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2016-December-8 08:38

“¡Hola, chinita!”

Don Augusto Lau (45 años) acompañado de su esposa, doña Georgina, y sus hijos Ricardo (2 años), Cristina (5 años) y Manuel Augusto (6 años). Año: 1945.

 

Huellas chinas en un viaje por Perú

 

Por MA ZHENG*

 

“¡Hola, chinita!” fue la frase que nos dio la bienvenida cuando mis amigas y yo salimos por primera vez a pasear por las calles de Piura (ciudad del norte de Perú), donde trabajamos unos años enseñando chino a los piuranos y donde compartimos nuestra cultura con ellos. Luego una amiga peruana me explicaría que nos llamaban así por el afecto que allá tienen por los chinos.

 

Este particular cariño quedaba demostrado cada vez que oía a mis alumnos y amigos peruanos tratándose de “chino” entre ellos. A veces, llamaban “chino” a una persona que no tenía ningún rasgo asiático, pero que era un buen y cercano amigo. Además, en los medios de comunicación llamaban “chino” a todo asiático de forma general. ¿Por qué los peruanos usan tanto lo de “chino” y no otros gentilicios para mostrar su cariño o para tratar a los asiáticos?

 

Cada vez que tomábamos un taxi era frecuente que el chofer nos confesara con emoción que su abuelo o bisabuelo era de China. Al pasear por las calles de la ciudad veíamos chifas por todos lados, restaurantes en donde puedes pedir una popular sopa wantan o un lomo saltado. De hecho, muchos de los alumnos a los que enseñábamos tenían rasgos chinos: ojos rasgados, estatura mediana, cabello oscuro, y algunos llevaban apellidos chinos como Chong Shing, Kufoy, Ly, Liu, Ma y Wong.

 

Luego de informarme más, me di cuenta de que quizá fueron los inmigrantes chinos que llegaron a Perú desde finales del siglo XIX los que dieron origen a estas huellas, las cuales dan hoy una bienvenida especial a los chinos. La historia cuenta que entre 1849 y 1874 llegaron 100.000 culíes chinos a Perú, muchos de los cuales se quedaron allá toda la vida. A pesar de que hubo temporadas en las que mermó la inmigración por múltiples factores, los chinos no dejaron de llegar a Perú, lo cual parece coincidir con una cifra no oficial, pero que es referida en muchas ocasiones: el 10 % de la población peruana tiene ascendencia china. Además, Perú cuenta con la mayor comunidad china en América Latina.

 

Luego de conocer todo ello, resultaba más comprensible el hecho de que al aterrizar en este país nos sintiéramos rodeados de gente que en el fondo guarda un vínculo sanguíneo con nosotros, y quizá por ello también un cariño hacia nosotros.

 

Historias de familia

 

En 2014 hicimos un proyecto para saber más sobre los inmigrantes chinos en Piura, a través de las fotos que guardan las familias con ascendencia china. Al principio temíamos que los piuranos no quisieran conversar sobre el tema, ni mucho menos enseñarnos sus álbumes. Pero, para nuestra gran sorpresa, todas las personas a las que entrevistamos nos abrieron cordialmente la puerta de sus casas, nos enseñaban las fotos de antaño y nos contaban la historia de sus padres chinos con emoción y agradecimiento.

 

Aquellos padres eran chinos que habían llegado a Perú entre las décadas de 1920 y 1960, con el fin de ayudar en los negocios a sus parientes ya establecidos en el país, aunque también hubo quienes llegaron huyendo de la inestabilidad de la sociedad china de aquellos años. Una vez en Perú, se pusieron a trabajar para mantenerse por sí mismos e integrarse de la mejor manera a la sociedad. En nuestras entrevistas no faltaban historias conmovedoras e interesantes que nos ilustraban cómo se desenvolvían los chinos en una sociedad heterogénea que desconocían al principio.

 

El señor Humberto Kianman era buen cocinero y de vez en cuando preparaba un chanchito asado con el que agasajaba no solo a sus familiares, sino también a los vecinos, a quienes dejaba encantados con este plato originario de Cantón (Guangdong). El señor Humberto había venido de allá, como la gran mayoría de inmigrantes chinos de su época. Este plato se volvió tan famoso que los vecinos lo bautizaron con mucho cariño como “El chanchito de Humberto”.

 

Los tres hermanos de la familia Lau, hoy ya jubilados, fueron profesionales gracias a su padre, el señor Augusto Lau, de origen chino y quien le dio mucha importancia a la educación de sus hijos. Con el chifa llamado Iris que montaron en 1935, los esposos Lau pudieron dar la mejor educación a sus tres hijos. El señor Augusto Lau se familiarizó muy bien con la cultura peruana. El día de su boda se convirtió al catolicismo y su funeral fue también católico. Precisamente, en la foto del funeral que nos enseñó su hija, vimos al señor Lau con una gran cruz en la mano, en medio de un ambiente de silenciosa y pacífica tristeza.

 

El señor Ma San Lin tenía buen olfato para los negocios. Instaló su bodega en la ciudad de Talara y extendió sus negocios por Tumbes, Piura y Sullana. Tuvo también una fábrica de fideos y una heladería. Además de los negocios, se dedicaba al aprendizaje del español para comunicarse mejor con sus clientes. Consultaba con frecuencia un diccionario español-chino, le hacía preguntas a su hija e, incluso, se matriculó en una escuela nocturna. Lo más impresionante es que no dejó su afición por la fotografía. Su hija nos contó que a veces lo ayudaba en el estudio fotográfico que su padre montó en casa. Con su cámara, el señor Ma San tomó fotos preciosas que registran la vida de los inmigrantes chinos de aquella época: en la playa, en los ríos, con sus carros, en el desierto.

 

El señor Chong Shing era un “comerciante diplomático”, pues en sus actividades comerciales solían estar presentes diplomáticos chinos y peruanos. En 1960, cuando inauguró la Mueblería Chong Shing en Sullana, contó incluso con la presencia del entonces presidente de Perú, Manuel Prado Ugarteche. Con su ayuda, su hermano Francisco Chong Shing pudo instalar en Sullana la ferretería “Panchito”, que sigue hasta ahora. El éxito de esta ferretería le permitió al señor Francisco adquirir su casa propia.

 

La familia Ruiz, cuyo apellido original en chino es Lü, es representativa de Talara. El señor Ruiz hacía buenos negocios y era tan generoso que acogía en su hogar a los chinos recién llegados, quienes se sentían en casa y podían dedicarse tranquilamente a sus propios negocios. Esta ayuda se ha visto gratamente compensada con el cariño y aprecio que los paisanos chinos sienten por sus hijos y familiares.

 

Solidaridad entre los paisanos

 

Además de las familias chino-peruanas, la colonia china era otra organización muy importante en aquel entonces, tanto en la capital como en las provincias. Denominada oficialmente como “Beneficencia China”, esta era un centro de reunión para los chinos inmigrantes. Aparte de ello, la colonia china tenía otra función muy importante: recaudar fondos entre sus miembros para los chinos ya mayores que no tenían familia. Vimos una fotografía tomada durante la inauguración de la Beneficencia China de Piura en 1961, cuyo local lucía una frase que nos hizo sentir la armonía y cordialidad de esta organización: “Rodeados de paisanos, olvidarás que estás lejos de tu tierra”.

 

La mayoría de inmigrantes chinos que llegaban a Perú se dedicaban a los negocios y abrían tiendas de abarrotes, fondas, ferreterías, bodegas, bazares, restaurantes, etc., que facilitaban las compras a los vecinos. “El chino de la esquina” se volvió un dicho popular en aquella época. Además, había negocios que se concentraban en una misma zona (en Piura, por ejemplo, en la calle Lima con la Plaza de Tres Culturas). Más allá de la cercanía y la gran variedad de sus productos, otro motivo para el éxito de estos establecimientos se debía a que los chinos fueron los primeros en ofrecer créditos, con lo cual no solo mostraban su confianza con en los vecinos, sino que también ganaban más clientes.

 

Más de 160 años han pasado desde que los primeros trabajadores chinos arribaron a Perú. Las huellas que dejaron y sus descendientes van desde lo más visible hasta lo más intrínseco. No hace falta conocer la lengua española ni la cultura peruana para que uno se impresione de la cantidad de chifas que se pueden ver entre el Aeropuerto Internacional Jorge Chávez y el centro de Lima. Estos restaurantes pueden ser pequeños y estar ubicados en la esquina de una calle; o pueden ser también grandes y lujosos, en donde se celebran suntuosas reuniones de amigos o familiares con platos exóticos. Al entrar más en contacto con la gente, uno va sintiendo el particular afecto de los peruanos por los chinos, que se muestra en el trato simpático y en su gran interés por conocer a la gente y la cultura de nuestro lejano país. Hoy en día, después del esfuerzo de varias generaciones, y a pesar del apellido chino que llevan y de sus rasgos asiáticos, los descendientes de las primeras generaciones de chinos ya forman parte de la sociedad peruana. Hay personas de ascendencia china sobresalientes en ámbitos como el académico, el deportivo, el político, el económico, entre otros.

 

Estos lazos ya arraigados entre los dos pueblos hacen de Perú un país particularmente acogedor para los chinos y la cultura china, por más que los dos países estén separados por el océano Pacífico. Y son un gran antecedente para que los dos pueblos se conozcan más a fondo y sigan manteniendo un intenso intercambio en diversos terrenos, el cual se ha acentuado desde el establecimiento de relaciones diplomáticas hace 45 años.

 

*Ma Zheng es doctora en Filología Hispánica. Entre 2009 y 2015 desempeñó el cargo de directora de la parte china del Instituto Confucio de la Universidad de Piura (Perú).

 

Antonio Chong Shing junto a su hijo Hilario (izq.), sus hermanos Apa y Francisco, y los empleados de la Mueblería Chong Shing en Sullana. Autor: Foto Salinas. Año: 1975 aproximadamente.

 

Tienda de don Julio Ly Yap en Chulucanas. Aparecen Rodolfo Ly, Ernesto Koo, Julio Ly, Rosa Silva Palacios y Elio Li (niño). Año: 1960 aproximadamente.

 

Don Antonio Chong Shing junto con su primo acompañando al presidente Manuel Prado (en medio), en la inauguración de la Mueblería Chong Shing en Piura. Año: 1960 aproximadamente.