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2017-May-17 16:11

Pasión por la medicina

Por ABEL ROSALES GINARTE

 

Mi nombre en chino quiere decir Año Nuevo. Nací en una familia campesina el primer día del año 1935 y mis padres me pusieron este nombre, creyéndolo auspicioso”. Los años no han limitado la fuerza de Qiu Xinnian. Su nombre en español es Eugenio. Después de haberse jubilado como diplomático mantiene intacta la pasión por los términos médicos y actualmente por la medicina tradicional china. Maneja con destreza las conjugaciones complicadas del idioma español y siempre está dispuesto a aprender algo nuevo. “Muchos amigos hispanohablantes me han invitado a hablar sobre la medicina tradicional china, en particular sobre la conservación de la salud. Todos me preguntan: ¿qué tiene que ver la diplomacia con la medicina?”.

 

Diccionarios de términos médicos que Eugenio Qiu regaló a los traductores de China Hoy. Abel Rosales Ginarte

 

Un sentimiento de gratitud

 

“En primaria y secundaria fui un estudiante aplicado que sacaba buenas notas, por lo que formé parte de los 400 alumnos de secundaria seleccionados en 1959 para estudiar en la Unión Soviética. Estudié un año de ruso en el Instituto de Lenguas Extranjeras de Beijing (actual Universidad de Estudios Extranjeros de Beijing), pero en 1960 la relación soviético-china empeoró y el Ministerio de Educación no nos envió al extranjero, sino que nos distribuyó por varias universidades en Beijing. Yo entré en la facultad de español del mismo instituto. Seguí estudiando con mucho afán”, recuerda Qiu.

Todo cambió sorpresivamente para Eugenio y sus compañeros de estudio unos años después. “En 1964 fui enviado por el Ministerio de Educación a Cuba para continuar estudiando el castellano, igual que muchos otros compañeros. Me dediqué totalmente al estudio por dos razones: la patria necesitaba urgentemente personal especializado en español y Cuba nos facilitaba todo lo necesario para aprender gratuitamente. El sentimiento de gratitud nos empujaba hacia adelante”.

Después de concluir los estudios en la Universidad de La Habana comenzó a trabajar como traductor en el Instituto de Suelos de Cuba, fundado con la ayuda de China, donde laboraban cuatro especialistas chinos: “Allí aprendí muchas cosas. No solamente practicaba mi castellano, sino que logré muchos conocimientos científicos. A Cuba le faltaba un mapa nacional de suelos, lo que afectaba la planificación del uso racional para lograr una mayor y sostenida productividad. Además del trabajo en el terreno, los especialistas chinos daban clases a cuatro jóvenes graduados universitarios que laboraban junto con nosotros y yo tenía que traducir todo, oralmente y por escrito, un trabajo con el que aprendí mucho. La base de mi español se hizo multidisciplinaria, más sólida, más amplia”.

 

El regreso a China y los términos médicos

 

Después de regresar de Cuba trabajó cuatro años en el Buró Estatal de Turismo de China, que pertenecía al Ministerio de Relaciones Exteriores. “En 1975 recibí a dos turistas mexicanos que eran cirujanos. Su objetivo era visitar el Hospital N° 6 de Shanghai, mundialmente famoso por sus destacados éxitos en la reimplantación de miembros amputados. Su mejor cirujano se llamaba Chen Zhongwei, jefe del Departamento de Ortopedia y Traumatología, quien había realizado en 1963 el primer procedimiento de reimplante exitoso que le dio prestigio internacional. Los mexicanos querían intercambiar experiencias con el doctor Chen. La conversación duró casi un día entero”, explica Qiu.

Aunque elogiaron su trabajo como traductor, Eugenio sentía remordimiento. “Muchos términos eran desconocidos para mí, incluso algunos en chino, y otros ni podía explicarlos. Por ejemplo, para traducir ‘hematoma’ empleé ‘hinchazón’ y en el caso de ‘desbridamiento’ usé ‘limpieza’”. La traducción fue comprensible, pero no en términos profesionales. “Al terminar me di cuenta de que los términos médicos constituían otro idioma. Son muy raros, a veces irrazonables. Entonces me surgió la idea de hacer algo en esa área por difícil que fuera. Mi máxima es: si quieres hacer algo, hazlo con sinceridad en beneficio del prójimo. Y así caí en el inmenso mar sin fondo de los términos y la literatura médica, del cual no he salido todavía. Estoy algo obsesionado por la medicina”, confiesa.

 

Cinco años en Argentina

 

En 1978 fue a trabajar a la Embajada de China en Argentina. La estadía en dicho país fue una gran oportunidad para que estudiara los términos médicos en su tiempo libre. “Argentina estaba y está muy desarrollada en medicina, sobre todo en cardiología, donde contaba con muchos especialistas mundialmente renombrados, como los doctores Domingo Liotta (en 1973 fue nombrado secretario de Salud Pública de la Nación), René Gerónimo Favaloro, entre muchos otros. Yo era bien conocido entre los médicos del Hospital Italiano, el mayor de Buenos Aires, y tuve contactos con los doctores, y aprovechaba esas ocasiones para resolver mis dudas. Los médicos del hospital me pusieron el sobrenombre de ‘semidoctor’”, rememora.

Eugenio agradece especialmente al doctor Liotta: “No sé cómo supo que dedicaba mi tiempo libre a recopilar términos médicos. Después de entrevistarme me regaló el Diccionario Enciclopédico de Ciencias Médicas. ¡Qué sorpresa! ¡Qué alegría! Hasta ahora sigo usando este valioso diccionario”.

Durante 23 años el doctor Liotta ha sabido honrar la palabra empeñada la noche del 8 de noviembre de 1973 ante el premier Chou Enlai y su Consejo de que Argentina contribuiría con todas sus fuerzas al mejoramiento de la ciencia cardiovascular en la República Popular China.

Los doctores chinos Sun Yanqing (孙衍庆) y Li Tianyou (李天佑) y la doctora Gu Fusheng(顾复生), hoy célebres cardiólogos de China, que trabajaban en el Hospital de la Amistad de Beijing y que fueron en 1979 a Buenos Aires para mejorar sus conocimientos en el Hospital Italiano, coincidieron con Eugenio en esa maravillosa ciudad. “Disfrutamos de la generosa ayuda de los doctores Liotta y Favaloro. Vivíamos juntos en el mismo piso de un edificio cercano a la embajada. Charlábamos sobre medicina casi todas las noches antes de dormir. El doctor Sun, después de regresar al país, me envió un diccionario chino-inglés de medicina, el mejor por aquel entonces en China”, evoca Eugenio.

 

Junto a sus companñros de trabajo en el Instituto de Suelos de Cuba en los años sesenta del siglo pasado. Foto cortesía de Qiu Xinnian

 

Un diccionario único en el mundo

 

Durante cinco años en Argentina recogió 33.000 vocablos médicos que formaron parte del Glosario de Medicina Español-Chino, publicado en 1986. “Además, leí la mayoría de los documentos sobre José de San Martín facilitados por el Instituto Nacional Sanmartiniano y publiqué un libro titulado Biografía de San Martín en chino, por lo que me hicieron miembro honorario de dicho instituto. También publiqué Leyendas de América Latina y escribí varios artículos sobre Argentina”, resume el reconocido ex diplomático chino.

Entre 1988 y 1991, aunque continuó trabajando en Perú, siguió estudiando los términos médicos, labor que culminó con la publicación en 2009 del Diccionario de Medicina Español-Chino y el Diccionario de Medicina Chino-Español con 65.000 vocablos cada uno. “¿Por qué decidí publicarlos por mi cuenta? Antes las editoriales se fijaban principalmente en la necesidad social para determinar qué publicar, pero ahora se concentran en sus ganancias”. Se trata de una obra única en el mundo y de enorme trascendencia para el futuro de los vínculos de China con los países hispanohablantes en el área médica. “Un diccionario es una obra inacabada. Los míos están en la fase inicial. Se puede hacer mucho para enriquecer el contenido, sobre todo en cuanto a la nomenclatura de fármacos y de la medicina tradicional china”, dice mientras se acomoda el pelo que con los años se le ha ido poniendo blanco.

Eugenio tiene mucho que decir al mundo sobre los beneficios de la medicina tradicional china. Compartir sus conocimientos y continuar escribiendo son parte de sus labores cotidianas. Una pasión de la que debemos aprender.

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