo”, llegó a decir Lian Xisheng, quien también expresó: “Los sentimientos y emociones personales y de la nación, así como el odio a la guerra, no deben interferir en el proceso judicial. Ellos fueron criminales de guerra, pero tenían derecho a un abogado defensor. Y yo, como su defensor, no solo cumplí con mi trabajo, sino que mantuve también un respeto por la ley”.

Durante su regeneración, los criminales de guerra japoneses empezaron a confesar sus crímenes. Después de dictada la sentencia, el presidente del tribunal preguntó a Shigeru Fujita si quería añadir algo sobre la sentencia. Él respondió: “Doblo la cerviz y me declaro culpable. El militarismo japonés me convirtió en una bestia feroz y cometí crímenes monstruosos en la primera mitad de mi vida. El Gobierno chino me enseñó la verdad y me dio una nueva vida. Juro ahora que dedicaré el resto de mi vida a la causa de la paz y contra la guerra”.

Criminales de guerra intercambian opiniones en las reuniones de aprendizaje.

 

La amistad chino-japonesa

“El juicio de Shenyang a los criminales de guerra japoneses fue un final perfecto para la historia de la Segunda Guerra Mundial. Jueces y acusados llegaron a un acuerdo y así fue como se les declaró culpables desde un punto de vista jurídico”, señala Gao Jian.

Asimismo, Gao recuerda que este fue el último juicio contra los criminales de guerra japoneses. La actitud de los acusados fue muy diferente a la mostrada en anteriores procesos. En los Juicios de Tokio, ninguno de los 28 criminales de clase A bajó la cabeza y se declaró culpable.

En el juicio de Shenyang solo se abrió proceso judicial contra los que habían cometido graves delitos, los cuales recibieron penas de prisión; mientras que a los oficiales de rango inferior y a los soldados, que habían cometido delitos menores y habían tenido un buen comportamiento durante la regeneración, no se les acusó y fueron liberados enseguida y enviados a Japón. Todos los criminales condenados a prisión fueron también liberados y regresaron a su país antes de marzo de 1964. Ellos organizaron la Asociación de Criminales de Guerra Japoneses Liberados por China, cuyo lema era el de “oponerse a la guerra de agresión, salvaguardar la paz mundial y promover la amistad chino-japonesa”. Del mismo modo, impulsaron los intercambios y la cooperación entre los pueblos chino y japonés.

 

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