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2016-March-3 14:31

Recuerdos de episodios amistosos --Con motivo del Año de Intercambio Cultural China-América Latina y el Caribe

Por TANG MINGXIN*

Septiembre de 1962. El presidente Mao Zedong se entrevista con una delegación de jóvenes latinoamericanos de Perú, Puerto Rico, Guatemala, Ecuador y Venezuela.

EL pasado 26 de enero, el Ministerio de Cultura de China proclamó al 2016 como el Año de Intercambio Cultural China-América Latina y el Caribe en China y en cerca de 30 países de la región latinoamericana. Propuesto por el presidente Xi Jinping, se trata del evento cultural de mayor envergadura desde la fundación de la República Popular en 1949 y, sin duda, creará oportunidades históricas para el intercambio y la cooperación cultural entre ambas partes.

Como diplomático retirado que se dedicó por largo tiempo a las relaciones chino-latinoamericanas, a menudo se agolpan en mi memoria episodios relacionados con el establecimiento de los lazos diplomáticos, los acontecimientos significativos o recuerdos relativos al intercambio de personal y a la cooperación amistosa.

“La China Poblana de Puebla”

A pesar de la gran distancia geográfica que separa a China y América Latina, los contactos amistosos entre ambos pueblos son muy antiguos, pues se iniciaron a mediados del siglo V. Las lápidas, monedas y esculturas antiguas chinas descubiertas en México, la Lápida de la Suprema Autoridad con caracteres chinos hallada en Perú, las monedas de la dinastía Han desenterradas en Ecuador, así como el yin y el yang y el fengshui, tradiciones chinas profesadas por indígenas de Colombia, son reliquias y costumbres culturales dejadas por los chinos en América Latina.

Con el aumento de los intercambios, productos cultivados por los indios americanos como el maíz, la patata, el tomate, el cacahuate, el tabaco, el coco y la calabaza se introdujeron en China.

Cabe mencionar especialmente que entre mediados del siglo XVI y comienzos del XIX, los barcos comerciales chinos transportaban seda, porcelana, té, artículos de jade, tela de algodón y otros objetos de artesanía al puerto de Acapulco (México) vía Filipinas, abriendo una “Ruta Marítima de la Seda”. Los hombres de negocios de Centroamérica y América del Sur viajaban a Acapulco para comprar estas mercancías y venderlas después en toda la región. Al mismo tiempo, dichos barcos regresaban a China cargados con gran cantidad de monedas acuñadas con el águila de México, enriqueciendo así su mercado financiero y vida social. Los mexicanos bautizaron esta ruta transpacífica como la “Ruta de China”.

La “Ruta de China” también abrió un canal para los intercambios culturales entre ambos continentes. En 1614, una joven china llamada Meilan, experta tejedora y bordadora, fue adoptada por una familia de Acapulco. Meilan hacía llamativos vestidos coloristas con bellos motivos que, gradualmente, se fueron convirtiendo en los vestidos de la “china poblana”, combinando las características tradicionales chinas y mexicanas. Gracias a ellos, Acapulco pasó a ser un lugar famoso por el hecho de producir este artículo de artesanía bordada. Tras la muerte de Meilan, los lugareños le construyeron una tumba al pie de la fortaleza de la ciudad de Puebla. Hoy día, una estatua de la “China Poblana” se yergue en el estanque de un céntrico parque.

Precursores en el impulso de la amistad

Después de la fundación de la República Popular China en 1949, los países occidentales, con Estados Unidos a la cabeza, aplicaron un bloqueo a China, impidiendo que los países latinoamericanos desarrollaran relaciones con el país asiático. El entonces presidente Mao Zedong, y el primer ministro Zhou Enlai, dada la situación global, establecieron que China se abriría a todos los países de América Latina que deseasen establecer lazos diplomáticos con China, pero que si no lo hacían, no implicaba eliminar los contactos bilaterales, sino todo lo contrario, había que promoverlos aunque fuesen entre los pueblos.

Recuerdo claramente que en una entrevista con una delegación de jóvenes latinoamericanos, Mao Zedong dijo: “Ustedes son héroes que han superado todas las dificultades para venir a China sin temer el bloqueo ni el cerco impuesto por Occidente. Agradecemos su profundo sentimiento de amistad hacia el pueblo chino”.

En una reunión con varias delegaciones regionales, Zhou Enlai dijo: “China y América Latina están separadas únicamente por el Pacífico. Hay un proverbio chino que reza: la íntima amistad borra la lejanía. Por eso somos los mejores vecinos y amigos. Deseo que nos esforcemos juntos por que el Pacífico sea un verdadero océano de paz que traiga progreso al mundo y felicidad a la humanidad”.

En América Latina surgieron gran cantidad de impulsores de la amistad con China. Entre 1950 y 1970, más de 2000 personas de 20 países de la región viajaron a China. Personajes amigos como el presidente chileno Salvador Allende, el presidente mexicano Lázaro Cárdenas, y representantes de parlamentos, partidos y otros terrenos sociales aumentaron su comprensión y afecto hacia nuestro país mediante sus visitas.

En noviembre de 1984, como miembro de una delegación de la Asociación de Amistad del Pueblo Chino con el Exterior (AAPChE), visité Ecuador, Chile, Argentina, Brasil, Guyana y Trinidad y Tobago. En Chile fuimos recibidos por el presidente de la Asociación de Cultura China, Juan Martínes Campus, quien manifestó que Chile y China son los dos países del mundo más alejados el uno del otro pero que, como mencionó el presidente Allende, si se excavase un túnel por el lado chileno, la salida estaría en China, lo que manifiesta que ambos países solamente están separados por una pared y que son hermanos naturales que comparten un mismo destino.

En mayo de 1979, acompañé a una delegación de la AAPChE a visitar Colombia. Gracias a la esmerada coordinación de la recién fundada Asociación de Amistad Colombia-China, que había trabajado con entusiasmo por fomentar las relaciones bilaterales, logramos reunirnos con el presidente Julio César Turbay Ayala. Durante nuestra conversación, Turbay Ayala señaló que la antigua civilización de China es una enorme riqueza de la humanidad, la cual se nutre de aquella. Citó una famosa frase de Confucio para dar la bienvenida a sus huéspedes: “Siempre es un placer saludar a un amigo que viene de un lugar lejano”. Finalmente, aseguró que el establecimiento de las relaciones diplomáticas entre ambos país sería posible y que no tardaría mucho en producirse. En efecto, poco después de aquel encuentro, el país sudamericano reactivó sus contactos con la misión permanente china en las Naciones Unidas para negociar ese asunto, y el 7 de febrero de 1980 se firmó finalmente en Nueva York el restablecimiento de lazos diplomáticos.

En vísperas del Día Nacional de China en 1995, el embajador chino Tang Mingxin presidió la inauguración de la Semana del Cine y la Fotografía de China en la Paz, Bolivia.
 

Amigos latinoamericanos inolvidables

La Nueva China ha desplegado activamente intercambios culturales con los pueblos latinoamericanos, enviando diversas delegaciones de periodistas, jóvenes y mujeres, así como representantes de los sectores cultural, educativo, comercial y sindical a visitar la región. Muchos países latinoamericanos han establecido asociaciones culturales y de amistad, además de cámaras comerciales, con China, las cuales se han convertido en puentes de promoción de los lazos populares.

Los pueblos de ambas partes, mediante los intercambios culturales y el aprendizaje mutuo, aprecian sus respectivos conocimientos y artes y fomentan el entendimiento mutuo y la amistad.

En mayo de 1975, acompañé a una delegación artística a visitar Venezuela y Guyana. Según los principios de asimilación y deleite mutuos, en el programa añadimos algunos cantos y danzas locales. Un día, durante el ensayo, se escucharon aplausos procedentes del exterior del teatro, aplausos de la gente que pasaba por la calle y escuchó una canción popular venezolana. Durante el clímax de la actuación, todos los espectadores se unieron a nuestro cantante para entonar dicha canción. Antes de abandonar el país, el presidente de la Asamblea Nacional Gonzalo Barrios recibió a los integrantes de la delegación y les transmitió con sinceridad que el excelente arte del espectáculo chino había llegado al alma del pueblo venezolano, feliz de contar con un amigo como el pueblo chino.

En Guyana, al terminar una de las representaciones, una anciana de pelo blanco vino a preguntar por nuestro soprano, que había cantado “Guyana Hermosa”. Era la madre del compositor de la canción. Dijo emocionada que la actriz china había mostrado su amor a Guyana a través de la canción y que el pueblo guyano también tenía mucha afinidad con China porque respeta por igual la historia y cultura de todos los países, sean grandes o pequeños, y que el pueblo chino será siempre un amigo grande y leal en el que el pueblo guyano puede confiar.

En 1984, cuando visité Argentina, conocí a una secretaria de la Asociación de Culturas Asiáticas, que me contó una historia emocionante. En el Festival Mundial de la Juventud celebrado en Helsinki, Finlandia, en 1962, se enteró de que los bailarines chinos querían aprender la danza argentina y decidió enseñársela personalmente, para lo que tuvo que dejar a su bebé al cuidado de otras personas. Después del evento, vino a China a actuar con el conjunto artístico de cantos y danzas folklóricos de Argentina, guiando el ensayo de los actores chinos.

Al concluir su relato, señaló a una bonita chica y explicó que era su hija, la cual fue alzada en brazos por los actores chinos durante el ensayo. Luego expresó su deseo de que, en adelante, muchos más jóvenes como su hija lleven a cabo acciones similares para conseguir que la amistad entre China y Argentina se perpetúe para siempre.

*Tang Mingxin fue embajador de China en Bolivia y Uruguay y es vicepresidente horonario de la Asociación de Ex Diplomáticos Chinos.