Zhou Enlai y las relaciones chino-latinoamericanas
Por TANG MINGXIN*
RECIENTEMENTE, me reuní con unos amigos latinoamericanos. Cuando hablamos de los dirigentes de la República Popular China, todos recordamos al primer ministro Zhou Enlai, con quien tuvimos más contacto y quien nos dejó una grata impresión.
Promotor de los vínculos con Latinoamérica
Después de la fundación de la República Popular China, EE. UU. decidió tomar medidas en contra de nuestro país, como el aislamiento político, el bloqueo económico y la amenaza militar, por lo que América Latina encontró una serie de obstáculos para el desarrollo de las relaciones con China. Ante esta situación, el primer ministro Zhou Enlai, quien desempeñaba también el puesto de ministro de Relaciones Exteriores, planteó la estrategia de priorizar la “diplomacia popular”, o sea, los intercambios extraoficiales. Gracias a directrices como “esperar con paciencia, prepararse mejor, establecer amistad con más gente y promover las relaciones oficiales con las masas populares”, las relaciones con los países latinoamericanos se fueron desarrollando de manera progresiva y constante.
Bajo la orientación y atención de Zhou, en los más de 20 años que siguieron a partir de la década de 1950, la diplomacia popular entre América Latina y China se desarrolló fructíferamente. Durante este periodo, Zhou se entrevistó con más de 150 delegaciones latinoamericanas que visitaron China, incluyendo políticos, activistas de organizaciones no gubernamentales y personalidades de sectores como el comercio, la cultura y los medios de comunicación.
Tuve el honor de servir varias veces como intérprete al primer ministro Zhou en sus encuentros con los visitantes latinoamericanos y puedo dar testimonio de sus grandes esfuerzos por desarrollar el intercambio cultural y comercial con los países de esa región, por apoyar la defensa de sus soberanías, por luchar contra el imperialismo, por establecer organizaciones no gubernamentales y, finalmente, por establecer relaciones diplomáticas.
En la década de 1970, las relaciones entre China y los países latinoamericanos lograron un avance significativo. Doce países de esta región establecieron relaciones diplomáticas con China. En 1971, durante la 26.ª Asamblea General de la ONU, siete países latinoamericanos, junto con muchos países asiáticos y africanos, votaron a favor de la recuperación de los legítimos derechos de China en dicha organización.
Las relaciones diplomáticas con Perú
En mayo de 1970, al saber que Perú había sido gravemente afectado por un terremoto, Zhou Enlai convocó, personalmente, a una reunión para discutir las medidas de cooperación con el país sudamericano. Como entre Perú y China no había canales formales, al final, a través de la Cruz Roja, nuestro país proporcionó a Perú 1,5 millones de yuanes como ayuda de emergencia.
Durante este periodo, Perú y algunos países latinoamericanos luchaban por defender sus derechos marítimos en un territorio de 200 millas marinas. El Gobierno chino también demostró una actitud positiva. En 1971, cuando el entonces ministro de Energía y Minas de Perú, Jorge Fernández-Maldonado, visitó China, Zhou Enlai dijo: “Los chinos debemos pedir perdón a los peruanos. Han luchado desde hace 25 años por defender la soberanía en un mar territorial de 200 millas marinas, pero no lo tomamos en cuenta. Declaramos solemnemente ante el mundo que ¡China apoya completamente a Perú y la lucha justa por defender sus derechos marítimos!”. Estas palabras sinceras y contundentes fueron también un impulso directo para el establecimiento de relaciones diplomáticas entre los dos países.
En junio de 1971, Perú y China firmaron un acta para el establecimiento mutuo de la Oficina del Consejero Comercial, mientras que el 2 de noviembre de ese mismo año, ambos países establecieron lazos diplomáticos.
“Soy un servidor del pueblo chino”
El mexicano Gustavo Baz Prada fue un viejo amigo de China. Durante su periodo como secretario (ministro) de Salubridad y Asistencia y como rector de la Universidad Nacional Autónoma de México, hizo mucho por el intercambio y la cooperación en cultura, educación, servicios médicos y sanidad entre México y China. En septiembre de 1964, durante su visita a nuestro país, Baz se reunió con Zhou Enlai, con quien mantuvo una conversación de dos horas en torno a la historia y la situación actual de las relaciones chino-mexicanas y su futuro desarrollo. En la conversación, Baz hizo preguntas sobre la política de planificación familiar de China. Como responsable de la salud y la asistencia médica, él creía que en la aplicación de una política de planificación familiar se debía evitar el aborto provocado y promover los métodos anticonceptivos. Baz señaló que México había producido un método anticonceptivo eficaz y estaba dispuesto a establecer una cooperación con el departamento chino de salud que Zhou asignase.
De inmediato, Zhou le indicó a un funcionario que se comunicara con el Ministerio de Salud para que tratara los detalles con Baz. Bajo la atención personal de Zhou Enlai, China y México establecieron fructíferas relaciones de cooperación en materia de medicamentos anticonceptivos.
Al final de aquella conversación, Baz le transmitió sus respetos al primer ministro, mientras que Zhou le agradeció sus palabras y dijo con firmeza que él solo era un servidor del pueblo chino y que se sentía orgulloso de ello.
“Bajarse del caballo para ver las flores”
En una ocasión, cuando el expresidente mexicano, Luis Echeverría Álvarez, un viejo amigo del pueblo, recordó su primera visita a China en abril de 1973, señaló que una frase de Zhou lo impresionó mucho. Zhou, quien en aquel entonces lo acompañó a visitar Beijing y Shanghai, le dijo a Echeverría que, a pesar de su intensa agenda, debía evitar “ver las flores desde un caballo al trote”, pues si echaba una mirada superficial no se llevaría una impresión profunda de nada. Había que “bajarse del caballo para ver las flores”. Solo con la inspección directa y el contacto cercano se podrían obtener resultados. Aceptar el consejo de Zhou hizo que Echeverría tuviera dos experiencias inolvidables.
La primera fue cuando pasaba por la plaza Tian’anmen acompañado por Zhou Enlai. Al ver que la gente le daba una cálida bienvenida con flores y cintas multicolores, Echeverría pidió bajarse del coche para responder dicho entusiasmo. Con el acompañamiento de Zhou, el entonces presidente de México aplaudió y le dio la mano a la gente, mientras que su señora se abrazaba y saludaba con las jóvenes. Había estudiantes universitarios que lo saludaban en español: “¡Bienvenido, presidente de México!”. La escena era muy conmovedora.
La segunda experiencia ocurrió en un restaurante, cuando Echeverría pasaba por la animada avenida Nanjing, después de visitar una comuna popular. El mandatario mexicano pidió nuevamente bajarse del auto y dio un paseo para conocer los gustos de la gente. Al ver un restaurante lleno de personas, ingresó a este y compartió una gran mesa con algunos comensales. Durante la conversación, uno de los clientes se enteró que él era el presidente de México y, de inmediato, le dio la bienvenida y le expresó su apoyo en la lucha por la defensa de las 200 millas de mar territorial. A Echeverría le parecía increíble que una persona ordinaria de Shanghai supiera de aquella lucha y la apoyara. Eso no lo olvidaría nunca.
En 1971, China recupera su legítimo puesto en la ONU.
En mayo de 1975, como miembro de la Delegación de Amistad del Pueblo Chino, visité América Latina. José María Gómez, presidente de la Asociación de Amistad Colombo-China, fue quien nos recibió en Colombia. Cuando escuchó los elogios que Wang Bingnan, el director de la delegación, le había dado al sancocho, la sopa colombiana preparada con verduras, patatas y pescado, Gómez pidió a los gerentes de los otros restaurantes que ofrecieran sancocho de distintos sabores a los visitantes chinos. Nos conmovió mucho su atención y se lo agradecimos. Sin embargo, nos dijo que él era solo un estudiante de etiqueta y que el primer ministro Zhou Enlai “era el verdadero maestro”. Lo que ocurre es que Wang Bingnan le había contado una anécdota de Zhou. En 1954, cuando Zhou participaba en la Conferencia de Ginebra, ofreció un banquete a Charles Chaplin y a su esposa, pero como el célebre actor no comió la carne de pato, el primer ministro indicó que, en adelante, en los banquetes diplomáticos se debía respetar y tener en cuenta las costumbres y los gustos de los invitados.
La vida de una niña peruana
El 8 de enero de 1976 falleció el primer ministro Zhou Enlai. Cuando la noticia llegó a Perú, una niña de ese país se puso muy triste. Ese día, ella fue a la Embajada de China en Perú para participar en las actividades de homenaje. Ella era Meimei, hija de Antonio Fernández Arce, un periodista peruano que había trabajado en China. La niña sentía un afecto especial por Zhou Enlai.
En febrero de 1970, Meimei, entonces recién nacida, contrajo septicemia y fue enviada con urgencia al Hospital de los Niños de Beijing. En aquel entonces, su padre trabajaba como asesor de español para Radio Internacional de China. En un encuentro con los expertos extranjeros, Zhou Enlai se enteró de este asunto y ordenó de inmediato que “se hiciera todo el esfuerzo posible para salvar la vida de la niña peruana”.
Meimei necesitaba numerosas transfusiones de sangre, pero no quedaba mucha de su tipo en el banco de sangre de Beijing. El hospital contactó enseguida con una unidad del Ejército Popular de Liberación de China, estacionada en Beijing, y muchos soldados acudieron al hospital a donar, voluntariamente, su sangre para Meimei. Al final, la ayudaron a salir del peligro.
Zhou Enlai se preocupaba por Mei-mei y preguntaba constantemente cómo iba su tratamiento. Estuvo más tranquilo después de saber de la recuperación de la pequeña e hizo llegar sus felicitaciones a la familia. Antonio Fernández Arce ya sabía de la fama de Zhou de preocuparse por la vida de la gente, pero esta vez, la atención mostrada por una niña extranjera, conmovió mucho al periodista peruano y, por eso, consideró a su hija Meimei una “niña china”. En una ocasión dijo: “¡Nuestra familia nunca olvidará la bondad del primer ministro Zhou, ni la amistad del Ejército Popular de Liberación de China!”.
* Fue embajador de China en Bolivia y Uruguay. Actualmente es vicepresidente honorario de la Asociación de Exdiplomáticos de China e investigador de la Fundación de Estudios Internacionales de China.