El G20, un vehículo de cooperación hacia la prosperidad compartida
Por LI GANG
EN su condición de plataforma cada vez más importante para la cooperación económica y la gobernanza global, el Grupo de los 20 (G20) juega un papel clave en el fomento de la cooperación y la coordinación del desarrollo económico mundial. La suma de los respectivos agregados económicos de sus miembros representa aproximadamente el 85 % de la economía mundial, y su población, más del 60 % del total global. Por lo tanto, el logro de los objetivos de desarrollo del G20 y la promoción de la cooperación internacional dentro de su marco resultan vital para el alcance de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas 2030 (ODS).
En septiembre de 2015, los 193 países miembros de la Cumbre de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas adoptaron la Agenda 2030 para el desarrollo sostenible. Dicho programa cubre un amplio espectro de temas, representados en los 17 ODS y sus 169 subobjetivos. El objetivo principal es eliminar el hambre y la pobreza en todo el mundo para 2030. La ambiciosa agenda resume el gran plan para el desarrollo mundial en los próximos 15 años. El logro o fracaso de estos objetivos dependerá de las acciones que adopten todos los países y la colaboración entre ellos.
La contribución de China
En las tres décadas transcurridas desde la adopción de la política de reforma y apertura, China ha evolucionado a un ritmo sorprendente. Como mayor país en vías de desarrollo, no solo ha contribuido al crecimiento económico mundial, sino que su enfoque único también proporciona lecciones útiles a otros países en desarrollo.
De 1980 a 2010 China mantuvo una tasa de crecimiento promedio del 10,4 % al año (ver Tabla 1). En 2010, el PIB de China superó al de Japón y, al hacerlo, se convirtió en la segunda mayor economía del mundo. Al ser impactada por la desaceleración económica mundial, la economía china también ha entrado en un período de crecimiento comparativamente más bajo (la tasa de crecimiento se redujo al 7,7 % en 2012, la primera vez que crecía por debajo del 8 % desde 2000).
En virtud de las nuevas circunstancias, China ha elevado su ritmo de reestructuración industrial, poniendo énfasis en transformar su economía: de un crecimiento centrado en la inversión y la exportación a un modelo impulsado por el consumo interno. La calidad de este crecimiento, junto con sus números, se ha convertido en un punto de referencia de la “nueva normalidad” de la economía china. Aunque se ralentizó, la tasa de crecimiento china sigue siendo superior al promedio del crecimiento global, así como a la de otros países en desarrollo. En 2015, el crecimiento de China se redujo al 6,9 %, mientras que el promedio de los países en desarrollo, y del mundo en su totalidad, fue del 4 y 3,1 %, respectivamente.
El reciente referéndum sobre la salida del Reino Unido de la UE ha afectado la confianza de los inversores y del mercado, lo que ha llevado a un aumento de la incertidumbre, tanto en la economía europea como en la mundial. El “Enfoque Global” publicado por el Fondo Monetario Internacional (FMI) el 19 de julio redujo las estimaciones de crecimiento para los países en desarrollo, y el mundo en su conjunto, en 0,1 puntos porcentuales, mientras que elevó el cálculo de crecimiento de China en 0,1 puntos porcentuales. El FMI prevé que China seguirá aportando una cuarta parte del total del crecimiento económico mundial de 2016 a 2020. Y para 2020 se espera que China aporte 20 % de la economía mundial, en comparación con el actual 17 %. China seguirá siendo el principal motor de la economía mundial.
China también ha alcanzado logros en la eliminación de la pobreza, uno de los indicadores clave de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM). Los históricos ODM, adoptados en septiembre de 2000, han servido de pauta para establecer el marco del desarrollo mundial durante 15 años, mientras sirven como indicador de los logros en el desarrollo de un país.
Por mucho tiempo, China ha valorado la erradicación de la pobreza y el hambre, la educación gratuita y obligatoria, la igualdad de género, la salud materno-infantil, la prevención y el control de enfermedades y la protección del medio ambiente, y ha logrado avances en estos campos. En este sentido, cabe destacar el ejemplo de la reducción de la pobreza. En 2011 había 250 millones de chinos viviendo por debajo del umbral de la pobreza, entendido su caso como personas con un gasto diario de menos de 1,25 dólares. La cifra demuestra una significativa caída en comparación con los 689 millones de 1990, lo que indica que China alcanzó con anticipación la meta ODM de reducir a la mitad la proporción de la población en la pobreza. El número de personas que sufrían de malnutrición abarcaba 10,6 % de la población total del país en 2014, respecto al 23,9 % de 1992. China recibió un amplio reconocimiento de la Organización para la Agricultura y la Alimentación de la ONU en 2014, tras reducir a la mitad la proporción de la población que sufría de hambre.
Como país en desarrollo responsable, China también participa activamente en la cooperación Sur-Sur para ayudar a los países menos desarrollados y de bajos ingresos. Ha colaborado en proyectos de reconstrucción, proporcionado bienes y materiales, entregado donaciones a organizaciones de desarrollo, proporcionado formación profesional y técnica, enviado equipos médicos y eliminado deudas, entre otras formas de apoyo.
Mejorar la igualdad y democratización de la gobernanza mundial
El G20 abarca 11 economías emergentes y países en desarrollo: Argentina, Brasil, China, la India, Indonesia, México, Corea del Sur, Rusia, Arabia Saudí, Sudáfrica y Turquía. En conjunto, los 11 países representan alrededor del 30 % del total de la economía mundial y la mitad de la población total del planeta. En un contexto de débil crecimiento económico, comercio e inversión en todo el mundo, los países en desarrollo mantuvieron una tasa de crecimiento relativamente más alta. Además de su enorme demanda de mercado, se han convertido en un importante motor para la economía mundial. El FMI pronostica que de 2016 a 2017 las economías emergentes y los países en desarrollo crecerán a una tasa del 4,1 % y 4,6 %, respectivamente, muy por encima del promedio mundial de 3,1 % y 3,4 %.
Un defecto fundamental del sistema de gobernanza económica mundial actual es que los países en desarrollo carecen de representatividad y voz en las organizaciones económicas internacionales, como el FMI y el Banco Mundial. Tanto el actual sistema económico mundial como sus reglas, conformados durante el pasado medio siglo, son dominados por los países desarrollados, cuya influencia económica no se equipara a la de las economías emergentes, que ahora son esenciales para resolver los problemas más acuciantes.
El crecimiento económico mundial requiere de una reforma global de la gestión financiera. Según datos del FMI, en 2015 la economía de EE. UU. representó el 15,81 % del total mundial. Su ámbito de acción y derecho de voto en el FMI son del 17,51 y 16,58 %, casi en línea con su estatus económico. En comparación, China representa el 17,08 % de la economía mundial, al tiempo que tiene una participación y derecho a voto limitados a 6,43 y 6,11 %. Del mismo modo, la India y Brasil gozan de derechos en el FMI incompatibles con su desempeño económico. La reforma del sistema de gobernanza económica global en el marco del G20 será propicia para mejorar la representatividad y voz de los países en desarrollo, lo que conducirá a la compensación efectiva de las deficiencias del sistema actual.
Iniciativas de China en el G20
La Cumbre del G20 en Hangzhou tendrá por tema “Hacia una economía mundial innovadora, vigorizada, interconectada e inclusiva”. El foro tiene como objetivo buscar el consenso en cuatro áreas: patrones de crecimiento innovadores, mejora de la gobernanza económica y financiera mundial, aceleración del comercio e inversiones internacionales, y promoción del desarrollo inclusivo y coordinado.
China propondrá una serie de iniciativas en el marco del G20. En primer lugar, abogará por patrones de crecimiento innovadores, que permitan reducir la brecha entre los países desarrollados y aquellos en desarrollo. En el contexto de la recesión económica mundial, es difícil reactivar la macroeconomía y alcanzar un crecimiento sostenido solo a través de estímulos fiscales y una política monetaria laxa. Sin embargo, es mediante el refuerzo de la innovación tecnológica y la reestructuración económica que se puede fortalecer la competitividad y el potencial de crecimiento de cada país a mediano y largo plazo. Por lo tanto, China propone formular una hoja de ruta del G20 para el crecimiento innovador, con el objetivo de ayudar a los países en desarrollo a mejorar las capacidades de Investigación y Desarrollo y la industrialización, como forma de dar un nuevo impulso al crecimiento económico mundial.
En segunda instancia, China pide acelerar la reforma de la gestión financiera global para mejorar la representatividad y voz de los países en desarrollo en los organismos financieros internacionales. Es exigencia común de los países en desarrollo impulsar las reformas en el FMI y el Banco Mundial, para promover la diversificación del sistema monetario y poner fin al predominio irracional del dólar estadounidense. La iniciativa de China al respecto representa los intereses comunes de los países en desarrollo, a la vez que es propicio para el desarrollo sano de la economía mundial.
Y, por último, aunque no menos importante, China abogará por la reforma del sistema comercial y de inversión a nivel mundial, en aras de promover el desarrollo del comercio y aumentar su atractivo para el capital extranjero. Como miembro de la OMC y potencia comercial, China es un firme defensor del libre comercio, y se opone a cualquier forma de proteccionismo comercial. En el contexto de la creciente integración económica, la inversión transnacional es cada vez más común.