Una pionera en la enseñanza de chino en Brasil
La profesora Yuan Aiping junto a sus alumnos en Beijing.
Hace 18 años, Yuan Aiping llegó a Brasil de vacaciones. Sus planes cambiaron y terminó convirtiéndose en la autora del primer libro de chino escrito en mandarín y portugués para brasileños.
EN 1996, Yuan Aiping aterrizó en Río de Janeiro. Ya había sido admitida por una universidad de Estados Unidos, así que Brasil era solo un destino de paso. Fue de vacaciones porque quería conocer esa buena vibra y hospitalidad de la que los brasileños hacen gala y, por supuesto, disfrutar de su paradisíaca naturaleza. Esas supuestas vacaciones se prolongaron por 18 años. Yuan Aiping no pudo separarse de la ciudad carioca nunca más. “Me enamoré de su naturaleza y el clima porque, desde pequeña, siempre quise vivir en un país cálido”, cuenta.
Cambió sus planes y se inscribió en la Universidad Federal de Río de Janeiro para estudiar portugués. “Una de las primeras cosas que me impresionó fue que los brasileños son tan hospitalarios como los chinos, en eso se parecen mucho, no tienen prejuicios sobre la raza y acogen muy bien al extranjero”.
Pero pronto ella despertó de ese encantamiento inicial. “Cuando llegué, no estaba preparada. Si bien, previamente en China había estudiado Pedagogía y Lengua Inglesa, y también francés, el idioma portugués fue la mayor dificultad al principio”. Aún así, en solo seis meses ya fundó una escuela de chino. Era una escuela que funcionaba solo los fines de semana.
Después de dos años estudiando en Brasil, consiguió el Certificado de Suficiencia en Lengua Portuguesa.
Las diferencias culturales
“El brasileño es más relajado, disfruta el día a día. En cambio, el chino es muy disciplinado, muy comprometido y, por eso, vive muy tenso. El chino es puntual, respeta los compromisos, no precisa firmar un papel porque su palabra tiene valor. El brasileño, en cambio, siempre llega atrasado, se compromete a una cosa y no cumple, por eso algunos chinos sufren al principio hasta que se acostumbran”, comenta.
Otra gran diferencia es el matrimonio. “Acá, los brasileños que conviven juntos más de un año, ya se consideran casados, sin tanta formalidad. En cambio, los chinos deben firmar un papel, debe haber una ceremonia, para ellos el matrimonio es una cosa muy seria. En China, vivir juntos antes de casarse era muy mal visto, y mucho menos tener hijos. Sin embargo, esto ya está cambiando en las ciudades grandes por la influencia occidental. Pero en las ciudades pequeñas sigue siendo igual. En cambio, Brasil es mucho más liberal en eso”.
Algo que le produjo un shock cuando recién llegó a Brasil fue el tema del desnudo en los medios de comunicación y la pornografía. “La cultura china es muy cerrada, muy conservadora, hasta ahora las revistas no muestran a mujeres desnudas en la portada ni tampoco la pornografía es muy abierta. La vida íntima tiene que estar entre cuatro paredes, no se ventila públicamente. En cambio, en Brasil, es muy normal que aparezcan chicas casi desnudas en el periódico, en las vallas y avisos publicitarios. Igualmente en Internet, circulan muchos videos pornográficos. Acá es muy normal. En mi época, en China, si usted era encontrado vendiendo videos pornográficos era arrestado, hoy eso ha cambiado en China”.
Yuan Aiping con uno de sus libros. Fotos cortesía de la entrevistada
Su libro
“Desde que llegué a Brasil pasaba casi todo mi tiempo con brasileños porque sabía que si seguía rodeándome de chinos, no me involucraría tan profundamente con la cultura de Brasil ni dominaría su lengua. Durante seis años estudié mucho el idioma y la cultura brasileña. En ese tiempo combinaba mis estudios universitarios con la enseñanza del idioma chino los fines de semana. Fue una época muy sacrificada, de mucho estrés, porque hacía muchas cosas a la vez”, recuerda.
La idea de escribir su propio libro nació de ella. “En mis clases usaba un libro escrito en inglés para enseñar chino. Uno de mis alumnos me animó a dejar de usar ese libro y escribir uno propio. Así fue como, en 2003, comencé a escribir mi libro”.
Yuan Aiping tardó ocho meses en concluir el que sería el primer libro de chino escrito en chino y portugués para brasileños. “Escuche, hable, lea y escriba chino para brasileños” es el nombre de ese libro. Al mismo tiempo, y como ella también daba clases de portugués para chinos, decidió lanzar un libro de portugués escrito en portugués y chino.
Cómo nace el CCCB
“En 2004, Luiz Inácio Lula da Silva fue electo Presidente de Brasil y era evidente que su intención era que su país se acercara a China porque ambas economías estaban creciendo. Yo vi que hacia allá iba la tendencia, que los brasileños cada vez se interesarían más por China, así que en febrero de 2004 fundé el Centro Cultural China-Brasil (CCCB) en una oficina de 40 metros cuadrados”.
Comenzó con una clase de cuatro alumnos. Era directora, profesora, secretaria… en fin, le tocaba hacer de todo. Después de seis meses, ya tenía casi 200 alumnos y el espacio de la pequeña oficina era insuficiente.
El crecimiento económico de China ayudó mucho para que los brasileños se interesaran más en aprender el idioma. Luego, sus alumnos le dijeron que querían profundizar más el aprendizaje de la lengua y la cultura, así que estaban interesados en hacer un intercambio de estudios para vivir una temporada en China. Eso, sumado a la realización de los Juegos Olímpicos de 2008, la impulsó a abrir una filial del Centro Cultural China-Brasil en la capital china a fines de 2007. Después, a fines de 2009, y motivada por la organización de la Expo Shanghai, fundó también una filial en Shanghai.
“La intención original de las filiales de Beijing y Shanghai era llevar a nuestros alumnos brasileños para que continuaran sus estudios de mandarín en China. Sin embargo, con el creciente interés de los chinos en el idioma portugués, decidí abrir cursos de portugués para chinos y creo que fue una buena idea porque actualmente hay más chinos estudiando portugués que brasileños yendo a China a estudiar mandarín”.
Desde 2004 hasta hoy, más de 6000 estudiantes han pasado por sus aulas. Actualmente, en el Centro Cultural China-Brasil de Beijing y el de Shanghai estudian unos 300 alumnos.
La perspectiva es que el número de estudiantes en todas sus filiales siga creciendo, así como la relación entre ambos países se irá profundizando. “China y Brasil tienen que ser hermanos porque tienen una relación que beneficia a ambos. China es el principal consumidor de lo que Brasil produce como hierro, carne y soya. Además, el mayor inversionista extranjero en Brasil es China. Para tener una idea, solo en el primer semestre de 2014, China invirtió en Brasil 24 billones de dólares, así que esto va para largo”.
Y mientras más alumnos haya, Yuan Aiping será más feliz porque “entrar a una clase es una gran felicidad para mí, estar rodeada de alumnos es mi fuente de alegría, nací para ser profesora y trabajar para mí es una diversión”.