Vista nocturna de la central termoeléctrica del Estado de Carabobo, un proyecto de cooperación de Sinohydro en Venezuela.
“América Latina es un nuevo mercado potencial”
Por AN XINZHU
China es una potencia hidroeléctrica y cuenta con la tecnología más avanzada del mundo. La Sinohydro Corporation Limited (Sinohydro en lo adelante) representa el nivel más alto de la construcción hidráulica e hidroeléctrica del país y sus negocios cubren todos los ámbitos de la infraestructura, incluyendo electricidad, comunicación, hidroelectricidad, minería y construcción. Con estas ventajas a su favor, Sinohydro explora el mercado internacional.
Hasta el momento, tiene proyectos en obras en más de 70 países y regiones, y ha establecido oficinas en más de 80 países y regiones, cuya mayoría son países en vías de desarrollo.
Con un monto por contratos, tanto cumplidos como en ejecución, de 7000 millones de dólares, Sinohydro se ha convertido en la empresa más distribuida por América Latina. Antes de la I Reunión Ministerial del Foro China-Celac, tuve la oportunidad de entrevistar al señor Song Dongsheng, presidente de Sinohydro, para compartir con los lectores de China Hoy sus experiencias en tierras latinoamericanas y sus impresiones sobre el ambiente de inversión en esa región.
Oportunidad y obstáculo coexisten
China Hoy (CH): ¿Cómo entra Sinohydro en América Latina? ¿En qué ámbito invierte más? ¿Cómo ve el futuro?
Song Dongsheng (SD): Sinohydro hizo algunos tanteos en Belice y Cuba en 2002, pero la verdadera acción para entrar en el mercado de América Latina fue a finales de 2008, año en que estalló la crisis financiera mundial. Hemos tenido un buen desarrollo en estos años, dejando huellas desde Centroamérica hasta Suramérica.
En Jamaica, promovimos el proyecto para actualizar algunos itinerarios turísticos; en Belice, Honduras y Costa Rica, desarrollamos proyectos hidroeléctricos y, luego, entramos en Argentina y Bolivia.
Invertimos más en Ecuador y Venezuela, cubriendo los sectores hidroeléctrico, termoeléctrico, agrícola y de comunicaciones. El primer proyecto que logramos con Ecuador es el mayor proyecto que tenemos, hasta ahora, en América Latina.
Nos dedicamos, principalmente, a la construcción, pero queremos encausarnos hacia otra dirección de desarrollo, o sea, hacia la verdadera inversión. Estos proyectos se destinarían a Brasil, Colombia, Chile, Perú y México, cuyo desarrollo está orientado por la economía de mercado.
En resumen, para Sinohydro, América Latina es un nuevo mercado potencial. Su demanda es inmensa, pero también es difícil de conquistar y más desafiante, si se compara con los mercados asiático y africano. Deseamos explorarlo a través de la innovación del modelo de inversión.
CH: Usted ha participado en todos los proyectos de Sinohydro en América Latina. ¿Cuáles le han dejado una impresión más profunda?
SD: La central hidroeléctrica Coca Codo Sinclair, en Ecuador, es la que me causó una impresión más profunda. Con una capacidad instalada de 1.500.000 kW, puede ser considerada como un proyecto de envergadura gigantesca en cualquier país. Prestamos atención a ello desde 2004, pero cuando el Gobierno ecuatoriano decidió escoger contratista por licitación pública internacional, a finales de 2008, vacilamos en comprar el libro de ofertas. Aparte de que el libro de ofertas valió 100.000 dólares, no teníamos autoconfianza en nosotros mismos, por lo que el mercado latinoamericano nos pareció muy difícil.
Fui con mis colegas a Ecuador en diciembre de 2008. Fue la primera vez que pisé tierra ecuatoriana. Expresamos nuestro deseo a los funcionarios del Ministerio de Electricidad y Energía Renovable de Ecuador. Frente a un mercado desconocido, no contábamos con muchas ventajas.
Sin embargo, como fue el cuarto mes, después del estallido de la crisis financiera, los países latinoamericanos tenían mucha sed de fondos. El Banco de Exportación e Importación de China se dio cuenta también de que era una buena oportunidad para entrar en América Latina. Las tres partes congeniaron bien e inauguraron la cooperación sino-ecuatoriana.
Otro proyecto que cabe mencionar es la central termoeléctrica de gas, con una capacidad instalada de 1.200.000 kW, en Venezuela. Durante la VIII reunión de la Comisión Mixta de Alto Nivel China-Venezuela, el ministro de Energía y Petróleo, Rafael Ramírez, me abordó para hablar sobre la construcción, a corto plazo, de una central eléctrica de emergencia. Había solicitado la ayuda de muchos países, pero todos le habían rechazado.
Tampoco nos resultaría fácil hacerlo, pero nos atrevimos a avanzar contra la corriente. Finalmente, firmamos el contrato.
El proyecto está acabado y ha generado más de 10.000 millones de kWh, aliviando mucho la escasez de energía eléctrica en Venezuela.
La central hidroeléctrica de Honduras es otra experiencia, porque es un país que no tiene relaciones diplomáticas con China. ¿Cómo se aprovecha el capital chino en este caso? Es, sin dudas, un gran desafío. Investigamos proyectos de muchos bancos con capital extranjero respecto a la financiación del capital, pero, al final, adoptamos los seguros de Sinosure (China Export and Credit Insurance Corporation) y los préstamos del Banco de Industria y Comercio de China. Con el apoyo del Gobierno chino, se logró, recientemente, un avance esencial.
CH: Para entrar en un mercado foráneo, las empresas siempre encuentran obstáculos, a veces, incluso, boicots. ¿Es el caso de Sinohydro?
SD: Por supuesto, no somos la excepción. Cuando construimos la central hidroeléctrica con inversión de Canadá, en Belice, nos encontramos con un tremendo boicot de las organizaciones no gubernamentales.
Se trataba de preocupaciones sobre el medio ambiente. No es raro que hayan voces en el bando opuesto. En cuanto a la influencia que ejerce una central hidroeléctrica en el medio ambiente, la comunidad internacional y el círculo científico están cambiando su opinión. Hace diez años, el Banco Mundial tampoco apoyó la construcción de centrales en ríos, pero ahora, cambió de idea.
Existe otro tipo de boicot. Pero a mí, me parece normal. Al fin y al cabo somos competidores foráneos. Eso nos obliga a adoptar modelos que cuenten con la aceptación de los locales.
24 de noviembre de 2011. Trabajadores chinos y venezolanos del proyecto de una central eléctrica de Sinohydro en espera de una inspección vía Internet del presidente de Venezuela, Hugo Rafael Chávez Frías, y del embajador de China en el país latinoamericano, Zhao Rongxian.
La ley y los hábitos locales
CH: ¿Qué experiencias ha acumulado Sinohydro en América Latina?
SD: Hay que reconocer, primero, la diferencia. Creo que la diferencia en lo cultural e institucional entre China y América Latina es mayor que entre China y Europa, o entre China y Norteamérica.
Segundo, tenemos que conocer la situación real de América Latina y aprender a adaptarnos. Lo que hacemos debe corresponderse con la ley del sitio donde estamos y con la situación real. Es un elemento clave para el éxito.
Lo último es cambiar nosotros mismos. Las empresas chinas, para hacer negocios en tierras foráneas, tienen que naturalizarse. Es muy difícil para nosotros, pero nunca escatimamos esfuerzos.
CH: ¿Algo concreto en la administración empresarial?
SD: La naturalización administrativa es muy importante. Nos esforzamos por mantener lo bueno, pero también por quitar lo inadaptable.
Tratamos de administrar de manera más flexible. Por ejemplo, adoptamos el sistema administrativo brasileño en el proyecto de carretera en Venezuela, porque cooperamos con una empresa de Brasil. Nuestro equipo de trabajo en América Latina es muy joven. La mayoría de ellos tiene antecedentes académicos en ultramar, por lo que aprende rápido y progresa mucho. Eso me consuela.
Aprovechar los empleados locales contratados para compensar nuestra escasez es una experiencia valiosa. En Costa Rica, tenemos un proyecto cuyo inversionista es la compañía italiana Enel. A pesar de esforzarnos mucho, aún falta bastante para alcanzar lo que quieren los locales y los europeos respecto al sistema de administración HSE (Health and Safety Environment, que significa salud y seguridad del ambiente). Al final, contratamos ingenieros costarricenses para tratar todo lo relacionado con HSE y, así, resolvimos el problema.
CH: ¿Cómo enfrentan la competencia del local y de los de Europa?
SD: Es una buena pregunta. En primer lugar, nuestro país establece un estándar cada día más elevado, hasta que los expertos de otras naciones vienen a China, convencidos de la calidad y la eficacia de nuestras obras.
Aunque en algunos casos no podemos poner en juego, plenamente, nuestra capacidad, debido a lo diferente del entorno, tengo confianza en nuestra tecnología. Lo que necesitamos hacer es satisfacer la demanda local respetando sus hábitos.
CH: ¿Cómo ve la responsabilidad social y la comunicación con la sociedad y los habitantes locales?
SD: La responsabilidad social puede ser lo más criticado de las empresas chinas en la comunidad occidental.
Pero, en la medida que, cada día, damos mayor atención a la responsabilidad social, el estereotipo va cambiando. Por ejemplo, en aquel proyecto ecuatoriano que mencionamos antes, al mismo tiempo que cumplimos el contrato, ayudamos a la construcción de una escuela, una clínica y carreteras. Mantenemos muy buena relación con la comunidad y el municipio. Al gerente responsable del proyecto se le concedió el título de “ciudadano honorífico”, durante tres años consecutivos.
En los países con suficiente mano de obra, los trabajadores chinos no ocupan una porción superior al 15 % del total. También abrimos cursos de capacitación para que los empleados locales aprendan del proyecto. En África, Sinhydro es la empresa que contrata más mano de obra local, contribuyendo a la creación de empleo en los países africanos.
Lo que nos falta es la capacidad de comunicación. No sabemos hacer público lo que hemos hecho. Es el mayor problema.
Song Dongsheng (tercero a la der.) en el foro sobre la inversión sino-latinoamericana.
Actitud más abierta y transparente
CH: ¿Cuál es la mayor demanda de la América Latina actual? ¿Qué ventajas tienen las empresas chinas al respecto?
SD: Existe una gran demanda en la construcción de infraestructura en el ámbito global. Todos los países en vías de desarrollo necesitan fortalecer la construcción de infraestructura, mientras que los desarrollados necesitan renovarla.
Al respecto, las empresas chinas cuentan con una cadena industrial completa y nuestra tecnología también es de primer nivel en el mundo. Además, China cuenta con cerca de 4 billones de dólares de reservas en divisas. Y los chinos somos laboriosos, buenos para aprender, capaces de adaptarnos a los diferentes ambientes, somos tolerantes y nos esforzamos al convivir con los demás.
CH: ¿Cuál es la imagen de China que proyecta Sinohydro?
SD: Siempre creo que las empresas estatales de gran envergadura, como Sinohydro, tienen una imagen internacional como la del país: grande, fuerte y con espíritu emprendedor, pero nos falta una actitud abierta y carecemos de capacidad de comunicación. No sabemos cómo contar la historia. Necesitamos decir a todos lo que hacemos bien y comprender bien lo que quiere y lo que prioriza nuestro socio.
CH: Entonces, lo que necesitan las empresas chinas es una actitud más abierta y más transparente...
SD: Estoy muy de acuerdo con lo que dices: una actitud más abierta y más transparente.
Hay que combinar la actitud abierta con la capacidad de expresión y comunicación. Es lo que me pido a mí mismo y luego a mis empleados. Siendo una empresa de construcción, la tecnología es universal y no tenemos nada que no debamos hacer saber a los demás.
CH: ¿Qué impresión tiene del ambiente de inversión en América Latina?
SD: Fui invitado a un foro sobre la inversión sino-latinoamericana hace unos tres meses. En el foro, planteé que, para una mejor cooperación, las dos partes deben adaptarse a la necesidad y la peculiaridad del otro. Ninguna de las dos debe insistir demasiado en lo que quiere. Es necesario encontrar un punto común. Las empresas y los bancos de China tenemos que cambiar. Pero ¿acaso no lo tiene que hacer la parte latinoamericana?
Sugiero que innovemos juntos el modo de comerciar para que sea aceptable, tanto por las empresas y los bancos de China, como el gobierno y las empresas locales. Mi opinión ganó la aprobación de algunos colegas del Banco Interamericano de Desarrollo.