Vinieron a China desde lejos
EN 1958, por invitación del Gobierno chino, la mujer y la hija del piloto ruso Grigori Akimovich Kulishenko llegaron a nuestro país para asistir a la celebración del Día Nacional y visitar el cementerio donde reposa Kulishenko. El entonces primer ministro Zhou Enlai las recibió cordialmente y les dijo que el pueblo nunca olvidaría a este gran amigo de China.
Al igual que Kulishenko, el médico canadiense Norman Bethune, los miembros del Grupo de Voluntarios Estadounidenses de la Fuerza Aérea de China –conocidos como los Tigres Voladores– y muchos otros amigos extranjeros vinieron a China desde muy lejos para apoyar la resistencia del país contra la agresión de los fascistas japoneses. Recordaremos por siempre sus notables contribuciones.
Guy Saint-Jacques, embajador de Canadá en China, ante la estatua de Norman Bethune. Cnsphoto
El guardián del cementerio
El cementerio donde reposan los restos del piloto ruso Grigori Akimovich Kulishenko se encuentra dentro del Parque del Monte Xishan en Wanzhou (Chongqing). Muchas personas llegan de madrugada a dar un paseo y hacer ejercicios. Wanzhou fue un importante puerto del curso superior del río Yangtsé y también una base de servicios de las líneas de retaguardia del Partido Kuomintang durante la guerra de resistencia contra la agresión japonesa. Por ello sufrió tantos bombardeos como Chong-qing, la entonces capital de la provincia de Sichuan. Hoy en día, Wanzhou es una vigorosa ciudad de 1,75 millones de habitantes.
En Wanzhou, todos conocen la historia de Kulishenko. Según los documentos conservados en el Archivo de Wanzhou, entre octubre de 1937 y junio de 1941, la Unión Soviética envió en cuatro partidas más de 3000 pilotos a China, con el fin de apoyar al pueblo en su lucha contra la invasión japonesa.
Wei Yingxiang lleva ya cerca de 40 años vigilando la tumba de Kulishenko. Cnsphoto
Grigori Akimovich Kulishenko fue enviado por el Gobierno de la Unión Soviética en 1939 y, según Wang Li, investigador adjunto del Archivo de Wanzhou, vino principalmente a capacitar pilotos chinos. Durante su estancia organizó dos ataques sorpresivos contra la base de las fuerzas aéreas japonesas en Wuhan. Sin embargo, el 14 de octubre de 1939, su avión de caza fue dañado gravemente en conflicto y, para evitar su destrucción, lo manejó con excelente técnica hasta verse forzado a aterrizar en medio de un río. Desafortunadamente, no pudo salir a tiempo de la cabina.
El Gobierno chino le construyó un cementerio y lo trasladó hacia allá en 1958, en una superficie de 1630 m².
Wei Yingxiang recuerda que su madre se convirtió en la guardiana del cementerio de Kulishenko cuando él tenía apenas 5 o 6 años de edad. Hoy, Wei lleva ya cerca de 40 años vigilando la tumba del amigo ruso. “Kulishenko se sacrificó por nuestro país y nuestra ciudad. Su sacrificio en suelo chino no fue en vano”.
Grigori Akimovich Kulishenko.
Amistad sino-estadounidense
Yang Yu, subdirector del Museo en Memoria de los Tigres Voladores, suspira al ver un Airbus 320 rodar por la pista de despegue. “Zhijiang era el segundo mayor aeropuerto militar de los Aliados en el Lejano Oriente hace 70 años. De allí despegaban innumerables aviones del Grupo de Voluntarios de las Fuerzas Aéreas de la Unión Soviética y de los Tigres Voladores”.
En los primeros años de la década de 1940, China y EE. UU. entablaron una cooperación para resistir la agresión japonesa. En Zhijiang había más de 200 instituciones militares estadounidenses, con cerca de 6000 soldados enviados. La población local bautizó la zona centralizada de cuarteles militares, tiendas, almacenes y clubes estadounidenses con el nombre de “Calle Americana”.
Al lado del aeropuerto se construyó un Museo en Memoria de los Tigres Voladores. En la puerta de ingreso nos llamó la atención dos réplicas de aviones de caza P-40, en cuya parte frontal podía verse dibujada la cabeza de un tiburón. Según Yang Yu, estos aviones de caza se volvieron famosos en el invierno de 1942. El 20 de diciembre de ese año, diez bombarderos japoneses invadieron al espacio aéreo jurisdiccional de China. John Newkirk encabezó los cuatro aviones de caza P-40 y salió a su encuentro. Ed Reckert fue el primero en disparar y derribó un bombardero japonés. Al final, seis bombarderos enemigos fueron derribados, tres se estrellaron en el camino de vuelta, y solo uno de los diez logró escapar y regresar a Hanoi (Vietnam).
Un piloto de los Tigres Voladores y su avión de caza P-40, en cuya parte frontal puede verse dibujada la cabeza de un tiburón.
En el museo se exhiben también algunas sillas de piloto de aquellos aviones de caza P-40, así como fotografías de los ataques aéreos en Kunming y retratos de los Tigres Voladores.
La primera victoria del Grupo de Voluntarios Estadounidenses de la Fuerza Aérea de China fue la primera gran noticia después del estallido de la Guerra del Pacífico, lo que levantó enormemente la moral del ejército y pueblo chinos. Al elogiarlos, Soong Tse-ven, entonces ministro de Relaciones Exteriores del Gobierno Nacional de China, los llamó “tigres con alas”, por lo que desde entonces los pilotos estadounidenses fueron conocidos como “los Tigres Voladores”.
En el Salón Conmemorativo Dianxi de la Guerra de Resistencia contra la Agresión Japonesa, en Tengchong, hay una pared con 180 fotografías de los Tigres Voladores. Ma Juan, subdirectora del Salón, nos presentó a uno de ellos: William Findley, quien fue salvado por los habitantes de Tengchong luego de que su avión de caza se estrellara, y quien volvió al campo de batalla una vez recuperado de sus lesiones. “Este uniforme fue donado por su hija, Lisa Findley, cuando vino en 2006. Ella viene todos los años a Tengchong y se queda siempre un mes para hacer algunas obras de beneficencia, pues está muy agradecida por la ayuda que la gente de aquí le dio a su padre”.
En memoria de Norman Bethune
El Hospital de la Retaguardia Enemiga en la Zona Militar Shanxi-Chahar-Hebei fue construido en la ciudad de Shijiazhuang, provincia de Hebei, en 1937, y fue bautizado con el nombre de Hospital Internacional de la Paz Norman Bethune del Ejército Popular de China en 1940, en memoria del médico canadiense que ofreció su vida en la Guerra de Resistencia contra la Agresión Japonesa.
En el hospital se yergue una estatua en mármol blanco de Norman Bethune. En el museo de dos pisos, al lado de la estatua, se exhiben fotografías del médico, los instrumentos que utilizó, los libros de medicina que escribió, su máquina de escribir, sus sandalias de paja, entre otros objetos personales.
Al estallar la Guerra de Resistencia del Pueblo Chino contra la Agresión Japonesa, Bethune encabezó un grupo de médicos estadounidenses y canadienses que llegó a China en 1938. En su diario, conservado en el museo, se puede leer: “Yan’an tiene una escuela de medicina recién establecida y un hospital en desarrollo. A pesar de sus equipos simples, el gobierno de aquí ha aplicado el sistema de atención médica gratuita para todos los habitantes”. Una pintura del museo atrajo nuestra atención: Norman Bethune conversa con Mao Zedong en la casa-cueva y pide ser enviado al frente.
Norman Bethune hace una operación en un templo pequeño.
El 17 de junio de 1938, el médico cumplió su sueño y llegó al frente de Shanxi-Chahar-Hebei, pero sacrificó su vida el 12 de noviembre de 1939. Durante su estancia de un año y medio en China participó directamente en 11 batallas, en las que dio tratamiento a los heridos e hizo intervenciones quirúrgicas a un total de 1290 soldados. “Puedo operar en un templo, ante una imagen de Buda de seis metros de alto y cara inexpresiva, así como en un quirófano bien equipado con agua corriente, lámpara eléctrica, etc.”, expresó el médico canadiense.
Según Norman Bethune, “un buen cirujano en el frente debe ser a la vez un buen carpintero, herrero, sastre y peluquero”. Mientras trataba a los heridos de la primera línea, Bethune tuvo tiempo para escribir una gran cantidad de materiales de enseñanza en cuanto al tratamiento médico en el frente y notas informativas. Además, escribió cuentos y los envió a Canadá y EE. UU., con la esperanza de que su publicación despertara la reacción de las fuerzas progresistas internacionales en apoyo al pueblo chino en la Guerra de Resistencia contra la Agresión Japonesa. Malas hierbas en campos fértiles, un cuento suyo publicado en el Progressive Weekly de Estados Unidos, puso al descubierto las atrocidades cometidas por el ejército japonés en China.
Los diversos círculos sociales de Yan’an se organizaron para realizar un funeral en memoria de Norman Bethune. Mao Zedong le escribió un pareado elegíaco y, más tarde, un artículo especial en el que le tributó un alto homenaje. Todos los chinos conocen este artículo, titulado En memoria de Norman Bethune.