Alexis Lozano junto a la gran familia china
Junto a la estatua de Sun Yat-sen en Guangdong.
Por ABEL ROSALES GINARTE
ALEXIS Lozano es ingeniero en computación por la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Luego de obtener una maestría en inteligencia artificial y sistemas complejos estudió lengua y cultura china en la Universidad de Sichuan, Chengdu, durante un año desde agosto de 2012. A su regreso fue profesor de chino mandarín en el Instituto Confucio de la UNAM, coordinador de cursos y traductor.
Recuerda que cuando era niño cada vez que obtenía buenas calificaciones su mamá y su hermana lo llevaban a un café de chinos. “A pesar de que la comida no era típicamente china, todas las paredes estaban decoradas con pinturas y caligrafías chinas. Yo disfrutaba comer mis molletes mientras escuchaba a mi hermana que me traducía los caracteres en las pinturas. Ese contacto un poco con la caligrafía y la pintura china fue lo que en gran parte me motivó a estudiar chino cuando inicié mi maestría, quería estudiar un idioma que fuera un reto más fuerte que otras lenguas europeas y en lo primero que pensé, fue en un idioma que me permitiera saber qué tan precisas eran las traducciones de mi hermana”.
Su primer viaje al dragón de Asia fue tras ganar el segundo lugar en el concurso “Puente chino”. “Al llegar a China aunque ya tenía conocimientos básicos del idioma, aún no eran suficientes para comunicarme sin problemas, sin embargo no tuve ningún problema para relacionarme con la gente china”. Su segundo viaje fue a la provincia de Sichuan para perfeccionar su nivel de idioma chino y a pesar de la tradición mexicana de consumir picante fue en Chengdu donde aprendió a disfrutarla. “Después de unas semanas de lágrimas, debo decir que me volví adicto a los platillos de Sichuan, podía comer todos los días dandanmian (担担面), zajiangmian (杂酱面), huoguo (火锅), maocai (冒菜), malamifen (麻辣米粉), suancaiyu (酸菜鱼). Me gustaban tanto que incluso me llevó a conocer lo que llaman en China shanghuo (上火), pero eso no impidió que siguiera disfrutando de estos platillos y que empezara a pensar que tal vez había vivido equivocado al no querer cosas picantes en México. Así que un año después, cuando regresé a México, me di cuenta de lo que me había perdido al pedir mis tacos sin salsa o mi pozole blanco”.
Alexis, el profesor de chino
Alexis se considera un admirador de los buenos maestros, los que no solo repiten los conocimientos de los libros, sino que convierten temas complicados en algo sencillo porque ofrecen a sus alumnos las herramientas necesarias para entender conceptos complejos. Pero la vida lo puso a prueba: “Cuando terminé mi tercer año de chino, mi maestra, una profesora de Yunnan, regresó a China y la maestra que la iba a sustituir no había completado sus trámites de visado, así que aún no llegaba a México y los demás maestros que trabajaban en el centro de idiomas de la UNAM no tenían tiempo para dar clases a los alumnos de primer nivel”. Empezó como profesor por unas semanas, pero la profesión lo atrapó y estuvo haciéndolo durante meses. “Sentí que podía ayudar a los alumnos a completar el camino que yo había recorrido cuando estudié, y además motivarlos y orientarlos a hacer más, mostrándoles no solo conocimientos lingüísticos, sino también sobre cultura, gastronomía, e incluso métodos de estudio. Por eso, después de unas semanas me preparé y pasé una certificación temporal para ser profesor y continué dando clases a este grupo por seis meses más hasta que me fui a Chengdu. Cuando me fui, sabía que iba a ser estudiante y profesor de chino por el resto de mi vida”.
Materiales digitales para la enseñanza del chino
Lozano tiene una maestría en ingeniería en computación en el área de inteligencia artificial y sistemas complejos, pero actualmente realiza un doctorado en lingüística aplicada. Combinar dos especialidades no es un asunto fácil. “Esto para mí es un reto de ciencia aplicada que requiere el uso de herramientas computacionales, por lo que pienso que aunque parece que son áreas muy distintas, yo sigo en la misma línea de investigación de ingeniería computacional, solo que en vez de enfocarme en el desempeño computacional, trato de analizar el desempeño pedagógico”.
La tesis doctoral que actualmente desarrolla se enfoca en el diseño de materiales digitales para la enseñanza del chino a latinoamericanos y su integración con el proceso de enseñanza en clases, especialmente los ejercicios que desarrollan fuera de clase. “Elegí esta dirección en mi investigación porque como estudiante y profesor sentí que los materiales que usamos en la clase no son adecuados para repasar fuera de clase. Durante las clases aprendemos vocabulario, practicamos, etc., pero por lo general no es suficiente para realmente absorber todos los conocimientos, especialmente en aspectos en los que nuestro cerebro no está acostumbrado, como procesar tonos, analizar caracteres e incluso en cambiar el orden en el que formas una oración. Necesitamos mucha práctica y esta práctica necesita estar orientada a las partes que requieren más atención, de lo contrario es muy fácil olvidar”.
Este es un tema no tan común, ya que en la enseñanza de idiomas, por lo general, se trata de analizar los resultados en habilidades completamente comunicativas. Sin embargo, para comunicarse y construir su propio lenguaje los alumnos requieren acostumbrarse a dirigir su atención eficientemente, lo cual es básico para no percibir que tiene una altísima dificultad. Con mucha satisfacción recibirá el mundo hispanohablante el resultado de su apasionante y complicado trabajo.
Parte de la gran familia china
El primer nombre en chino de Lozano fue 蛩山湖龙 (qiong shan hu long). Qiong fue un carácter antiguo que significa “grillo” o “chapulín”, shan (montaña), hu (lago) y long (dragón), así que fue una integración del chino con la cultura mexicana. “Tenía mucho cariño por este nombre, pero no fue muy práctico a la larga. El carácter 蛩 solo aparece en poemas antiguos, no se utiliza en el chino moderno, por lo que muchas personas no saben leerlo. Finalmente el nombre que uso actualmente fue sugerido por la familia de mi novia. Es 余乐 (Yu Le), por un lado suena similar al inicio de mi nombre Alexis y, por otro lado, refleja mi personalidad, ya que me gusta mucho reír, lo hago casi todo el tiempo. 余 significa “yo” en chino antiguo y 乐 es “felicidad”. Además, 余 es el apellido de la familia de mi novia, así que me hace un miembro más de su familia”.
Se siente feliz en China porque puede dedicarse a la investigación. “Todos los días leo libros y artículos para buscar aplicaciones que orienten mi propia investigación, o diseño programas que me ayuden a evaluar la hipótesis de mi tesis que usaré el próximo año para obtener datos de los alumnos. Es un proceso que requiere de mucha paciencia y a veces es difícil. Afortunadamente tengo siempre el apoyo de mi novia y su familia, que ahora son como mi propia familia que me cuidan en caso de cualquier problema. Y en lo académico, mi tutor, el profesor Zhou Xiaobing, me ha apoyado”. Además de chino mandarín, Alexis Lozano habla inglés y francés. En diciembre de 2017 recibirá su título de doctor en lingüística aplicada en enseñanza y análisis de materiales para la enseñanza del idioma chino, en la Universidad Sun Yat-sen de Guangdong.
Visitando la ciudad de Leshan. Fotos cortesía del entrevistado.