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2016-January-14 15:35

El pueblo más hermoso de China

Por ANTONIO QUIROZ*

Jóvenes estudiantes de preparatoria en clase.

 

LLEGUÉ a China en 2011 para estudiar su idioma, gracias a la beca de un año que el Instituto Confucio de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) me otorgó. Dos años después, pude cumplir mi otro sueño de estudiar la licenciatura de Relaciones Internacionales en la Universidad de Beijing. Hasta entonces, mi conocimiento sobre el sistema educativo chino se limitaba únicamente a estos dos ámbitos. Por tal motivo, el programa de activismo social en Wuyuan, organizado por el Instituto de Estudios Extranjeros de la Universidad, me ha permitido en gran manera ampliar mis conocimientos sobre la sociedad china y su desarrollo en distintos segmentos. Así, visitamos una escuela secundaria en medio de la nada, rodeada de campos de arroz, y una escuela preparatoria en la cabecera municipal, la ciudad de Wuyuan, donde dimos una serie de pláticas sobre cosas muy útiles para ellos, como estudiantes que son.

Debo decir que tanto la escuela secundaria en medio de la nada, como la escuela preparatoria en la ciudad me dejaron gratamente sorprendido. Nunca imaginé que una zona rural, sin gran desarrollo económico, contara con escuelas así, donde, en ambos casos, los estudiantes viven dentro de las instalaciones. He sido testigo de cómo los jóvenes de zonas rurales, al tener demasiado tiempo libre alejados del estudio, quedan expuestos a los males de la sociedad, lo que provoca el desarrollo aún mayor de tales males. Después de visitar estas escuelas y de ver que los estudiantes tienen clase por la mañana y talleres de arte, deportes y ciencias o clases de reforzamiento del aprendizaje por la tarde, me di cuenta de que este tipo de sistema educativo es muy beneficioso para la sociedad, pues los estudiantes desarrollan y fortalecen valores y virtudes como la diligencia, el logro y la interrelación con sus compañeros y profesores, lo que da como resultado una comunidad estudiantil con una fuerte conciencia colectiva y un gran entusiasmo por el arduo trabajo.

En las pláticas hablamos sobre nuestra vida en la Universidad de Beijing. Les dimos una vista general de todas las oportunidades de desarrollo que en cada aspecto nos proporciona la Universidad. Mis compañeros de clase hablaron específicamente sobre cómo ingresar a una universidad de gran prestigio a nivel mundial, sobre todo el esfuerzo y sacrificio que ello implica y sobre cómo seguir cosechando éxitos una vez dentro. En verdad, creo que no hay nadie mejor que ellos para hablar de sacrificios y esfuerzos. Todos vienen de rincones distintos de China, pero todos desempeñan el mismo impecable papel de estudiante modelo, con destacado promedio y activa participación en todas las actividades y clubes sociales. Por eso y más, son un ejemplo perfecto de diligencia para todos los jóvenes chinos.

Por mi parte, junto con mi compañera Mengyuan, estadounidense de origen chino, hablé sobre el aspecto internacional de la universidad. En el contexto actual de globalización, la Universidad de Beijing está comprometida a proporcionar oportunidades de internacionalización bajo un modelo educativo de formación global. A través de una amplia plataforma de recursos académicos y profesionales se ofrecen programas que permiten al estudiante ingresar a un mundo diverso y experimentar por sí mismo distintas culturas, convirtiéndolo así en “talento en innovación con visión internacional”. China se ha vuelto una parte indispensable de mi vida y me siento feliz de poder decir que cada nuevo día en China es una aventura diferente, en la que aprendo cosas nuevas no solamente dentro del aula, sino también fuera de la Universidad, pues puedo aprender sobre cultura, lenguaje, historia, sociedad, entre otros campos. Gracias a ello, mi vida se ha enriquecido y mi comprensión sobre el mundo es cada vez más profunda. Espero que mis experiencias ayuden a los estudiantes de Wuyuan a desarrollar la misma sed de conocimientos y curiosidad por el exterior que yo también desarrollé en la preparatoria y que me llevó a estudiar idiomas extranjeros, sin saber que en el futuro llegaría a estudiar en la mejor universidad de China.

12 nuevos amigos chinos que no cambio por nada. Fotos cortesía del autor

 

Otra parte importante de nuestro viaje a Wuyuan fue, por supuesto, el entretenimiento. Wuyuan se hace llamar “El pueblo más hermoso de China (中国最美的乡村)”, y con justa razón. Durante los siete días visitamos varios puntos turísticos del lugar, uno más hermoso que el otro. Desde extensos campos de arroz, grandes lagos, ríos, cascadas y cañones, pasando por la práctica del rafting y un paseo por cuevas de hasta 80 metros de profundidad, hasta antiguos pueblos llenos de estrechos callejones, casonas y museos. Las dos experiencias que más profunda impresión dejaron en mí fueron la visita a una plantación de té y la comida a la que amablemente nos invitó en su hogar una señora del pueblo de Likeng. En la plantación nos dieron una gran bienvenida en la sala de conferencias de la hacienda, donde nos hablaron sobre la historia de la misma y sus planes de expansión comercial, para después llevarnos a pasear entre las plantaciones, donde nos explicaron el proceso de cultivo y cosecha. Algo que me dejó gratamente sorprendido es que cualquier persona tiene la posibilidad de comprar de por vida una parte de la plantación, cuya producción de té es entregada personalmente cada año. Después nos llevaron a la nave industrial, donde se procesan las hojas frescas de té para su consumo y son empaquetadas para su venta. Al final, nos hicieron un regalo a cada uno con sus productos.

Este programa de activismo ha sido de gran provecho para mí. En primer lugar, ha sido una oportunidad para viajar y conocer nuevos lugares en China, un país con una enorme diversidad cultural, para poder degustar los diferentes platillos locales, para disfrutar del intenso aroma a campo, para escuchar las historias de cada pueblo y para maravillarme con los hermosos paisajes naturales y las antiguas y elegantes casonas, que en su estilo reflejan la más pura tradición china. En segundo lugar, el poder convivir con jóvenes chinos me ha dado mucha vitalidad y, al mismo tiempo, pude también aprender de ellos ciertas cualidades. En tercer lugar, y el que ha sido el mayor beneficio de este programa para mí, es el haber tenido la oportunidad de convivir y pasar tiempo de calidad con mis compañeros chinos. Anteriormente, además del tiempo dentro del aula, casi no tenía oportunidad de convivir con ellos y, por ende, de entender más sobre China. Al mismo tiempo, ellos pudieron conocer mucho sobre México a través de mi persona, y de esta forma pudimos aprender mutuamente muchas cosas nuevas, así como ayudarnos a romper convencionalismos y a pensar desde diferentes perspectivas. Puedo decir que ahora tengo 12 nuevos amigos que no cambio por nada y a quienes les doy la bienvenida por entrar en mi vida.

*Antonio Quiroz es un estudiante mexicano en la Universidad de Beijing.