Entre dos culturas y dos épocas
Raquel Martins con sus compañeras de la escuela primaria en Beijing. Foto cortesía de la familia Martins
RAQUEL Martins ha vivido más años de su vida en China que en Brasil, su país de nacimiento. Su padre fue uno de los primeros expertos extranjeros en trabajar en un medio de comunicación chino.
Fue en la década del 60, época turbulenta por cierto, “década bisagra” como gustan llamarla muchos sociólogos. Años de cambios y transformaciones. Los Estados Unidos campeaban por sus fueros en toda Latinoamérica, el imperio norteamericano aplicaba su cultura, su economía y sus condiciones. Oponerse a él era oponerse a designios casi sagrados, el criterio anticomunista había sido sutilmente instalado. Desde los más encumbrados cargos a los más humildes habían asimilado que el nuevo demonio se identificaba con una estrella roja de cinco puntas. Todos aquellos que se opusieran al orden establecido serían acusados de comunistas, lo que en aquel entonces era similar a ser un apóstol del diablo.
Era el Brasil que vio finalizar la presidencia de Juscelino Kubitschek y la asunción de Janio Quadros, quien con su peculiar estilo prohibió las apuestas, las riñas de gallos, que las mujeres usaran bikini en los desfiles de moda, intentó reglamentar los juegos de baraja, etc. Acciones todas que los sectores conservadores del poder utilizaron para desprestigiar al presidente. Intentó también establecer relaciones con Cuba y la entonces Unión Soviética (URSS), recibió y condecoró a Ernesto “Che” Guevara, cosa que la derecha brasileña deploraba y los Estados Unidos también. En lo interno, sus políticas conservadoras, su represión a los movimientos populares campesinos y urbanos, entre otras cosas, hicieron que la izquierda tampoco lo apoyara. Renunció el 25 de agosto de ese mismo año y su sucesor también de izquierda, Joao Gulart, se encontraba en el exterior, concretamente en China, oportunidad que aprovechó la derecha para oponerse a su asunción. Se inicia así una crisis política en Brasil que culminaría con un golpe militar en 1964.
En 1962, los ecos de la victoria de la revolución cubana aún sonaban en todo el mundo. Jaime Martins, papá de Raquel, era periodista y trabajaba para varios medios de prensa en Sao Paulo, Brasil. Si bien no integraba el Partido Comunista de su país, participaba activamente en movimientos liberales opositores a políticas imperialistas. Ese mismo año llegó a China y aquí comienzó la historia que cambió su vida y la de su familia.
Raquel Martins tenía tan solo un año de edad cuando arribó a China con sus padres. Jaime Martins comenzó a trabajar en Radio Internacional de China (CRI, por sus siglas en inglés). Durante 20 años desarrolló su labor allí.
Foto familiar de 2010. Foto cortesía de la familia Martins
RAQUEL MARTINS (RM): Llegar a Beijing tomaba casi una semana. Los tramos eran Sao Paulo-Río, Río-Dakar, Dakar-Portugal, Portugal-Francia, Francia-Moscú, y desde Moscú varias ciudades rusas hasta llegar a Beijing.
CH: Toda una odisea.
RM: Sí, realmente una odisea.
CH: ¿Cuál es la primera deducción que saca luego de haber vivido tantos años en una cultura tan diferente como esta?
RM: Comprendo mejor las dos culturas. Creo que es como poder ver o leer las dos caras de una moneda al mismo tiempo. Lo que para una cultura puede parecer un absurdo para la otra puede ser normal, y viceversa. Puedo percibir estos dos lados.
CH: La sociedad china aún conserva aspectos sanos, no contaminados por el mundo occidental. ¿Piensa usted que podrán conservarse así?
RM: Creo que es inevitable esa contaminación. Aunque el gobierno chino quiera protegerlo habrá muchas cosas que igual se van a perder. Y comparo mucho la situación de las mujeres chinas, tan solo 100 años atrás no tenían las posibilidades que hoy tienen, era inimaginable. Hoy pueden apreciarse los avances de las mujeres, las chinas, las hindúes, coreanas, japonesas, en fin, muchas. Una verdadera evolución de las mujeres en China, ha sido muy importante, mucho más que en otros países. La evolución en la sociedad china, quizás fue porque Mao Zedong elevó a esas mujeres a la cima, quizás porque la historia sucedió así, en fin. Creó que la China estuvo mucho tiempo cerrada, mucho. Entonces hoy, en esta apertura la sociedad china tiene mucha sed de conocer.
CH: En esta apertura vuelven a aparecer las dos caras de la moneda que usted mencionaba.
RM: Sí, claro. Cuando usted abre una ventana, entra todo, lo bueno y lo malo. Son los riesgos.
CH: Existe una generación anterior aquí en China, esas personas que hoy promedian los 60 años que tienen conocimientos de música, pintura, escritura, etc. Ellos mismos dicen que sus hijos y nietos no se interesan tanto por su propia cultura. ¿Usted piensa que es así?
RM: Sí, es así, pero desde hace unos años los chinos comenzaron a girar la mirada, a mirar hacia su propia historia, comenzaron a comprar antigüedades chinas, que ellos no compraban ni miraban. Es cierto que al comienzo muchas de estas antigüedades fueron para occidente. En las décadas del 70 y 80 ninguno se interesaba demasiado por estas cosas, ahora veo un retorno a su propio pasado. Sí, claro que también les gusta lucir marcas como Louise Vuitton, Christian Dior, Channel, iPad, Volvo, etc. También se explica que en China durante mucho tiempo mucha gente fue muy pobre, no como en América Latina donde los pobres siempre fueron pobres y los ricos siempre fueron ricos. En China era diferente, mucha gente era pobre, después, cuando la gente comenzó a acceder a los derechos esenciales y al desarrollo industrial, y luego con el crecimiento comercial hubo gente que se hizo rica muy pronto. La presión externa de productores internacionales de automóviles y de otras cosas es inevitable. Si China se abre al mundo tiene que pasar por estas cosas.
Raquel Martins charlando con China Hoy. An Xinzhu
CH: ¿Cuáles son sus primeros recuerdos de su niñez en China?
RM: Mi padre llegó en 1962. Comenzó a trabajar en Radio Internacional de China. La gente de allí supo que mi padre tenía una novia en Brasil y también la invitaron a venir. Mis padres se casaron aquí en China. El contrato era por dos años, cumplido el plazo pidieron una renovación por dos años más. En ese período volvieron a Brasil para pasar las vacaciones. Llegaron a Brasil justo una semana antes del golpe militar, el 31 de marzo de 1964. Dos meses después es cuando detuvieron a mi padre y lo encarcelaron, más de un año estuvo detenido. En ese período nací yo, allí en Brasil, mi madre ya estaba embarazada de mí cuando lo detuvieron. En 1965, cuando mi padre salió de la cárcel tuvimos que, literalmente, huir de Brasil, nos fuimos de Sao Paulo, primero a Paraná para conseguir documentación y salimos por Río de Janeiro. Volvimos a China después de esa larga odisea de la que hablamos antes. Y crecer en esa China era diferente que ahora. Crecí siendo la diferente en la escuela. Había muchas carencias, nosotros éramos privilegiados, vivíamos en el Hotel de la Amistad, así se llamaba. Pero fue un país muy generoso con nosotros.