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2015-October-13 15:31

China fue clave en la lucha antifascista

Por HU DEKUN

CHINA fue uno de los cuatro países antifascistas durante la Segunda Guerra Mundial. El frente de China fue también el principal dentro de la Guerra Antifascista Mundial en Asia. Como consecuencia de la Guerra Fría, su posición y papel en dicho conflicto han sido ignorados por Occidente, y China no ha recibido el respeto merecido, convirtiéndose en uno de los Aliados olvidados. Ello es injusto.

Los combatientes del VIII Ejército en la Gran Muralla.

 

El primer campo de batalla

La Segunda Guerra Mundial fue provocada por los países fascistas. En las décadas de 1920 y 1930, las fuerzas fascistas tomaron el poder en Italia, Japón y Alemania, y no tardaron en desencadenar una guerra de agresión con el propósito de tiranizar al mundo y esclavizar a toda la humanidad. En 1931, los fascistas japoneses desataron el Incidente del 18 de Septiembre, conocido también como el Incidente de Mukden, el cual inició la invasión a China y la Segunda Guerra Mundial. China descargó el primer tiro en la Guerra de Resistencia contra la Agresión Japonesa y en la Guerra Antifascista Mundial, y fue también el primer país en levantar la bandera antifascista.

En 1937, Japón tramó cuidadosamente el Incidente del Puente de Marco Polo, lo que desató la guerra general de invasión a China. Adoptó la estrategia de librar una guerra de decisión rápida, con el propósito de arruinar a China en poco tiempo. Mientras tanto, nuestro país persistió en la guerra prolongada y estableció un frente único sobre la base de la cooperación entre el Kuomintang y el Partido Comunista de China (PCCh), quienes dirigieron los campos de batalla en el frente y la retaguardia enemiga, respectivamente, abriéndose así el primer frente antifacista del mundo.

En los campos de batalla en el frente enemigo, el ejército chino no retrocedió ante el sofisticado armamento japonés, sino que combatió con mucho valor y logró causar muchas bajas al enemigo en importantes batallas como las de Taiyuan, Songhu, Nanjing, Xuzhou y Wuhan. Según registros militares japoneses, los invasores se toparon con la tenaz resistencia de la guarnición china en la batalla de Shanghai y cayeron cerca de 40.000 soldados. En la batalla de Tai’erzhuang, el ejército chino luchó desafiando a la muerte y acabó con un total de 11.984 soldados enemigos.

En los campos de batalla detrás de las líneas enemigas, el VIII Ejército, dirigido por el PCCh, derrotó al ejército japonés en la batalla de Pingxingguan (Shanxi) en septiembre de 1937, y liquidó a toda la tropa japonesa de más de 1000 soldados, lo que significó la primera victoria en la Guerra de Resistencia. En noviembre del mismo año, el VIII Ejército, el Nuevo 4° Cuerpo de Ejército y otras fuerzas armadas antijaponesas, bajo la dirección del PCCh, marcharon hacia el norte, centro y sur de China para establecer las bases de resistencia antijaponesas y emprender la guerra de guerrillas. Hasta octubre de 1938 se llegaron a establecer seis bases en el norte y centro de China, lo que abrió el campo de batalla de la retaguardia enemiga. Solían lanzar ataques sorpresivos contra el ejército japonés y afectaron de esta manera a las fuerzas efectivas de dicho país.

Gracias a la estrecha coordinación entre los campos de batalla en el frente y la retaguardia enemiga, el ejército japonés se vio obligado a combatir en ambos lados y a hundirse en una guerra prolongada, lo que condujo al fracaso de su estrategia de conquistar China en un corto plazo.

Los combatientes chinos en la batalla de Xuzhou en 1938.

 

El frente principal en Asia

Al estallar el Incidente del Puente de Marco Polo, el jefe de Estado Mayor del ejército japonés, Hajime Sugiyama, se jactó al decir: “Conquistaremos China dentro de un mes”. Sin embargo, la tenaz resistencia de los soldados y la población civil de China arruinó aquellos planes. Japón no tuvo más remedio que enviar a más tropas. Hasta la batalla de Wuhan, Japón había empleado a 32 de sus 34 regimientos y divisiones, o sea el 94 % de las fuerzas terrestres y a parte de las navales en el frente de China.

Después de la batalla de Wuhan, la guerra entró en una etapa de equilibrio estratégico. En los campos de batalla en el frente enemigo, millones de combatientes del gobierno de Kuomintang se enfrentaron a los invasores japoneses y lograron inmovilizar a una gran cantidad de sus fuerzas efectivas. Entre 1939 y 1944, el ejército japonés desencadenó una serie de ataques en los campos de batalla en el frente. Si bien el ejército chino sufrió muchas derrotas, nunca abandonó la lucha y, de esta manera, quebró el objetivo que Japón se había establecido: arruinar al gobierno de la República y terminar pronto la guerra sino-japonesa.

Entre 1943 y 1945, siguiendo el acuerdo firmado con los Aliados, China envió al Ejército Expedicionario a Birmania para apoyar la guerra antijaponesa en la región. A pesar de pagar un alto costo en muertos y heridos, la carretera Yunnan-Birmania logró recuperarse y, con ello, se garantizó el tránsito de los recursos que el exterior enviaba de apoyo a China. Y además, las Fuerzas Aliadas obtuvieron mejores condiciones para lanzar un contraataque en Birmania.

En los campos de batalla en la retaguardia enemiga, el VIII Ejército, el Nuevo 4° Cuerpo de Ejército y otras fuerzas armadas dirigidas por el PCCh atacaron al ejército japonés con tácticas muy flexibles. El 7 de noviembre de 1939, el VIII Ejército acabó con Norihide Abe, comandante de la brigada mixta independiente Nº 2 del ejército japonés, en los combates contra las “operaciones de limpieza” de las fuerzas enemigas. El 20 de agosto de 1940, el mismo ejército emprendió una gran ofensiva contra los japoneses en el norte de China, matando e hiriendo a más de 25.000 enemigos y paralizando todas las importantes vías de transporte del ejército japonés en China. Como en el ataque participaron más de 200.000 soldados de 105 regimientos, fue conocido como la “Ofensiva de los Cien Regimientos”.

Después de este enfrentamiento, el comando general del ejército japonés dirigió su atención a los campos de batalla en la retaguardia. En 1944, las fuerzas antijaponesas en la retaguardia enemiga, dirigidas por el PCCh, iniciaron la contraofensiva parcial, y en 1945, la contraofensiva general. Para 1945 las fuerzas armadas del PCCh habían crecido y contaban con 910.000 miembros de tropas regulares y 2,2 millones de milicianos, lo que las convirtió en la principal fuerza china contra la invasión japonesa.

Las fuerzas armadas nacionales tomaban acciones concertadas en las líneas del frente y en las de la retaguardia enemiga, y atacaron e inmovilizaron a las principales fuerzas terrestres japonesas. Al estallar la Guerra del Pacífico, las fuerzas terrestres de Japón contaban con 51 divisiones y regimientos, de los cuales 35 estaban en China y 10 en el Sudeste Asiático. Es decir, cerca del 70 % de las fuerzas terrestres japonesas combatieron en el frente chino, mientras que menos del 20 % fueron destinadas al frente del Pacífico. Y la situación no cambió hasta finalizada la guerra.

Estos hechos y cifras demuestran que China fue el escenario principal de la guerra en Asia. El 6 de enero de 1945, Franklin D. Roosevelt, entonces presidente de Estados Unidos, destacó en un mensaje de Estado el aporte de los chinos en la Guerra Antifascista Mundial: “No olvidaremos cómo los chinos resistieron la brutal agresión de los japoneses durante más de siete años y cómo detuvieron a una gran cantidad de enemigos en la amplia región asiática”.

El Puente de Marco Polo.
 

Apoyo a los Aliados

La guerra prolongada de China restringió a Japón en su avance hacia el norte, el sur y el oeste, e impidió la puesta en práctica de su estrategia de colaboración con otros países de las Potencias del Eje. China apoyó con éxito a la Unión Soviética, EE. UU. y el Reino Unido, tres de los países Aliados en la guerra antifascista.

Japón planeaba tomar a China como base para conquistar luego la parte oriental de la Unión Soviética. Debido a la tenaz resistencia de nuestro país, Japón no tuvo más remedio que destinar su fuerza principal al frente chino, lo que retardó su proyecto de avance hacia el norte. En junio de 1941 estalló la Guerra Soviético-Alemana. La Unión Soviética se concentró en combatir a Alemania, lo que ofrecía a Japón una gran oportunidad para avanzar hacia el norte. El entonces ministro de Relaciones Exteriores, Yosuke Matsuoka, propuso aplicar la estrategia y atacar por ambos lados a la Unión Soviética, en coordinación con Alemania. Sin embargo, Hajime Sugiyama, jefe del Estado Mayor del ejército japonés, rechazó tal idea: “De hecho, es imposible avanzar hacia el norte porque hemos destinado a la mayoría de nuestras fuerzas armadas a China”.

En diciembre de 1942, los ejércitos de la Unión Soviética y de Alemania se enfrentaron enconadamente en Stalingrado. Alemania le pidió a Japón que declarase la guerra a la Unión Soviética, pero Japón no lo hizo porque se sentía incapaz de afrontar ese conflicto. Rechazó muchas veces la petición alemana y la Unión Soviética se libró de un ataque en forma de tenazas.

Japón tenía también la ambición de ocupar el Sudeste Asiático y el suroeste del Pacífico, donde rivalizó con EE. UU., el Reino Unido, entre otros países. En 1939, Alemania atacó Polonia, por lo que el Reino Unido y Francia no pudieron dirigir su atención al frente en Oriente. Ello ofreció una buena oportunidad a Japón. Como no pudo liberarse del frente de China, Japón declaró su no intervención en el frente de Europa el 4 de septiembre. En los meses de mayo y junio de 1940, Alemania derrotó al ejército conjunto del Reino Unido y Francia (este último se rindió, mientras que el primero retrocedió hasta las islas británicas). En vista de que EE. UU. y el Reino Unido estaban exhaustos por su enfrentamiento con Alemania, el Sudeste Asiático y el Pacífico se volvieron regiones con una débil defensa. El 26 de julio, el gabinete japonés decidió avanzar hacia el sur, pero no pudo hacerlo por el accionar de China.

China ofreció también un gran apoyo a EE. UU. durante la Guerra del Pacífico. En febrero y marzo de 1942, en el cuartel general del ejército japonés, se discutió cómo contener la contraofensiva del ejército estadounidense teniendo a Australia como base. Las fuerzas navales aconsejaron la ocupación de Australia, lo que significaría trasladar a una gran cantidad de las fuerzas armadas del frente chino. La propuesta fue rechazada, por supuesto, por las fuerzas terrestres. Desde principios de 1943, Japón comenzó a necesitar más combatientes en el frente del Pacífico porque la guerra aquí había entrado en una etapa de defensa estratégica. Sin embargo, como su fuerza principal no pudo liberarse del frente en China, el ejército estadounidense tuvo una buena oportunidad para lanzar un contraataque.

Japón intentó también avanzar hacia la India y el Océano Índico para unirse así con las tropas de Alemania e Italia en Medio Oriente y obligar al Reino Unido a rendirse. La idea era concentrarse luego en la lucha contra EE. UU. En la primavera de 1942, el Deutsches Afrikakorps (DAK), la fuerza militar alemana comandada por Erwin Rommel, lanzó un ataque contra el ejército británico en el Norte de África y este fue derrotado. En mayo, los fascistas alemanes invadieron Egipto. La victoria germana estimuló a Japón a elaborar el proyecto de avance hacia el oeste.

El 11 de julio, las fuerzas terrestres y navales presentaron un memorial al emperador de Japón para solicitar el traslado del foco de la guerra del Pacífico al Índico. No obstante, el proyecto fracasó otra vez por el accionar de China.

La historia demuestra que China merece el título de formar parte del grupo de los “Cuatro Países Antifascistas”, junto con EE. UU., el Reino Unido y la Unión Soviética. La victoria en la Segunda Guerra Mundial no fue fácil de lograr y costó millones de vidas en muchos países del mundo.

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