El año sabático de los jóvenes chinos
La Fundación Año Sabático firma un proyecto con la Escuela de Posgrado de Negocios de Cheung Kong.
Por GONG HAN
EN diciembre de 2006, Sun Dongchun, un joven de 25 años, de buenos ingresos y nacido en la provincia de Guangdong, decidió tomarse un año sabático. Con 21.000 yuanes en la tarjeta bancaria, comenzó un viaje de tres meses por la India, sin imaginarse que pasaría en total 13 meses recorriendo seis países de Asia. Durante su periplo, Sun trabajó como voluntario en algunas ONG que prestan ayuda a los más necesitados. Sus experiencias publicadas en Internet llamaron mucho la atención y fueron tan novedosas, al punto de que muchos chinos se enterarían por primera vez del término gap year (que en español vendría a ser “año sabático”). En 2009, Sun publicó el libro The Late-coming Gap Year, con el cual se hizo aún más conocido el concepto de “año sabático”.
Un viaje espiritual
Sun Dongchun, quien pertenece a la generación de los años 80, nació en una aldea de la provincia de Guangdong. Al colegio iba sin zapatos y abonaba la tierra con estiércol de cerdo. Para él, la felicidad consistía solo en visitar el centro de la ciudad. Sentía mucha curiosidad, sobre todo de saber si la carretera tenía un final. Por su cabeza no pasaba la idea de tomarse un año sabático y atravesar toda Asia, un viaje que no solo enriqueció sus conocimientos, sino que le permitió conocer a su futura esposa, una joven japonesa.
¿Qué significado tiene un año sabático? “Para mí, significó encontrar el amor”, responde Sun. “No solo conocí a quien sería mi esposa, sino que aprendí también cómo cuidar a los demás, y de valorar y estar agradecido por los favores recibidos”.
Si uno desea tomarse un año sabático, Sun recomienda establecer un tema específico que haga significativo este receso laboral en nuestras vidas (podría ser viajar, trabajar de voluntario, etc.). “No hay una sola fórmula, pero lo mejor es hacer algo que se desee mucho y que no se haya hecho antes. Lo más importante es aprovechar bien este período para definir la vida que quieres y seguir a tu corazón”, indica Sun.
Luego de leer el libro de Sun, el estudiante universitario Chen Chen se sintió tan feliz como si un día antes de un examen le hubieran revelado las preguntas y respuestas. Él estaba por graduarse y no sabía cuál sería su futuro. Chen Chen encontró también inspiración en el cortometraje animado One Minute Fly, que es la historia de una mosca que lucha contra el tiempo para cumplir más de 20 cosas en el minuto que tiene de vida. “Ya que tengo más tiempo de vida que una mosca, hice una lista de cosas significativas que había pensado realizar en la universidad y que no llegué a hacerlas”.
Chen, finalmente, se propuso “ser un campesino de jornada completa durante todo un año”. Él había vivido en el campo hasta los 18 años, pero no conocía bien las labores en la tierra. Con ayuda del Programa Eaglet de la Fundación de Emprendedores Sociales de China, Chen Chen se dirigió a la aldea de Ya’an (provincia de Sichuan), donde le tocó vivir un terremoto de magnitud 7 en el año 2013. Las actividades del Programa Eaglet reúnen a jóvenes voluntarios que esperan pasar un año sabático trabajando en el campo.
Chen Chen tardó casi seis meses en visitar a los adultos mayores de la aldea. En vísperas de la Fiesta de la Primavera, se le ocurrió tomarles una fotografía familiar a los aldeanos. Chen reunió más de 20.000 yuanes en 26 días y reclutó a más de 20 fotógrafos voluntarios, quienes llegaron a tomar 157 fotos familiares y 300 fotos de otro tipo en la semana previa a la fiesta. Eran las primeras fotografías que los aldeanos tenían en sus manos luego del terremoto.
Descubrir el mundo
La Fundación Año Sabático, que pertenece a la Fundación de Desarrollo de la Juventud de China y fue establecida en 2014, es la primera fundación nacional que financia a los jóvenes en este campo. Su finalidad es difundir la idea del año sabático entre los jóvenes chinos y ayudarles a descubrir el mundo y a conocerse a sí mismos.
Los estudiantes universitarios de entre 18 y 28 años pueden presentar sus proyectos a la Fundación. Quienes pasen la evaluación recibirán fondos para programas de entre 3 y 12 meses, dentro o fuera de China.
Liao Xiaohan fue una de los financiados. En medio de bendiciones y burlas, Liao se dirigió a la India para ser voluntaria en la Casa de la Madre Teresa de Calcuta, en octubre de 2015. Ella fue asignada a trabajar con los niños discapacitados, por quienes sentía una gran compasión. Sin embargo, en un inicio, Liao no sabía cómo ayudarles ni cómo acercarse a ellos. Los enfermeros que tenían un amor desinteresado influyeron en ella. El estado de la enfermedad y la prescripción médica de cada uno de los niños estaban bien registrados e, incluso, cada vaso llevaba escrito el nombre de sus dueños. Las hermanas sabían cómo hacer reír a los niños y compartían sus experiencias con los jóvenes voluntarios.
“Detalles como estos me hicieron pensar que no se trataba de una institución benéfica infantil, sino de un castillo donde las princesas y los principitos conviven y son amados y apreciados por sus muchas madres. La felicidad de ellos había comenzado con una desgracia, lo cual me provocaba dolor y alivio a la vez”, menciona Liao.
Los voluntarios se encargaban de enseñarles a los niños a cantar y a bailar, así como de ayudarles a comer y cambiar los pañales. A diferencia de los voluntarios extrovertidos, Liao era tímida, pero se animaba a cantarles una canción infantil china.
La escasez de dinero limitaba su vida diaria. Al principio, Liao temió que no pudiera soportar mucho tiempo y terminara huyendo de la India. Sin embargo, su persistencia la hizo sentir más aliviada. “Un poco de equipaje, hoteles sencillos y la comida simple me hicieron reflexionar sobre la vida que llevaba”.
Al trabajar con pacientes terminales, Liao comenzó a preguntarse si tenía sentido vivir postrado en una cama y dependiendo siempre de los demás; o cuál era la trascendencia del trabajo de los voluntarios que los cuidaban. Sin embargo, poco a poco fue encontrando una respuesta. “Una vez, algunos periodistas extranjeros le comentaron a la Madre Teresa que ella no tenía la capacidad de salvar a todos los pobres del mundo, y le preguntaron si tenía sentido su trabajo. La Madre Teresa abrazó a un niño que estaba criando y contestó que sí tenía sentido para él. Según la Madre Teresa, la mayoría de nosotros somos gente común y corriente, que no ha tenido la oportunidad ni la capacidad de cambiar el mundo, pero que dar amor a los demás sí tenía sentido”, puntualiza Liao.
Antes de llegar a la India, Liao creía que mientras más edad tendría, más dolor sentiría. El motivo de aquella angustia lo encontró después de estar dos meses en la India. “La creciente ambición y la codicia me habían hecho descuidar la felicidad a la que estaba acostumbrada: disfrutar del aire, de la luz del sol, del agua limpia, de la paz y del amor familiar”.
“Los niños de la Casa de la Madre Teresa de Calcuta son inválidos o fueron abandonados por sus padres. Sin embargo, ellos mantienen aún una actitud positiva ante el mundo. Los ancianos fueron abandonados primero por sus familiares y luego por la sociedad. No obstante, ahora gozan de respeto y amor. Entonces, no suelen quejarse de nada a la hora de dejar este mundo. En cierto instante me percaté de que, debido a la sencillez, al agradecimiento y al amor, todos ellos vivían una vida feliz y plena. Si empiezas un viaje con ligero equipaje y abandonas los asuntos complejos, te darás cuenta de qué es lo más valioso en la vida”, reflexiona Liao.
Después del regreso
En cuanto a los otros jóvenes que recibieron financiamiento como Liao, uno de ellos recorrió Estados Unidos en bicicleta. Otro fue profesor en una escuela primaria de Kenia. Otro navegó por China y grabó un documental sobre el viaje. Otro viajó al Tíbet para promover la protección medioambiental allá. Algunos otros enseñaron chino en Tailandia y Sri Lanka, y otros viajaron hasta Australia, gracias a trabajos temporales que iban encontrando a medida que se desplazaban.
“Los viajes, así sean para trabajar de voluntarios o en una organización de bienestar, brindan tanto tiempo y espacio a los jóvenes que los invitan a reflexionar sobre a qué quieren dedicarse y cuál es el sentido de la vida, antes de que ingresen en la sociedad laboral. De este modo, además de tener la capacidad de reflexionar por sí mismos, los jóvenes estarán mucho más dispuestos a la innovación y la responsabilidad social”, asegura Qiao Xinyu, quien estableció la Fundación Año Sabático.
Para Deng Xiquan, director del Instituto de la Juventud del Centro de Investigación de Niños y Jóvenes de China, la popularización del año sabático es el resultado inevitable del desarrollo económico y social de China, y corresponde también con la tendencia de la juventud china.
Sin embargo, el año sabático encuentra aún dificultades y riesgos bajo la realidad china. Por ejemplo, los recién graduados podrían enfrentar algunos problemas, como la pérdida de oportunidades si no se dedican inmediatamente a buscar un trabajo o un mayor grado académico. Además, a los jóvenes les cuesta mucho suspender sus estudios en las universidades, y el seguro financiero y personal en sus ocasionales trabajos es un tema que debe también ser considerado. Según Deng, las organizaciones relacionadas con el sector tienen que informar a los jóvenes de todos los riesgos posibles y ayudarles a adoptar decisiones que los eviten.
En un artículo, Liao Xiaohan escribió que si ella no habría ido a la India, su impresión de aquel país se hubiese limitado a los libros y las experiencias de otros. De hecho, muchos en China aún creen que en la India comen con las manos o que el chapati es un plato de ese país.
Lo más importante es que el año sabático ayudó a Liao a saber qué es lo que quería y cuál era el trabajo que más le convenía. Ahora ella trabaja para una ONG e intenta especializarse en los servicios de bienestar público.
Después de haber experimentado un año sabático, Sun Dongchun ha vuelto a su vida habitual. Se casó con una joven japonesa que conoció en su viaje y se trasladó a Japón. Aprendió un nuevo idioma y empezó una nueva vida profesional allá, trabajando en un instituto de enseñanza del chino, mientras sirve de escritor y fotógrafo para editoriales y revistas chinas.
“Aprendí a amar en un año sabático y comencé a practicarlo al volver a casa. Amamos más la vida y enfrentamos las dificultades con más calma”, asegura Sun Dongchun.
Foro por el aniversario de la Fundación Año Sabático.
Liao Xiaohan en el Taj Mahal, en la India.
Liao Xiaohan junto a un niño de la Casa de la Madre Teresa de Calcuta, en la India.