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2014-October-17 15:08

¿Qué aprendí en el Canal en Español de la Televisión China?

Por PATRICIA CASTRO OBANDO*

La autora en la Gran Muralla.

 
Después de haber cubierto dos guerras, llegué a China a tiempo para conocer el otoño del 2003. Ese año, recibí una beca para llevar a cabo una investigación académica en la Universidad de Beijing y pedí licencia en el diario El Comercio, del Perú, donde trabajaba como periodista desde 1994. Lo convertí en un año sabático para tomar distancia de las coberturas de guerra en Afganistán (2001) e Irak (2003), dos acontecimientos que cambiaron para siempre mi vida.

Era el Año de la Cabra -según el horóscopo chino- y no lo sabía. Tampoco sabía que yo era parte de esta grey, y que según algunas creencias, venían tiempos inolvidables para mí. Apenas habían transcurrido un par de meses después de mi llegada a China cuando me convocaron –a través de la Embajada del Perú en Beijing- para rendir exámenes en la sede de la Televisión Central de China.

Fue allí donde conocí a Antonio Fernández Arce, un peruano que había hecho historia en China. El profesor Fernández –como lo llamábamos en señal de profundo respeto- era consultor del nuevo canal en español de la CCTV debido a su amplia experiencia como periodista en Beijing. Con su ejemplo, él me enseñó la primera lección: “la humildad”. A pesar de su medio siglo de estrecha relación con China, el profesor Fernández declaraba que poco o nada sabía sobre este inmenso país.

Fui admitida en el primer equipo de profesionales extranjeros que colaboraron en la fundación del canal en español. Los preparativos se iniciaron a fines del 2003, y al principio todo me parecía abstracto y hasta muy elemental. Solo traducíamos noticias y realizábamos locución en cabinas. El canal era apenas un sueño que parecía muy lejano e inalcanzable.

Entonces aprendí mi segunda lección: “El gradualismo”. Como corresponsal de guerra estaba acostumbrada a los proyectos vertiginosos por eso no comprendía, -en un inicio- que el camino en la televisión china se hace al andar. Si bien la mayoría de mis colegas chinos eran traductores y no periodistas, estaban dispuestos a aprender con un alto grado de compromiso y dedicación.

Y así fuimos todos juntos mejorando. “Un viaje de mil millas, comienza con el primer paso”, decía Confucio. Y nosotros habíamos dado ese primer gran paso comprometidos y dedicados al proyecto. De alguna forma, todos necesitábamos asumir una parte de ese reto. Ellos necesitaban aprender el funcionamiento del canal y yo necesitaba aprender que hay una y mil formas de hacer las cosas.

Quizás por eso, la tercera lección que aprendí fue “la tolerancia”. El canal en español abría una ventana al mundo hispanohablante para dar a conocer a la nueva China. Además de la posición oficial en los noticieros –válida cuando se trata de un canal público-, la programación incluyó con el mismo entusiasmo otras varias secciones que fueron evolucionando con el paso del tiempo.

Equipo del canal español de CCTV en 2005. Fotos cortesía de la autora


Durante los dos primeros años del canal aprendí muchas más lecciones como la disciplina, el optimismo, la constancia, el sacrificio, la fidelidad y otras tantas que me han ayudado a construir mis propios sueños en China. Pero de todas estas enseñanzas, lo mejor que me llevé fue la amistad que se forja solo con los años. Una amistad basada en profundo respeto y admiración.

En el 2005, me retiré del canal en español para aprender chino y llevar a cabo un nuevo proyecto: abrir la primera corresponsalía del diario El Comercio en Beijing. Las valiosas lecciones que aprendí durante mi permanencia de dos años en la televisión china me ayudaron a superar obstáculos y alcanzar mis propias metas.

Mi necesidad por comprender a este país y su inmensa cultura se hizo más urgente con el transcurrir del tiempo. Era cierto lo que decía el profesor Antonio, “de China nunca te puedes ir por completo”. Una década después de vivir en China, me sentía perdida en una pequeña barca que flotaba sobre este incomparable océano de conocimientos. Y yo quería nadar.

Este año, el canal se trasladó finalmente a la nueva sede de la CCTV y empezó una nueva etapa. Mi vida también dio otro giro de timón cuando gané una beca para estudiar mi doctorado en China, a través de un programa de Hanban dirigido a formar sinólogos. Volví a la Universidad de Beijing, el mismo lugar que me recibió por primera vez en el 2003.

¿Será que acaso el tiempo es una línea circular? Cada punto de llegada es en realidad un nuevo punto de partida. Y cada viaje que emprendemos está lleno de maestros y enseñanzas que nos permiten explorar, crecer y avanzar. El Canal en Español de la CCTV no solo me abrió una ventana, sino la puerta grande de China.