Sun Guangying y Cuba
Sun Guangying volvió a la escalinata de la Universidad de La Habana cuando trabajó como corresponsal jefa de la agencia Xinhua en la capital cubana. Foto cortesía de la entrevistada
“Nunca había visto el mar”, me dice como titular. Tantos años de oficio han hecho muy preciso y claro su verbo. “Me impresionó el paisaje”, completa su primera imagen de aquel viaje. Fue hace cincuenta años. Sun Guangying fue a Cuba a aprender español.
Su mirada de periodista todavía trasluce la curiosidad de entonces. “Para nosotros significaba un buen futuro”, asegura. Tenía 18 años cuando soñaba un porvenir que ya es presente.
“Entonces, los estudiantes solo estudiábamos mucho”, recuerda sus años de adolescencia en la secundaria n.º 10 de Nanjing. Fue allí donde quedó seleccionada, en 1964, para ir al extranjero a estudiar otro idioma. Un largo periplo la llevó a Moscú, de ahí a Praga y, finalmente, a La Habana.
“Allá estábamos cerca del mar. El agua azul, el sol muy despejado, muy brillante, las palmas, las flores muy lindas”. Aunque no era la experimentada periodista de la agencia de noticias Xinhua con la que converso ahora, registró en su memoria aquellas imágenes.
Me habla del señor Cayo: “Era un viejo muy amable. Nos cuidada muy bien. Me dejó una impresión inolvidable”. Su español, que describe con tanta exactitud, comenzó a crecer en Cuba. En la lengua de Cervantes grabó en su recuerdo nombres como Nilsa Capote Ávila y Olga, sus profesoras de entonces.
Con la gratitud que se recuerda a aquellos que con rectitud ayudaron a formarnos, menciona el nombre de Luisa Lima, la directora de la escuela Pepito Mendoza, anexa a la escuela de idiomas Máximo Gorki. “Las profesoras daban clases con los objetos. Por ejemplo, nos decían ‘esto es una mesa’, ‘esto es un vaso’. Un poco sencillo, pero fue muy bueno para nosotros”.
Un capítulo inolvidable para aquellos 108 jóvenes chinos que viajaron a Cuba en 1964, fue participar en los cortes de caña de azúcar. Sun Guang-ying evoca el contraste entre el fuerte sol y el gran entusiasmo que tenían. “Nosotros ayudábamos a los muchachos a recoger las hojas. Pintábamos las cercas de blanco”.
Ya se podía comunicar fluidamente con los cubanos y hasta prefería el arroz con pollo, el mango y las naranjas de la isla caribeña, cuando, inesperadamente, tuvo que regresar a China. Era 1967. La Revolución Cultural de China impuso el regreso de todo su grupo.
Luego de años difíciles, en los que siguió estudiando español por cuenta propia al tiempo que trabajaba en una de las granjas que pretendieron alejarles del ámbito intelectual, Sun Guangying comenzó su carrera periodística trabajando en la agencia Xinhua, en 1971. “Inicialmente, en la sección de América Latina, traduje informaciones extranjeras del español al chino”.
Trabajó en la oficina de la agencia en Naciones Unidas en los años 80 y en Chile en los 90. Regresó a las oficinas centrales de Xinhua en Beijing y en 1997, otra vez a Cuba, como corresponsal jefa de la principal agencia china.
“El paisaje, la naturaleza era la misma, pero había escasez de comida y de productos de primera necesidad. La vida de los cubanos era muy dura. Por la desintegración de la Unión Soviética, Cuba sufrió una pérdida económica muy fuerte y cayó en una crisis larga. También acompañé a los cubanos en el ‘periodo especial’”.
Sun Guangying suspira profundo cuando le pregunto por hechos de aquellos años. “Una experiencia muy importante”, me dice y relaciona a continuación: “las marchas contra el bloqueo de EE. UU., con Fidel al frente, por delante de la Oficina de Intereses de EE. UU. en La Habana; el caso de Elián González; la visita del papa Juan Pablo II.”
De manera especial, recuerda la llegada de los restos del Che Guevara a Santa Clara, ciudad del centro de Cuba, donde descansan, definitivamente, el comandante y sus guerrilleros. “Se hizo una fila muy grande para verlo pasar”, evoca.
También informó a China y al mundo de un inolvidable recorrido que hizo por la ruta que siguió Fidel Castro con la guerrilla. “Hice un viaje a Santiago de Cuba. Visité el Cuartel Moncada; Birán, la tierra natal de Fidel; la Sierra Maestra; Guantánamo”.
Más de treinta años después, aquella Cuba de 1964, en la que conoció el mar y el español, seguía viva en su memoria. “Volví a la universidad, a la escuela de idiomas en Siboney, que se había convertido en un cuartel militar. Las casas donde nos alojamos se convirtieron en sedes de empresas extranjeras”.
La escuela de idiomas donde aprendieron sus primeras palabras en español, había devenido el Instituto de Idiomas Máximo Gorki y había cambiado a una nueva sede.
Hasta 2001, estuvo en Cuba Sun Guangying como corresponsal jefa de la agencia Xinhua. Años difíciles en Cuba, en los que, sin embargo quedó marcada. “El paisaje, el pueblo, los dirigentes. Muchos de los acontecimientos que sucedieron durante mi estancia allá”.
Muy breve ha sido su entrevista. Periodista al fin, no se regodea. Sus palabras son pocas, pero profundas. Sus ojos traslucen una emoción que las palabras no expresan. Sun Guangying es de una generación que hizo lo que tenía que hacer y lo hizo bien.
No quiere terminar sin recordar a sus colegas de Prensa Latina, agencia informativa latinoamericana que tiene su oficina principal en La Habana. Tampoco quiere dejar de mencionar a sus compañeros de Radio Rebelde y la Televisión Nacional de Cuba.
“Raúl Menchaca, por ejemplo. También a una profesional de Prensa Latina que se llama Margarita González. Nacimos en el mismo año, el mismo mes y el mismo día: el 27 de enero. Somos muy buenas amigas”.
Y con ese respeto que todavía es norma en China, pero ya se extraña en Occidente, me dice: “trasmita mis saludos a mis profesoras. No tengo contacto directo con ellas, pero trasmítale mis saludos, por favor”.
Sun Guangying es, actualmente, investigadora del Centro de Estudios para Asuntos Mundiales de la agencia de noticias Xinhua. Hasta aquí, la ha traído aquel camino que inició en Cuba, hace 50 años.
La idea de que jóvenes chinos fueran al extranjero a aprender idiomas fue resultado de la visita que hizo, en 1963, el entonces primer ministro, Zhou Enlai, a 14 países de África y Asia. Tuvo la impresión de que China iba a desarrollar rápidamente sus relaciones internacionales.
El grupo del que formó parte Sun Guangying, el más numeroso de los que salieron en 1964, dio muy buenos frutos: diplomáticos, profesores universitarios, empresarios, comerciantes, locutores y periodistas.