El estallido de la guerra
EL paso a desnivel de Liutiaohu (lago del sauce) se encuentra en la intersección entre el ferrocarril Harbin-Dalian y la primera circunvalación noreste de la ciudad de Shenyang. El lago que dio nombre al sitio desapareció hace mucho, y fue substituido por una carretera que hoy resulta en extremo transitada, y por una vía ferroviaria de alta velocidad.
Gao Jian, directora del Departamento de Investigaciones del Museo Histórico 9.18, muestra a las reporteras una sección de la pista al oeste donde está el paso a desnivel de Liutiaohu, que, según las investigaciones de Gao Jian, fue el lugar de la explosión que los agresores japoneses utilizaron como pretexto para invadir China en 1931.
Hoy, en el lugar se alza un monumento de 18 metros de altura, en forma de una página de calendario, que muestra la fecha 18 de septiembre de 1931. Esa noche, la unidad independiente de la guarnición del Ejército de Kwantung de Japón hizo volar por los aires la sección del ferrocarril de Manchuria del Sur en Liutiaohu, y culpó de ello a las fuerzas armadas locales chinas. Enarbolando dicha excusa, los nipones bombardearon la guarnición china de Beidaying, iniciando así la invasión a China, que se convirtió en 14 años de guerra.
Museo Histórico 9.18. Cnsphoto
El verdadero culpable
En el momento de nuestra entrevista, Gao Jian acababa de regresar de Estados Unidos, donde visitó a una docena de veteranos de la Segunda Guerra Mundial. Sus investigaciones implican extensas e intensas entrevistas con testigos de la época.
“El museo recibe multitudes de visitantes todos los días, que luego se marchan emocionados, tristes e incluso encolerizados. Pero como investigadores que somos no podemos permitir que nos consuma el dolor. Debemos cumplir con nuestro deber”, dice Gao.
Al referirse a los motivos detrás de la agresión japonesa, Gao menciona el reducido volumen geográfico del país insular y la consecuente escasez de recursos, el régimen militar de entonces y los arraigados valores del Bushido. Este término, literalmente traducido como “El Camino del Guerrero”, es un código ético estricto y particular al que muchos samuráis (o bushi) entregaban sus vidas, que exigía lealtad y honor hasta la muerte. Todos estos factores se conjugaron para alimentar los deseos expansionistas del país vecino.
Según Gao, después de la primera guerra chino-japonesa, de 1894 a 1895, y de la guerra ruso-japonesa de 1904, el Japón imperial exigió con talante de chantaje gran cantidad de reparaciones a China. Incluso logró hacerse con el control de los ferrocarriles en el noreste, consiguiendo el derecho a acantonar tropas a lo largo de esas vías férreas. Fueron precisamente los efectivos que vigilaban los casi 703,7 kilómetros de longitud del ferrocarril de Manchuria del Sur quienes provocaron el Incidente del 18 de septiembre, dando paso a una guerra de agresión abierta contra China.
En medio de la oscuridad de la noche se produjo una explosión en Liutiaohu. Casi sin pausa, dos cañones ubicados en el recinto de la guarnición independiente japonesa abrieron fuego contra el cuartel de Beidaying, donde dormían la mayoría de los soldados de la guarnición china. Sorprendidos por completo, los chinos resultaron muertos a tiros o apuñalados por los soldados japoneses, quienes a la mañana siguiente ya habían ocupado la guarnición china.
Hoy en día, hay pocos rastros de Beidaying en el sitio, salvo un par de barracas en ruinas, que ahora sirven como almacenes y residencias. Pero el gobierno local está considerando la posibilidad de construir una plaza memorial allí. Gao también está planeando acometer una investigación temática sobre la historia de Beidaying. “Fue allí donde comenzó la guerra y la resistencia del pueblo chino. No se debe dejar ninguna piedra sin remover en la investigación”, explica.
Cada 18 de septiembre se celebra una ceremonia de tañido de campana en la plaza frente al Museo Histórico 9.18 en Shenyang, acompañada por el ulular de una sirena de ataque aéreo que resuena en toda la ciudad. En ese momento, los coches que circulan por el centro urbano se detienen y hacen sonar sus cláxones durante tres minutos, como recordatorio a los residentes sobre ese tramo de la historia.
El Museo Histórico 9.18 se construyó en 1991, cerca del lugar de la explosión que los agresores japoneses utilizaron como pretexto para invadir China en 1931. Cnsphoto
El bombardeo del Puente de Marco Polo
Tras el Incidente del 18 de Septiembre, el Japón imperial se aprestó a ocupar la totalidad de China, para lo cual envió nutridos contingentes militares. En 1936, las fuerzas japonesas habían sitiado Beijing, a la sazón denominado Beiping, por el este, oeste y norte. Y a partir de junio de 1937, los soldados nipones estacionados en Fengtai, en los suburbios meridionales de Beijing, protagonizaron varios simulacros de provocación.
El actual distrito de Fengtai es famoso por el Puente de Marco Polo (puente Lugou), el puente de arco de piedra más antiguo de la capital china, que fue alabado por el famoso viajero veneciano como el mejor y único en el mundo. A esta particularidad debe su nombre actual. “El puente se encuentra sobre el río Yongding (de la estabilidad perpetua) a unos 15 kilómetros al sudoeste de Beiping, en el umbral de la ciudad, en su cruce con el sector sur. Ha sido un centro de distribución de transporte y de carga fundamental desde la antigüedad”, explica Li Zong-yuan, curador adjunto del Museo de la Guerra de Resistencia del Pueblo Chino contra la Agresión Japonesa.
El 7 de julio de 1937, el ejército japonés exigió entrar al distrito de Wanping, con el pretexto de buscar a un soldado dado por desaparecido. Cuando la guarnición local china le negó el acceso, los japoneses comenzaron a bombardear el Puente de Marco Polo y también la ciudad. “El Incidente del 7 de Julio marca el inicio de la guerra de agresión a gran escala de Japón contra China. El pueblo chino se levantó para resistirlo, con lo cual China se convirtió en el primer gran escenario de la guerra mundial contra el fascismo”, indica Li.
Chen Jiansheng, de 82 años de edad, y oriundo de Wanping, aún recuerda con nitidez y dolor la ocupación japonesa, al punto de derramar lágrimas con cada evocación. “Bajo el control japonés, los chinos eran masacrados con la misma facilidad con que se aplasta una hormiga”, recuerda.
El Puente de Marco Polo sobre el río Yongding. Cnsphoto
Entre los objetos expuestos en el Museo de la Guerra de Resistencia, ubicado en las inmediaciones del Puente de Marco Polo, hay un manuscrito de un constructor de pagodas llamado Luo Dejun, el cual reza: “El ejército japonés tomó Beijing el 29 de junio (del calendario lunar, correspondiente al 5 de agosto en el calendario gregoriano). La guerra se ha extendido desde entonces a toda la nación. Por doquier hay bombardeos de la artillería y la aviación, las cuales causan sufrimientos indecibles al pueblo. Nada peor puede suceder ya. Asesinan, violan y saquean, cometen todo tipo de atrocidades...”. Zhang Shuanzhong, guía del museo, muestra este manuscrito a cada visitante. “En solo 148 caracteres chinos -advierte-, esta nota registra la preocupación de un hombre promedio por su nación, así como su indignación. Nos recuerda que nunca debemos olvidar el pasado”.
China contuvo a los agresores japoneses
“¡A todos nuestros compatriotas, Beiping y Tianjin están en peligro! ¡El norte de China está en peligro! ¡La nación china está en peligro! ¡Una guerra de resistencia de todo el pueblo es nuestra única esperanza de supervivencia!” El Partido Comunista de China (PCCh) publicó este telegrama el 8 de julio de 1937. “El mismo refleja el agudo análisis y la compresión precisa que tuvo el PCCh sobre la situación”, argumenta Li.
“Japón planeaba concluir su ataque en tres meses, para entonces pasar al norte o al sur y luego hacia otros países, dependiendo de la situación. Pero la tenaz resistencia de los chinos detuvo sus fuerzas, manteniéndolas en jaque en el frente en Oriente. En este sentido, la Guerra de Resistencia del Pueblo Chino contra la Agresión Japonesa hizo una enorme contribución a la victoria en la Guerra Antifascista Mundial”, enfatiza Li.
Julio de 1937. Soldado del 29°Ejército resguarda el Puente de Marco Polo.
Bañado por el resplandor del sol poniente, el Puente de Marco Polo contempla apacible el río Yongding. Los realistas leones tallados en piedra de sus balaustradas, carcomidos por el paso de 800 años, han sido reparados o reemplazados. Además, el tráfico ha sido desviado hacia el nuevo puente adyacente. De vez en cuando, un tren bala pasa por el carril cercano, pero, en general, reinan la paz y la serenidad.
“Los chinos tenemos un refrán que dice: ‘El peligro caerá sobre cualquier país que olvide la amenaza de la guerra, y cualquier país belicoso enfrentará la condena del destino’. Debemos reflexionar sobre las lecciones de la historia para aprender de ella. China fue una fuerza importante en la guerra de resistencia contra Japón y en la defensa de la paz mundial. Es y seguirá siendo un guardián de la paz”, insiste Li.