Historias contadas en español
TRES estudiantes chinas de español cuentan por qué estudiaron la lengua de Cervantes. Ellas fueron finalistas del concurso organizado por el canal CCTV en español, donde demostraron conocer no solo el idioma, sino también la cultura de los países hispanohablantes.
Un “pana” en Venezuela es lo mismo que un “cuate” en México y un “colega” en España. Así también, un “pituco” en Perú es lo mismo que un “aniñado” en Ecuador, un “fresa” en México, un “pijo” en España y un “sifrino” en Venezuela. Estas palabras no están en el diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, ni tampoco las enseñan en las clases de Filología Hispánica de las universidades chinas. Sin embargo, en dichos países hispanos se usan a diario y se consideran cercanas. Esto lo saben Emilia, Lucinda y Vera, tres estudiantes chinas que aprendieron español y que se destacaron en el reciente concurso organizado por la Televisión Central de China (CCTV).
Vera, la futura abogada
Zhang Mingjin, también llamada “Vera”, de 21 años, nació en Jinan, provincia norteña de Shandong, y cursa actualmente el cuarto año de la carrera de Filología Hispánica en la Universidad Jiaotong, de Beijing. El año pasado, ella se fue a España para hacer un intercambio estudiantil en la Universidad Complutense de Madrid. Allá estuvo 10 meses donde su nivel de español mejoró exponencialmente. Al volver a Beijing, comenzó a hacer una pasantía en el Centro de Estudios Mexicanos de la Universidad Nacional de México (UNAM), ubicado en la Universidad de Estudios Extranjeros de Beijing (Beiwai). Después de haberse familiarizado con el acento madrileño, Vera pasó a estar rodeada de mexicanos. Al inicio no fue fácil porque tuvo que aprender muchas nuevas palabras que solo los mexicanos utilizan, pero su curiosidad por esta lengua le ayudó a superar ese desafío. “Eso es lo rico del español. Que gente de muchos países lo habla y cada uno tiene su acento, su peculiaridad”, comenta Vera.
Aunque la lengua le apasiona y es admiradora de Guadalupe Nettel, Frida Kahlo, Elena Poniatowska y Almudena Grandes, Vera no quiere ser solo traductora. Para ella, el español es una herramienta que combinará con su segunda carrera. Acaba de ser admitida en la Universidad de Ciencias Políticas de Beijing y planea estudiar Derecho. “En la Universidad no solo se debe aprender Literatura, sino también cultura y Derecho. Porque, por ejemplo, las empresas chinas que están en Latinoamérica necesitan entender las leyes de cada país. El lenguaje que se utiliza en las leyes utiliza una terminología especializada. Yo quiero ser una abogada que pueda entender perfectamente esas leyes porque he identificado que las empresas chinas en América Latina tienen problemas por no contar con personas con este nivel de especialización”, contó. Vera tiene muy claro su rumbo y hacia allá camina a paso firme.
Chen Ting tiene 21 años y lleva tres estudiando español. El 2014 se fue de intercambio a la Universidad Veracruzana de México.
Lucinda, la de acento mexicano
Chen Ting, o Lucinda, tiene 21 años, nació en Chenzhou, provincia de Hunan y lleva tres años estudiando español. El año pasado viajó a México para hacer un intercambio de estudios durante 10 meses en la Universidad Veracruzana. Cuando recién llegó, ella saludaba a sus compañeros mexicanos diciendo: “¿Cómo estáis?”, tal como le habían enseñado en la Universidad de Estudios Internacionales de Beijing, donde sigue la carrera de Filología Hispánica. Pero sus “cuates” mexicanos pronto le enseñaron los modismos de la tierra de los tacos y el tequila. Lucinda tuvo la oportunidad de recorrer varias ciudades del sur mexicano. De todas, la que más le gustó fue Oaxaca por su riqueza cultural indígena. “La influencia indígena es muy fuerte en México y eso se refleja en su manera de hablar, en su comida, en su arquitectura y hasta en los nombres de la gente”.
Justamente, gracias a su nombre, Lucinda ha podido aprender ciertos matices del español. “Mi primera profesora era española y me sugirió el nombre ‘Lucinda’, pero cuando en la universidad me tocó una profesora panameña, ella me dijo que ese nombre era muy antiguo, que sonaba feo y que nadie en Latinoamérica lo usaba, así que me recomendó que lo cambiara. Entonces escogí “Chérida”, pero tampoco fue buena opción, porque no sonaba muy hispano. Cuando llegué a Veracruz, mis compañeros me llamaban ‘Luci’ porque les parecía más familiar y corto, pero tú puedes llamarme como quieras (risas)”, cuenta.
Más allá de esas diferencias propias del mundo hispano, Lucinda ve una clara oportunidad allí. Sabe que cada vez hay más empresas chinas invirtiendo especialmente en Latinoamérica y que necesitan no solo traductores lingüísticos, sino también personas capaces de descifrar los códigos culturales de cada país que, aunque hablen el mismo idioma, no pueden considerarse iguales.
Li Shuangqing tiene 18 años y lleva seis estudiando español. Quiere ser traductora para mostrar China a los extranjeros.
Emilia: el español es su destino
“El carácter “西” (Xī) está en tu destino”, le dijo su madre cuando tenía 12 años. “Debes estudiar español (西班牙语, xībānyá yǔ, en chino) porque la palabra lleva ese carácter y eso te hará muy exitosa”, le aconsejó. La convicción de su madre, sumada a su pasión por los idiomas, la llevó a estudiar el idioma de Cervantes cuando era niña. Actualmente, Li Shuangqing acaba de empezar su carrera de Filología Hispánica en la Universidad de Lenguas y Culturas Extranjeras de Beijing.
Proveniente de la ciudad de Jinan, en Shandong, Emilia quiere ser traductora para dar a conocer el pensamiento tradicional chino y muchas de sus interesantes novelas al mundo hispano. “Por ejemplo, me gustaría traducir el libro Tres cuerpos porque estoy segura de que podría gustarles. Quiero que el mundo conozca realmente a China”, dice.
Esa es la perspectiva de esta aficionada al canto que disfruta de la música de Shakira y La Oreja de Van Gogh. Si bien, Emilia está muy familiarizada con la música en español, confiesa que recién está aprendiendo sobre la cultura de los países hispanos. En la primaria, le enseñaron el idioma, pero poco sobre la cultura, por eso esos países siempre le han parecido misteriosos. “La gente que habla español es muy abierta y siempre he querido saber por qué”, cuenta.
A Emilia le parece interesante descubrir los matices del español en cada país. Recién está aprendiendo que “chido” en México es lo mismo que “chévere” en Colombia o “fino” en Venezuela. Así también, poco a poco ha ido descubriendo que hay palabras con las que debe tener cuidado. Por ejemplo, “concha” en Ecuador se refiere a un marisco con el que se prepara el ceviche, mientras que en Argentina, es una palabra que mejor no se menciona. Para evitar esas jugarretas del español, debe aprender más sobre la cultura. Ahí está la clave.