La música que se escucha en Yunnan y en los Andes ecuatorianos
ENTRE China y Ecuador hay un océano de distancia. Están, literalmente, en el lado opuesto del mundo. Sin embargo, en los fríos Andes ecuatorianos y en la cálida provincia de Yunnan se escuchan acordes musicales curiosamente similares. Misteriosamente parecidos, diría Ana Carolina Báez, quiteña de 28 años, que luego de graduarse en Realización de Cine y Video en Ecuador, viajó a Beijing con el objetivo de concentrarse en la realización de documentales.
Para Ana, esa impresionante similitud entre la música de dos lugares tan distantes no podía ser coincidencia. Así fue como nació su proyecto FusionLab que marca la culminación de su maestría en realización de documentales en la Academia de Cine de Beijing. “FusionLab nació en un acto de, literalmente, soñar despierta, de imaginar retratos de la gente y las montañas de mi tierra mientras escuchaba una música desconocida que me resultaba mágicamente familiar, interpretada por la agrupación Shanren (山人乐队), de la provincia china de Yunnan”.
Segunda estación de filmación del documental.
Desde su llegada al país de Confucio, Ana fue encontrando símbolos, paisajes y rostros que le recordaban a aquellos del mundo andino. La idea más básica de lo que debía significar el proyecto FusionLab se resume en que quería “invitar a Shanren a un viaje por Ecuador para hacer música fusión y grabar un documental. FusionLab es un viaje basado en las reflexiones que surgen al pensar en las similitudes entre los mundos rurales del suroeste de China y los Andes ecuatorianos”.
En la música que interpreta el grupo chino se utilizan flautas, ocarinas hechas con bambú, percusión y cantos muy similares a los que se entonan en las montañas ecuatorianas. “Pero, sobre todo, se parecen en que ambas reflejan un espíritu de comunidad y una cercanía del hombre con la naturaleza”, explica Ana.
“Quería dar a estos músicos la oportunidad y un motivo para visitar a sus hermanos del otro lado del mundo y me ilusionaba que, tal vez en la Cordillera de los Andes, ellos pudieran encontrar un universo muy parecido al mítico Shangri-la, esa tierra de felicidad y abundancia en las montañas de su provincia natal. Busqué músicos locales para que fueran los anfitriones en este recorrido y traté de generar una plataforma para que artistas de ambos lugares pudiesen compartir sus ritmos y su cultura. Además, me esforcé por generar un ambiente propicio para la creación conjunta de música fusión”.
Del 2 de mayo al 17 de julio de 2013, Ana viajó a Ecuador con el objetivo de trazar la ruta y juntar al equipo de producción para el documental. Gracias a la gestión del agregado cultural de la Embajada de la República Popular China en Ecuador, Huang Kangyi (黄康益), en junio de ese año ingresó una petición formal solicitando transporte aéreo para llevar a la agrupación musical Shanren y miembros chinos del equipo de rodaje a Ecuador. Dicha solicitud fue concedida al poco tiempo.
Tercera estación de filmación del documental.
Una de las partes más difíciles para la realización de este documental fue la obtención de auspicios. Ana envió cartas a varios ministerios e instituciones en Ecuador y buscó acercamientos con empresas chinas para que patrocinaran el proyecto. Finalmente, Ana y su equipo consiguieron el apoyo de unos pocos gobiernos seccionales de Ecuador que les facilitaron alojamiento y comida durante la estadía en su localidad; además algunas empresas privadas les proporcionaron los equipos que utilizaron durante el rodaje, así como comida y hospedaje. Llegada la recta final, los técnicos profesionales decidieron trabajar sin honorarios y apoyaron la producción, prestando sus equipos y casas para alojar a los invitados chinos. Además, la familia de Ana la apoyó mucho tanto moral como económicamente para que lograra culminar su proyecto.
El documental se rodó entre el 7 de febrero y el 1 de marzo de 2014. “Hasta una semana antes de la llegada de los personajes y el equipo técnico chino, yo seguía diciendo: ‘si es que llegamos a hacer este documental, entonces…’ porque a las puertas de la concreción de un proyecto por el que había trabajado más de un año, tendía a de-sesperarme, perder las esperanzas y luego volvía a soñar en la medida que, a cada hora, aparecían nuevos problemas para la producción y nuevas soluciones”, cuenta la cineasta.
Una vez en el rodaje, el corto tiempo en cada una de las locaciones y la dependencia de un intérprete en cualquier conversación, sumado el escaso conocimiento previo de las culturas que visitaban, limitaron la posibilidad de un diálogo profundo entre los músicos chinos y sus pares locales. Además, la cantidad de horas que pasaron sentados en un bus, la diferencia horaria, de comida y la incomodidad afectaron la energía de los músicos chinos.
Ana Carolina Báez entrevistada en el canal en español de CCTV.
Por otro lado, aunque fueron muchas las puertas que Ana Carolina tocó en busca de apoyo económico, pocas se abrieron. En cambio, quienes sí tuvieron mucha apertura fueron los medios de comunicación. La directora quiteña fue entrevistada por periódicos locales, nacionales e internacionales que publicaron artículos con titulares como Ecuador y China no son tan distintos o Un documental busca juntar a dos mundos. La agencia china de noticias Xinhua publicó una nota y la revista latinoamericana de cine Latam Cinema escribió “Comienza a rodarse FusionLab, documental road movie musical coproducido entre Ecuador y China”. Por su parte, CCTV en español y otras televisoras públicas en Ecuador la invitaron a hablar del proyecto. Sin embargo, para Ana, la experiencia más gratificante fue escuchar a locutores de radios comunitarias en zonas rurales presentando el proyecto en idiomas locales.
Hoy que el proyecto está terminado, Ana Carolina puede dar fe de lo complicado que es concretar un proyecto cultural audiovisual. Reconoce que ella quiso volar muy alto cuando recién estaba aprendiendo a caminar, pero ¿quién puede reprocharle que haya tenido ese ímpetu por cristalizar una ilusión si la historia nos ha demostrado que las grandes invenciones han sido hijas de soñadores? Lo que Ana desarrolló con este proyecto es una enorme paciencia y humildad. Sintió la poca fe que hay en este tipo de propuestas y que no existen -o son incipientes- los programas de cooperación entre países que apoyen la creatividad audiovisual. De ahí que haya decidido hacer un doctorado en análisis comparativo de las industrias cinematográficas chinas y latinoamericanas para proponer sugerencias de cooperación para el fomento de mercados complementarios en temas audiovisuales. Esto serviría, sostiene Ana, para impulsar la generación de programas de cooperación y mutuo entendimiento dentro de las industrias. FusionLab le dejó un sabor de boca agridulce, pero a la vez le dejó la satisfacción de ser una pionera en la realización de documentales sino-ecuatorianos.