Por LI YUAN
Por LI YUAN
Entre los numerosos poblados antiguos chinos destacan los “tres grandes”: Wuzhen (Zhejiang), Zhouzhuang (Jiangsu) y Lijiang (Yunnan). Estos poblados, aunque son sin lugar a dudas bellísimos, pueden en temporada alta verse invadidos por los turistas. Afortunadamente China cuenta con una serie de antiguos poblados menos conocidos, muchos de los cuales son posiblemente tan impresionantes como los “tres grandes” y quedan al resguardo del radar de los turistas. Sanhe, en el distrito de Feixi de la provincia de Anhui, es uno de ellos.
La geografía ha sido un factor destacado a la hora de permitir a Sanhe florecer como un crisol de profesionales y comerciantes. De hecho la geografía se encuentra en el propio nombre del poblado: Sanhe significa “tres ríos”, Fengle, Hangbu y Xiaonan.
Sanhe se encuentra a unos 40 km al sur de Hefei, la capital provincial, en la juntura de tres distritos (Feixi, Shucheng y Lujiang) y tres ciudades (Hefei, Chaohu y Lu’an). Dejamos Hefei en una mañana nublosa a principios de primavera. Cuando llegamos a las puertas del viejo poblado los arcos surgieron de entre la niebla para saludarnos. Se puede decir que estábamos anonadados incluso antes de haber puesto un pie sobre los callejones empedrados de la localidad.
Residencias elegantes
Fundado hace unos 2.500 años, Sanhe es el poblado situado a la orilla del río mejor conservado de Anhui. Alberga una buena parte de la historia de fines de la dinastía Qing y alardea de poseer algunos de los mejores ejemplos de arquitectura antigua de estilo hui. Sus serpenteantes ríos, espectaculares puentes, estrechos callejones, elegantes casas y antiguos campos de batalla se parecen a la famosa pintura El festival Qingming junto al río.
Hay docenas de calles en Sanhe, la mayoría de las cuales tienen escasamente tres metros de ancho. A la parte central de las calles, empedrada con losas azules, se le conoce como “el camino de los funcionarios” y está flanqueada por la acera, hecha con grava, llamada “el camino de los plebeyos”.
Tras muchos años de uso las losas han quedado pulidas y se ven brillantes, casi translúcidas después de la llovizna matutina. El día de nuestra visita los turistas eran escasos y el repiquetear de los zapatos de una mujer se oía por todo el callejón.
A lo largo de las calles hay tiendas construidas según el estilo arquitectónico de las dinastías Ming y Qing. Al observar los tejados de tejas grisáceas, las blancas paredes de cabeza de caballo (así llamadas porque la unión de la pared con el tejado se asemeja a la crin de un caballo al viento) y los negros letreros con caracteres dorados, uno puede pensar que ha viajado atrás en el tiempo.
Nuestro guía nos dijo que la gran mayoría de los habitantes del poblado han residido aquí durante generaciones y que la distribución tradicional de las casas ha sido conservada (la tienda en la parte delantera y el taller en la trasera).
Sin embargo, con la excepción de algunos ancianos que han alquilado sus casas con fines comerciales para poder mudarse a la gran ciudad con sus hijos, la mayoría de los residentes permanecen en el poblado. Tienen un aliciente para quedarse (el turismo atrae ingresos constantes y el número de visitantes parece aumentar rápidamente).
La pared de cabeza de caballo es un rasgo destacado de la arquitectura de estilo hui: paredes con forma de escalera que sobresalen de los tejados siguiendo el hastial de éstos. La mayoría de los pueblos de Anhui estaban densamente poblados, y en el caso de que una residencia se incendiara los edificios colindantes se verían rápidamente afectados. Durante la dinastía Ming, un inteligente magistrado de la prefectura de Huizhou tuvo una idea: hacer más altos los hastiales de la quinta hasta la décima casa. Estos hastiales podrían cortar la fuente del fuego evitando su propagación. Por este motivo las paredes de cabeza de caballo también son conocidas como paredes cortafuegos.
El caballo es considerado como un animal de buen agüero en la cultura tradicional china. Cuando los comerciantes de Anhui viajaban a lo largo y ancho del país y lograron prominencia comercial, las paredes de cabeza de caballo fueron cargadas de nuevos significados: cuanto mayor era el estatus social de los moradores de una casa, más altas eran sus paredes. Así mismo, como los comerciantes tenían que abandonar su hogar en la adolescencia para iniciarse en la profesión, la pared de cabeza de caballo se convirtió en un símbolo material del deseo de reunir a la familia.
Las fachadas de las residencias de estilo hui son delicadas, y el interior de las casas es a menudo lujoso y muchas veces tienen un patio en el centro. El diseño demuestra el deseo de acumular riqueza. Los lugareños consideraban que las gotas de lluvia eran símbolo de fortuna y por lo tanto creían que la fortuna caería si acumulaban el agua de lluvia del año. Con tal fin, ponían canalones para recoger el agua de lluvia, la cual utilizaban para uso doméstico, canalizando los excedentes al campo. Tales ideas son signo de mentalidades pretéritas en virtud de las cuales los beneficios debían quedar en la familia.
Cuando cesó la llovizna matutina los residentes abrieron las puertas de las casas y se sentaron delante de ellas. Unos removían azúcar de malta, otros se dedicaban a la artesanía, y algunos disfrutaban del sol.
Al pasar por delante de una casa nos dimos cuenta de que colgaba un precioso farolillo con el carácter Qiao impreso. El dueño de la casa, un señor mayor, sonrió y nos dijo que era su apellido.
La costumbre de colgar un farolillo con el apellido del cabeza de familia delante de la puerta de la casa data de más de mil años atrás. Según se dice, las linternas se colgaban no solo para decorar durante las fiestas, sino también para dar a conocer las novedades en la familia. Por ejemplo, una vela roja dentro del farolillo significa que la familia está celebrando una boda y una vela blanca, un funeral. Un papelito blanco sobre el apellido impreso indica que un varón ha muerto. Quizá sea una pena que la comunicación moderna haya hecho obsoleta esta costumbre.
Paseando por el poblado, pasamos por una serie de estrechísimos callejones. Uno de ellos era tan estrecho que no se percibía a primera vista. Era el “callejón para una sola persona”, el más viejo y más famoso de la localidad. Al final de esta calleja está la antigua residencia de Chen Ning Franklin Yang, Nobel de Física en 1957. En 2001 volvió para ver su antigua casa.
Los canales de Sanhe
Hay pocos pueblos ribereños en el centro de Anhui, y sin lugar a dudas Sanhe es el más bonito de todos. El río Xiaonan atraviesa de norte a sur el pueblo hasta encontrarse con los ríos Fengle y Hangbu, los cuales fluyen hasta el lago Chaohu. Desde tiempos inmemoriales el destino de Sanhe ha estado ligado a estos ríos.
Las carreteras y los canales eran las principales vías de transporte en la antigua China y el río Xiaonan era una ruta muy transitada. Esto hizo de Sanhe el centro logístico más importante de la región comprendida entre la orilla occidental del lago Chaohu y el extremo este de las montañas Dabie. Todos los días productos como pescado, cerámica, arroz, seda, bambú y madera eran transportados desde el curso superior del río hasta el poblado, donde eran vendidos y transportados hasta el curso inferior del río. Artículos de uso diario de Nanjing y Shanghai eran traídos hasta aquí para ser distribuidos en la región.
Durante las dinastías Tang (618-907) y Song (960-1279) los lugareños transformaron la antigua zona inundable en una zona de cultivo de varios kilómetros de extensión. Tras esta transformación el poblado se hizo conocido por ser un puerto comercial desde el que se exportaban grandes cantidades de arroz.
Por estar en la confluencia de tres ríos, Sanhe ha sido tradicionalmente un lugar de gran importancia estratégica. Al norte del poblado se encuentran el lago Chaohu y la ciudad de Hefei, antiguamente conocida como Luzhou, y las rutas hacia importantes ciudades del sur como Anqing y Jiujiang pasan por el poblado. Sanhe también se encuentra cerca de Nanjing, una capital histórica de China.
Sanhe ha sido testigo de batallas épicas. Fue aquí cuando en 1858, durante el octavo año del reinado del emperador Xianfeng de la dinastía Qing, los comandantes del ejército Taiping, llamados Chen Yucheng, Li Xiucheng y Wu Dinggui, derrotaron al ejército de Hunan dirigido por el comandante Li Xubin. La batalla fue un importante enfrentamiento militar de la Rebelión Taiping y dio al instante fama a nivel nacional al poblado.
Mientras bajamos al río Xiaonan la brisa calma mi piel. Diez puentes lo cruzan, muchos de los cuales son conocidos por ser hitos de la ingeniería. Según el guía, de los diez, el puente de Sanxian es el más conocido, y el puente cubierto de Quezhu, el más antiguo. Los peces danzan cerca de la superficie del agua, los sauces llorones se mecen suavemente con la brisa, las barcas se dejan llevar lentamente por la corriente a lo largo de la orilla, la vida en el río es una encantadora vista para contemplar.
Comida, gloriosa comida
Paramos en un puesto de comida para degustar la especialidad local, los Sanhe Mijiao (jiaozi envueltos en masa de harina de arroz). En el norte de China, la masa de los jiaozi se hace con harina de trigo, pero en Sanhe se usa la de arroz. Están rellenos de carne picada y tofu. La diferencia puede parecer trivial, pero hay una gran diferencia en el sabor. Los jiaozi fritos son crujientes y deliciosos.
Cerca del puesto de mijiao hay una tienda de comestibles donde se vende vino de arroz local y tofu seco. El dueño de la tienda nos dijo que en Sanhe se produce tofu seco desde hace más de 1.000 años y que el sabor del tofu es especialmente sabroso debido a la excepcional calidad del agua de la zona.
Enfrente de la tienda espiamos a los lugareños que estaban poniendo a secar pequeños peces de río bajo el sol. Esos pececillos secos están entre los platos favoritos en Anhui para acompañar el arroz en los meses de invierno.
La cultura culinaria de Sanhe tiene su propia e interesante historia. Debido al frecuente tráfico norte-sur a lo largo del río Xiaonan, muchos visitantes han pasado tiempo en el poblado y han dejado su influencia en la cocina. Por eso la cocina del lugar ha desarrollado su propio estilo combinando lo mejor de los platos de Anhui, Sichuan y Jiangsu, tales como las semillas de melón, el pastel Yudai, el tofu seco con sabor a langostino y Shaomai frito (un tipo de ravioli al vapor).
En octubre de 2008, Shu Ting, una conocida poetisa china, visitó Sanhe y quedó prendada de la comida local. Manifestó sus sentimientos por la ciudad en una obra posterior al viaje, en la cual ella reconoció haber obtenido una gran inspiración de las delicadas especialidades del lugar. Ella señaló el glutinoso vino de arroz de Sanhe, los pescaditos desecados y el pato estofado en salsa de soja como sus favoritos.
Consejos de viaje:
Es fácil viajar al poblado. Durante todo el día hay autocares que salen de la puerta sur de la estación de autocares de Hefei. De la estación de autocares de Sanhe hasta el poblado hay que caminar solo dos minutos, no hace falta tener trato con los taxistas.
La temporada turística en el poblado empieza a principios de primavera y la mayor afluencia de turistas tiene lugar durante la Fiesta del Bote del Dragón en el quinto mes del calendario lunar.
El poblado no ha cambiado mucho a lo largo del tiempo pero hasta la fecha no se ha hecho ningún mapa detallado. Para visitar algunas partes del poblado hay que comprar una entrada, pero el “callejón para una sola persona”, las antiguas murallas y el templo del dios son gratuitos. El poblado no es grande, por lo que un día basta para verlo.
Vale la pena probar los platos hechos con ingredientes locales. Déjese conquistar por los sabores naturales (aquí se usan pocos condimentos o especias). También hay numerosas delicias locales recién hechas vendidas en paquetes por todo el poblado. Son regalos geniales para aquellos que no tienen la fortuna de poder visitar el poblado.