“Fue una gran suerte estar en Cuba”
11 de septiembre de 2009. Qiao Xiaoyang (segundo desde la izq.) en diálogo con el canciller de Cuba, Bruno Rodríguez (der.).
COMO hombre que ha hecho mucho, me pide comenzar la entrevista diciéndome algunas ideas que ha rebuscado en su memoria. Ya sabía que no sería la más común de las conversaciones. Qiao Xiaoyang es, actualmente, el presidente de la Comisión de Asuntos Jurídicos de la Asamblea Popular Nacional de China y el presidente de la División Iberoamericana de la Asociación de Exalumnos Retornados del Extranjero (WRSA, por sus siglas en inglés).
Con el orgullo desbordando las palabras, me cuenta, primero, la profunda impresión que le causó el monumento en honor a los chinos que pelearon en la guerra de independencia de Cuba. “No hubo un chino cubano desertor. No hubo un chino cubano traidor”, rememora la frase que está inscrita en el monumento y recuerda que, en 1960, cuando se establecieron las relaciones diplomáticas con Cuba, muchos chinos sabían y decían la frase “Cuba sí, yanquis no”.
En 1964, cuando partió a Cuba, tenía 18 años. Su madre no quería dejarlo ir al extranjero, porque era el mayor de cinco hermanos y su padre, que había sido general del ejército rojo, había fallecido el año anterior. “Según recuerdo, por la disputa entre China y la ex Unión Soviética, las relaciones entre Cuba y China atravesaron un periodo de enfriamiento desde 1964. Pero los pueblos no sabían que había una situación discreta, por lo que siguió el afecto y el cariño entre los dos pueblos”.
Qiao Xiaoyang fue el único de su grupo al que bautizaron con un nombre compuesto: José Antonio. “Es el nombre del hijo de mi profesora Nilda Ávila. Yo era su alumno favorito”. Estuvo entre los que aprendieron con mayor rapidez. “Según el método de estudio, se debía estudiar un año y medio para entrar en la universidad, pero nosotros, a los diez meses, ya estábamos preparados”.
Destaca que de los 80 pesos que el Gobierno cubano les pagaba cada mes, donaban 50 a la revolución. “El Gobierno de Cuba ofrecía 80 pesos a todos los becarios extranjeros, pero los becarios de otros países no donaban nada. Solo lo hacíamos los chinos”.
Muy abiertos y francos, así habla de los cubanos cuando evoca aquellos días en que fue muy favorable el ambiente para aprender el idioma. “Donde quiera que estábamos, siempre encontrábamos amigos para practicar. Sin importar que fueran jóvenes o viejos, siempre conversaban con nosotros”.
“También fuimos a la zafra, cantamos la marcha del 26 de julio (himno del movimiento revolucionario encabezado por Fidel Castro luego del asalto a la segunda fortaleza militar de Cuba en 1953)… Siempre nos encontramos en ese ambiente de profundo entusiasmo revolucionario”.
La primera palabra que dice cuando piensa en la comida de aquellos años es aguacate. Qiao confiesa que nunca antes lo había comido porque en China no hay. Con muchos elogios habla de Siboney, “donde estaban las villas de los grandes capitalistas de la época anterior a la revolución”, que fue un excelente alojamiento en su primer año en Cuba.
“Durante la visita de Fidel Castro a China, en 2003, fui el representante del grupo para ser recibido por él en la Embajada de Cuba en China y tuve la oportunidad de hablarle personalmente. Le dije que era del grupo del año 64. Me hizo varias preguntas”.
Qiao apunta que después de salir de Cuba, los de su grupo, siempre se mantuvieron al tanto de lo que sucedía en la isla. “Nos alegramos mucho por los éxitos logrados y también nos preocupamos por las dificultades que enfrentaron”.
Una sonrisa presagia que ha llegado a otro buen recuerdo. En 2009, por invitación del Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba, visitó nuevamente la isla. En ese momento, era el subsecretario general del Comité Permanente de la Asamblea Popular Nacional. En el aeropuerto, lo recibió el entonces director de Asia y el Pacífico de la cancillería cubana, Alberto Blanco Silva, actual embajador de Cuba en China.
“Tuve la oportunidad de volver a la Universidad de La Habana, lo que me dejó un profunda impresión”. Fue reconocido con una distinción por ser un alumno de la alta casa de estudios con muy buenos resultados profesionales. “Me la entregaron en el Aula Magna. Le pregunté al rector de la universidad su edad y me dijo que tenía 45 años. Cuando yo estudié en Cuba todavía no había nacido”, dice y ríe con satisfacción.
Especial sitio en su recuerdo tiene el hecho de que, en ese acto, le mostraran las notas de cuando estudió en la universidad. Qiao guarda una copia de su certificación de notas como un tesoro y también como alimento para su espíritu, porque más de cuatro décadas después reparó en algo que le regocija: “tenía muy buenas notas”.
Qiao Xiaoyang (izq.), 45 años después de estudiar en Cuba, regresó y hasta tocó música de la isla caribeña. Fotos cortesía del entrevistado
Qiao Xiaoyang cuenta que al regresar a Cuba, 45 años después, sintió “el mismo olor de los camiones, o sea, el olor del combustible que usan. El olor de la calle era casi igual”. Si tan marcado ha quedado por el olor, comprendo mejor por qué insiste en la importancia de aquellos años para la formación de su personalidad.
Aunque la entrevista ha sido en chino y en español, he podido sentir ese espíritu que llevo en las entrañas y que este hombre aprehendió muy bien en mi país. Tanto es así, que se me adelanta para “agradecer a China Hoy por darnos este espacio para contar la historia de aquellos jóvenes que hace 50 años fuimos a Cuba a estudiar español”.
Desde que fue elegido, junto a otros 4 alumnos de la secundaria n.° 9 de Nanjing, para ir a Cuba; desde que vivió aquellos dos meses en los que su madre le acompañó en Beijing, mientras se preparaba para viajar, han pasado cinco décadas. Es por eso que resulta, todavía, más valioso oírle decir que aprendió mucho más que español en Cuba. “Aprendimos cómo lucha el pueblo cubano con tanta decisión contra el imperialismo, el espíritu revolucionario, la firmeza del pueblo cubano”.
“Para nosotros, fue una gran suerte estar en Cuba en la época de la formación de nuestros conceptos, de nuestros valores. Por eso, estamos eternamente agradecidos al pueblo cubano. Por eso, tenemos un sentimiento especial hacia Cuba”.