El ascenso al nevado Haba
EN 1995, un grupo de escaladores chinos llegó a la cumbre del nevado Haba, a 5396 msnm, lo que lo convirtió en el pico nevado más alto de la provincia de Yunnan en ser conquistado por el ser humano. La montaña, según los alpinistas profesionales, es un “nivel de entrada”. Sin embargo, para los aficionados es un juego de valientes.
A las 10 a.m. del 5 de octubre de 2013, 17 compañeros, un coordinador de equipo y yo alcanzamos la cima del Haba. De pie, junto a la marca que registraba la altitud, le envié a mi familia un mensaje de texto que decía: “¡Lo hice!”. El mensaje era simple, pero todos sabíamos que había sido producto de un gran esfuerzo.
La impresionante aparición de un arco iris puede hacer que el viajero olvide por unos instantes el cansancio.
La aldea de Haba
El nevado Haba está situado en el sureste del distrito de Shangri-La, a 120 km de su centro. En la lengua de la etnia naxi, Haba significa “flores de oro”. La elevada altitud genera un típico clima alpino en la montaña, la cual presenta varias zonas climáticas, incluyendo una zona subtropical, una zona templada, una de temperatura fresca y otra fría. El rango de temperaturas, desde el pie hasta la cumbre, es de unos 22,8°C.
El 1 de octubre, mi equipo de 19 personas, entre ellas cinco mujeres, se reunió en Lijiang, provincia de Yunnan. El mayor de los integrantes tenía 60 años. Llegamos a la aldea de Haba al día siguiente. Situado a 2600 msnm, el pequeño pueblo es el hogar de diferentes grupos étnicos: tibetano, yi, naxi y hui, por mencionar algunos. La aldea es accesible, directamente, a través de carreteras recientemente construidas y los gastos en esta área son relativamente bajos, por lo que el nevado Haba no solo es preferido por escaladores aficionados, sino también por equipos profesionales que lo usan como base de entrenamiento.
En la aldea, uno puede encontrar pensiones y clubes de montañismo que ofrecen servicios básicos. Aquí, la gente sufre raras veces del mal de altura, lo que hace de este pueblo un lugar ideal para el preentrenamiento.
Nuestro jefe de equipo nos enseñó a anudar cuerdas y a usar crampones y piolets. En una colina, al lado del pueblo, practicamos medidas de emergencia durante horas. Se celebraba el Día Nacional de China y todas las pensiones estaban llenas de escaladores. Como no había suficientes habitaciones en la pensión, algunos miembros del equipo decidieron dormir en el patio en tiendas de campaña, como preparándose para el próximo desafío.
Los cargadores ayudan a llevar tiendas y otros equipajes pesados para aligerar el camino.
El viaje a la base
El 3 de octubre nos levantamos a las 5 a.m., listos para partir. Una ligera lluvia había caído la noche anterior y estábamos bastante preocupados porque un ascenso exitoso dependía, en gran medida, del buen tiempo. Por suerte, nos despertamos con un cielo claro y las nubes, por encima de la montaña, eran iluminadas por el resplandor del sol. El cielo azul no solo era hermoso, sino también una gran bienvenida.
A las 8:30 a.m. comenzamos nuestro viaje al campamento base de la montaña, a 15 km de la aldea. Podría tomar unas 6 ó 7 horas llegar a una altura de 4080 metros desde donde estábamos, a 2650 msnm.
Después de una hora, sin embargo, el clima cambió y, de vez en vez, lloviznaba. En esta zona había llovido días antes de nuestra llegada y las piscinas de barro y los charcos hacían difícil el ascenso.
La primera fase de un ascenso es siempre la más difícil. El equipo pronto se sintió exhausto y algunos estuvieron a punto de darse por vencidos, ya que no se habían adaptado bien al ambiente natural. Aunque soy un experimentado excursionista, también me sentía cansado. Cada vez más gente se quedaba atrás y quienes se encontraban en la parte delantera tenían que parar a menudo para esperar a los rezagados.
A la mitad del camino, nos encontramos con una cabaña en la ladera. Resultó ser un área de descanso que suministra agua caliente y comida. Nos detuvimos para un breve descanso. Era un área de reposo también para los comerciantes que viajan. Ellos fumaban un cigarrillo tras otro y lucían aburridos, quizá debido a que ya estaban familiarizados con la ruta.
La comida y la parada de descanso hicieron que nos sintiéramos mucho mejor, así que continuamos nuestro viaje. Todo el equipo se desplazaba más rápido, a diferencia de aquella mañana. Aunque volvió a caer la lluvia, no fue un obstáculo: estábamos protegidos por nuestras chaquetas impermeables.
Horas más tarde, al oír el relincho de los caballos y la voz de la gente, supimos que habíamos llegado al campamento base del nevado Haba. A 4118 msnm, esta zona luce desolada y deshabitada, con excepción de dos hileras de casas de una sola planta y tejados azules. El suministro de agua a la base proviene de un pequeño lago cercano.
El campamento base era frío y húmedo, pero también alegre y bullicioso, con habitaciones llenas de alpinistas extranjeros, guías turísticos, coordinadores locales y caravanas. Las paredes estaban adornadas con banderas y placas conmemorativas de numerosos clubes de montañismo, dejadas por anteriores escaladores, así como grafitis hechos por montañistas de todo el mundo, lo que atrae a la gente a tomar fotografías. Por desgracia, el mal de altura hace que algunas personas sufran dolores de cabeza, mareos y náuseas.
El ascenso por el Grand Slate
Cuando vi por primera vez el Grand Slate, una enorme extensión de roca lisa, no sabía cómo íbamos a superarlo si se congelaba. Afortunadamente, ni la lluvia fue pesada ni se congeló el suelo. Aún así, tuvimos que caminar despacio y con cuidado. No obstante, para los miembros del equipo que tenían menos experiencia, la empinada pendiente fue todo un reto y se quedaron a la zaga.
Llegamos a una pequeña terraza y nos dimos cuenta de que el Grand Slate se elevaba más. La cima de la montaña se perdió de nuestras vistas, ya que estaba cubierta por la niebla. El mal tiempo nos advertía de un desafío de enormes proporciones para el ascenso del día siguiente.
Un camino de grava vino después del Grand Slate. Habíamos alcanzado los 4500 msnm, la altura del límite de la nieve perpetua. Una ligera capa de nieve cubría el suelo. La temperatura era mucho más baja y la lluvia seguía cayendo. Mis manos se congelaban por el frío.
Algunas piedras caían durante nuestro ascenso y, el viento rugía y azotaba nuestros rostros. Tuvimos que bajar la cabeza e ir subiendo algunos centímetros a la vez. La niebla se volvía cada vez más espesa. Nos encontramos con un grupo de escaladores que estaban de regreso sin haber alcanzado la cima, debido a la dureza del viento. Al escuchar que ellos casi fueron arrastrados a una altura de 5000 metros, comenzamos a preocuparnos aún más por el éxito de nuestro ascenso.
El Campamento C1 está a 4967 msnm.
Una noche tormentosa
A las 3 a.m. del 4 de octubre, algunos equipos se levantaron y se reunieron para partir al Campamento C1 y alcanzar la cima, directamente, desde allí. Al considerar la dificultad, nuestro equipo decidió ir al Campamento C1, permanecer una noche y subir a la cima al día siguiente. Teníamos más sueño y partimos a las 9 a.m.
El Campamento C1 está a unos 6 km de la base. No es una gran distancia, pero la altura pasa de los 4080 metros a más de 4960 metros en ese tramo. Además, el suelo estaba mojado debido a la poca nieve.
Media hora más tarde llegamos a una colina y nos detuvimos a descansar, pues la última parte nos había demandado mucha energía. De repente, un enorme arco iris apareció. Estábamos tan encantados con la vista que casi olvidamos el cansancio. Todos estábamos ocupados tomando fotos. Bajo el arco iris, los tejados azules del campamento base parecían tan pequeños y lejanos.
Cuando llegamos al Campamento C1, salió el sol, la nieve dejó de caer y el viento cesó. Pudimos ver un cielo azul a la distancia. El Campamento C1 está a una altura de 4967 metros y sobre un terreno de grava y rocas. Hacia las 2 p.m., todos los miembros del equipo habían llegado al campamento y comenzamos a armar las tiendas. Solo había una pequeña área ideal para acampar, pero no estaba protegida y el suelo de grava no era el adecuado para las estacas.
Para mayor dificultad, el viento arreciaba. Golpeamos las estacas hasta que se doblaron, pero aun así no pudimos conseguir armar las tiendas. No tuvimos otra opción que colocar grandes piedras en las esquinas de las tiendas de campaña. Dadas las circunstancias, cargar las piedras no era nada fácil. El aire helado hizo que fuera doloroso quitarnos nuestros guantes y exponer nuestras manos, y a una gran altura la gente se agota más rápido con el esfuerzo físico. Cada vez que cargábamos una roca, nos quedábamos un buen rato sin aliento. Teníamos que hacer una pausa para recuperarnos.
Después de levantar todas las tiendas, nos metimos de inmediato en ellas y nos acostamos. Nadie se aventuró a salir de ellas, excepto cuando había que recoger nieve para hervir agua o hacer nuestras necesidades. La nieve y el viento continuaron toda la noche. Casi no pude dormir. Temía que el viento se llevara mi tienda.
La diferencia de altitud desde el Campamento C1 a la cima de la montaña es de 429 metros. No parece una cifra de grandes proporciones, pero conquistar la cumbre es increíblemente doloroso.
Un gran momento
A la mañana siguiente, nos levantamos a las 4 a.m. y nos preparamos para el gran día. Hervimos el agua para hacer fideos instantáneos para el desayuno y llenamos nuestros termos.
El equipo se dividió en cuatro grupos y a las 5 a.m. nos alejamos, uno tras otro. Las tiendas permanecieron en el campamento, así que pudimos haber dejado allí nuestras pertenencias, pero todos llevamos nuestras chaquetas, algo de comida y cámaras. Usábamos ropa de secado rápido, forros polares, abrigos y chaquetas impermeables para mantenernos lo más caliente posible. También estábamos equipados con guantes impermeables, crampones, cinturones de seguridad y cascos, pero no sabíamos si tendríamos nuestro gran momento.
Después que el primer grupo se alejó, pudimos ver el brillo de sus luces sobre una colina a la distancia. Mi grupo partió más tarde. Primero, tuvimos que descender desde el campamento, antes de iniciar la subida a la cima. Se sentía como si hubiésemos caminado durante mucho tiempo, pero, en realidad, no había pasado más que una media hora desde nuestro último descanso.
No había lugar para resguardarse del viento, así que todos estábamos en cuclillas en el suelo, con nuestra espalda al viento. Durante la ventisca, me di cuenta de que dos miembros de mi equipo se habían convertido, efectivamente, en muñecos de nieve. Cuando tomé mi cámara de la mochila, me percaté de que mi bolsa estaba completamente congelada, como un enorme cubo de hielo. Mi chaqueta también se congeló. La temperatura en el exterior estaba muy por debajo de cero.
La distancia entre la pendiente De-sesperada y la cumbre es de, solo, 960 metros, pero cada paso que dimos era un duro trabajo. No pude seguir el ritmo del grupo, así que me quedé atrás y encontré una cuerda de seguridad para continuar, lentamente, a mi propia velocidad. Desde entonces, comencé a avanzar con dificultad en la retaguardia de mi grupo y puse mi mejor esfuerzo en mantener el ritmo. Pero, al poco tiempo, mi equipo alcanzó al primer grupo y dejó a los demás atrás.
La pendiente Desesperada merece tal nombre. Al subir una pequeña cuesta, uno cree que ha alcanzado la cima, pero luego se da cuenta de que hay otra gran cuesta por delante y no hay señales de la cumbre. Escuché al coordinador advertirle al equipo que no se quedara quieto mucho tiempo y que siguiera escalando.
Se dice que lo más peligroso en el montañismo es conciliar el sueño. Siempre me pregunté cómo alguien puede quedarse dormido en un clima tan frío. Pero luego de esta caminata lo comprendo perfectamente. A medida que la altitud aumenta, el aire se vuelve más ligero. La gente sufre un severo déficit de oxígeno y se cansa con cada paso. Si uno se queda parado mucho tiempo, se sentirá agotado y somnoliento, lo que hará que sea fácil perder el conocimiento. Con la advertencia del coordinador en la mente, el equipo decidió seguir adelante.
Un rayo de sol apareció a través de la nieve. Hice un foso con mis pies sobre una pequeña plataforma para poder descansar. Entonces, vi a una de mis compañeras de equipo regresar. No podía continuar. Comenzó a descender con la ayuda de nuestro coordinador y todos nos sentimos muy mal por ella. De hecho, yo también quise muchas veces renunciar, pero cuando vi que tres de nuestros compañeros se acercaban a la cima, me animé a seguir adelante.
Después de la pendiente Desesperada viene la recompensa con la hermosa Bahía de la Luna. A la izquierda hay oscuros acantilados y la parte más alta de la bahía indica la cumbre del nevado Haba. No recuerdo cuánto tiempo me tomó llegar a la Bahía de la Luna, pero cuando miré hacia abajo, mis compañeros parecían pequeñas hormigas moviéndose lentamente.
La cumbre es muy sencilla. Si no hubiese sido por el poste de madera que indica los “5396 metros”, no nos hubiéramos dado cuenta de que habíamos llegado a la cima. La ventisca era tan feroz que la bandera se congeló en el asta y las letras en esta lucían borrosas.
Lo primero que hice al llegar a la cumbre fue preguntarle a uno de mis compañeros de equipo si podía tomarme una foto. Luego envié un corto mensaje de texto a mi familia. La temperatura en la parte superior era tan baja (de -15°C a -10°C) que no fuimos capaces de permanecer mucho tiempo allá. Al final, 18 de los 19 miembros de nuestro equipo conquistaron la cumbre.
En total, desde la aldea de Haba hasta la cima habíamos cubierto una distancia de cerca de 20 km. Comenzamos nuestro descenso ese mismo día. En nuestro camino de regreso, el sol brillaba, lo que hacía que las montañas lucieran magníficas, con las nubes y la niebla. De todos los grandes picos del mundo, el nevado Haba es solo una gota en el océano. Del mismo modo, esta aventura ha sido solo una parada en mi viaje por la vida. Muchos destinos todavía me esperan.
Mirador Xionggu, de Shangri-La.
Consejos:
1. Temporada: Afectado por los monzones, los vientos alrededor del nevado Haba pueden alcanzar los 8 en la escala de Beaufort, desde finales de diciembre a finales de enero. La temporada de lluvias es de junio a agosto. Ambas estaciones no son adecuadas para la escalada. La mejor época para visitar el nevado Haba va desde mediados de septiembre hasta mediados de noviembre, o desde mediados de febrero hasta mayo.
2. Transporte: Los visitantes o escaladores pueden tomar un autobús a la aldea de Haba desde Lijiang o Shangri-La. Toma alrededor de cinco horas. La ruta desde Lijiang hasta la aldea de Haba pasa por la Garganta del Salto del Tigre, un famoso cañón en el río Jinsha, conocido por sus magníficos paisajes.
3. Seguridad: Para todos aquellos que busquen subir a la montaña es muy recomendable contratar un guía profesional o un coordinador.
4. Equipo: Además del kit general al aire libre, se aconseja llevar crampones, piolets, gafas de nieve, bloqueador solar (SFP por encima de 40), termos y bastones alpinos (dos). Un casco y cuerdas de seguridad son opcionales.