Por LIU YI
Literatura sin fronteras
Karen Kingsbury, profesora de Relaciones Internacionales de la Universidad de Chatham y traductora de la novela de Zhang Ailing (Eileen Chang).
Para los escritores, la diversidad y el choque cultural son una fuente constante de creación. A medida que el mundo se globaliza, los autores chinos están ansiosos por comunicarse con los lectores extranjeros a través de sus obras. Sin embargo, las barreras culturales, sociales e idiomáticas se los impiden. La traducción de obras literarias se ha convertido en una vía para superar tales obstáculos.
En 2012, la Academia Sueca otorgó al escritor chino Mo Yan el Premio Nobel de Literatura. Sus novelas han sido traducidas a muchos idiomas, acercándolo a los lectores extranjeros. Tal reconocimiento fue un factor clave. En víspera de la ceremonia de entrega del galardón, durante una conferencia de prensa en la Embajada de China en Suecia, Mo Yan expresó su agradecimiento a los traductores de diferentes países.
Desde entonces, la traducción de obras literarias empezó a llamar la atención de los medios de comunicación y de la sociedad en China. Howard Goldblatt, un conocido sinólogo, en su traducción de la obra de Mo Yan hizo cambios significativos e incluso borró algunos argumentos. Muchas personas creyeron que este tipo de cambios iban en contra de los principios de la traducción y eran una señal de transgresión para la cultura occidental, aunque otros consideraron que facilitarían el entendimiento de los lectores extranjeros sobre la cultura china y tendrían una mayor repercusión.
Literatura como vía de comunicación
“Las obras, sean grandes o no, no son solamente resultado del autor, sino de un grupo de personas”, dice Karen Kingsbury, experta en literatura contemporánea china y traductora de Un amor que destruye ciudades, novela de la autora china Zhang Ailing (conocida como Eileen Chang).
“La literatura es esencialmente una forma de comunicación entre escritores y lectores, por lo que es natural hacer cambios para adaptarse a los lectores. Eso refleja un respeto hacia ellos. Sé que todos los cambios que hizo Howard Goldblatt fueron aprobados por el autor”, manifiesta Kingsbury.
Confiesa que cuando terminó el primer borrador de la novela Un amor que destruye ciudades, se lo mostró a sus amigos y profesores y les pidió opiniones. En 1996, dicha traducción fue publicada en la revista Rendition Journal de la Universidad de Hong Kong y los comentarios ayudaron a Kingsbury a profundizar su comprensión sobre la misma. Después de varias revisiones, su traducción final ganó el reconocimiento del mercado y la industria literaria.
La comprensión de los traductores sobre una obra afecta directamente la comunicación con los lectores. Tomemos como ejemplo la novela The First Incense Burnt de Eileen Chang. En la primera escena, la joven protagonista visita por primera vez la casa de su tía rica. Observa cuidadosamente alrededor de la sala de estar, que está decorada al estilo occidental, pero varios objetos sobresalen en un modo indescriptible: una botella de tabaco, una estatua de Avalokitesvara, entre otras figuras. Dicha escena no tiene sentido para los lectores.
Sin embargo, seguimos leyendo cómo la protagonista entra en la habitación de su tía, quien acaba de quitarse el sombrero, sentada con sus zapatillas de tacón alto balanceándolas en los dedos de los pies. El entorno aquí es totalmente chino, con algunos objetos de finales de la dinastía Qing.
Cuando se lee hasta aquí, uno se da cuenta de la idea planteada ingeniosamente por la autora. “En aquel entonces, Hong Kong era colonia del Reino Unido. La sala de estar está configurada para dar una impresión oriental a los visitantes británicos, pero cuando entra en la habitación auténtica de la anfitriona, todo el entorno es al estilo chino”, explica Kingsbury.
Asegura que “es divertido, porque leer a un buen escritor es un juego exploratorio”. Opina que cada traductor tiene su forma de entender una obra. “Algunos problemas se solucionan, otros resultan imprecisos, pero la vaguedad es también parte del encanto de una obra que atrae a los lectores”, sostiene.
¿Qué tipo de escritor chino te gusta?
Después de graduarse, Kingsbury enseñó inglés durante un año en una universidad de la provincia china de Sichuan. Desde esa época mantiene lazos con la literatura china. La traducción de la novela Un amor que destruye ciudades de Eileen Chang formó parte de su tesis de doctorado.
Desde el principio, su propósito fundamental ha sido dar a conocer ampliamente la obra de la autora china. “Creo profundamente que Eileen Chang es una gran escritora, como Lu Xun, León Tolstói y Virginia Woolf”.
La película Deseo, peligro de Ang Lee aumentó la fama de Eileen Chang en los países occidentales. Kingsbury cree que una educación bilingüe es un factor que hace más atractivas sus obras fuera de China.
Eileen Chang representó en su época a los autores con “dos culturas”, mientras que el escritor japonés Haruki Murakami es el más exitoso hoy en día. “Él es muy popular entre los lectores estadounidenses porque sabe lo que les gusta a los lectores”.
Kingsbury destaca que el amor y la vida son temas que pueden despertar el interés de la mayoría de lectores. Muchos estadounidenses tienen curiosidad sobre cómo funciona la sociedad china, cómo viven los chinos y lo que piensan los chinos sobre la religión y la vida.
Hoy en día existen varios canales por los que los lectores estadounidenses pueden acceder a la literatura china. Kingsbury menciona especialmente a República de papel, un sitio web de literatura establecido en 2007. Desde que empezó la cooperación con People’s Literature en 2011, dicho sitio web ha reunido un grupo de escritores, obras y traducciones para los lectores ingleses. “Muchas editoriales estadounidenses buscan ideas de publicación visitándola. El mercado estadounidense espera las novelas más sobresalientes de China”, concluye Kingsbury.
Sorgo Rojo, novela escrita por el Premio Nobel de Literatura chino Mo Yan.
Sueño en el pabellón rojo, la mayor y más traducida novela de la literatura china.
Un amor que destruye ciudades, novela traducida por Karen Kingsbury.
La novela de suspenso El Don, un éxito de ventas en los mercados extranjeros.