El chino, el amante ideal de Isolda Morillo
Isolda Morillo es periodista peruana en Beijing y ha escrito muchos artículos sobre China en estos diez años.
Por MICHAEL ZÁRATE
SI escribir una buena historia es ya digno de admiración, imagínese lo que es para un hispanohablante hacerlo en chino. La periodista peruana Isolda Morillo tomó en serio este desafío y ha logrado publicar este año la novela corta El amante ideal. Se trata muy probablemente de la primera latinoamericana que publica en China poesía y prosa en idioma chino. Sin embargo, la relación de Morillo con el país de Mo Yan va más allá de las letras. La suya es una historia que, sin habérselo propuesto, une a Perú y China.
Es 1980. Perú salía de doce años de régimen militar y una niña –también de 12 años– pisaba por primera vez Beijing, una ciudad que le cambiaría la vida. “Alguien me dijo que no se podía extrañar Beijing porque cada vez que uno regresa, Beijing es otra ciudad”, dice Morillo, quien se refiere así a los constantes cambios urbanísticos que ha experimentado la capital china. No obstante, hay lugares de la Beijing que conoció que siguen de pie y que forman parte de la memoria de esta peruana. Uno de ellos es el Hotel de la Amistad.
Fuera de lugar
Isolda Morillo llegó a Beijing junto con su hermana menor y sus padres, los reconocidos profesores peruanos Juan Morillo y Georgina Cabrera. Se instalaron en el Hotel de la Amistad, donde radicaban todos los expertos extranjeros de aquel entonces. Esos primeros momentos en China fueron de una total confusión para la joven y curiosa Isolda, quien no dejaba de sentirse fuera de lugar. No tenía muchos amigos, no hablaba el chino y –debido a esto último– tuvo que volver al primer grado de primaria en una clase junto a niños de 5 y 6 años. “Había momentos en los que miraba al cielo y pensaba que quizá pudiese haber algún ovni que me raptase y devolviese a mi planeta, porque sentí que había llegado a otro planeta”.
Esos momentos de inquietud han sido la materia prima para El amante ideal, una historia en la que Isolda Morillo habla de un parque de bambúes que aún queda muy cerca del Hotel de la Amistad y donde conoció al chico que luego se convertiría en el protagonista –el amante ideal– de su novela. “Yo tenía 15 años e iba a patinar allá. En ese tiempo no había nada en Beijing. Yo era adolescente y tenía ganas de conocer a jóvenes de mi edad. En la escuela todos eran muy serios y lo máximo que hacían era jugar pimpón”.
Aquel parque de bambúes tiene una presencia muy fuerte en la memoria de Isolda, pues le recuerda los aires de libertad que comenzaba a respirar en su nueva vida. Allá empezó a hacer amigos chinos, “quienes iban vestidos de colores, muy raro en esa época”. Era el invierno de 1985 y en una Beijing de menos 20 grados centígrados, aquellos jóvenes chinos patinaban sobre un lago congelado y bajo el contagiante sonido de la música disco. “Esa imagen contrastaba con mi día a día en el Hotel de la Amistad, donde había un montón de extranjeros que se ponían a hablar de la revolución y debatían el futuro del socialismo. Y al otro lado del hotel pasaban tantas otras cosas”.
Mundo de letras
Después de varias idas y vueltas en su vida, Isolda tomó la decisión hace diez años de radicar en Beijing. En ello influyó el hecho de que sus dos hijos debían concluir sus estudios escolares y de que sus dos padres continuaran viviendo en esta ciudad. Inicialmente, Isolda pensó que se quedaría solo unos años. Sin embargo, poco a poco fue involucrándose más en el idioma chino, impulsada sobre todo por la necesidad de consumir literatura, su mayor pasión y debilidad.
“Comencé a sentir una frustración. Aquí en Beijing no puedes comprar libros en español y empecé a leer libros en chino. Reforcé mucho más mi nivel. Luego comencé a escribir en chino y a conocer escritores. Tú puedes vivir en China y estar un poco al margen. Tú puedes tener amigos extranjeros, ir a eventos en las embajadas y vivir bien. Pero ese espacio que yo pude encontrar gracias al idioma chino ha sido muy rico. Fui encontrando cosas que me fueron seduciendo”, dice, y agrega con una sonrisa: “Me he quedado en Beijing porque si la vida te da limones no tienes que hacer limonada, sino mojitos”.
Pero más que un vaso de mojito, lo que Isolda tiene en la mano son un papel y un lapicero. Su vida en Beijing ha hecho que esta periodista peruana descubra el vasto mundo de la literatura china, y por ello jamás pierde la ocasión de tomar apuntes cada vez que sus amigos chinos le cuentan alguna leyenda, algún mito o la historia de algún emperador. Muchas veces se ha preguntado cuántos años le tomaría tener el inconsciente colectivo de los chinos. “Los más de 20 años que he estado aquí no son suficientes. El chino es un idioma que tiene viva su tradición. Es un idioma muy profundo y he empezado a conocerlo”.
El primer cuento que Isolda publicó en chino trata sobre su padre, el profesor Juan Morillo, y se tituló Impoluto. Lo publicó en una revista china llamada Poesía mensual. La historia se basa en el viaje que hizo su padre cuando era apenas un niño de 10 años y debió dejar su pueblo natal, Taurija, para irse completamente solo a estudiar en la ciudad de Trujillo (costa norte de Perú). Así como en el caso de su padre, los viajes y las mudanzas han sido también una constante en la vida de Isolda. Y, al parecer, es algo que viene de familia.
El bisabuelo de Isolda era chino, de la provincia de Guangdong (Cantón), y arribó a Perú con su pequeña hija para trabajar en una plantación de azúcar. No eran épocas fáciles para los chinos. Muchos de ellos trabajaban en condiciones casi de esclavitud. De hecho, el bisabuelo terminó huyendo de aquella plantación de azúcar por los maltratos recibidos, y fue así como llegó al apacible y cálido pueblo de Taurija, donde su hija echaría raíces y alumbraría después a Juan, el padre de Isolda.
“No hay registros de mi bisabuelo chino. No sabemos de qué parte de Cantón era. No sabemos cómo se llamaba en realidad, pues al llegar a Perú cambió su apellido por el de Ganoza. A mi abuela china sí la conocí. Se llamaba Clorinda”, dice Isolda, quien se enteró que tenía ascendencia china recién a los 12 años, justo antes de partir con sus padres en 1980 rumbo a la tierra de sus ancestros.
Un mundo ni ancho ni ajeno
China Hoy tuvo la oportunidad de asistir a la presentación de la novela El amante ideal, publicada por la revista de la librería One Way Street y la editorial La República Ideal, que promueve la literatura china y extranjera. La novela corta de Isolda ha tenido bastante éxito e, incluso, le han propuesto hacer una película. “Es una novela que ha revelado mucho de las relaciones entre chinos y extranjeros”, explica. A diferencia del nombre de la librería, la novela de Isolda dista mucho de ser una calle de un solo sentido. La historia tiene muchos sentidos.
El amante ideal transcurre en tres países: Perú, China y Estados Unidos. Es el relato de una chica peruana que viaja por estos países, que se encuentra con realidades distintas y que va buscando una identidad, ese lugar al cual llamar “hogar”. Pero es también un ejercicio personal por comprender este mundo que dejó ya de ser ancho y ajeno (parafraseando el título de la novela del peruano Ciro Alegría). En medio de todo esto, hay una historia de amor de adolescencia, que es el hilo del relato. “Me he servido de datos autobiográficos para hilvanarlo”, señala.
Al final de la historia, el protagonista –el amante ideal– decide dejar Beijing e irse a un pequeño pueblo en la provincia de Anhui, cerca de la imponente Montaña Amarilla (Huangshan). Tiempo después, la joven que lo ama –quien como Isolda es periodista– viaja a este pueblo a realizar un reportaje y ambos se encuentran. “Es quizá una manera de retratar cómo el protagonista perdió sus sueños de adolescencia y el gusto de vivir en la ciudad”. “Y si tú pudieras elegir hoy un lugar en donde vivir, ¿cuál sería?”, le pregunto. “Donde me quieran o donde me den una visa”, responde ella.
Isolda habla español, chino, inglés y francés, pero dice que el que más se acerca a su idioma materno es el lenguaje visual. Y ello tiene que ver con esa enorme frustración que sintió de adolescente, cuando se percató de que no podía hablar bien ningún idioma, precisamente por los constantes viajes y mudanzas que tuvo en su vida. Ella estudió arte en Nueva York y Lima, y cine en Nueva York y La Habana. Sin embargo, llegó un momento en el que se dio cuenta de que el idioma chino era el que más influía en ella. Y por ello decidió escribir cuentos en chino.
“Creo que se puede adoptar un idioma, como uno puede adoptar un hijo o una cultura. Yo quiero un idioma en el que me sienta como en casa. Suena raro, pero hoy lo más fácil para mí es el chino porque estoy aquí, tengo textos a la mano, hay librerías y mis amigos chinos pueden corregirme”, dice, y remata con decisión: “Yo prefiero ahora enamorarme de un chino que de un extranjero”.
Isolda Morillo en uno de sus viajes al oeste de China.