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2017-May-17 16:48

Música china en clave de Ecuador

Por MICHAEL ZÁRATE

 

Alonso Quijano no es alguien desconocido para el mundo hispanohablante. De hecho, fue el nombre que Cervantes le dio al hidalgo Don Quijote, el protagonista de una de las obras cumbres de la literatura universal. Cuatro siglos después, un joven economista ecuatoriano llamado también Alonso Quijano –de cuyo nombre es imposible no acordarse– ha antepuesto sus ideales, derrotado gigantes y emprendido sus propias aventuras para defender una de sus pasiones: la cultura china.

Para entender la simbiosis entre Quijano y China hay que remontarse unos siete años atrás, cuando en 2010 comenzó a estudiar economía en la Universidad San Francisco de Quito (USFQ). Su curiosidad por el mundo oriental hizo que eligiera también estudiar el chino, como lengua electiva. Para entonces, la presencia de las inversiones chinas en Ecuador era cada vez mayor, y el chino dejaba de ser un idioma marginal para convertirse en el lenguaje de los negocios.

“Una de las mejores maneras de entrenar un idioma es creando tu propio ambiente lingüístico, aunque no te encuentres en el país donde se hable aquel idioma”, expresa Quijano, quien para practicarlo más decidió trabajar también como pasante en el Instituto Confucio de la USFQ. Ese entusiasmo lo llevó a ganar una beca al año siguiente. Allí se reforzaría el vínculo con la cultura china.

 

El ecuatoriano Alonso Quijano y su ocarina.

 

Al ritmo de la ocarina

 

Quien conoce a Alonso Quijano sabe que está sobre todo ante un notable curioso. Al estudiar chino no le bastó con memorizar caracteres o pronunciar adecuadamente los tonos. Quijano quería zambullirse en todo lo que tuviera que ver con el país asiático. Así fue como llegó a Beijing en septiembre de 2011 para estudiar un año en la Universidad de Petróleo de China.

“Viví en Changping, un distrito un poco alejado del centro de Beijing y que no está poblado por muchos extranjeros, por lo que aproveché la ventaja de rodearme de gente local y mejorar aún más mi mandarín”, dice. Gracias a su carácter, Quijano tuvo la suerte de hacer amigos rápidamente y, a los pocos meses, conoció a una persona que cambiaría el curso de su vida en Beijing: Lai Dafu, el presidente de la Asociación Artística de Ocarina de China.

Para quien no ha oído hablar de ella, la ocarina (陶笛, taodi en chino) es un instrumento de viento tan antiguo que ha sido parte de la música y folclore de civilizaciones ancestrales, como la maya, la azteca, la persa y, por supuesto, la china. La ocarina típica está hecha de cerámica y compuesta de diez o doce huecos. “La ocarina se asemeja mucho al xun, un instrumento chino muy antiguo con forma de huevo”, apunta Quijano, para quien más que un instrumento, la ocarina fue la llave que le permitió adentrarse en la China profunda.

 

La ocarina o taodi en chino.
 

Quijano había aprendido a tocarla de manera autodidacta a través de videos en YouTube. Sin embargo, su amistad con Lai Dafu le permitió perfeccionar su talento y comenzó a presentarse en conciertos dentro y fuera de Beijing. En agosto de 2012 llegó, incluso, a formar parte de una delegación de músicos chinos que viajó a Japón para participar en el Segundo Festival de la Ocarina de Asia. “La ocarina me abrió las puertas para viajar y conocer realmente a China, sus dialectos, así como su música folclórica”.

 

Portada del disco "Nubes plateadas".

 

Un mes después, en septiembre, Alonso Quijano regresó a Ecuador. Al darse cuenta del nivel que había alcanzado en el idioma, el Instituto Confucio de la USFQ le ofreció trabajar como profesor. Lo hizo durante 4 años, un periodo en el cual enseñó también el chino a un encomiable grupo de adultos mayores. “Amo compartir la pasión que siento por el chino y transmitirlo a mis estudiantes. Lo que más disfruto es verlos cumplir sus sueños de cruzar el océano para aprender este idioma tan difícil al otro lado del mundo”. Quijano continuó estudiando economía, pero dentro de sí ansiaba retornar a China. Lo que no imaginaba era que eso iba a suceder muy pronto.

En julio de 2013, el joven estudiante de economía volvió a pisar China para representar a Ecuador en el más famoso concurso sobre el dominio del idioma chino para extranjeros: el llamado “Puente Chino”, que se realizó en la ciudad de Changsha. Quijano llevaba solo dos años estudiando la lengua (uno de ellos en Ecuador), pero su perseverancia hizo que superara a competidores que llevaban varios años estudiando y viviendo en China. El “Puente Chino” no solo pone a prueba habilidades lingüísticas, sino también artísticas, y Quijano se valió de su destreza con la ocarina para cautivar a una audiencia calculada en más de 250 millones de televidentes. Al final, de 123 participantes procedentes de 77 países, el joven ecuatoriano alcanzó el segundo lugar.

 

Alonso Quijano al lado del joven pianista ecuatoriano Juan Pacheco.

 

El disco “Nubes plateadas”

 

El “Puente Chino” fue su escalera al éxito. Al año siguiente, en 2014, Quijano regresó a China para participar en conciertos y festivales en Beijing y la provincia de Shandong, al lado del talentoso y joven pianista ecuatoriano José Pacheco. La destreza de ambos músicos hizo que el año pasado la Universidad de Xiamen aceptara financiar su proyecto de grabar un disco de música tradicional china para piano y ocarina, como parte del programa Jóvenes Líderes que impulsa la Dirección General del Instituto Confucio (Hanban).

 

La ocarina ha sido parte de civilizaciones ancestrales.
 

Cuando se enteró de que su proyecto había sido aprobado, Quijano volvió a sacar su faceta quijotesca: renunció a su trabajo en Ecuador como consultor financiero en una importante firma internacional y alistó maletas para emprender una nueva aventura en China.

La selección del repertorio del disco no fue una tarea sencilla. Ambos músicos tuvieron que escuchar más de cien obras tradicionales chinas (de diferentes épocas y para diferentes instrumentos), de las cuales escogieron las diez que mejor combinaban con el piano y la ocarina. El resultado, al final, es un disco titulado “Nubes plateadas”, que ya se viene comercializando en China. Todas las piezas del álbum han sido muy bien trabajadas, pero la que más le gusta a Quijano es aquella que se llama Caballos compitiendo (cuyo título original en chino es 赛马), compuesta por Huang Haihuai. La pieza retrata la tradición milenaria de la etnia mongola de competir en carreras de caballos.

A sus 25 años, este joven ecuatoriano nacido en Guayaquil se ve reflejado un poco en la figura de su famoso tocayo, el Quijote de la Mancha. “Mi vida y mi relación con China están llenas de sucesos que parecen una locura”, expresa. “Pero lo más quijotesco que he hecho ha sido este último viaje a China. Hay músicos buenos que nunca graban un disco y yo, sin ser un músico profesional, me he aventurado a grabar un disco que ha recibido buenas críticas”. Para Alonso Quijano, la novela aún está por empezar.

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