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2014-October-17 09:55

Recordar a las “mujeres de confort”

Por LI WUZHOU


EL 6 de agosto, Navi Pillay, alta comisionada de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para los Derechos Humanos, hizo una declaración en la que instó al Gobierno japonés a dejar resuelto para siempre y en todos sus aspectos el problema de las “mujeres de confort”. En el comunicado, la funcionaria de la ONU enfatizó que el 20 de junio, el Gobierno japonés entregó ante el Parlamento los resultados de una revisión de evidencia que condujo a la Declaración de Kono y con los cuales se denegó que el ejército japonés hubiera realizado el reclutamiento forzoso de las “mujeres de confort”, lo que ha producido el nuevo y enorme dolor a las víctimas.

Reglamentos sobre la administración de la “estación de confort” de Yangjiazhai emitidos por el cuartel general del ejército japonés en Shanghai.
 

Dos semanas antes, el 24 del julio, en torno al reclutamiento coactivo de las “mujeres de confort” realizado por el ejército japonés durante la Segunda Guerra Mundial, el Comité de Derechos Humanos de la ONU sacó la conclusión de exigir al Gobierno japonés reconocer la cuestión como responsabilidad estatal y levantar cargos penales a los victimarios, señalando además la importancia de incluir este contenido en los libros de texto de Japón.

¿Porqué Japón debe tomar como responsabilidad estatal el rapto forzoso de las “mujeres de confort”? ¿Porqué China solicita agregar los archivos históricos relacionados con las “mujeres de confort” en la lista del Registro de la Memoria del Mundo? En junio pasado, nuestra revista realizó una entrevista exclusiva a Su Zhiliang, director del Centro de Investigación de “Mujeres de Confort” de China, perteneciente a la Universidad Pedagógica de Shanghai, también impulsador de la iniciativa de integrar los documentos de las “mujeres de confort” al Programa Memoria del Mundo de la ONU.

Buscar a las víctimas sobrevivientes

En una ocasión casual, Su Zhiliang comenzó su investigación sobre la cuestión de las “mujeres de confort” cuando realizaba sus estudios sobre la historia de las drogas en China en calidad de estudioso visitante en la Universidad de Tokio en 1992.

En una charla con profesores japoneses, Su Zhiliang se enteró de que la primera “estación de confort” de Japón se fundó en Shanghai. La cuestión de las “mujeres de confort”, más temprano ocultada intencionalmente por la parte japonesa, en 1992 comenzó a ganar amplia atención mundial.

Después de regresar a China, Su se dedicó inmediatamente a la investigación. Sin embargo, encontró dificultades tales como la escasez de registros y documentos históricos, debido a la destrucción de gran cantidad de archivos realizada por el ejército japonés antes de su rendición, la omisión durante largo tiempo de esta cuestión, el fallecimiento de la mayor parte de las víctimas con el transcurrir del tiempo y el rechazo a recordar y narrar esta dolorosa historia a la nueva generación. Aun así, finalmente Su localizó más de cien mujeres sobrevivientes que estaban dispuestas a revelar a los demás su pasado.

“Estación de confort” situada en el poblado de Jiangwan, Shanghai.

 

Tan Yadong, anciana que vive en el distrito autónomo de las etnias miao y li de Baoting, provincia de Hainan, recordó que en la “estación de confort” había una chica llamada A Shi, quien se embarazó después de ser violada por el ejército japonés. Los soldados japoneses la amarraron en un árbol y la cortaron el vientre con bayoneta. Ordenaron a todas las “mujeres de confort” mirar la escena. Desde hace muchos años, Tan revive este suceso en sus frecuentes pesadillas.

A los 16 años de edad, Yang Shizhen fue secuestrada y pasaba 7 días en una “estación de confort”, experiencia que cambió su vida y le produjo trastorno mental e incontinencia de orina y excremento. A los 17 años, Zhang Xiantu fue llevada forzosamente para convertirse en “mujer de confort”, el pánico de ver intrusarse a los soldados japoneses le acompaña toda la vida y la dejó con las manos siempre temblorosas. Por su lado, Chen Yabian tiene un ojo que no ha dejado de derramar lágrimas durante más de 60 años, como resultado de ser golpeada cuando se resistía a ser violada en la “estación de confort”...

Todos estos casos corresponden a “mujeres de confort” sobrevivientes a quienes Su entrevistó personalmente y registró sus historias en dos libros escritos por él, Investigación sobre las “mujeres de confort”, y Esclavas sexuales del ejército japonés – verdad de las “mujeres de confort” chinas.

A través de las narraciones de las víctimas sobrevivientes, Su Zhiliang conoció que las “mujeres de confort” raptadas no contaban con ninguna libertad personal, fueron violadas varias veces e incluso decenas de veces al día por los soldados japoneses. Algunas mujeres se suicidaron, pero muchas más mujeres fueron matadas por resistirse, fugarse, contraer enfermedades venéreas, o incluso embarazarse. Al final de la guerra, tan solo una cuarta parte de las “mujeres de confort” raptadas lograron sobrevivir.

En el verano de 1942, los soldados de la 56a División de Japón intrusaron en una calle de viviendas de la ciudad de Mangshi, provincia de Yunnan, y se llevaron a la fuerza públicamente a más de 50 mujeres de la etnia dai para que fueran “mujeres de confort”. Ninguna de éstas sobrevivió hasta el fin de la guerra.

Aún las afortunadas que lograron salir vivas después de la guerra fueron miserables y tristes en el resto de su vida, algunas sufrieron la discriminación de los demás, otras perdieron la fertilidad y hubo también quienes rechazaron casarse por sentir odio hacia los hombres.

Esclavas sexuales coactivas

Según Su, la parte de Japón denomina “mujeres de confort” a estas mujeres reclutadas a la fuerza. Del nombre se puede inferir que estas mujeres brindan “confort” a los militares del ejército japonés, una denominación que atenuó el hecho de que es un crimen bélico cometido por el ejército y el Estado de Japón, que establecieron este tipo de esclavitud sexual durante el tiempo de la guerra. Esta denominación también ha conducido a que se confunda a las mujeres raptadas con prostitutas. Después de la guerra, muchas víctimas soportaron discriminación y humillación ajenas porque incluso se les llamaba “prostitutas de los japoneses”.

“Las‘mujeres de confort’ en realidad son esclavas sexuales. El ejército japonés reclutó forzosamente a gran cantidad de mujeres chinas, coreanas y del Sudeste Asiático, y pocas de países europeos y de EE.UU.”, subrayó Su Zhiliang y continuó: “En la historia de miles años de la civilización humana, no se puede encontrar ningún otro fenómeno que pueda competir con el sistema de ‘mujeres de confort’ del ejército japonés en la magnitud y la gravedad con que los hombres esclavizaron a las mujeres, sobre todo a las de países enemigos y de colonias. Fue una acción sistematizada y organizada del Gobierno japonés y una atrocidad de los caudillos militares japoneses contra las normativas bélicas, la ética de género y el humanismo, representando también la memoria más dolorosa de las mujeres en la historia”.

De hecho, aun en 1993, la Asamblea General de Derechos Humanos aprobó en Viena la Declaración sobre la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, en la que definió la cuestión de las “mujeres de confort” ocasionada por el ejército japonés como una “esclavitud de mujeres en la guerra”.

En julio de 2012, Hillary Clinton, secretaria de Estado de EE.UU., sugirió utilizar “esclavas sexuales forzosas” en lugar del término “mujeres de confort”, traducción directa de la lengua japonesa, en todos los documentos y comunicados oficiales del país, presionando de esta manera para que la parte de Japón asuma su responsabilidad por la violencia sexual cometida en la Segunda Guerra Mundial. Más tarde, Corea del Sur también declaró considerar la sustitución del término oficial en inglés de “mujeres de confort” por “esclavas sexuales”.

Quedan muy pocas “mujeres de confort” vivas. Aunque algunas víctimas viajaron hasta Japón para presentar sus reclamos y cargos, y entregar la solicitud de indemnización ante las autoridades del país, hasta hoy ninguna de ellas ha obtenido una respuesta del Gobierno japonés. Al contrario, sus solicitudes de ser indemnizadas han sido denegadas so pretexto de haber pasado del estatuto de limitaciones, o no ser actos estatales de Japón.

Su Zhiliang (izq.), cuenta a los visitantes japoneses el pasado miserable de las “mujeres de confort”.
 

Acción estatal de Japón

Frente a la negación rotunda del Gobierno de Abe por la manera forzosa con que se reclutó a las “mujeres de confort”, Su Zhiliang señaló que además de él mismo, los estudiosos de diversos países pueden proporcionar gran cantidad de pruebas para dar testimonio de que el Estado y el ejército de Japón desempeñaron un papel principal en la ejecución del sistema de las “mujeres de confort”.

Durante 20 años de estudios e investigación, sobre todo al revisar numerosos documentos conservados en Japón, viejos periódicos, y parte de los materiales que el ejército invasor en China no alcanzó a destrozar, Su logró captar una visión general sobre la realización y la operación de esta forma de esclavitud en China. La primera “estación de confort” fundada por el ejército japonés se situaba en Shanghai a comienzos de 1932. Después del año 1937, cuando se desató la invasión general de Japón contra China, las tropas agresoras establecieron tales estaciones en todos los territorios chinos ocupados y, además, se encargaban de administrarlas. Las “estaciones de confort” estaban distribuidas en más de 20 provincias y ciudades chinas ocupadas por Japón, sólo en Shanghai se registraba más de 160 estaciones. Su calcula que había 200 mil mujeres chinas, por lo menos, que se vieron obligadas a ser esclavas sexuales de las tropas japonesas.

“Al comienzo de mi investigación, no imaginaba que el sistema de ‘mujeres de confort’ había sido tan completo y altamente organizado, en el que se involucraron departamentos gubernamentales de alto rango de Japón, como el Ministerio de Asuntos Exteriores, Ministerio de Justicia, Ministerio de la Marina, Ministerio de la Guerra, así como sus autoridades coloniales en Corea y Taiwan. Había ‘estaciones de confort’ en todos los niveles de unidades militares, desde divisiones y regimientos hasta algunos escuadrones y pelotones. Los invasores japoneses operaban las estaciones con un sistema integral que cubría el transporte y las finanzas “, dijo Su.

Recientemente, el Museo de Archivos de la provincia de Jilin abrió al público más de 100.000 documentos y archivos sobre la agresión japonesa contra China. Al cabo de solo una semana, Su encontró más de 40 archivos relacionados con las “mujeres de confort”, incluso halló un documento donde el ejército japonés sugiere crear una “estación de confort” con fondos públicos.

“De acuerdo con los archivos del Banco Central de Manchukuo, un estado títere en el noreste de China, la fuerza N.º 7990 del ejército japonés gastó en cuatro meses 532.000 yenes japoneses para la creación de ‘estaciones de confort ’”, dijo Su. En ese momento, el salario mensual de un subteniente era menos de 100 yenes japoneses. “Los archivos muestran que el Gobierno japonés ha invertido mucho en la disposición de ‘mujeres de confort’. Esos archivos se han copiado a los comandantes del ejército japonés y su policía militar, demostrando que fueron legales y aprobados por funcionarios de alto nivel”, dijo Su.

Su también dijo: “Los documentos recientemente publicados y los archivos descubiertos en Japón, del Ministerio de la Guerra, Ministerio de la Marina, Ministerio de Justicia y Ministerio de Asuntos Exteriores, nos muestran en conjunto un sistema muy completo y bien aplicado”.

Como quien propuso incluir los documentos de “mujeres de confort” en la lista del Registro de la Memoria del Mundo, Su Zhiliang explicó que, ante el programa de la ONU, China presentó en total archivos de cinco tipos y en 29 agrupaciones, compuestos por los expedientes del Ejército Kwantung japonés estacionado en el noreste de China; de la fuerza policial en las concesiones extranjeras en Shanghai; de las autoridades del poder títere Manchukuo y su banco central; y confesiones escritas por los criminales de guerra japoneses. Hay documentos del ejército de Japón en que se registran las instalaciones de estas estaciones, las estadísticas realizadas sobre el número de soldados japoneses que visitaban las estaciones y hasta el número de “mujeres de confort” que fueron asignadas a ellos.

En estos materiales se incluyen 24 fotos proporcionadas por Su que él ha recogido desde 1992 después de visitar muchas librerías en Japón y leer las memorias escritas por los soldados japoneses que habían participado en la invasión contra China.

Seis de las 24 fotos provienen de un libro en el que, con una descripción detallada, el autor japonés recordó la gestión desde 1939 hasta 1945 de una “estación de confort” dirigida por su padre para la marina japonesa durante la guerra en China.

Su cree que las pruebas desde diversos ángulos bastan para demostrar que la explotación de las “mujeres de confort” fue una acción cuidadosamente impulsada por el Estado y el ejército de Japón. Bajo la planeación directa del gobierno estatal y el mando militar, las tropas japonesas en diferentes lugares ejecutaron las medidas de manera concreta y organizada.

Japón debe enfrentar los hechos

Cuando se le preguntó por qué quería incluir el pasado de las “mujeres de confort” en el Programa Memoria del Mundo, Su dijo que no se trataba de fomentar el sentimiento antijaponés; sólo esperaba que las generaciones futuras extraigan lecciones de los acontecimientos dolorosos e inhumanos.

Su dijo que en 1972, cuando se rea-nudaron las relaciones diplomáticas China-Japón, tanto el Gobierno chino como su pueblo ansiaban sinceramente la amistad y cooperación entre China y Japón. En cuanto a la cuestión de la guerra, China esperaba que Japón se viera introspectivamente sin necesidad de que la parte china le impulsara a hacerlo. Por lo tanto, en vez de enfatizar repetidamente los crímenes de guerra de Japón, China actuó con moderación e incluso se desprendió de su derecho a exigir una indemnización estatal relacionada con la guerra de invasión japonesa. Debido a que no hubo una investigación sobre el tema “mujeres de confort” durante mucho tiempo después de la guerra y muchas de las víctimas han fallecido, hay muy pocos testigos a quienes podemos escuchar hoy.

Cuando Su comenzó su investigación sobre “mujeres de confort” en la década de 1990, los departamentos pertinentes le recomendaron que se mantuviese al margen de la cuestión. Le dijeron que por el bien de la amistad China-Japón, debería ser prudente en su investigación y no publicar sus hallazgos, pese a eso él continúa el estudio. Sin embargo, Su cree personalmente que el tema de las “mujeres de confort” debe aclararse, precisamente por esa razón: por el bien de la amistad China-Japón.

Japón niega persistentemente la historia y el reclutamiento forzoso de las “mujeres de confort” como una acción del Estado. Además se niega a disculparse y compensar a las víctimas en Asia, cuyo número se cree que supera las 400.000.

No se olvide de mí, el primer libro de texto publicado en Corea del Sur sobre el tema de las “mujeres de confort”, se ha puesto en uso entre los estudiantes de primaria y secundaria para exhortar a la gente a que no olvide nunca estas víctimas.

Después de escuchar la acusación de Tan Yuhua, víctima del rapto forzoso realizado por el ejército japonés, una delegación formada por ciudadanos canadienses se toma foto junto con la anciana.

Fotos cortesía del profesor Su Zhiliang

 

El 25 de julio de 2014, Japón volvió a rechazar la demanda por parte de los EE.UU. y la ONU a reconocer su responsabilidad en la cuestión. Su se siente indignado: “Japón parece estar adoptando la política del avestruz. Piensa que otros dejarán de perseguir sus crímenes si entierra su cabeza en la arena. Esa no es una actitud apropiada para un gobierno”.

“Espero sinceramente que el Gobierno japonés y su gente, sobre todo el primero, pueda aprender de Alemania. Japón debe ejercer una profunda introspección sobre la guerra. Es una condición previa, o una base política, para que ese país pueda eliminar sus conflictos con otros países asiáticos. Sin haber asentado esta base, el futuro de Japón parece sombrío. Es razonable y oportuno que Japón vuelva a examinar los crímenes de guerra que cometió”, dijo Su.

Su cree que el tema “mujeres de confort” es una cicatriz dejada por la Segunda Guerra Mundial que afecta las relaciones de Japón con China, Corea del Sur y otros países.

Aún hoy en día, las víctimas no han recibido tratamiento justo del Gobierno de Japón, tampoco ningún tipo de compensación. Con el fin de honrar la memoria de las víctimas que ya no están aquí y garantizar que un crimen tan atroz no vuelva a suceder debemos enfrentar a Japón.

Hoy en día, el gabinete de Abe es cada vez más peligroso. Por ejemplo, quiere cancelar la prohibición sobre el ejercicio del derecho de “autodefensa colectiva” y ha revisado su constitución para convertir por diversos medios a Japón en un país devastador. Esa es una señal peligrosa.