Por WU ZILI
Por WU ZILI
Hay una hermosa y espaciosa pradera compartida por Sichuan, Qinghai y Tíbet, en la meseta Qinghai-Tíbet, a la que los habitantes de la región bautizaron como Zhaxika (en tibetano “tribu del origen del río Yalong”). Una charla casual hizo que finalmente tomara la decisión de visitar ese destino y poco después emprendí mi viaje, concretamente a la parte que se encuentra en el distrito de Serxu, de la prefectura autónoma tibetana de Garze, en la provincia de Sichuan.
Serxu es el distrito más grande, alejado y de mayor altura de Sichuan, situado a 1.070 km de Chengdu, capital provincial. Su altura media sobre el nivel del mar supera los 4.000 m y abarca una superficie total de 25.141 km2, el 90% de los cuales corresponde justamente a los extensos prados que deseaba conocer. No resulta fácil llegar a este destino. Por eso partimos primero de Beijing hacia Xi’an, capital de la provincia de Shaanxi, donde tomamos un vuelo para Yu-shu, de la provincia de Qinghai. Una vez allí condujimos un auto por más de 100 km, dando tumbos por la meseta durante dos horas, a 4.700 metros de altura, hasta llegar al poblado de Nixia, sede del gobierno distrital de Serxu.
La felicidad más simple
El distrito de Serxu es un lugar apartado, donde el transporte, las comunicaciones y el servicio eléctrico no ofrecen aún muchas garantías. Su posición geográfica y económica, muy retrasada en comparación con el desarrollo de las grandes ciudades, reduce los atractivos para los turistas. Este es, en pocas palabras, un lugar cerca del cielo y lejos del mundo.
Los residentes de Zhaxika son principalmente pastores y agricultores que viven en una comunidad compuesta por casas de una sola planta, en los límites del distrito de Serxu, en cuyos humedales de pradera, nutridos por un afluente del río Yalong, pastan sus yaks y ovejas. En el patio de cada vivienda ondean banderas de oración. Nos detuvimos en un hogar donde los padres de la familia estaban lavando lana, mientras los niños jugaban en el pastizal, trataban de hablar con nosotros en mandarín y nos entretuvieron con una danza tibetana.
Cerca de los pequeños, un joven lama tomaba el sol. Presumimos que debía ser el hijo mayor de la familia, que cuidaba de sus hermanos menores. No hablaba mandarín, por lo que los niños tuvieron que servirnos como traductores para podernos comunicar con él. Cuando estábamos a punto de salir, le pregunté si podía cambiarme su rosario por el mío. Sonriente aceptó. Cuando observé con atención aquella sarta de cuentas, después de volver a Beijing, descubrí que las perlas de material natural de ese rosario tienen un brillo y suavidad particular, debido a las caricias de las manos de su dueño durante más de diez años. Las oraciones budistas que carga este rosario le otorgan un valor incalculable.
Uno de los objetivos de nuestro viaje era tomar fotos para los niños de la Escuela Primaria Esperanza, de Zhaxika (donada por el Proyecto de la Esperanza, un programa social de China). Aunque el colegio aún estaba en construcción, había despertado una gran ilusión entre los residentes de la zona. Al saber que veníamos a tomar fotos a los niños, los padres acudieron con sus hijos al lugar donde nos alojábamos, como si se tratase de un festival. Todos sonreían con alegría, transmitiendo una felicidad espontánea y sincera. Desde hace tiempo soñaban con que sus niños tuvieran sus propias aulas y pupitres, igual que los niños de las ciudades.
Banderas de oración budista
Sobre la pradera de Zhaxika existe una leyenda interesante. Hace mucho tiempo, un yak sagrado quedó congelado en el hielo, en la cima de la montaña nevada de Geladandong. Un grupo de hombres valientes de la zona Khampa, en Tíbet, subió a la montaña y derritió el hielo con el fuego que encendieron aprovechando los rayos del sol. Cuando el animal despertó, una corriente de nieve derretida que brotaba de sus fosas nasales dio origen a los ríos y arroyos cristalinos que hoy se aprecian en la pradera y que alimentan a los rebaños de ovejas y las manadas de yaks. De esta forma el Sol y el fuego se convirtieron en el tótem de la tribu y Zhaxika pasó a ser conocida como la “Tribu del Sol”.
Aquí el cielo azul y las extensas praderas verdes son los paisajes más comunes y el aire enrarecido explica por qué crecen pocas flores en los campos, por lo que las banderas multicolores de oración son prácticamente el único contraste y elemento decorativo en este limpio y monocromático tapiz.
Las banderas budistas tibetanas de oración, al igual que la arquitectura, la pintura y la escultura de la meseta, guardan un gran sentido religioso para los habitantes de la región. Cuenta una leyenda sobre el origen de estos estandartes que un día, cuando Buda estaba leyendo sutras, una ráfaga de viento dispersó sus páginas y las personas que recogieron aquellas hojas consiguieron entonces la felicidad. Posteriormente, la gente imprimió los sutras en piezas de tela que colocaron al viento, para pedir felicidad y seguridad.
A medida que más y más ciudadanos modernos visitan la altiplanicie, el aire misterioso y puro del Tíbet se torna cada vez más comercial. Para los turistas que llegan a estas famosas zonas paisajísticas, las banderas de oración son sólo un elemento decorativo, pero la fuerza espiritual y la fe que emanan ellas se aprecia mejor en la tranquilidad de las montañas remotas o en los valles, donde es posible abrir el corazón y sostener un diálogo con el cielo y la tierra.
Castillo Songge Mani
Agosto es la temporada más hermosa de la pradera de Zhaxika, en la que se forma una especie de alfombra verde salpicada por flores diminutas y tenaces. Conducir por la carretera es similar a navegar en un mar sin límites. El horizonte parece no tener fin. Pero durante la mayor parte del año en la meseta predominan las temperaturas invernales, por lo que el entorno natural es bastante duro, aunque la población local, con su fuerte vitalidad y extraordinaria imaginación, crea uno tras otro milagro.
En la pradera de Zhaxika, el Muro Barge Mani y el Castillo Songge Mani son dos destinos que no se deben pasar por alto. El término “mani” es la abreviatura del famoso mantra de seis sílabas “Om ma ni padme hum”. Los tibetanos esculpen mantras, sutras y figuras budistas en las piedras y les otorgan un espíritu sobrenatural.
De forma rectangular, el Castillo Songge Mani se encuentra en el cantón de Ariza, a 90 km del distrito. Tiene un muro de 73 m de largo de este a oeste y 47 m de ancho de sur a norte. El muro exterior mide 10 m de altitud y en su parte central alcanza los 15 m. Dicen que la edificación fue levantada durante el reinado del rey Gesar (1038 – 1119), un héroe que salvó al pueblo tibetano de los monstruos y difundió el budismo. La Biografía del Rey Gesar, que todavía se divulga en Sichuan, Qinghai y Tíbet, es considerada como la “Ilíada de Oriente” y representa la obra más relevante de la antigua cultura tibetana.
La pradera de Zhaxika estaba en los dominios del rey Gesar, donde los soldados apilaron las piedras mani como monumento a los mártires. Más tarde, en memoria de su soberano, sus súbditos hicieron una peregrinación hasta este lugar y colocaron más piedras que con el tiempo se convirtieron en un muro extenso y alto.
Es todo un castillo apilado con piedras mani grabadas con escrituras budistas, una reliquia histórica que se ha mantenido firme durante prácticamente mil años, un milagro del legado histórico y las creencias de esta etnia.
Amor en la pradera
Los grabados en piedras mani forman parte de la cultura folclórica de los tibetanos y su origen data de mucho tiempo atrás. A través de ellos se expresa libremente la fe y a cada turista que visita el Tíbet le llama mucho la atención la gran cantidad de montículos de misteriosas piedras mani que encuentran a su paso. En Serxu, la gente apiló las piedras para formar muros, como el de Barge Mani, que data de 1640, pero que comenzó a ser levantado en la época del primer Buda Viviente Barge.
Todavía entre los pobladores de la región circula una leyenda del periodo del III Buda Viviente Barge, que cuenta el amor entre un pastor pobre y una chica de familia noble que vivían en la pradera de Zhaxika. Como la familia de la joven le prohibió contraer matrimonio con su amado, los novios se fugaron. Al cruzar el río Yalong, un torrente se llevó a la chica y el pastor quedó tan triste que quiso lanzarse al río para morir con ella. El Buda Viviente Barge le salvó la vida, razón por la que el joven se convirtió al budismo y pasó el resto de sus días orando por su amante.
Desde entonces, los peregrinos y parejas han venido a este lugar a colocar piedras mani para expresar sus buenos deseos. Por eso, el Muro Barge Mani no deja de extenderse por la pradera.
Consejos de viaje:
1. Debido a la intensidad con la que los rayos ultravioletas llegan a la meseta, es necesario protegerse bien la piel y llevar gafas de sol.
2. Las temperaturas diurnas y nocturnas varían significativamente y hay una enorme disparidad durante el día. Asegúrese de llevar abrigo y paraguas.
3. En los principales destinos turísticos de la pradera hay cuartos de baño y depósitos de basura. Haga todo lo posible para proteger el medio ambiente local.
4. Por la gran altura es recomendable llevar medicamentos necesarios para contrarrestar las reacciones adversas.
5. Por favor, respete las costumbres locales.