En el interior de China también hay oportunidades
En la tierra de Changfeng se cultivan principalmente fresas y verduras. Foto Liu Chengzi
PARA la mayoría de los extranjeros, China es un país lleno de contradicciones: Por un lado, en las metrópolis prósperas de la zona litoral este del país se levantan numerosos edificios brillantes que atraen a los chinos procedentes de todo el país y muchos extranjeros de todo el mundo; por el otro, en el interior del país, sobre todo en la extensa zona oeste, se evidencia el enorme contraste de ingresos y desarrollo económico que le separa de la prosperidad del este.
A ojos de los medios de comunicación occidentales, esta zona es una base de retaguardia de adultos mayores y débiles. Si es posible, las personas provenientes del oeste prefieren abandonar su pueblo natal para buscar trabajo en las grandes ciudades. Aunque contarán con muy malas condiciones al inicio, por lo menos podrán disfrutar un poco de las migas del pastel del desarrollo. La contaminación ambiental, corrupción y discriminación por parte de los ciudadanos son palabras clave que selecciona la prensa occidental para describir las zonas rurales de China.
¿Cómo son las zonas rurales de China actualmente? ¿Desérticas o vigorosas? ¿Llenas de odio o de esperanza? Para promover un desarrollo equilibrado, el gobierno repartió en el interior una parte de las riquezas creadas por la zona litoral, pero, ¿está resuelto el problema con eso? ¿Son las grandes ciudades atractivas para todos los jóvenes?
Algunos periodistas de China Hoy, viajaron de Beijing a la ciudad de Hefei, a 1100 km de distancia. Hefei es capital de la provincia de Anhui, en el centro de China, y su corazón económico. En los últimos años, la ciudad ha tenido un desarrollo vertiginoso. La industria es el pilar de la economía local.
En esta ciudad, que tiene 7,5 millones de habitantes, se ven pocos extranjeros. La provincia tiene una población de 66 millones, casi lo mismo que Francia, pero su superficie de unos 140.000 km2, sólo representa la quinta parte de la de Francia. La mayoría de los extranjeros, lo único que conocen de Anhui es la montaña Huangshan, una atracción de fama mundial.
Hasta los años 90 del siglo pasado, Anhui todavía era una provincia agrícola y una de las más pobres de China. Sin embargo, en estos años, la industria de Anhui ha alcanzado un desarrollo sin precedentes hasta convertirse en un centro de industria pesada, especialmente de la industria automotriz, representada por Geely Auto, cuya planta está situada en la ciudad de Wuhu. Aún así, la mayor parte de Anhui sigue dedicándose a la agricultura.
Changfeng, a 70 km de la ciudad de Hefei, es un distrito agrícola desconocido para los extranjeros, pero es un retrato del campo de China.
El distrito de Changfeng tiene una población de 800.000 personas, y 14 poblados en su jurisdicción. En la aldea de Dayao, del poblado de Gangji, hay 540 familias y 1780 residentes. Los edificios recién construidos se distribuyen, ordenadamente, en el centro de la aldea. La infraestructura de todo el pueblo ha mejorado significativamente en los últimos años. Una carretera comunica la aldea con el exterior, también se ha instalado el sistema de alcantarillado y se han dispuesto espacios para actividades culturales. En resumen, se ha mejorado considerablemente el nivel de vida de la población.
¿Pero cómo es el ingreso? He Weihua, subdirector del poblado, nos dijo: “Antes, además de verduras para uso familiar, los agricultores cultivaban, principalmente, maíz, trigo y cacahuetes. Y el ingreso anual por cada mu (15 mu= 1 hectárea) oscilaba entre 400 y 500 yuanes”. A los campesinos les falta profesionalizarse para crear riqueza.
Por eso el comité de la aldea decidió aplicar la reforma agraria y arrendar una parte de la tierra de los agricultores a una empresa botánica para la plantación de Photinia fraseri. He nos reveló: “Anualmente, los aldeanos pueden tener una renta de 600 yuanes por cada mu. Es decir, los campesinos lo consiguen sin hacer nada y, además, pueden cultivar en el resto de las tierras”.
Entrevistamos al agricultor local Jia Xianchuan, quien nos dijo que, aparte de los ingresos por alquilar sus terrenos, él también trabaja a jornal, cuando hay empleadores. La vida y los ingresos de Jia han experimentado un inmenso cambio y su familia se está adaptando a ello.
En el campo, el cambio de vida que han experimentado los adultos mayores es increíble. Pero lo más importante es cómo la nueva generación afronta estos cambios. Una señal, por ejemplo, es que los jóvenes ya no van a ciegas a las ciudades.
Luego fuimos al poblado de Shuihu, del distrito de Changfeng. Allí estaba Chen Linfeng, de 25 años de edad. Sus padres, campesinos, siempre quisieron que su hijo se hiciera funcionario. En el año 2012, después de graduarse de la universidad, de la carrera de Biología, encontró un puesto en el Gobierno Municipal de Hefei. Pero a él no le gustaba estar sentado en la oficina, así que prefirió asociarse con unos compañeros para emprender su propia empresa dedicada al cultivo de fresas. En Changfeng, esta idea es muy razonable.
Nuevas viviendas de la aldea de Dayao, poblado de Gangji, distrito de Changfeng. Foto Ma Huiyuan
En China, Changfeng tiene fama por la calidad de sus fresas. La renta del cultivo de fresas representa el 44 % de los ingresos netos de los agricultores. 175.000 personas se dedican al sector. El año pasado, en Changfeng, se cosecharon, en total, 350.000 toneladas de fresas, con un valor de producción de 4500 millones de yuanes. El ingreso neto por cada mu puede llegar a 15.000 yuanes. El precio de cada kilo de fresas vacila entre 20 y 40 yuanes, según la temporada de cosecha.
Ya en el año 2011, Chen intentó emprender su empresa en el cultivo de fresas, pero fracasó. Hoy él tiene claro por qué: “Nuestra tierra no era adecuada para el cultivo de fresas porque no era plana”. Aún así, Chen no dejó de intentar y hoy este joven ya cosecha los frutos.
Con sus conocimientos de Biología, ensayó un nuevo método de cultivo en un pequeño pedazo de tierra para elevar la producción y fortalecer la competitividad. Él nunca se arrepintió de haber dimitido del puesto en el municipio.
Chen no es el único ejemplo de personas que desistieron de la idea de ir a la gran ciudad para desarrollarse en el campo. Tian Feng, de 35 años de edad, también regresó a su pueblo natal, Changfeng. En el año 2011, Tian renunció a su cargo de gerente en Guangzhou, una metrópoli del sur de China. En 2012, comenzó una empresa de fresas en el poblado de Shuihu y aprovechó plenamente su experiencia de años como gerente.
Tian y su mujer fueron los primeros en vender fresas en Internet. “Mi idea de marketing ha sido probada y cada vez más gente está imitándonos. En 2013, 20 suministradores locales vendieron fresas en Internet; y en 2014, el número llegó a 40”.
Dos días después, cuando los periodistas regresamos a Beijing, vimos otra vez la afluencia de gente y edificios modernos. En China, existen contrastes vivos, pero no hay una línea divisoria clara, como sostiene la prensa occidental. Aunque la disparidad entre las zonas urbanas y rurales sigue siendo considerable, si observamos a la nueva generación que creció en el campo, podemos notar que esta disparidad está reduciéndose significativamente.
En comparación con la anterior generación, los jóvenes emprendedores originarios del campo, como Chen Linfeng, aunque viven en su pueblo natal, no son muy distintos de otros chinos de su edad que trabajan en Shanghai o Beijing, en cuanto a su manera de pensar. Repartir simplemente los frutos del desarrollo económico con enfoque hacia el interior no puede resolver de raíz el desequilibrio que hay en China. Para lograrlo, es fundamental que el cambio también ocurra en la mente de las personas y este ya ha comenzado en Changfeng.
*Periodista alemana.