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2015-January-26 10:17

Enseñar es aprender dos veces

Por RAFAEL VALDEZ
 

La profesora china visitó la ExpoChina 2013 junto a sus alumnos en Guayaquil. Rafael Valdez

Una profesora china habla sobre el desafío de enseñar mandarín en la mitad del mundo, pero también cuenta lo que Ecuador le enseñó a ella.

 

En Ecuador, cuando un niño pequeño se porta mal o no quiere comer, los padres lo asustan diciéndole: “si no comes, voy a llamar al cuco”. Este personaje macabro asusta a grandes y chicos.

El idioma chino en Ecuador es percibido como el “cuco” por su dificultad. La escritura de los caracteres y la pronunciación de los tonos hacen que muchas personas, simplemente, renuncien al estudio de este idioma por temor.

De allí que sea tan importante el rol que juega un profesor como lazarillo que guía a sus estudiantes en el descubrimiento del idioma chino y, por ende, la cultura que está detrás.

Con ese objetivo llegó a Ecuador, Li Hemei en julio de 2011. Había estudiado español durante dos años en Shanghai y recibió una propuesta del Instituto Confucio para ser profesora de inglés en Ecuador. A pesar de que ya había estudiado español, cuando llegó al país andino se dio cuenta de lo básico que era su nivel y que el inglés no le serviría de mucho porque allí, la mayoría de las personas no lo hablan.

“Al principio me encontré con muchas dificultades. Al quinto día de haber llegado a Ecuador, unos compañeros y yo fuimos al Centro de Convenciones de Guayaquil (la ciudad más grande de Ecuador) para promover el Instituto Confucio. Aún no me adaptaba el tiempo local y con mi pobre español, no entendía lo que me decía la gente. Sólo podía hablar inglés. La verdad es que no es tan conveniente si hablas sólo inglés porque allá no todos lo entienden. Entonces me dediqué mucho tiempo a aprender español en mi tiempo libre. Hablaba con todos: los guardias, los vecinos, hasta con el chofer que me llevaba a dar clase todos los lunes y miércoles. Conforme aprendía más palabras, la comunicación era más fácil”.

Antes de ir a Ecuador, ella sabía muy poco del país. “Lo encontré en un mapa y pensé que sería un país muy caluroso. La verdad es que cuando llegué, me pareció que el clima era muy agradable. Más tarde me dijeron que aunque es un país pequeño, tiene de todo: la Costa, las islas Galápagos, la Cordillera de los Andes, la región Amazónica”.

 

La lengua del futuro

 

Cuando esta joven profesora china pregunta a sus alumnos la razón por la que deciden aprender chino, las respuestas se parecen. “Con el rápido desarrollo económico de China, cada vez hay más personas interesadas. Algunos estudiantes vienen al Instituto Confucio para conocer más sobre China. Algunos adultos quieren hacer negocios. Los padres creen que el chino es la lengua del futuro y desean que sus niños la aprendan. Vienen también niños de raíces chinas que quieren aprender el idioma de sus antepasados. Estos años, el Gobierno chino ha estado ofreciendo muchas becas a los estudiantes ecuatorianos para que continúen su aprendizaje en China, eso también atrae mucha gente”, cuenta.

Es por eso que el Instituto Confucio se ha expandido rápidamente en Ecuador. Además del que está en la capital, actualmente hay cinco extensiones en las ciudades más grandes del país. Más de 1000 alumnos se han inscrito en el Confucio en el último año.

 

Lo más difícil

 

Li Hemei debe ingeniárselas para que sus alumnos no salgan corriendo ante “el cuco”. Por eso debe buscar maneras de explicarles lo complicado sin asustarlos ni aburrirlos. He ahí el desafío. “Hay muchas dificultades para los alumnos ecuatorianos. El chino es un idioma tan distinto al español. Lo primero es la fonética. Hay cuatro tonos en el chino, esto los confunde mucho. Siempre tienen miedo a poner los tonos a las sílabas cuando hacemos dictados. Segundo, los clasificadores. En chino, para referirse a un libro, una botella o un gato, entre el artículo y el sustantivo se debe colocar un carácter que se conoce como clasificador y que es distinto para cada caso. La única solución es memorizar los que se utilizan más frecuentemente. Si el chino no tuviera caracteres, sería un idioma relativamente fácil. Los chinos también aprendemos los caracteres uno por uno desde muy jóvenes. Claro que se necesita mucho tiempo para memorizar los caracteres, pero practicarlos especialmente con un pincel es algo maravilloso. La práctica de los caracteres te hace un artista”.

 

Lo que ella aprendió

 

“Me gustan el clima de Ecuador y la buena calidad del aire. Es un país con muchos bosques naturales, parques nacionales y selva amazónica. La fauna de Ecuador es muy extensa con una gran variedad de especies e innumerables tipos de animales tropicales como tucanes, tortugas, ranas, etc. Más de una vez observé iguanas caminando o colibríes volando a lo largo de las calles. Me gusta porque es un país donde la gente y los animales viven armoniosamente. Sin embargo, algo que me parece inconveniente es que no hay estaciones de autobuses. La gente sube y baja del bus en cualquier lugar. Por eso, los extranjeros no sabemos por qué línea corren los buses. Otra cosa es la seguridad. Andar sola a las diez de la noche por la calle es muy peligroso”.

Más allá de eso, la experiencia de haber vivido en Ecuador cambió a Li Hemei para siempre. Su actitud frente a la vida cambió radicalmente.

“Cuando estaba en China, todo lo hacía muy rápido. Si mi jefe me asignaba un trabajo, dejaba todas las otras cosas a un lado. Trabajar era lo más importante para mí. Sin embargo, la vida en Ecuador me ha enseñado que el trabajo sí es importante, pero es sólo una parte de tu vida. La salud, la familia, incluso viajar o conocer el mundo son también importantes. Entonces empecé a hacer ejercicios en el gimnasio, conocer otras ciudades ecuatorianas con mis amigos, etc. No quiero vivir en un mundo de blanco y negro. La vida debería llenarse de colores”.

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