Diálogo de Jóvenes Intelectuales de China y Latinoamérica
Por RAFAEL VALDEZ

Una cita donde se habló con franqueza de los desafíos que existen para mejorar el entendimiento entre chinos y latinoamericanos, con el fin de que la relación vaya más allá del plano económico y que China y América Latina no sean solo amigos por conveniencia.
Un día antes de que se realizara el Diálogo de Jóvenes Intelectuales de China y Latinoamérica, el pasado 15 de junio en Beijing, los participantes chinos discutían en la red social WeChat sobre el atuendo que debían llevar al día siguiente para el encuentro con sus pares latinoamericanos.
Se trataba de profesores y doctorandos de las más prestigiosas instituciones chinas, como la Universidad de Tsinghua, la Universidad de Beijing o la Academia China de Ciencias Sociales, así como periodistas de los principales medios oficiales chinos, como Xinhua, CCTV y Radio Internacional de China. Yo, en representación de China Hoy, era el único latinoamericano “colado” en ese grupo, lo que me permitió ser espectador de una conversación entre chinos sin formalismos ni corbata. De broma en broma, los miembros del mencionado grupo de WeChat se quejaban del calor veraniego de Beijing y lo sofocante que sería llevar traje formal. Unos, medio en broma y medio en serio, decían que preferían ir en camiseta. Esta cuestión, que puede sonar nimia, revela varias cosas sobre un encuentro cuyo fin era discutir cómo mejorar el entendimiento entre chinos y latinoamericanos.
En ese grupo, la joven china Huang Siran, secretaria de la Comunidad de Estudios Chinos y Latinoamericanos (Cecla), grupo organizador del encuentro, fue la única que puso sobre la mesa la forma de pensar de los latinoamericanos. “Aunque a los latinoamericanos no les especificamos cómo debían venir vestidos, de acuerdo a lo que conozco sobre ellos, creo que la mayoría llevará trajes formales, por favor considérenlo”, dijo esta joven cuyo nombre en español es “Lluvia”.
Ante esto, unos siguieron quejándose del calor, otros estuvieron de acuerdo en ponerse un atuendo formal y hubo quienes lo ignoraron.
Al día siguiente, yo estuve pendiente de quién había escuchado el consejo de Lluvia. La mitad de ellos no lo hizo. En esta parte, usted, estimado lector, podría argumentar que el encuentro se realizaba en China y que, como dice el refrán, “a donde fueres haz lo que vieres”; que la cita debía realizarse cumpliendo las normas chinas, y que lo más importante era el contenido y no tanto las formas. Es cierto. Sin embargo, no se trataba de una transacción comercial, sino de un espacio de diálogo cuyo objetivo supuestamente era acercar a las partes. Estas cuestiones superficiales del vestuario y el protocolo revelan la predisposición y apertura que tienen los involucrados para entender cómo piensa el otro y por qué actúan así.
Como periodista de China Hoy desde hace cuatro años he acudido a un sinnúmero de foros y congresos como este. Los temas de discusión son similares y situaciones como la arriba descrita también. La responsabilidad, por supuesto, es compartida. Lo que para alguien puede ser insignificante, para otro es una cuestión de respeto.
Cuando un latinoamericano se niega a comer con palillos, a probar platos desconocidos y a seguir los códigos chinos a la hora de comer también está haciendo lo mismo. Cuando un latinoamericano critica asuntos de China sin conocer el tema y lo hace en frente de un chino sin considerar lo que esto pueda significar para su “面子” (Miànzi), que en español podría traducirse como “reputación, prestigio y honor”, tampoco está siendo empático. Organizar mil foros y congresos donde todos prometan que se esforzarán al máximo para profundizar el conocimiento mutuo servirá de poco si en las pequeñas acciones no se evidencia predisposición y apertura para compartir y aprender los códigos culturales del otro.

Entrando en materia
Lo más rescatable de este encuentro de jóvenes intelectuales es que se dejaron de lado los eufemismos y se habló con franqueza de los temas que impiden que chinos y latinoamericanos se comprendan más. Guo Cunhai, investigador del Instituto de Estudios Latinoamericanos de la Academia China de Ciencias Sociales, señaló que hay muy pocos corresponsales latinoamericanos en China, por lo que la información que se publica sobre China es la que proveen de manera prejuiciada las agencias como EFE, DPA y AP. También mencionó que, si bien ha sido muy importante la labor que llevan adelante los 36 institutos Confucio que están en el continente americano, no basta. “Tenemos que enriquecer el contenido y la investigación que realizan los Centros de Estudios sobre China. Los medios chinos hacen énfasis en que se entienda a China, pero nosotros primero debemos comprender a Latinoamérica para que después ellos nos comprendan a nosotros”, acotó. Además, enfatizó que hace falta promover una buena imagen de China que no solo esté vinculada al intercambio comercial.
Al respecto, Zhang Yuanpei, periodista del departamento de español de la agencia Xinhua, agregó: “Cada ciudadano chino que vive en el extranjero representa al país, es como un embajador, la buena o mala imagen de China no solo es responsabilidad de los medios de comunicación, sino también del comportamiento de los chinos en el exterior”.
Por su parte, el boliviano Peter Larrea, doctorando de la Universidad de Beijing, reparó en la diferencia entre hablar el idioma y entender la cultura. “Cuando ambos, chinos y latinos, demos ese paso no solo generaremos riqueza, sino también bienestar”, comentó.
Y para que ese bienestar sea percibido por todos los sectores de la sociedad, la relación no solo debe ser de gobierno a gobierno, según Esteban Zottele, presidente de la Asociación de Argentinos en China. “Debemos incorporar a las pequeñas y medianas empresas, que representan el 80% de los negocios en América Latina y que también son mayoría en China”. Con él coincidió William Vega, peruano que está haciendo su doctorado en la Universidad Renmin de China: “Debemos encontrar un punto en común entre las incubadoras de negocios de China y las latinoamericanas para fomentar el emprendimiento y no solo esperar que los gobiernos lo hagan”.
Para lograrlo “debemos enfocarnos en lograr que las pequeñas empresas entren a participar en las cadenas de valor”, subrayó el argentino Joaquín Gallego, doctorando de la Universidad Renmin.
Todos los participantes concordaron en que las iniciativas también pueden surgir desde abajo y que el rol de las pequeñas empresas, tanto chinas como latinoamericanas, es muy importante, así como los pequeños detalles de la indumentaria y el protocolo.