La historia no olvidará
Por JIAO FENG
AUNQUE la Segunda Guerra Mundial se acabó hace apenas 70 años y la generación que vivió la guerra ha venido envejeciendo y muriendo, nunca será olvidada y no deberá ser olvidada porque significó para el mundo una inmensa catástrofe.
El 2 de septiembre de 1945, Japón firmó oficialmente el acta de capitulación en el acorazado norteamericano Missouri, simbolizando la victoria final de esta guerra antifascista mundial.
En esta lucha de vida o muerte que decidió la fortuna del mundo, participaron más de 60 países y regiones afectando a más de 2000 millones de vidas. Entre 55 y 70 millones de militares y a personas comunes y corrientes murieron en la guerra. En China, para resistir la invasión japonesa, 35 millones de personas pagaron con su vida.
1 de junio de 2014. Escultura en Memoria de la Guerra de Resistencia del Pueblo Chino contra la Agresión Japonesa, en Beijing. CFP
La historia es un libro de texto. Cualquier país y pueblo no debe olvidar su propia historia, si la olvida, será una traición a sí mismo. “El museo y salón conmemorativo sirven también como una aula para que el público aprenda la historia”, cree Li Zongyuan, subdirector del Museo de la Guerra de Resistencia del Pueblo Chino contra la Agresión Japonesa y rector de la Academia de la Historia de la Guerra contra la Invasión Japonesa de China.
Con el fin de preservar la veracidad histórica y preconizar la paz mundial, el Museo de la Guerra de Resistencia del Pueblo Chino contra la Agresión Japonesa propuso establecer la alianza internacional de museos sobre la Segunda Guerra Mundial. “Durante estos años, cuando hicimos intercambios con otros museos y salones conmemorativos de la Segunda Guerra Mundial, nos sentimos cada día más responsables de la protección de la veracidad de los hechos históricos, que no es la responsabilidad de un país o un museo, sino de todos los que lleguen a tener un criterio correcto sobre la guerra antifascista mundial. Por eso, planteamos unir a los museos y salones conmemorativos del mundo para formar una sociedad a fin de hacer intercambios y cooperaciones, proteger los hechos históricos y transmitir la ideología de la paz”, dijo Li Zongyuan.
Según Li, su museo realizó una exposición en 2013 en el Salón Conmemorativo de los Mártires en el Campo de Concentración de Auschwitz de Polonia, a la cual invitó a los responsables de museos sobre la Segunda Guerra Mundial de otros países. Propuso establecer una alianza y logró el consentimiento de todos los participantes. Más tarde, Li envió oficialmente la invitación a otros museos del mismo tipo en Rusia, Polonia, Singapur, Corea del Sur, Japón, EE.UU. y otros países para pedir sugerencias por un lado, y por otro, y así planear la fundación de la alianza cuando se cumpla el 70o aniversario de la victoria de la guerra antifacista en el año venidero.
18 de septiembre de 2013. El día del 68º aniversario de la victoria de la guerra antifascista mundial y también el día del 82º aniversario del estallido del Incidente de Mukden, la exposición sobre crímenes cometidos por los nacistas en el Campo de Concentración de Auschwitz se realiza en el Museo de las Víctimas en la Masacre de Nanjing.
Contribuciones de China
La guerra contra la invasión japonesa de China no es una guerra independiente sino forma parte de la batalla antifascista mundial. China fue el campo de batalla más importante del oriente. Li Zongyuan afirmó que “la resistencia del pueblo chino consumió y debilitó, en gran medida, la fuerza del militarismo de Japón y, durante un largo tiempo, atacó e hizo que la mayor parte de su ejército de tierra y su armada se alejara. Sobre todo después del estallido de la Guerra del Pacífico, como las fuerzas militares de Japón fueron desviadas por China y no podían arribar hacia el norte ni tampoco bajar al sur, esto alivió la presión de la Unión Soviética, EE.UU. y Reino Unido y contribuyó estratégicamente a la victoria de la guerra antifascista mundial”.
The New York Times publicó el 18 de octubre de 2013 un artículo de Rana Mitter, catedrático de la Universidad de Oxford, en el que escribe: “La resistencia de China contra Japón es una historia de la Segunda Guerra Mundial poco conocida por el mundo. China es el primer país de Los Aliados que combatió con Las Potencias del Eje, pero el reconocimiento del papel que China desempeñó en la Guerra del Pacífico es mucho menos que el obtenido por EE.UU. y Reino Unido, e incluso menos que el de la Unión Soviética, que no participó en la guerra asiática hasta agosto de 1945. Debido a la Guerra Fría, las contribuciones chinas fueron relegadas detrás de la espalda y se convirtieron en algo inconveniente para mencionar”. En su nuevo libro Aliados olvidados, Rana Mitter aclaró su opinión: “La Segunda Guerra Mundial no estalló en la planicie de Europa, sino en la tierra de China, por un incidente sucedido cerca del Puente de Marco Polo (Lugou)”. Lo que alivió mucho al catedrático de la Universidad de Oxford es que más y más estudiosos empiezan a conocer el papel activo de China en la Segunda Guerra Mundial.
Según los datos históricos, el campo de batalla en China contuvo cerca de un millón de fuerzas militares de Japón. El 9 de septiembre de 1945, China aceptó en su propia tierra la rendición de un total de 1,28 millones de soldados japoneses. El pueblo chino hizo un gran sacrificio en la guerra, incluyendo más de 35 millones de muertos y heridos, con una pérdida económica directa superior a 100. 000 millones de dólares, además de 500.000 millones de pérdidas indirectas.
Experiencia del pasado
Hay una frase antigua de China: La experiencia del pasado, si no cae en el olvido, sirve de guía para el futuro. En el mitin de conmemoración del 77° aniversario del estallido de la guerra de resistencia contra la invasión japonesa, celebrado el 7 de julio del presente año, el presidente Xi Jinping tomó la palabra aclarando el objetivo de esta celebración solemne que es memorizar la historia, recordar a los mártires, apreciar la paz, persistir en el camino del desarrollo pacífico y preservar la paz mundial.
Todo el mundo sabe que el militarismo de Japón invadió poco a poco con fuerzas armadas las tres provincias del nordeste de China después del Incidente de Mukden del 18 de septiembre de 1931.
El 7 de julio de 1937 por la noche, con pretexto de que un soldado desa-pareció, el ejército japonés acantonado alrededor del Puente Marco Polo (Lugou) solicitó entrar en el distrito de Wanping, lo que provocó el severo rechazo de la guarnición china. A la madrugada del día siguiente, Japón emprendió una ofensiva y los soldados en reserva de Wanping se vieron obligados a defenderse. Es el sombrío acontecimiento del Incidente del Puente de Marco Polo que simboliza la provocación de la invasión a China por el militarismo japonés y el estallido de la guerra antijaponesa del pueblo chino. Durante el largo tiempo de la guerra, el militarismo japonés cometió terribles crímenes: matar desenfrenadamente habitantes pacíficos y soldados que habían depuesto las armas, e incluso usar a los soldados aprisionados para practicar la carga a la bayoneta; obligar a las mujeres a ser esclavas sexuales convirtiéndolas en “mujeres de confort”; capturar a la gente simple de China y llevarla a Japón para trabajar arduamente; usar las armas químicas y bacteriológicas en el campo de batalla de China. Estos crímenes violaron gravemente la ley internacional y significaron una inmensa catástrofe no solo para China, sino también para Corea del Norte y Corea del Sur, así como al pueblo japonés.
2 de septiembre de 1945. Japón firmó oficialmente el acta de capitulación en el buque de guerra Missouri, simbolizando la victoria final de esta guerra antifascita mundial.
Li Zongyuan dijo: “La paz es el ideal común del pueblo mundial. Las crueldades que cometió el militarismo japonés en la Segunda Guerra Mundial constituían una amenaza grave a la paz de la humanidad. Todos los que aman la paz rechazan estas crueldades e invasión, y protegen la paz mundial y la dignidad humana. La negación, la deformación y el embellecimiento de la historia de invasión tratan de manchar el alma de los muertos y humillar la dignidad de los vivos. Deben ser condenadas y criticadas”.
Por supuesto, recordar la historia no es para sembrar las semillas de venganza ni tampoco el llamado nacionalismo. Según Li, el nacionalismo preconiza la exclusividad, y es el patriotismo estrecho. “Recordar la historia es para proteger la veracidad de la historia, mantener la paz mundial y dignidad humana, así como crear un ambiente bueno para el desarrollo pacífico”.
En febrero del presente año, la séptima sesión del XII Comité Permanente de la Asamblea Popular Nacional aprobó dos decisiones: determinar el 3 de septiembre como el Día Conmemorativo de la Victoria de la Guerra de Resistencia del Pueblo Chino contra la Agresión Japonesa, y el 13 de diciembre como el día nacional para conmemorar a las víctimas de la Masacre de Nanjing. Xi Jinping señaló que “la historia es el mejor manual pedagógico y la pastilla más eficiente para tener una mente despejada. El pueblo chino tiene una memoria muy dolorosa sobre la guerra y perseguirá eternamente la paz”.
Recordar la historia no es para heredar la enemistad. Sin embargo, si no recordamos la historia, no podremos tomar la lección de la historia, apreciar la paz y tranquilidad difíciles de obtener ni tampoco crear un mejor futuro.